Publicado por Revista Cabildo Nº49
Mes de Agosto 2005-3era.Época
REVISTA CABILDO Nº49-
AGOSTO DE 2005-
MIRANDO PASAR LOS HECHOS-
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ-
Un Problema para cada Solución
Los inasibles fondos
Por fin y con escaso entusiasmo el gobierno retornó los fondos hurtados a la provincia de Santa Cruz hacia mediados de los años '90. Como todo lo que se vincule con el kirchnerismo la maniobra fue turbia y, en realidad, no convenció a nadie a pesar del despliegue mediático que se utilizó para la ocasión. En ningún momento se explicó por qué los fondos provinciales fueron exportados, ni por qué ahora vuelven la mitad o menos, ni dónde estuvieron, ni qué ganancias ha rendido esa inversión, ni cuántos fueron las comisiones percibidas o los intereses bancarios recibidos, ni por qué, por propia confesión, parece que en la etapa final del periplo del dinero hubo un paso por bancos suizos. Tampoco se explicó por qué fue Cavallo quien asesoró al Kirchner Gobernador en esa maniobra cuasidelictiva y durante la gestión presidencial de Menem, siendo ambos nombres, Cavallo y Menem, algunos de los que más fustiga ahora el Kirchner Presidente. Se recibieron y se vendieron acciones de YPF al doble de su precio original, pero tampoco se indicó a dónde fue a dar esa ganancia.
¿Puede el Estado disponer de esa forma incontrolada de fondos que, a pesar de un manejo tan desprolijo que no sería admitido en ninguna empresa particular, siguen siendo públicos?
Por supuesto que esta cansina vuelta de la millonaria suma de dólares no se produjo por un imperativo de conciencia ni por una exigencia ética —reclamos a los que los oídos del presidente y de sus colaboradores son habitualmente sordos— sino porque el clamor social se hizo ostensible. Se eligió entonces el marco de la campaña con vistas a octubre próximo para intentar deslumhrar con ese gesto de mentida honestidad.
Creemos que llega tarde y que, además, por lo dicho no alcanza a satisfacer la expectativa que una operación tan sospechosa despertó. A propósito, el gestor de esta huida dineraria suena como reemplazante del ministro Roberto Lavagna, que está presto a irse a un discreto sitio detrás del telón, justo cuando la economía empiece a arder y de esa manera reservarse para los comicios del 2007.
Internas
El radicalismo gusta de jugar a la democracia interna, no obstante su férrea tradición caudillista. El hecho de que Alfonsín haya ganado las de la provincia de Buenos Aires con un margen para él satisfactorio, significa que el partido —o sus agónicos retazos— está por completo incapacitado de renovarse y de cambiar.
Lo mismo hubiera sido de haber triunfado la opulenta Margarita Stolbizer, la rival del cacique de Chascomús, porque respondía a otras líneas igualmente exasperadas de este partido que aun boqueando sigue representando la comedia o la parodia de la democracia.
La mejor posibilidad que tendrá en octubre proviene del hecho de que ya no puede caerse más y que cualquier resultado no le será peor que el obtenido hace dos años.
La Princesa Carlotto
Una Comisión Investigadora de la Legislatura porteña elaboró un dictamen en el que se aconseja el juicio político al alcalde mayor, Aníbal Ibarra. El pronunciamiento fue tan endeble que mereció las críticas de tirios y troyanos, mientras el jefe de gobierno —asfixiado por escándalos en su gestión que nadie pudo disimular— recibió, no se sabe bien por qué y es mejor no averiguarlo, el apoyo de un ramillete de ciudadanos de la más diversa índole, que van desde universitarios pseudoprestigiosos hasta extrañas cooperativas de marginales. Todos encabezados por la falsa abuela Carlotto y algunos de los presuntos "nietos" que ella supo recuperar.
Dicha actitud no sólo se ex-plica por su afinidad ideológica con el rojillo Intendente, sino porque la inquieta anciana le debe estar agradecida por haber impuesto la antinaturaleza en el ejido urbano cosa que a los defensores de los derechos humanos, apegados a la inmoralidad, siempre les viene bien. El go-bierno nacional forzadamente le proporcionó un cierto apoyo para que el candidato oficial Rafael Bielsa no se viera arrastrado al desprestigio en que nada hoy el ex fiscal y ex dirigente de la juventud comunista, en la Capital. Eso sí, cuando en un acto de justicia inmanente, los huevazos de Nina y de los cromagnonianos cayeron —junto a gruesos epítetos— sobre la osamenta senil de la Gran Nona y de su troupe ibarrista. los escraches, hasta entonces tenidos por legítima arma en toda la izquierda, pasaron a ser un lamentable recurso, cuyos efectos traumáticos el presidente se apresuró a aliviar recibiendo prontamente a la princesa agredida.
Garcon
Kirchner parece dispuesto a llevar su odio —que ya lo aliena— hasta el conflicto internacional. Protestó ante su amigo y correligionario Tabaré Vázquez porque designó en una comisión bilateral sobre el río Uruguay a un militar acusado de torturador. Cruzado de la causa de los derechos humanos y del apoyo al terrorismo montonero, se considera con derecho a no detenerse ante la eventualidad de entrometerse en asuntos internos de otro país porque, como se sabe, esa cruzada es universal.
En esa misma línea hay que ubicar la visita y la suma de agasajos al juez Baltasar Garzón al que se le permitió con la máxima impunidad visitar la ESMA, el museo de la memoria y hablar ex cathedra sobre los horrores que en su imaginación se habrían llevado a cabo en ese lugar. Todo esto, del brazo de la primera ciudadana de un lado, y la primera nona del otro. Ante comportamientos como éste sospechamos que la negativa del gobierno a entregar varias decenas de militares argentinos a las fauces de los tribunales peninsulares obedeció más al temor de la reacción que se iba a provocar que a preocupaciones jurídicas o tiquismiquis nacionales.
En todo caso para humillarlos y perseguirlos están los genuflexos jueces de las tres instancias, prestos a cumplir lo que se les indique.
El Padrino
Es curiosa la democracia argentina. No basta con que un hombre de segunda o tercera línea haya alcanzado el gobierno con una minoría de votos —casi todos prestados—, sino que se corre el muy serio riesgo de que, aunque ganara en octubre por escaso margen, viera incrementado su poder. A Kirchner le interesa un triunfo lo más amplio posible —para lo cual puso toda la carne al asador, comprando punteros, intendentes e incluso gobernadores— pero más aún le interesa la acumulación del poder oligárquico que le proporciona la partidocracia.
Cada segmento le alcanzará una cuota. Alfonsín, por ejemplo, le podrá acercar alguno que otro diputado, las izquierdas por más enfrentadas que estén coincidirán con el primer magistrado en sus audacias progresistas. ¿Y Duhalde? ¿Qué hará este equívoco y astuto político que apuesta a quien sea, hombre sin principios, como es? No olvidemos que acompañó a su pollo en todas las leyes —aún las más perversas, como la que declaró la nulidad de las de punto final y de obediencia debida— y que nunca le restó sustento, al punto que negoció la conformación de listas para octubre, cuando todavía no era "el padrino", según lo apostrofó la ingrata de Cristina Fernández, ¿Qué hará el ex gobernador, ex vicepresidente y ex presidente el día 24 de ese mes? ¿Qué espacio optará por ocupar, a quién servirá, qué discurso adoptará, con quién transará? Todo espacio es bueno para un inescrupuloso como él y nadie puede apostar a sus promesas. Ni opositor, ni oficialista, ni de derecha, ni de izquierda; no tiene sitio en ninguna parte, pero en la Argentina disoluta y frivola de hoy la puede tener en la oposición y/o en el gobierno, en la derecha y/o en la izquierda. La indefinición es una definición en cierta media.
Del caos a la anarquía
Es extraña la concepción que de la política como actividad tienen K y sus hombres y mujeres. Porque si la política tiene un sesgo distintivo es que sustituye a la violencia en las relaciones sociales, es la negociación, el acercamiento, la busca de puntos comunes, las propuestas de objetivos y, fundamentalmente, es la atención del bien general.
Nada de esto le interesa al presidente, quien, además, parece ignorarlo. Maneja su simbólico bastón de mando (con el que jugueteó como un adolescente un poco tonto apenas lo tuvo en sus manos) como un ariete, presto a lanzarlo sobre la testa del primero que lo critique o que disienta con él. Se complace también en crear discordias o en incentivarlas cuando todavía son solucionables; su estilo, tan mentado, no pasa del de la confrontación continua y sistemática, es decir lo contrario dé" la política; agrede, insulta, condena, acusa, insinúa y permite que sus colaboradores hagan lo mismo y peor; por ejemplo los Fernández, que suelen utilizar un lenguaje vulgar cuando no soez y una adjetivación basta.
Puede que sea una táctica — burda y propia del lumpen espiritual de donde muchos de ellos provienen— pero nos inclinamos a pensar que se trata de una actitud residual, de un reflejo de su viejo montonerismo que los vio nacer a muchos de los que hoy ocupan cargos en el gobierno.
Adviértase que éste adopta una posición pasiva —a pesar de un discurso más o menos condenatorio— ante los conflictos más artificiales e incluso crueles, como las huelgas que vienen devastando desde hace meses al hospital Garrahan (y tanto que sacó de sus casillas a alguien tan insensible ante la vida y la muerte de los más pequeños como lo es Ginés González García).
Pero no es el único caso sino el más patético. Bloquear destilerías petroleras amenazando con el desabastecimiento de combustibles o impedir la entrada de camiones a los puertos interrumpiendo las exportaciones, paralizar las clases en varias provincias durante días y semanas, en fin, toda una serie de litigios ante los cuales la autoridad competente se comporta como si no tuviera ninguna responsabilidad, todo esto significa algo.
Es como si el Estado propiciara y precipitara el caos que es prolegómeno de la anarquía. Es como si estos montoneros tardíos no se hubieran dado cuenta de que han llegado, al poder y que ahora su función no consiste en dividir sino en unificar y no en crear problemas sino en resolverlos.
Al margen de que estos recién llegados no están en aptitud técnica de gobernar, podrían mostrar una cierta inquietud frente a un entrechocar constante entre los más diversos sectores. Se comprende asimismo que el progresismo de K se complazca en estos enfrentamientos —un sector empresario contra otro, los productores rurales contra los industriales, un sindicalismo contra otro, incluso una izquierda contra otras, etc.— pero debiera entender que así la nación se contrae, la sociedad resignada se cierra sabiendo que la superación de estos conflictos quedan a su cargo porque hay un Estado que, simplemente, ha desertado de sus deberes, hay algo que anda mal y que se ha creado una situación que, de prolongase, terminará en un suicidio colectivo.
Tercermundismo redivivo
Kirchner, fiel a su endeble andamiaje ideológico —hecho de rencores y de prejuicios— se está dedicando a reivindicar a Obispos tercermundistas, que ya no pertenecen a este mundo, pero que cuando estaban en él trabajaron para la guerrilla marxista. Ahora le quedan unos cuantos sacerdotes un poco locos, como el de la Parroquia de la Santa Cruz, de Buenos Aires, y el Pocho Brizuela, de La Rioja. Con alarmante demencia catalogó la muerte de Angelelli de asesinato, y elogió al finado De Nevares en el curso de la campaña electoral realizada por la Patagonia.
Es una forma de estrechar filas y de marcar el terreno. En rigor, son cuestiones que sólo le interesan a él y que la sociedad ya olvidó. Hace mal el primer magistrado en volver sobre temas tan rispidos, sólo para satisfacer sus odios, que confunde con doctrina, sin importarle la confección de una Argentina sobre la base de la verdad histórica.
Pero mientras gobierne el Komisario Verbistky no se verá otra variante en los funcionarios que reivindicar a la violencia, a los violentos y a sus acólitos purpurados. •
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Fuera de su idiosincrasia progresista —como gusta denominarse él mismo más como un eufemismo que como una definición— el presidente Néstor Kirchner atraviesa verdaderas tormentas de confusiones y de dudas. Llegó donde está por completa casualidad y de la mano del irresponsable Eduardo Duhalde, quien ahora no sabe qué hacer con su invento, espantoso Pigmalión criollo.
Es cierto que previamente había rendido y cobrado tributo al justicialismo liberal de mercado convocado por ese otro irresponsable que ahora no encuentra sepultura donde descansar, llamado Carlos Saúl Menem.
Luego, ya en el gobierno, buscó nuevos espacios y alianzas que, como fuere, pudieran compatibilizar con ese izquierdismo de pega que lo rodea y lo empapa. Fue el transuersalismo, una táctica que de haberle salido bien le hubiera evitado estos-encontronazos seguidos de pactos con su propio progenitor político y asegurado una victoria más fácil y menos peleada que la que se producirá en octubre, si así ocurre. Porque el transversalismo intentado le hubiera permitido atravesar los límites del proteico peronismo, crear un movimiento nuevo y aprovechar al máximo la agonía del radicalismo, cuyos segmentos progresistas, alfonsinistas o no, habría absorbido.
Pero no fue. Kirchner no pudo escapar de las redes del peronismo al que sigue prendido, y recurre a su simbología tanto como para no quedar despegado del viejo tronco al que todos puede pertenecer y del cual todos viven.
Si en algo Kirchner se muestra como peronista es en el siguiente aspecto, el de la suerte que acompañó a las gestiones de sus hombres, empezando por el propio fundador, quien se encontró con enormes reservas de oro que se encargó de desperdigar en populismo sin ideas ni previsiones. Es lo mismo que hizo Menem, que habiendo abandonado el estatismo histórico de su partido, también dilapidó sin conciencia los ingresos de las empresas mal vendidas en los años '90. Ahora le corresponde a este peronista "progresista" hacer lo propio que antaño hizo el liberal, y desperdiciar una circunstancia inmejorable que posiblemente no se vuelva a repetir en lo inmediato (de atenernos al ritmo cíclico de la economía argentina).
Magníficos precios de los productos primarios de exportación, grandes superávits fiscales, saldos favorables en el comercio exterior, incremento de la recaudación impositiva casi sin antecedentes, recuperación de importantes sectores de la productividad, como la construcción, todo eso va camino de ser perdido, arrojado por la borda. Así en la primera mitad del año creció inexplicablemente el gasto público y el endeudamiento, mientras no se salió de las tenazas de la deuda externa que continúa impertérrita.
Una vez más el peronismo —como demostrando lo que el país sufre desde su aparición— mostró la ineptitud y la improvisación en la gestión. Al igual que el radicalismo, que también dispuso de dos oportunidades malaprovechadas. Ambos fracasaron demostrando que sus dirigencias, aunque se revistan de oropeles y de especialismos varios, no están en condiciones de gobernar ni de jugar a la oposición. •
Alvaro Riva
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Por supuesto que esta cansina vuelta de la millonaria suma de dólares no se produjo por un imperativo de conciencia ni por una exigencia ética —reclamos a los que los oídos del presidente y de sus colaboradores son habitualmente sordos— sino porque el clamor social se hizo ostensible. Se eligió entonces el marco de la campaña con vistas a octubre próximo para intentar deslumhrar con ese gesto de mentida honestidad.
Creemos que llega tarde y que, además, por lo dicho no alcanza a satisfacer la expectativa que una operación tan sospechosa despertó. A propósito, el gestor de esta huida dineraria suena como reemplazante del ministro Roberto Lavagna, que está presto a irse a un discreto sitio detrás del telón, justo cuando la economía empiece a arder y de esa manera reservarse para los comicios del 2007.
Internas
El radicalismo gusta de jugar a la democracia interna, no obstante su férrea tradición caudillista. El hecho de que Alfonsín haya ganado las de la provincia de Buenos Aires con un margen para él satisfactorio, significa que el partido —o sus agónicos retazos— está por completo incapacitado de renovarse y de cambiar.
Lo mismo hubiera sido de haber triunfado la opulenta Margarita Stolbizer, la rival del cacique de Chascomús, porque respondía a otras líneas igualmente exasperadas de este partido que aun boqueando sigue representando la comedia o la parodia de la democracia.
La mejor posibilidad que tendrá en octubre proviene del hecho de que ya no puede caerse más y que cualquier resultado no le será peor que el obtenido hace dos años.
La Princesa Carlotto
Una Comisión Investigadora de la Legislatura porteña elaboró un dictamen en el que se aconseja el juicio político al alcalde mayor, Aníbal Ibarra. El pronunciamiento fue tan endeble que mereció las críticas de tirios y troyanos, mientras el jefe de gobierno —asfixiado por escándalos en su gestión que nadie pudo disimular— recibió, no se sabe bien por qué y es mejor no averiguarlo, el apoyo de un ramillete de ciudadanos de la más diversa índole, que van desde universitarios pseudoprestigiosos hasta extrañas cooperativas de marginales. Todos encabezados por la falsa abuela Carlotto y algunos de los presuntos "nietos" que ella supo recuperar.
Dicha actitud no sólo se ex-plica por su afinidad ideológica con el rojillo Intendente, sino porque la inquieta anciana le debe estar agradecida por haber impuesto la antinaturaleza en el ejido urbano cosa que a los defensores de los derechos humanos, apegados a la inmoralidad, siempre les viene bien. El go-bierno nacional forzadamente le proporcionó un cierto apoyo para que el candidato oficial Rafael Bielsa no se viera arrastrado al desprestigio en que nada hoy el ex fiscal y ex dirigente de la juventud comunista, en la Capital. Eso sí, cuando en un acto de justicia inmanente, los huevazos de Nina y de los cromagnonianos cayeron —junto a gruesos epítetos— sobre la osamenta senil de la Gran Nona y de su troupe ibarrista. los escraches, hasta entonces tenidos por legítima arma en toda la izquierda, pasaron a ser un lamentable recurso, cuyos efectos traumáticos el presidente se apresuró a aliviar recibiendo prontamente a la princesa agredida.
Garcon
Kirchner parece dispuesto a llevar su odio —que ya lo aliena— hasta el conflicto internacional. Protestó ante su amigo y correligionario Tabaré Vázquez porque designó en una comisión bilateral sobre el río Uruguay a un militar acusado de torturador. Cruzado de la causa de los derechos humanos y del apoyo al terrorismo montonero, se considera con derecho a no detenerse ante la eventualidad de entrometerse en asuntos internos de otro país porque, como se sabe, esa cruzada es universal.
En esa misma línea hay que ubicar la visita y la suma de agasajos al juez Baltasar Garzón al que se le permitió con la máxima impunidad visitar la ESMA, el museo de la memoria y hablar ex cathedra sobre los horrores que en su imaginación se habrían llevado a cabo en ese lugar. Todo esto, del brazo de la primera ciudadana de un lado, y la primera nona del otro. Ante comportamientos como éste sospechamos que la negativa del gobierno a entregar varias decenas de militares argentinos a las fauces de los tribunales peninsulares obedeció más al temor de la reacción que se iba a provocar que a preocupaciones jurídicas o tiquismiquis nacionales.
En todo caso para humillarlos y perseguirlos están los genuflexos jueces de las tres instancias, prestos a cumplir lo que se les indique.
El Padrino
Es curiosa la democracia argentina. No basta con que un hombre de segunda o tercera línea haya alcanzado el gobierno con una minoría de votos —casi todos prestados—, sino que se corre el muy serio riesgo de que, aunque ganara en octubre por escaso margen, viera incrementado su poder. A Kirchner le interesa un triunfo lo más amplio posible —para lo cual puso toda la carne al asador, comprando punteros, intendentes e incluso gobernadores— pero más aún le interesa la acumulación del poder oligárquico que le proporciona la partidocracia.
Cada segmento le alcanzará una cuota. Alfonsín, por ejemplo, le podrá acercar alguno que otro diputado, las izquierdas por más enfrentadas que estén coincidirán con el primer magistrado en sus audacias progresistas. ¿Y Duhalde? ¿Qué hará este equívoco y astuto político que apuesta a quien sea, hombre sin principios, como es? No olvidemos que acompañó a su pollo en todas las leyes —aún las más perversas, como la que declaró la nulidad de las de punto final y de obediencia debida— y que nunca le restó sustento, al punto que negoció la conformación de listas para octubre, cuando todavía no era "el padrino", según lo apostrofó la ingrata de Cristina Fernández, ¿Qué hará el ex gobernador, ex vicepresidente y ex presidente el día 24 de ese mes? ¿Qué espacio optará por ocupar, a quién servirá, qué discurso adoptará, con quién transará? Todo espacio es bueno para un inescrupuloso como él y nadie puede apostar a sus promesas. Ni opositor, ni oficialista, ni de derecha, ni de izquierda; no tiene sitio en ninguna parte, pero en la Argentina disoluta y frivola de hoy la puede tener en la oposición y/o en el gobierno, en la derecha y/o en la izquierda. La indefinición es una definición en cierta media.
Del caos a la anarquía
Es extraña la concepción que de la política como actividad tienen K y sus hombres y mujeres. Porque si la política tiene un sesgo distintivo es que sustituye a la violencia en las relaciones sociales, es la negociación, el acercamiento, la busca de puntos comunes, las propuestas de objetivos y, fundamentalmente, es la atención del bien general.
Nada de esto le interesa al presidente, quien, además, parece ignorarlo. Maneja su simbólico bastón de mando (con el que jugueteó como un adolescente un poco tonto apenas lo tuvo en sus manos) como un ariete, presto a lanzarlo sobre la testa del primero que lo critique o que disienta con él. Se complace también en crear discordias o en incentivarlas cuando todavía son solucionables; su estilo, tan mentado, no pasa del de la confrontación continua y sistemática, es decir lo contrario dé" la política; agrede, insulta, condena, acusa, insinúa y permite que sus colaboradores hagan lo mismo y peor; por ejemplo los Fernández, que suelen utilizar un lenguaje vulgar cuando no soez y una adjetivación basta.
Puede que sea una táctica — burda y propia del lumpen espiritual de donde muchos de ellos provienen— pero nos inclinamos a pensar que se trata de una actitud residual, de un reflejo de su viejo montonerismo que los vio nacer a muchos de los que hoy ocupan cargos en el gobierno.
Adviértase que éste adopta una posición pasiva —a pesar de un discurso más o menos condenatorio— ante los conflictos más artificiales e incluso crueles, como las huelgas que vienen devastando desde hace meses al hospital Garrahan (y tanto que sacó de sus casillas a alguien tan insensible ante la vida y la muerte de los más pequeños como lo es Ginés González García).
Pero no es el único caso sino el más patético. Bloquear destilerías petroleras amenazando con el desabastecimiento de combustibles o impedir la entrada de camiones a los puertos interrumpiendo las exportaciones, paralizar las clases en varias provincias durante días y semanas, en fin, toda una serie de litigios ante los cuales la autoridad competente se comporta como si no tuviera ninguna responsabilidad, todo esto significa algo.
Es como si el Estado propiciara y precipitara el caos que es prolegómeno de la anarquía. Es como si estos montoneros tardíos no se hubieran dado cuenta de que han llegado, al poder y que ahora su función no consiste en dividir sino en unificar y no en crear problemas sino en resolverlos.
Al margen de que estos recién llegados no están en aptitud técnica de gobernar, podrían mostrar una cierta inquietud frente a un entrechocar constante entre los más diversos sectores. Se comprende asimismo que el progresismo de K se complazca en estos enfrentamientos —un sector empresario contra otro, los productores rurales contra los industriales, un sindicalismo contra otro, incluso una izquierda contra otras, etc.— pero debiera entender que así la nación se contrae, la sociedad resignada se cierra sabiendo que la superación de estos conflictos quedan a su cargo porque hay un Estado que, simplemente, ha desertado de sus deberes, hay algo que anda mal y que se ha creado una situación que, de prolongase, terminará en un suicidio colectivo.
Tercermundismo redivivo
Kirchner, fiel a su endeble andamiaje ideológico —hecho de rencores y de prejuicios— se está dedicando a reivindicar a Obispos tercermundistas, que ya no pertenecen a este mundo, pero que cuando estaban en él trabajaron para la guerrilla marxista. Ahora le quedan unos cuantos sacerdotes un poco locos, como el de la Parroquia de la Santa Cruz, de Buenos Aires, y el Pocho Brizuela, de La Rioja. Con alarmante demencia catalogó la muerte de Angelelli de asesinato, y elogió al finado De Nevares en el curso de la campaña electoral realizada por la Patagonia.
Es una forma de estrechar filas y de marcar el terreno. En rigor, son cuestiones que sólo le interesan a él y que la sociedad ya olvidó. Hace mal el primer magistrado en volver sobre temas tan rispidos, sólo para satisfacer sus odios, que confunde con doctrina, sin importarle la confección de una Argentina sobre la base de la verdad histórica.
Pero mientras gobierne el Komisario Verbistky no se verá otra variante en los funcionarios que reivindicar a la violencia, a los violentos y a sus acólitos purpurados. •
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KIRCHNER PERONISTA
Es cierto que previamente había rendido y cobrado tributo al justicialismo liberal de mercado convocado por ese otro irresponsable que ahora no encuentra sepultura donde descansar, llamado Carlos Saúl Menem.
Luego, ya en el gobierno, buscó nuevos espacios y alianzas que, como fuere, pudieran compatibilizar con ese izquierdismo de pega que lo rodea y lo empapa. Fue el transuersalismo, una táctica que de haberle salido bien le hubiera evitado estos-encontronazos seguidos de pactos con su propio progenitor político y asegurado una victoria más fácil y menos peleada que la que se producirá en octubre, si así ocurre. Porque el transversalismo intentado le hubiera permitido atravesar los límites del proteico peronismo, crear un movimiento nuevo y aprovechar al máximo la agonía del radicalismo, cuyos segmentos progresistas, alfonsinistas o no, habría absorbido.
Pero no fue. Kirchner no pudo escapar de las redes del peronismo al que sigue prendido, y recurre a su simbología tanto como para no quedar despegado del viejo tronco al que todos puede pertenecer y del cual todos viven.
Si en algo Kirchner se muestra como peronista es en el siguiente aspecto, el de la suerte que acompañó a las gestiones de sus hombres, empezando por el propio fundador, quien se encontró con enormes reservas de oro que se encargó de desperdigar en populismo sin ideas ni previsiones. Es lo mismo que hizo Menem, que habiendo abandonado el estatismo histórico de su partido, también dilapidó sin conciencia los ingresos de las empresas mal vendidas en los años '90. Ahora le corresponde a este peronista "progresista" hacer lo propio que antaño hizo el liberal, y desperdiciar una circunstancia inmejorable que posiblemente no se vuelva a repetir en lo inmediato (de atenernos al ritmo cíclico de la economía argentina).
Magníficos precios de los productos primarios de exportación, grandes superávits fiscales, saldos favorables en el comercio exterior, incremento de la recaudación impositiva casi sin antecedentes, recuperación de importantes sectores de la productividad, como la construcción, todo eso va camino de ser perdido, arrojado por la borda. Así en la primera mitad del año creció inexplicablemente el gasto público y el endeudamiento, mientras no se salió de las tenazas de la deuda externa que continúa impertérrita.
Una vez más el peronismo —como demostrando lo que el país sufre desde su aparición— mostró la ineptitud y la improvisación en la gestión. Al igual que el radicalismo, que también dispuso de dos oportunidades malaprovechadas. Ambos fracasaron demostrando que sus dirigencias, aunque se revistan de oropeles y de especialismos varios, no están en condiciones de gobernar ni de jugar a la oposición. •
Alvaro Riva