Lo que no se resuelve, retorna. Por Claudio Chávez.
La sociedad argentina está enferma
y desorientada. El kirchnerismo y sectores del gobierno nacional se
equivocan fieramente. Sus actos revelan inconsistencia y vaguedad. Y
no hablo de economía, del aumento de los servicios ni de ganancias que
dejo para especialistas y ecónomos. Hablo de conductas antisociales
llevadas adelante por el kirchnerismo, que la autoridad tenía la
obligación de impedir y no lo hizo por temor, más que por prudencia. Las
escenas de la toma de Comodoro Py evocan los tiempos del Gobierno de
Cámpora cuando la Juventud Peronista aliada a Montoneros asaltaba
oficinas y edificios públicos. Cuarenta y nueve días de espanto que el
kirchnerismo evoca como el paraíso a recuperar. No ha sido un tema menor
que Kirchner adoptara el nombre del ex Presidente para bautizar su
creación juvenil. La sociedad ya debiera darse cuenta que el
revisionismo histórico de estos gandules no es incoloro ni inodoro ni
siquiera un devaneo intelectual.
Conlleva el peligro de la repetición
de viejos errores que la inteligencia, la intelectualidad peronista y
los políticos del mismo espacio dejaron correr como si fuera una simple
travesura juvenil. Ahora, con las escenas de la toma de Comodoro Py, es
tarde, el mal está hecho. El futuro se anuncia borrascoso. Es bueno y
necesario recordar en estos momentos el cruce verbal de Perón con
Cámpora cuando este último era el Presidente de la proscripción del
General. Decía Perón: “El Estado no puede permitir que los edificios
y bienes privados sean ocupados o depredados por turbas anónimas, pero
menos aún puede tolerar la ocupación de sus propias instalaciones. Para
eso está la policía y si no es suficiente debe echarse manos de las
Fuerzas Armadas y tomar a los intrusos: a la comisaría o a la cárcel”. ¡Con
razón el kirchnerismo y estos jóvenes desprecian a Perón! Es pertinente
reparar que estas palabras fueron dichas cuando el peronismo se
disponía a gobernar por tercera vez, esto es desde el gobierno. Tienen
el peso que otorga la responsabilidad del ejercicio del poder. Claro,
los jóvenes idealistas y los críticos del peronismo, por distintas
razones reparan más en los disparates dichos por General desde el
exilio cuando ponderaba la violencia y algunos crímenes injustificables.
Desde la oposición se pueden decir muchas cosas. El poder ordena las
ideas.
El
gobierno kirchnerista ha sido en la argentina la reproducción del
progresismo que azotó a América Latina desde comienzos del siglo XXI.
Esta izquierda vive la modernidad con un enorme disgusto. La caída del
Muro de Berlín y el hundimiento de la URSS los dejó sin habla. El
futuro se les antoja desolador desde que solo ven globalización,
capitalismo y democracia republicana. Por lo tanto para ellos el futuro
se encuentra atrás. En una desgastante labor arqueológica procuran
volver a la arcadia perdida de los ’60 cuando la izquierda era una
posibilidad efectiva. Los jóvenes de la Cámpora son viejos. Piensan con
categorías antiguas, cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo. Y esto
es tan así, tan antiguo, que comparan el presente con la Revolución del
‘55. Hecho lamentable y desgraciado de nuestra historia que desplazó a
un gobierno que un año antes había sacado el 62% de los votos. Épocas en
las cuales los conflictos políticos se resolvían drásticamente porque
la democracia era formal, un mero trámite, tanto para una revolución
como para una contrarrevolución. Como piensan en antiguo creen que es la
calle y la toma de edificios lo que los devolverá al poder, como en el
’60, lo que podría explicar los delitos que en el día de la fecha han
cometido. Por el contrario hoy el poder se toma por mecanismos
democráticos. Ganándose la voluntad del pueblo por medio de acciones
políticas legales y a la luz del día. El gobierno no debió retirar a las
fuerzas del orden y debió cuidar a la Justicia. Si el kirchnerismo, por
esa razón, se empeñaba en la violencia, allá ellos. La televisión debía
llevar esas imágenes a todos los rincones de la Patria. Precisamente
donde se ganan y pierden elecciones.