Mirando pasar los hechos
COSTA SALGUERO:
CROMAGNON EN CONTINUADO
La corrupción
cultural sigue intacta. El mismo espíritu deletéreo de todo orden moral, de
toda estética sigue a la orden del día. En lo sustancial, en lo importante que
afecta el rumbo de la vida social en la Argentina, no hay cambio ninguno para
bien sino perfecta continuidad en la decadencia a pesar de los cambios de
gobierno. Es decir, sigue activa la promoción del libertinaje y de la
corrupción sistemática de la moral, de las buenas costumbres y del buen gusto, como
se acostumbraba decir antes.
Algunos periodistas
y algunos políticos dicen que la corrupción mata. Piensan acotadamente,
conforme al libreto liberal/socialdemócrata, en la corrupción que comporta una
defraudación al erario público por parte de los políticos y de los funcionarios
que los sirven en coyunda con el poder económico-financiero (aunque para ser
francos, del poder financiero, es decir, de los bancos y de la usura legitimada
que les es aneja poco o nada se dice).
En una palabra, se practica un astuto e
interesado reduccionismo del hecho de la corrupción, porque de la corrupción cultural que sirve de base a
toda corrupción nada se dice —no es politicamente correcto—. Por ejemplo, los politicos se rasgan las vestiduras hablando de la
droga y del narcotráfico pero nada dicen del ambiente que la propicia y la facilita
desde la industria cultural a fin de crearle un mercado: sea promoviendo desde
el hedonismo a la lujuria, desde el desenfreno a la pornografía enlatada; desde
el vacío espiritual a las falsas metas; desde la anulación del pensamiento
crítico de la programación mediática a la cruda marginalidad de un futuro yermo
de toda perspectiva de empleo y vocación.
Salvando la
diferencia de magnitud respecto de la tragedia de Cromagnon, en la tragedia de
Costa Salguero (la muerte de cinco jóvenes y otros tantos en estado grave) a
consecuencia del consumo de drogas sintéticas en la seudo fiesta electrónica
Time Warp ocurrida este fin de semana, se repite el patrón responsabilidad
política de aquella.
Ayer los
responsables fueron Ibarra/Kirchner, sus funcionarios, el degenerado Chabán y Callejeros.
Hoy Rodríguez Larreta/Macri, sus funcionarios y la mega empresa criminal de los
organizadores cuyos rostros no se conocen, incluidos los disc-jockeys que
oficiaron de patéticos sacerdotes/brujos de esa misa negra satánica que mal
llamaron fiesta.
Todos con análoga
responsabilidad, desprecio a la vida, e indudable codicia y complicidad tras el
dinero fácil. Preguntamos : ¿Acaso no sabían perfectamente de qué se tratan
estos ominosos encierros de alienación y manipulación colectiva planificada, en
esos inmensos salones a oscuras, atravesados de rayos laser y pantallas
alucinógenas al ritmos de sonidos convulsos que mueven a la disolución de la
propia identidad en el magna de una multitud desenfrenada por el frenesí
enajenante del mantra electrónico, la agitación jadeante de saltos y meneos
orgásmicos, potenciados por la oferta abundante de la droga- éxtasis, superman
o como se la llame?
Si ellos, los
políticos y sus funcionarios ocupan el primer anillo de la responsabilidad en
la tragedia. Le siguen los gerentes y operadores de la industria cultural
revolucionaria que con la promesa de una falsa liberación de todo orden
apuntala el control y la manipulación de los primeros. Juntos, democráticamente,
van corrompiendo a la juventud y destruyendo la Patria. ¿Se atreveràn los
fiscales y jueces a cumplir con su misión? ¿Y las instituciones representativas
de la sociedad, empezando por la Iglesia, a reclamar justicia?
Otro sí digo, el 31
de diciembre de 2015 el hijo de un matrimonio norteamericano que pasaba unos
días de vacaciones en Mar del Plata después de salir de un boliche, regresó a
su casa a la 3 de la mañana con ganas de volar. Se paró en la baranda del
balcón de su departamento en un quinto piso y se estrelló sobre la vereda. La
noticia no apareció en los diarios. Nadie habló. Nadie investigó nada. Sólo, si
acaso, se ve la punta del iceberg.
L.A.P.