Nota en construcción
Hará
menos de un mes, el ex presidente Carlos Menem, aseguraba ante la
justicia federal y los medios, tener pruebas ciertas de que su hijo,
Carlitos, había sido asesinado y saber la identidad de sus autores y el
móvil del magnicidio. Pedía al actual presidente de la República,
Mauricio Macri, se levantará el secreto de Estado que le impedía hablar,
ya que sus dichos iban a implicar a una potencia extranjera, con todo
lo que esto supone, incluso, la ruptura de relaciones diplomáticas. El
juez de la causa, Villafuerte Russo, en tal sentido, le solicitaba al
Presidente Macri el desbloqueo del protocolo de confidencialidad, pedido
que a la fecha no ha sido respondido.
Llama la atención la demora en
tal sentido, cuando con temas menores, como puede ser la presencia del
actual Presidente en una empresa off shore, su respuesta no sólo ha sido
inmediata sino también mediática. Volvemos a reiterar el tema de fondo,
el asesinato de un hijo de un Presidente constitucional en ejercicio de
sus funciones. Por agentes de una potencia foránea. El silencio de los
medios, desde entonces, era idéntico. Importaban mucho más los dichos de
un viajante dedicado al lavado de los dineros mal habidos, que los de
un ex Presidente de la República que declaraba saber de la identidad de
los asesinos de su hijo.
Casualidades, raras coincidencias, la fútil excusa de que las coyunturas perviven para evadirnos de la historia sustantiva. No podemos ser categóricos en esto. Lo concreto, es que una investigación surgida de un supuesto arrepentido, "John Doe", esto es, un agente de inteligencia infiltrado, desataba una conmoción mediática mundial, los Panamá Papers, dirigida deliberadamente a socavar la figura de el único líder que ha enfrentado al Nuevo Orden Mundial, mal que nos pese, Vladimir Putin, investigación fogoneada por el clan Rothschild y operada por un consorcio internacional de periodistas de investigación (sic), clan mega brooker de los neo paraíso fiscales de Nebraska y Dakota, en USA, en detrimento de la cálida plaza panameña, ya nunca más segura, confiable, con la curiosidad de la puesta en foco de un estudio jurídico de un socio alemán, hijo de un SS, nada menos, y un socio local, novelista y amigo de Kadafi y Sadam Hussein, válgame Dios.
Esa batifondo mediático, en donde todos son acusados sin ton ni son, no es delito tener cuentas bancarias ni abrir empresas off shore en paraísos fiscales, digamos, viene a ser la quinta esencia del capitalismo, y, seamos sinceros, acá se está discutiendo cualquier cosa menos la matriz espúrea de la plusvalía, se levantaba una colosal cortina de humo, que, por esas casualidades de la letra chica, sacaba del foco a un ex Presidente que pedía autorización al actual Presidente, para poder hablar, decir la verdad sobre los asesinos de su hijo. Nada menos. Con la paradoja sustancial de que el Presidente al cual se le había pedido autorización para hablar, era mencionado más de una vez en esos papeles panameños. Caramba.
La pregunta que uno se hace es la siguiente. Si existe un candado tan brutal como para amordazar a un ex Presidente, qué nos queda entonces a los ciudadanos de a pié, los que en su inmensa mayoría, no hemos tenido un micrófono o una cámara enfrente en toda nuestra vida. Mudos de nacimiento, podría decirse. Y cómo se rompe tal cerrojo, es esto posible, cuando está en la naturaleza humana la condición política, y, la política no puede ser otra cosa, en su expresión racional, genuina, que la conversación colectiva de temas importantes. Hago una síntesis de los maestros Platón y Aristóteles en esta definición dialéctica. 2500 años de filosofía occidental la avalan.
Eso es la política, no los panelistas de Intratables y los exabruptos dibujados o calcados en las redes sociales. La política es algo que hoy día no existe. Menos, mucho menos, un staff de gerente de multinacionales coordinados por un mánager en comunicación ecuatoriano; o una asociación ilícita dedicada a montar un relato surrealista en donde el narco viene a reemplazar a las guerrillas tropicales y el saqueo del erario pública es una suerte de salvoconducto para solventar una revolución de pacotilla. Con compañeros de ruta tan sorprendentes como el Partido Comunista, autor del único asesinato del 17 de octubre de 1945, el joven militante de la Alianza Nacionalista Darwin Passponti cae ante las balas que salen del diario Crítica en Av. de Mayo, desde los pisos bajos del mismo, copados por militantes del PC armados con ametralladoras ante la amenaza de la horda fascista, cómplices del golpe gorila de 1955, y del golpe de 1976 y la dictadura sangrienta, conforme los protocolos de la URSS a la cual entonces se reportaban, principal comprador de los granos del campo argentino de entonces, PC hoy devenido en Nuevo Encuentro, promotor de un delirante Frente Nacional desde su "radio rebelde". La capacidad de asombro de un argentino más menos informado pareciera no tener límites, ante tales arrebatos de amnesia colectiva; de descaro. De fascismo.
Casualidades, raras coincidencias, la fútil excusa de que las coyunturas perviven para evadirnos de la historia sustantiva. No podemos ser categóricos en esto. Lo concreto, es que una investigación surgida de un supuesto arrepentido, "John Doe", esto es, un agente de inteligencia infiltrado, desataba una conmoción mediática mundial, los Panamá Papers, dirigida deliberadamente a socavar la figura de el único líder que ha enfrentado al Nuevo Orden Mundial, mal que nos pese, Vladimir Putin, investigación fogoneada por el clan Rothschild y operada por un consorcio internacional de periodistas de investigación (sic), clan mega brooker de los neo paraíso fiscales de Nebraska y Dakota, en USA, en detrimento de la cálida plaza panameña, ya nunca más segura, confiable, con la curiosidad de la puesta en foco de un estudio jurídico de un socio alemán, hijo de un SS, nada menos, y un socio local, novelista y amigo de Kadafi y Sadam Hussein, válgame Dios.
Esa batifondo mediático, en donde todos son acusados sin ton ni son, no es delito tener cuentas bancarias ni abrir empresas off shore en paraísos fiscales, digamos, viene a ser la quinta esencia del capitalismo, y, seamos sinceros, acá se está discutiendo cualquier cosa menos la matriz espúrea de la plusvalía, se levantaba una colosal cortina de humo, que, por esas casualidades de la letra chica, sacaba del foco a un ex Presidente que pedía autorización al actual Presidente, para poder hablar, decir la verdad sobre los asesinos de su hijo. Nada menos. Con la paradoja sustancial de que el Presidente al cual se le había pedido autorización para hablar, era mencionado más de una vez en esos papeles panameños. Caramba.
La pregunta que uno se hace es la siguiente. Si existe un candado tan brutal como para amordazar a un ex Presidente, qué nos queda entonces a los ciudadanos de a pié, los que en su inmensa mayoría, no hemos tenido un micrófono o una cámara enfrente en toda nuestra vida. Mudos de nacimiento, podría decirse. Y cómo se rompe tal cerrojo, es esto posible, cuando está en la naturaleza humana la condición política, y, la política no puede ser otra cosa, en su expresión racional, genuina, que la conversación colectiva de temas importantes. Hago una síntesis de los maestros Platón y Aristóteles en esta definición dialéctica. 2500 años de filosofía occidental la avalan.
Eso es la política, no los panelistas de Intratables y los exabruptos dibujados o calcados en las redes sociales. La política es algo que hoy día no existe. Menos, mucho menos, un staff de gerente de multinacionales coordinados por un mánager en comunicación ecuatoriano; o una asociación ilícita dedicada a montar un relato surrealista en donde el narco viene a reemplazar a las guerrillas tropicales y el saqueo del erario pública es una suerte de salvoconducto para solventar una revolución de pacotilla. Con compañeros de ruta tan sorprendentes como el Partido Comunista, autor del único asesinato del 17 de octubre de 1945, el joven militante de la Alianza Nacionalista Darwin Passponti cae ante las balas que salen del diario Crítica en Av. de Mayo, desde los pisos bajos del mismo, copados por militantes del PC armados con ametralladoras ante la amenaza de la horda fascista, cómplices del golpe gorila de 1955, y del golpe de 1976 y la dictadura sangrienta, conforme los protocolos de la URSS a la cual entonces se reportaban, principal comprador de los granos del campo argentino de entonces, PC hoy devenido en Nuevo Encuentro, promotor de un delirante Frente Nacional desde su "radio rebelde". La capacidad de asombro de un argentino más menos informado pareciera no tener límites, ante tales arrebatos de amnesia colectiva; de descaro. De fascismo.
Uno
Continuamos con esta sorprendente cronología. 24 de marzo, 40º aniversario del golpe que destituyera a un Presidente constitucional que aún no tiene su estatua, modesto busto de yeso, en la Casa de Gobierno. No existió nunca el gobierno de Isabel Perón, otro ex Presidente confinado en el silencio, la mudez, el mutismo absoluto. Por decisión propia, no lo sabemos a ciencia cierta. En el matutino La Nación de ese día, en un extenso e interesante reportaje, habla quien fuera su secretario privado y secretario legal y técnico de su presidencia, el Dr. Julio González. Entre tantas otras cosas, Julio González revela una charla, mejor dicho, un conversación a viva voz, a los gritos, que sostiene con el jefe de la SIDE, servicio de Inteligencia del Estado, con el general Otto Paladino. La copio textualmente, porque no tiene desperdicio y es una revelación histórica.
"Ese día a las diez de la noche vino a mi despacho el general Otto Paladino, jefe de la SIDE puesto por Videla. Me dice: esto no va más doctor, el gobierno no hace nada contra la subversión. Entonces le digo que no era así, que se había dictado leyes para enfrentar los problemas de la subversión siempre en el marco constitucional. Y me dijo que eso no servía. Entonces perdí los estribos y lo increpé: ¿me puede decir dónde está el coronel Jorge Montiel? Se lo pregunté porque Montiel era el secretario de la SIDE y hacía varios meses que había desaparecido. A mediados del 75, Montiel me había confesado que tenía información de que oficiales de las Fuerzas Armadas tenían contacto con las cúpulas guerrilleras para desestabilizar al gobierno. Y me dijo que al día siguiente iba a dar a la prensa los nombres y los rangos para desbaratar la maniobra. La última noticia que hubo de Montiel fue de ese día siguiente. A las 8 de la mañana, junto al teniente coronel Martín Rico, salieron del comando general del Ejército y tomaron un taxi. Nunca más de supo de ellos hasta el día de hoy. Por eso le pregunté a Otto Paladino qué sabía de Montiel. Calló porque sabía". Al final de la nota transcribo el reportaje completo, imperdible. (1)
Por primera vez, en cuarenta años, alguien con semejante autoridad y responsabilidad en su cargo, nos habla de los contactos entre oficiales de la FFAA y la guerrilla, urdiendo un golpe que se había dictado desde una potencia extrajera, puntualmente, Gran Bretaña. Vamos a tomar un vaso de agua, porque sino esta nota se torna agobiante, síndrome que predispone al síntoma del silencio, de la mudez, del mutismo que nos amordaza desde hace demasiado tiempo.
Podemos decir entonces, que el Coronel Jorge Montiel es el primer desaparecido de la dictadura, hecho ocurrido a mediados de 1975, nueve meses antes del golpe militar, supuestamente, junto con el Tte. Cnel. Martín Rico. Será posible que tuvieran que pasar cuatro décadas, para que un hombre con la investidura del Dr. Julio González, allá entonces, pudiera sacar a luz semejante revelación. No, el nombre del Coronel Jorge Montiel no figuró nunca en los listados de la Conadep, ni mucho menos está su nombre grabado en los muros del Parque de la Memoria, en la Costanera Norte. Y será posible que este testimonio no haya levantado ni la más mínima resonancia. Lo único que recuerdo, de esa noche, en ese boudeville, reality político que viene a ser Intratables, hasta ahí llega nuestra cultura política mediática hoy día, es escuchar a un escritor bastante vedette, coleccionista de motos caras, referirse a un dicho de Estela Carlotto, otra voz sagrada del parnaso de los Derechos Humanos, la cual declaraba que la única guerra entre 1976 y 1983 había sido la guerra de Malvinas, más allá, acotaba atrevido Andahazi, que un supuesto "ejército montonero", le hubiera declarado la guerra a un gobierno constitucional entonces.
Ese fugaz dislate, a ver, desubicada apostilla de un hombre de letras, un ficcionador, disparó de su silla a un hombre del staff permanente de lo políticamente correcto, el periodista Horacio Embón, que fuera de sí, sacado por la cólera, arremetió contra el literato en muy malos términos, lo desafío como si éste no supiera de qué hablaba y le "estaba tomando el pelo", al tiempo que se trenzaba sin respuesta con una periodista ultra K, esos son los juegos que propone el montaje del reality, pseudo enfrentamientos de opuestos, a la cual la hostigaba con el apellido del ideólogo del populistmo posmoderno, "dale, Laclau", para levantarse sin más explicaciones, arrancarse el micrófono e irse con el programa emitiendo en vivo. Embón sabía que no podía quedarse en ese auditorio en silencio, cuando un ignaro de los pactos del silencio como Andahazi, había osado nombrar a un autodenominado "ejército montonero" que le había declarado a la guerra a un gobierno constitucional, nada más cierto, con el agravante de que esa guerra había sido operada por oficiales de inteligencia del Ejército Argentino y la Marina de Guerra. O, en el caso puntual y revelado del Perro Verbitsky, como un enlace entre la inteligencia de montoneros y su rol de doble agente, británico y de la inteligencia de la Fuerza Aérea.
Los que nos hemos tomado el trabajo de investigar estas cosas durante años, sabemos que una semana antes del golpe, en un fallido atentado contra Videla, en el Comando en Jefé del Ejército, atentado dirigido por un oficial de inteligencia de montoneros, agente doble, hombre de la inteligencia británica de toda la vida, Horacio Verbitsky, deliberadamente fallido, en el ataque muere el camionero Blas García, sin ningún hito recordatorio a la fecha, con su camión pasa e impide que la onda expansiva de la bomba vietnamita impacte en un transporte escolar que pasaba frente a la sede del EA en ese trágico momento, digo, atentado que marca la cuenta regresiva del golpe, nunca montoneros se había atrevido a tanto, fracasando, fiel a su estilo de guerrilla urbana básicamente errática, dando pié a un golpe esperado por todos, recordemos que quince días antes del golpe, en la portada del periódico del Partido Comunista, Nuestra Palabra, se proponía un gabinete cívico-militar sin miramientos.
Faltaban meses y un año para que terminara el mandato constitucional de Isabel Perón y se llamaría a elecciones. El fallido atentado del hombre gris de la inteligencia de montoneros, luego de que fuera entregado por la conducción de la organización armada su mentor, Rodolfo Walsh, levantando un pullover rojo mucho antes de tiempo, no era otra cosa que el signo que esperaba la cúpula militar para ejecutar las órdenes emitidas desde Londres. Derrocar a una mujer, que muy bien asesorada por el Dr. Julio González, había tenido la osadía de ordenar que un buque espía británico fuera cañoneado por un destructor de la Armada, en proximidades de Malvinas. El interés de los británicos por una de las principales reservas petroleras del planeta ya iba in crescendo para ese entonces. Nunca iba a imaginar Gran Bretaña que esos militares golpistas, años más tarde, luego de fracasar todas las rondas de negociación, al límite de cumplirse 150 años de la usurpación del territorio nacional, decidieran ocupar las islas militarmente y enfrentarlos en una batalla que ganaron por la entrega de un milico tan cobarde como traidor. Así las cosas, calladas, silenciadas, negadas, tergiversadas hasta el paroxismo.
De esto hace largos nueve años. Se cumplían 25 años de Malvinas, y, este blog, ¿será posible?, ya molestaba. Linares molestaba. Linares hablaba y decía, más menos bien, lo que casi nadie se atrevía ni a balbucear. Comunicaba de lo lindo. Me llama por teléfono un día antes la producción radial de un programa de un notorio mediático de estos días, hombre a sueldo del Grupo, dedicado justamente a denunciar al oficial de inteligencia, agente doble (triple agente en mi afinada puntería), Horacio Verbitsky, me llaman de la producción de Gabriel Levinas, para coordinar una nota que se me haría al día siguiente. Levinas, un mercenario con supuesto pensamiento propio, me desafiaba, a él le parecía interesante debatir con alguien que pensaba distinto sobre el conflicto militar con el invasor colonial británico. Le atajo y le aviso que ni se le ocurra vincularme como un simpatizante de la dictadura militar, nada más lejos de mí. Se asusta un poco ante mi tono y me dice que todo bien, lo vamos a hacer al reportaje, salimos al aire en vivo. Esto un día antes. Esa mañana, la del 2 de abril de 2007, por esas cosas raras de la vida, un ex combatiente tucumano, el soldado Silvano Décima, declara haber sido violado luego de rendirse, por parte de oficiales y suboficiales británicos, así como otros compañeros de su compañía, declara a su vez, que hubo compañeros de él que no sólo habían sido violados, sino también fusilados de un disparo en la nuca, de rodillas, desnudos. Esto se emitió por canal 9 ese mediodía. Por supuesto que Levinas, un mercenario a sueldo, hombre del rebaño, políticamente correcto salvo que se le pague, nunca me hizo la nota de marras. Ni falta que hacía darle encima un micrófono a Linares, cruz Diablo. Así las cosa, en el país de los silencios.
Eso sí, valga la paradoja, los mercaderes de los DDHH liderados por los Kirchner, editados por Horacio Verbitsky, el doble agente, no tenían empachos en seguir con el armado de causas contra oficiales del Ejército Argentino, oficiales y suboficiales, acusados de estaquear a unos pobres e indefensos soldaditos que habían dejado sus puestos de combate, para ir a robar ovejas inglesas y manducarlas, pobres, siendo como es que en esos casos, la pena es la máxima, el fusilamiento, dado que en la línea de combate, el encendido de un fuego para hacer un asadito, bate la posición al enemigo, acarreando fuerte lluvia de fuego de artillería. Nunca los mercaderes de los DDHH tomaron en cuenta los testimonios desgarradores del soldado tucumano Silvano Décima, quien, sollozando, se había quebrado, para confesar que le habían costado esos 25 años poder romper la mordaza inaudita que lo dejaba mudo; inaudito era el relato de un hombre con sus años, más de cuarenta, contando cómo había sido violado en una trinchera helada. Para nada le había servido confesarse ante una cámara. Sus asesinos nunca fueron demandados ante un Tribunal de Guerra Internacional por crímenes de guerra imprescriptibles. Tal la pena de quienes osan hablar y romper los duros pactos de silencio, de este país, de este colonia enmudecida. Un silencio aún más desolador e insoportable. El destierro cívico dentro de la propia tierra. Silencio poblado de alaridos. El país de los silencios. En país de los muertos vivos.
Dos
(1) http://www.lanacion.com.ar/1882362-julio-gonzalez-hubo-traiciones-en-el-peronismo