Francisco "el bromista"
"A Pío XII le falta el milagro
"Bufón Number one" |
Es lógico suponer que Francisco, quien siempre ha querido agradar a
todos aunque no pudiera cumplir con todos, no puede menos de estar
dolido con el rechazo que le manifiesta una parte de los fieles.
Así pues, no se sabe si acicateado por un periodista inoportuno, o
encelado por la tirria que le manifiestan los tradicionalistas, acaba de
hacerles una ironía de la mejor clase.
Porque, como dijo en su momento el padre Castellani en uno de los sermones que escribió allá por 1956,
"el amor herido produce celo, el celo produce indignación y la indignación produce estilo indirecto, ironía".
Quizá por esas razones, o por otra que no sabemos, cuando en la
entrevista realizada durante su vuelo de regreso desde Tierra Santa a
Roma, el periodista John Allen, al recordar el encuentro del Papa con
algunos sobrevivientes del "Holocausto" le preguntó: "¿tiene
intención de seguir adelante con la causa del Papa Pacelli, o de esperar
algún desarrollo en el procedimiento, antes de tomar alguna decisión?"; Francisco respondió:
"La causa de Pío XII está abierta. Yo me informé: todavía no hay ningún milagro y si no hay milagros no puede avanzar ¿no? Está parada allí. Debemos esperar la realidad, cómo va la realidad de esa causa y luego pensar en las decisiones. Pero la verdad es ésta: no hay ningún milagro y se necesita por lo menos uno para la beatificación. Ésta es la situación actual de la causa de Pío XII. Y yo no puedo pensar ¿lo beatificaré o no?, porque el proceso es lento".
Si nuestros lectores han sentido el incontenible deseo de reírse luego
de leer el párrafo de arriba, no podemos menos que comprenderlos. Si esa
risa se tornó luego en indignación, también.
Pues el mismo Papa que produjo los "santos súbitos", con milagro considerado dudoso por algunos y aún sin milagro, viene a decirnos que no hay "milagro" y que "el proceso es lento".
Pues el mismo Papa que produjo los "santos súbitos", con milagro considerado dudoso por algunos y aún sin milagro, viene a decirnos que no hay "milagro" y que "el proceso es lento".
No obstante, ya habíamos anticipado en este Blog que Bergoglio jamás iba
a beatificar a Pío XII, porque eso dañaría su relación con los dueños
del poder mundial, quienes, por medio de la prensa que manejan casi en
su totalidad, han proyectado en las mentes la actual popularidad de
Francisco; y pueden hacerla caer con la misma rapidez conque la han
levantado.
Analizando la situación por los resultados, debería haber una "entente",
aunque sea tácita: ellos lo hacen famoso, desde el mismo momento en que
apareció en el balcón, y él fogonea la "Cultura del Encuentro", es decir, la religión de la añadidura antes que la fe, que es tan necesaria para la consolidación del Poder Mundial.
Sin embargo, el mismo postulador de la causa de Pío XII, el jesuita Peter Gumpel, aseguró en Junio de 2009, que
Benedicto XVI no firmaba la causa de beatificación por las advertencias
recibidas por algunas organizaciones judías, que le aseguraron que sus
relaciones con la Iglesia Católica quedarían "comprometidas" si lo
hiciera.
La causa de beatificación del papa Pío XII (1939-1958), asunto espinoso y con ramificaciones diplomáticas y políticas de calado, aguarda la firma de Benedicto XVI.Pero ha tropezado con un escollo que cabía esperar: la amarga censura de amplios ámbitos del judaísmo, que acusan a Pío XII de hacer la vista gorda ante el Holocausto.Ratzinger, que destacó en septiembre la labor silenciosa y secreta de Pío XII en favor de los judíos, ha optado ahora por impulsar una investigación más profunda.A través de su portavoz, Federico Lombardi, ha confirmado que "no ha firmado todavía el decreto de las virtudes heroicas" de Eugenio Pacelli, y que el asunto "está siendo objeto de estudio y de reflexión". Lombardi ha pedido calma a católicos y judíos.
Estos "amplios ámbitos de judaísmo" que el periódico mencionó, son ni
más ni menos que los movimientos sionistas que Francisco acaba de
distinguir colocando una ofrenda sobre la tumba de su fundador.
¿A quién se le ocurre pensar, entonces, que el Papa de los judíos podía
beatificar a Pío XII? Si alguna vez lo hiciera, será porque ellos se lo
permiten en función de alguna ventaja que desean obtener para su plan.
Nada mejor para cerrar esta entrada, que los pensamientos que tuvo Fray Gerundio cuando se enteró de la broma papal, pues sintetiza muy bien lo que hemos pensado:
Me dio la risa y casi me caigo y hago trizas las bisagras del canterano en que me apoyaba.
¿Que el proceso es lento? ¿Que si no hay milagros no se puede avanzar?
Me parece recordar que algunos de los procesos de última generación
han sido no solamente rápidos, precipitados y acelerados, sino
reclamados por los tiempos políticamente correctos que se venían encima.
Tanto el proceso de Juan XXIII como el de Juan Pablo II no se han
cocido a fuego lento, que yo sepa. Y hacer que en el domingo de la
misericordia pudiera llevarse a cabo la canonización del polaco, y
juntarla en la Semana Fantástica de Rebajas con la del Papa Bueno, hizo
que dichas rebajas se desataran hasta el punto de que el propio
Francisco decidió como Pontífice -que para esto sí que le gusta decir y
demostrar que no es sólo el Obispo de Roma-, perdonar al bueno de Juan XXIII su segundo milagro. Porque no había manera de encontrar alguien que hubiera rezado al papa que convocó el Concilio y había prisa.
Como estamos en un Pontificado de gestos, mucho hay que pensar (y no
todo bueno), del significado de ambas posturas. Gesto de hacer la vista
gorda y aprobar a Juan XXIII sin milagro, y gesto de exigir todas las
legalidades y papeleos a Pío XII.
Ya estamos acostumbrados a estas distintas gesticulaciones con los
vivos. Gestos de rigor y fuerza con los Franciscanos/as de la Inmaculada
por un lado; comprensión y no-tiene-importancia-alguna con los
pecadillos de juventud de Ricca, el del ascensor. Y así podríamos
seguir…
Claro que el periodista que le plantea esto a Francisco, justamente
cuando acaba de besuquearse con los rabinos amiguetes, que odian a Pío
XII, actúa con bastante imprudencia y Francisco tiene que salirse por
peteneras.
El judaismo internacional, que tuvo que ver en tiempos cómo uno de
sus rabinos más afamados -el de Roma-, se convertía por la acción de Pío
XII y se bautizaba con el nombre de Eugenio en señal de agradecimiento
al Pontífice, es ahora el que ve cómo otro Pontífice reza ante la tumba
de Teodoro Herlz, padre del sionismo. Por cierto, el mismo sionismo que
maneja ese mundo capitalista, financiero y de venta de armas que tanto
aborrece Francisco.
En fin, no quiero enzarzarme de nuevo. Voy a ver si le pido a Pío XII
la conversión de alguno de mis novicios, o al menos que me conceda la
gracia de ver a mi Prior estar alguna vez en el convento y no andar
dando clases de yoga por ahí, o que destruya el virus viajero que tienen
casi todos los Obispos. No sé, algo con que podamos alegrar al papa
Francisco, que debe estar deseando que le comuniquen el milagro de Pío
XII.
Aunque yo creo que ya tenemos uno para ser estudiado. Ha sido el Papa
Pacelli el que ha evitado la destrucción total de la gruta de la
Natividad en Belén, tras la visita de Francisco. Consiguió del Señor que
el fuego pudiera ser sofocado milagrosamente. Y es que Dios también
habla con gestos, aunque sea con dos días de retraso.