sábado, 23 de abril de 2016

REVISTA CABILDO Nº49 JULIO DE 2005- EDITORIAL- Las mejillas del lobo

 Publicado por Revista Cabildo Nº 49
Mes de Agosto de 2005-3era.Época
REVISTA CABILDO Nº49
AGOSTO DE 2005
EDITORIAL
Las mejillas del lobo

"...bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal..."
(Rubén Darío)

 Principiaba este agosto que aún promedia, cuando los periódicos recogían una inquietante noticia, que no debemos dejar pasar inadvertidamente.
Según la misma, el presidente Kirchner —en uno de esos actos públicos a los que obliga a ir a un voluble e indigente gentío a cambio de elementales prebendas— se permitió traer a colación dos citas evangélicas, a pesar de las prohibiciones implícitas que parecían pesar sobre la materia, después del sonado antecedente del Ordinario Castrense. Contraviniendo la tácita proscripción —que en nueva prueba de grotesco cesaropapismo quiere imponer a terceros pero no a sí mismo— el máximo orate habló abiertamente de los "tobos con piel de cordero". Y por si no resultara suficiente la provocación escriturística, propuso "poner la otra mejilla para que me peguen". 



¿Qué sucedería si alguien dijera ahora, con el insidioso lenguaje ad usum, que el primer texto contiene una clara alusión a los grupos de tareas de la dictadura, tristemente conocidos durante tantos años de plomo por la táctica de infiltrarse cual mansos témaseos siendo fieros lobeznos? ¿Qué sucedería asimismo si acotara algún otro, que el segundo versículo es aún más audaz, pues trae a colación las muchas mejillas abofeteadas en otros tantos interrogatorios policíacos? Pero en esta ocasión los reconocidos exégetas neotestamentarios, Monner Sanz y Verbitsky, callaron significativamente. Otro tanto las decenas de improvisadas escuelas hermenéuticas, florecidas por doquier cuando de agredir a Monseñor Baseotto se trató.
Es indudable que, recitadas por un Obispo fiel, las perícopas evangélicas son golpistas, mientras que entonadas por Kirchner recuerdan que "la democracia es el eco temporal del Evangelio", según definiera cierta vez un lacustre heresiarca. Es indudable igualmente que para este tiranuelo oprobioso, la Iglesia es basura si defiende la recta doctrina que le legó su Fundador y resguarda su Vicario, pero se puede manipular su Escritura sacra —violando el segundo mandamiento— para fustigar a sus ocasionales adversarios.
La Iglesia del Presidente, quede en "claro, no es la Católica Apostólica y Romana. Su credo tampoco es el cristiano, al que se autoadscribió con osadía. Kirchner no pertenece a religiosidad alguna, sino al secularismo más burdo y procaz. Por eso únicamente lo deslumhran y lo contienen aquellos pastores dispuestos a canonizar a los guerrilleros palotinos, a homenajear posí mortem a las madres orgullosas de sus criminales retoños, o a parodiar liturgias en los santuarios de Cromagnon. Por eso su encandilamiento ante el prete tercermundista —para más señas canónicas, Pocho— con quien el 4 de agosto, en La Rioja, compartió la tribuna para mentir pública y escandalosamente sobre la vida y la muerte del funesto Angelelli.
Cualquiera sea el resultado de tan aviesa paradoja presidencial —según la cual, reiteramos, el catolicismo es perseguido con saña, mientras se respalda y adhiere a la iglesia clandestina— aquel discurso preñado de acristianadas citas, no apuntaba a pías consideraciones escriturísticas, sino a señalar que "la prensa" mentía sobre el buen Néstor, y que decía "cualquier cosa" en su contra o "cosas que no son verdad". Como entendemos que puede cabernos el sayo penitencial, puesto que de la prensa nos valemos para nuestra militancia política, sintetizaremos aquí los principales cargos que públicamente le venimos remarcando al titular del Ejecutivo y a sus cómplices, para que se nos señale en cuál de ellos hay mendacidad o cosas que no son verdad, según su verba desgalichada y chapucera.
Hemos dicho y ratificamos que los actuales mandantes son criminales de guerra; de la guerra que el marxismo internacional —reconociéndolo expresamente— le declaró a la Argentina. Que son apologistas y continuadores de aquella delincuencia subversiva que desangró a la patria durante largos años. Que se reivindican con insolencia como montoneros, esto es como terroristas inmisericordes y viles. Que ejercitan y practican además un terrorismo de Estado, no exento de planes genocidas, sea por la virtual legalización del aborto, por la promoción de la cultura de la muerte o por la incapacidad de repeler la inseguridad generalizada con su creciente secuela de víctimas. Hemos dicho y ratificamos asimismo, que el presidente y su equipo promueven y subsidian la insurrección y la guerra social, al prohijar al piqueterismo y consentir dócilmente todas sus expresiones ilegales. Que son sirvientes mansos de la usura, bravucones retóricos frente al FMI y pagadores dóciles de sus injustas regalías. Que resultan funcionales tanto a los planes de la tiranía castrista como a los del homicida Bush, a quien obedecieron prontamente, remitiéndoles tropas a Haití. Que han instalado una pseudojusticia —plagada de aborteros, de protagonistas de la contranatura y propulsores de la drogadicción— consagrada a garantizar la impunidad de homicidas extranjeros o de facciosos locales, y a humillar y encarcelar a quienes combatieron al marxismo. Que para tales personeros gubernamentales la falsificación de la historia es moneda corriente, como lo es el atropello a la moral, la blasfemia y la descristianización de las costumbres. Que tuercen la memoria nacional y honran a los tránsfugas, con la misma frecuencia con la que hacen de la promiscuidad un programa para jóvenes y adultos. Que son escamoteadores de las finanzas públicas, protagonistas del modelo neoliberal ruinoso que se arrogan combatir y agentes de la malhadada política cuya superación se autoadjudican.
Hemos dicho, al fin, y seguimos diciendo, que todas y cada una de las áreas del poder están confiadas a personajes que oscilan entre la ordinariez más desvergonzada, la ineptitud más palmaria, el rencor más vulgar y la ideologización más ruinosa. Y agregamos ahora —con caritativa y respetuosa intención, aunque no se nos crea— que, ya no nosotros sino buena parte de la ciudadanía simple, ajena a todo prurito lombrosiano, se pregunta seriamente si puede estar en sus cabales un presidente al que observa con frecuencia atiborrado de muecas atrabiliarias, de notorias disfunciones fonológicas, de sucesivos apuñeamientos al aire, disfonías neuróticas, naso aquilino, ojo estrábico e incontinencia lúdica. Pedimos la resistencia ante la tiranía, quede en claro, pero también el tratamiento de los frenéticos.
Y entre tantos decires, que sin enmienda ni contrición ratificamos, vaya una última contravención por hoy: "Sí he hablado mal, dime en qué; y si no, ¿por qué me pegas?" (San Juan, XVIII, 23). •
Antonio Caponnetto