domingo, 13 de diciembre de 2015

( Artículo publicado en el periódico “Azul y Blanco”, el 17 de marzo de l959) MASONERÍA Y TRAICIÓN


 ( Artículo publicado en el periódico “Azul y Blanco”, el 17 de marzo de l959)

MASONERÍA Y TRAICIÓN

Patricio Maguire
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l Episcopado ha dado a conocer la más enérgica declaración que se haya emitido en el presente siglo en contra de la Masonería que “ES CAUSA DE INDIFERENCIA, DESPRECIO Y DESLEALTAD HACIA LA PATRIA”.
      Esta traición, que no otra cosa significa “deslealtad hacia la Patria, es la directiva permanente de la Masonería, lo que procuraremos demostrar  en una serie de artículos que “AZUL Y BLANCO” comienza a publicar , con el objeto  de que, como ya lo hizo la Iglesia, otras instituciones fundamentales de la nacionalidad como las Fuerzas Armadas, los partidos políticos democráticos que no responden a directivas internacionales, las asociaciones profesionales y gremiales, etc., tengan conocimiento del origen, organización y acción de la Masonería y para que finalmente las autoridades adopten las medidas legales convenientes para poner término a las actividades de esta banda de traidores y espías, concientes o inconcientes, al servicio de una potencia extranjera.

      
Desde el nefasto 13 de noviembre de 1955 comienza a invadir el rumor, sordo e inconciente primero, más claro y concreto luego, pero siempre persistente, de que la Masonería moviendo hilos invisibles dominaba la situación política de la Nación y sostenía la dictadura de Aramburu-Rojas. Si tal rumos hubiera carecido de una base seria habría desaparecido como tantos otros. Ningún rumor falso se mantiene vivido durante cuatro largos años.


      Recuérdese que hacia fines de 1955 circuló profusamente un panfleto que se decía reproducción de un acta masónica secreta, según la cual, un príncipe extranjero disponía el ascenso de jerarquía masónica de varios de sus miembros, quienes eran a la vez componentes de una de nuestras Fuerzas Armadas. El entonces ministro de Marina, indignado –consideraría también a la Masonería como un antro de traición- desmintió en forma rotunda la imputación. Pocos días después la Masonería, más indignada aún, pero por las declaraciones del ministro, le replicaba con energía, y como de costumbre, sostenía que todos los prohombres del país habían pertenecido a la institución, sin desmentir para nada el contenido del panfleto y por el contrario lo ratificaba en parte, al sostener que en esa Fuerza Armada había masones que seguían las huellas de antecesores ilustres que citaba. La réplica de la Masonería fue publicada íntegra únicamente por el diario “Argentinisches Tageblatt” del 18 de diciembre de 1955.
      En el mes de marzo de 1956 Perón escribió una serie de artículos en una revista italiana, que posteriormente fueron compilados en forma de libro bajo el título de “Del Poder al Exilio”, y en el cual se refiere a la participación de la Masonería en su derrocamiento. El Dr. Albrieu, ex ministro del Interior de Perón y actual jefe del Partido Justicialista, en un reportaje publicado en la revista “Mayoría”, también se refirió a la participación de la Masonería en los agitados episodios de 1955.               Ahora es al Iglesia por boca de todos sus Obispos la que condena a la Masonería y acusa su acción de traición a la Patria. La Masonería en su réplica a la declaración Episcopal, al igual que la anterior al ministro de Marina usa el mismo argumento de los grandes prohombres de la Patria que supuestamente habían pertenecido a la Masonería, cosa que ningún historiador responsable ha documentado como corresponde, y también, como en el caso de la Marina, termina sosteniendo que algunos sacerdotes están afiliados a la Masonería, cosa que no dudamos en ambos casos. Santa Teresa en una de sus visiones vio en el infierno a Obispos y sacerdotes que habían faltado a su Dios.
      Pero antes de entrar en tema y para la mejor comprensión del problema, conviene referirnos a la personalidad del actual Jefe o Gran Maestre de la Masonería, ya que este conocimiento ayudará a esclarecer el extraordinario poder de la Masonería que no es otro que el del gran capitalismo anglosajón, del cual la Masonería es uno de sus tantos instrumentos de dominio.  Elegimos a este Gran Maestre porque él constituye un típico engendro masónico, lo que no significa que no hayamos podido referirnos a algún otro ejemplar.
      Mister Yan Drysdale, el Gran Maestro a quien nos referimos, es el vástago de una familia oriunda de Gran Bretaña que se estableció en el país hace aproximadamente cien años. En los altos círculos financieros se consideró siempre a los miembros de esta familia como agentes confidenciales natos de la Banca Inglesa de Baring Brothers, banca que desde Rivadavia a la fecha han financiado cuanto negociado deshonesto y turbio han realizado los “estadistas” argentinos. Como se sabe, la Banca Baring, reconstituida hacia fines del siglo pasado después de serias dificultades económicas, pasó a ser propiedad de la familia real inglesa. Con este poderoso respaldo los Drysdale siempre prosperaron en negocios de importación y como representantes de decenas de las más importantes firmas comerciales y fabriles de Inglaterra y otros países.  Establecidos desde 1870 aproximadamente  con negocio y oficinas en calle Moreno al 400, aun hoy se encuentran en su antiguo edificio –muy de acuerdo a la tradición inglesa- un negocio que gira bajo el nombre de Thomas Drysdale y Co., y ¡Oh! Sorpresa según la guía inglesa “South American Handbook”, edición 1957/58 de Londres, los viajantes ingleses que deseen cualquier información  con respecto a la Masonería, deben dirigirse, no a la sede de la Gran Logia de la calle Cangallo 1242, ni a la sede  del ex Gran Oriente Federal Argentino, en la calle Sarmiento 1876, sino a la calle Moreno 456, sede del Southern District of American of the United Grand Lodge of England. Da la casualidad que tal dirección corresponde a los altos del comercio Drysdale. Ninguna placa indica la existencia de la corporación masónica. Subiendo la escalera  se observarán unas pobres y semiderruídas oficinas de diverso carácter. Intrigado por el aspecto misterioso del lugar pregunté por la Logia, en inglés y mostrando la guía inglesa, a un sujeto que se encontraba en el patio, quien después de escudriñarme de hito en hito dijo estas tres palabras: “Abajo, en Drysdale”. Esto demostraría un pequeño error en información en una guía inglesa, siempre tan exacta, ya que el negocio corresponde a otra numeración. Pero se nos ocurre revisar el hall de entrada, y efectivamente allí, semioculta por la escalera, se encuentra una puertita que conduce al negocio de Drysdale.
      No hay duda que estos masones ingleses, de tanto leer la Biblia, se han vuelto extraordinariamente modestos: practican las virtudes filosóficas, la filantropía y la beneficencia  masónicas con tal humildad y tan ocultos entre montones de ferretería importada, lejos del mundanal ruido, que se puede estar seguro que   ni la policía ni ninguno de los numerosos  servicios de informaciones –que cuestan tanto dinero al Estado y conocen hasta en sus más mínimos detalles las actividades de cualquier argentino- sabe que allí un grupo de filósofos y filántropos ingleses, laboran y gastan sus fortunas –como dice Yan Drysdale en su réplica a los Obispos- para salvar a la humanidad de los gobiernos retrógrados. Correspondería que las autoridades, como acto de agradecimiento  hacia la Masonería, a la que debemos, según ellos,  nuestra independencia y todo el progreso logrado en el país –ya que lo retrogrado se debe a la Iglesia y a los reaccionarios- develaran tanto secreto y humildad, para que todos los argentinos conozcamos la benéfica obra de estos pioneros ingleses y, además, para que ellos puedan filosofar con mayor comodidad y tiempo, evitando así todo contacto con las máquinas, ferretería, ratas y demás alimañas y basuras del viejo caserón de Moreno 456, se podría ofrecer en su lugar uno de los pabellones de la cárcel de Villa Devoto, que pronto quedaría libre de delincuentes comunes, gracias a que después de una centuria de acción masónica y enseñanza laica, los argentinos estamos asimilando  las “moral laws” (leyes morales) que constituyen la base de la Masonería.
      Hace tan sólo unos meses, el suscripto tuvo conocimiento de la existencia de este secreto tugurio masónico, y recordó entonces un episodio ocurrido en la lúgubre noche del 16 de junio de 1955. Vagando bajo la persistente lluvia, iluminado por el rojo resplandor de los templos en llamas y azorado por los acontecimientos que vivía, fui repentinamente atropellado  por varios individuos que apresuradamente salían con bultos o latas de un edificio y se introducían en un par de coches, desapareciendo rápidamente. Con toda honestidad no puedo asegurar con certeza absoluta que fuese el 456 de la calle Moreno. Recuérdese también que jamás se esclareció el episodio del incendio  de los templos ni se capturó a ninguno de sus autores, a pesar de que muchos fueron fotografiados y podrían haber sido identificados y localizados.  ¿Quién los protegió después del golpe masónico del 13 de noviembre? Recuérdese igualmente que en cuestión de quemar iglesias, la Masonería cuenta con el antecedente del Salvador en 1874. Recuérdese que Perón acusó a la Masonería de planear su derrocamiento. Recuérdese que Perón fue cercado por masones quienes lo empujaron a luchar contra la Iglesia como última tentativa para liquidar su régimen.
      Sépase que en 1950 fue fundada la logia Jorge Canning para coordinar la acción de lss 26 logias inglesas en la Argentina, dependientes de la United Grand Lodge of England, con las logias criollas, para luchar contra los reaccionarios, y que el Venerable Maestro de esa logia es precisamente mister Yan Drysdale.
      Conviene recordar que tan solo a la caída de Perón, Baring Brothers volvió a operar en el país, consiguiendo brillantes  negocios tales como la construcción de la Usina de Dock Sud (5 mil millones) y que la carne que los ingleses pagaban a Perón 530 dólares, Aramburu- Rojas se la rebajó a 280 dólares, etcétera.
      Volviendo a mister Yan Drysdale diremos que, a pesar del ya secular establecimiento de sus antepasados en el país, su nombre es tan extranjero como su apellido; su pronunciación es la de cualquier gringo con tres años de residencia en el país. Este es el “patriota” que preside a todos los argentinos “patriotas” que forman la masonería criolla.
      Si bien mister Drysdale preside oficialmente a la Masonería argentina, tan sólo desde mediados del año pasado, su influencia era omnímoda desde hace muchos años. Precisamente el ex Gran Maestre Agustín Álvarez afirmó  poco antes de su muerte que su desaparición no acarrearía ningún perjuicio a la institución “desde que otro era  quien empuñaba el mallete”.  (El mallete es el símbolo del poder que usa el jefe o Venerable de la logia).
      Esta omnipotencia de mister Drysdale proviene por una parte de su vinculación personal  con los más encumbrados jerarcas  de la Masonería de su verdadera patria: Inglaterra. Y de otra part6e por su carácter de veedor, confidente y administrador de los enormes intereses de la corona británica y demás miembros de la oligarquía inglesa, lo que le permite controlar gran cantidad de empresas, con capitales siderales, que operan en el país. Según la Guía de Sociedades Anónimas del año 1954, mister Drysdale formaba parte de los directorios de 37 sociedades anónimas. Aparte se publica  la nómina de esas sociedades cuya magnitud  no necesita ponderarse. Debe tenerse presente que el capital suscripto  se refiere al reconocido en la fecha de autorización legal de la sociedad.  No es pecar de exagerado  calcular el capital real  de esas sociedades en la actualidad en diez veces superior a la consignada.  Como dato curioso debe consignarse la existencia de una sociedad anónima  de tan sólo $20.000, denominada “Al Gran Conde S.A.”. Su finalidad, según la Guía citada es la del arte culinario.  Como se ve estos “filósofos” masones desean beneficiar a la humanidad con los platos más exquisitos. Quizás Risieri Frondizi obtuvo sus conocimientos filosóficos en “Gran Conde Sociedad Anónima” y de ahí su gaffe plagiaria.
      Este enorme poder económico explica el auge de la Masonería, que de otra forma no podría concebirse, ya que no es dable suponer que hombres grandes, con un barniz de cultura general, puedan creer en las fábulas referentes a Hiram, al Templo de Salomón, al Supremo Arquitecto del Universo, etc., ni que se sometan a las ridículas ceremonias que se desarrollan en los templos masónicos de acuerdo a las prescripciones rituales.  Existe algo más concreto que la simple “filosofía” que dicen practicar, para atraer a tanto ganapán y avivado. Ese algo más concreto y tangible lo forman los magníficos cargos de directores de las sociedades anónimas, las gangas comerciales que ofrecen  esas sociedades, créditos, cargos y honores públicos, cátedras, honores académicos, premios, fama creada y magnificada por los diarios y, en fin, todo lo que los masones comprenden bajo la simbólica denominación de “filantropía” y “beneficencia”.
      El célebre masón Andrés Cassard define la “beneficencia “ masónica  (“Manual del Tejador Masónico”, N. York, 1968, p.179)  en la siguiente forma: “Magnánima y atrevida, la beneficencia abraza el mundo entero, el cual no respira sino por ella; y atraviesa los mares borrascosos, las ardientes playas y los desiertos estériles, para llevar a la humanidad doliente sus dádivas siempre útiles y sus cuidados oportunos y consoladores.  Descúbrese en todas partes su huella bienhechora”. Por otra parte Augusto García Trelles, que escribió una historia en 6 tomos para demostrar que el general San Martín era masón, sin aportar documentación probatoria alguna dice en el tomo III, pág.180 de su monumental macaneo, que la masonería es “instrumento creador de valores morales y organización de mutuo apoyo y recíproca asistencia entre los afiliados a la Orden” Es lo único serio que dice Barcia en 2500 páginas de “historia”.
      Esta “organización de mutuo apoyo y recíproca asistencia entre afiliados a la Orden” es la clave del éxito de la Masonería y explica el “inexplicable” encumbramiento de toda clase de sujetos en quienes  nadie reconoce méritos o capacidad alguna.


      No se debe olvidar este carácter “filosófico”, “filantrópico” y “benéfico”, o si se quiere en lenguaje más claro y despojado del  simbolismo   masónico, el carácter de corrupción, de soborno y de coacción, si se destaca la comprensión cabal de la Masonería.+