El racismo – P. Leonardo Castellani
Hay
muchas formas de racismo [...] En los tiempos de fray Bartolomé de las Casas,
ciertos teólogos españoles afirmaron que los nativos de América no eran seres
humanos, porque no pertenecían a la raza de Sem, ni a la de Cam, ni a la de
Jafet, las tres razas mencionadas en la Biblia. Eran, por lo tanto, meros
animales, de cuyo oro y bienes el hombre el español cristiano- tenía el derecho
de adueñarse, como tiene el derecho de tomar las plumas del pavón, la miel de
las abejas y la lana de las ovejas.
Jacques Maritain
Tres novicios que iban al noviciado de
Córdoba, dos argentinos y un peruano, se encontraron en el tren con un judío
alemán, un ingeniero de una gran fábrica, que no me es lícito nombrar; el cual
los invitó, les pagó el almuerzo -créase o no- y los hizo hablar en grande. Al
fin del almuerzo les dijo a dos:
-Usté saldrá del noviciado y usté también.
Al
tercero le dijo:
-Usté permanecerá-. El judío no sabía que el
verbo propio es perseverará.
Los novicios lo tomaron a broma. Pero dos
años más tarde, uno de ellos, el peruano, se acordó de la predicción, que se
había verificado a la letra, y me lo contó.
Me dio curiosidad y fui a ver al judío, no
creyendo en tanta coincidencia.
Me
invitó a comer también. Yo le dije:
-Mire que escribo en un diario que pasa por
antisemita.
-Mejor -me dijo el ingeniero.
Al fin de la comida -durante la cual dejé
siempre que comiese primero de cada fuente... por cortesía-, le pregunté cómo
había adivinado el futuro de los novicios.
-Oh, no es difícil -me dijo-; por sus ideas;
por sus maneras de ver las cosas; yo conozco muchos eclesiásticos; es una
curiosidad en mí; leo obras de teología de todas las religiones; soy un poco
psicólogo...
-Todo eso no basta -le dije yo.
Pensó un rato, y al fin me dijo la siguiente
notable sentencia:
-Un cura, si es verdadero cura, desde el
momento que comienza a pensaren ser cura... ya es cura.
Yo me levanté de la mesa, y apuntándole el
índice, le dije:
-¡Usté se convertirá al catolicismo!
-Absit!
-me dijo el alemán.
-Usté se convertirá al catolicismo; acuérdese
lo que le digo.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque un judío, si comienza a obrar como si
no fuera judío, si es verdadero judío, ya no es judío.
Este diálogo, si ustedes lo entienden,
contiene la verdadera solución de la cuestión judía.
En efecto, la cuestión judía existe; y no
tiene más que una solución: o que el judío se convierta al cristianismo, o que
se porte como verdadero judío.
Portarse como verdadero judío es cumplir la
ley de Moisés, la cual les manda a ellos desde hace siglos que se separen de
los cristianos, que se distingan de ellos incluso con un vestido diferente y
que no tengan esclavos cristianos. Es decir, en tiempo de Moisés no había
cristianos, pero había gohims, que ahora somos nosotros.
Ahora bien; la Iglesia Católica no manda
acerca de los judíos nada más que eso. Pero lo manda perentoria y
machaconamente; y hoy día nadie la obedece en esto -ni en casi nada. Vean la
preciosa compilación de documentos solemnes del magisterio eclesiástico de Lo
Grasso S. J., titulada Ecclesia ct Status,
sobre todo los edictos de Constantino (315), Constancio y Juliano (357),
Teodosio (393), Honorio (423), la tercera Novella
de Valentiniano (438) y la preciosa carta a los Hebreos de Terracina, de San
Gregorio el Magno, papa y periodista (590-604), que al mismo tiempo que íes
permite edificar una sinagoga -pero no cerca de la iglesia- y los recomienda a
los obispos Bacanda, Agnel y Pedro, concluye terminantemente:
“Prohibimos
netamente gravar o afligir a los susodichos hebreos contra el orden de la
razón; mas ya que se les permite convivir en las Leyes Romanas, como dicta la
justicia, dispongan su conducta según su entender, sin que nadie los estorbe.
Pero no les es lícito tener esclavos cristianos.”
Este precepto: “No les es lícito tener
esclavos cristianos”, es el que más se viola en nuestros días, sobre todo en la
Argentina, en que todos somos más o menos esclavos de los judíos, a causa del
imperio fantástico que tiene el oro internacional sobre nosotros y sobre todo
por causa de la mentalidad de ganar dinero a toda costa y furia -incluso
vendiendo la patria- que va cundiendo en nuestro pueblo con el ejemplo impune y
descarado de los de arriba. Eso también es hacerse esclavo, en cierto modo, de
los judíos.
Un amigo me manda continuamente al diario
recortes furiosamente rubrados del Mundo Israelita y de otro diario en
idisch -cuyo título traducido debe de ser más o menos: Cheman Raijman Schildlovich Jacarandina-, con unas cartas que echan
venablos contra lo que allí escriben ellos y él subraya. Pero lo que ellos
escriben allí, a mí más bien me gusta: hay un editorial en el Mundo Israelita
del 9 de febrero de 1946, que es más cristiano que muchísimos editoriales de La Prensa. Los judíos dicen allí que
ellos son judíos; recomiendan a los israelitas argentinos el no meterse tanto
en política argentina que descuiden la política sionista; reconocen que la
mayoría de los hebreos propenden de suyo al comunismo y que esa herejía
cristiana –como tantísimas otras- es de inspiración del judaísmo, aunque del judaísmo
corrompido... “Jabotinski decía que un hombre no puede tener dos ideales. El
caso de los comunistas judíos lo corrobora. Su ideal es el comunismo y le dan
prioridad sobre todo lo demás [...] incluso sobre Eretz Israel”..., cuanto más
sobre la postiza patria argentina. Por último, piden limosna para Eretz Israel,
o sea el Hogar Judío resucitado en tierra palestina. Todo eso no nos enfurece
ni disgusta; al contrario.
El que nos disgusta bastante es el judío
puesto al servicio de la propaganda, aunque
sea cristiano y filósofo. La Información Católica Internacional anda
repartiendo un folleto de Jacques Maritain, titulado Por qué no somos Racistas ni Antisemitas. Es cosa de ponerse a
llorar cuando uno lo lee. Por suerte, le desconfío que lo lean muchos. El
filósofo francés ha dejado a un lado el filósofo y queda solamente el francés;
y ni siquiera eso. El resultado no es para felicitarlo. Consideren un momento
el texto que puse arriba. ¡Qué desastre!
Ese texto pretende que “ciertos teólogos
españoles” enseñaron la doctrina de que los indios eran animales y no hombres.
Es para quedarse patitieso de la información que tiene ese filósofo. Si ésa es
la información católica internacional, preferimos carecer de ella y ser
católicos nacionales, o mejor, católicos simplemente. Si los católicos
internacionales tienen tan buena información, ¡que nombren a esos teólogos
españoles! Y hasta que no los nombren, declaramos, a fuer de teólogos hispanos,
que eso es un hediondo embuste. Ningún doctor español en teología, ningún
licenciado en teología, ningún maestro en teología, ningún bachiller, ningún
alumno aplazado en teología, ningún noble español, ningún artesano español,
ningún truhán español, ninguna ramera española, ningún judío español pudo haber
dicho jamás lo que atribuye a “ciertos teólogos españoles” el descarado
seudoteólogo francés, ¡en el tiempo de Melchor Cano y de Arias Montano, en los tiempos
del teatro de Lope y los Autos Sacramentales! Ni siquiera hoy en día, ni
Cristiano García, ni la sirvienta asturiana de la Madre María, es capaz de
decir eso ni en sueños.
¡Oh maestro Jacques!... Si no respetáis a
España, por lo menos respetad la Teología. Y no seáis tan racista judío y tan
racista francés, al venir a predicarnos que no seamos racistas hispanos. O
todos los racismos son malos... o ninguno.
No hay derecho.
P.LEONARDO CASTELLANI
– Cristo ¿Vuelve o no vuelve? Ed.
Gladius 2014 (1ra ed. 1951) – Pags.
176-179
Nacionalismo Católico San Juan Bautista