martes, 7 de abril de 2015

ÉSTA ES LA VICTORIA QUE VENCE AL MUNDO


ÉSTA ES LA VICTORIA QUE VENCE AL MUNDO

«Se formó, en aquellas mentes lentas en creer, una persuasión firme que en ellos llegó a mudar y a subvertir el estado de ánimo anterior, dándoles un corazón nuevo. En estos decepcionados, en estos hombres descorazonados, abatidos y deprimidos por la espantosa catástrofe en la cual había naufragado, junto con la vida y el honor de su Maestro, incluso la esperanza de un porvenir más radiante, la fe en el Resucitado suscita testimonios a frente erguida, que se ofrecieron a Él hasta el derramamiento de la sangre.
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Entre la pequeña grey dispersa que poco antes se escondía apocada y temerosa y el grupo unido, compacto, ávido de conquistas, se advierten varias divergencias: hay una transformación, un heroico vuelco de sentimientos sobre el que viene a fundarse ahora su voluntad. Anticipándose en algunos años a la palabra más tarde acuñada, puede decirse que de ahora en más ellos son cristianos, vale decir, hombres para los cuales Cristo es la vida y que lo subordinan todo a su servicio: que no oscilan ni ceden en ninguna cosa al mundo -salvo, sólo por algún breve instante, a su antiguo sueño carnal. Entonces, el secreto de tan admirable mutación es la así llamada Fe del día de Pascua: ¡verdaderamente Cristo ha resucitado!  Este hombre abandonado por ellos, y que habían visto desamparado por el Padre celeste, y que había sido por sus enemigos desafiado -en vano- a salvarse; este condenado, este ajusticiado en el patíbulo vive, Él ha resucitado, Él es el Señor. Él está sentado a la derecha del Padre. Esta persuasión indomable no puede ser fruto de una prolongada incubación mental, el término en el que desemboca una elaboración doctrinal, la revancha y la reacción imaginaria por las persecuciones padecidas, la proyección de las antiguas Profecías. No es ésta una consecuencia, sino al contrario: una causa que subsiste por sí y todo lo sostiene, todo lo explica desde su aparición: no es un desenvolverse y un desarrollarse, sino el sostén inicial y el primer estremecimiento de la vida cristiana»
L. de Grandmaison, Jésus-Christ, son message, ses preuves.






SURREXIT DOMINUS VERE. ALLELUIA!               (Gregoriano)