LOS BORRACHOS GOBIERNAN EL MUNDO
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¿Insólito? ¿Disparatado? ¿Increíble? Pero
verdadero. Que los corruptos, fieles de Baco, Venus o Mamón, gobiernen desde la mayoría de los estratos políticos puede
ser una novedad sólo resistida por los
abribocas encandilados por la TVBasura.
Luego de la experiencia KK en nuestro país no deberían quedar
incrédulos. Es corrupto quien utiliza la
política para provecho propio, desatendiéndose del Bien Común. Y cómplices corruptos son también los que no la perciben o
aceptan, mirando para otro lado, como
los legisladores y funcionarios KK.
Douglas Reed, en “La Controversia de Sión” (cap. 41), documenta la corrupción de los ‘aliados’ que gobiernan el mundo desde Yalta, en
1945, cuando los grandes jerarcas de las
potencias ‘libertadoras’, exaltados por el periodismo como los salvadores
esperados de la novelita ‘rosa’, se apoderan del mundo. Estando alcoholizados, entregaron media
Europa a la barbarie comunista y millones
de personas a la muerte; gracias a la estrategia habilísima de papá Stalin, que
sabía con los bueyes que araba. Pero corresponde una distinción; mientras los
anglosajones estaban obnubilados, el ruso
dirigió el sainete fresco como una lechuguita obteniendo ampliamente lo
que se había propuesto. Y si esta narración parece inaceptable, los
acontecimientos del último medio siglo convalidan
la realidad de la maniobra soviética. A
continuación transcribo unos párrafos asombrosos, escritos por Reed, de auténtica política
internacional:
“E
|
n
el momento de esta conferencia, los ejércitos anglo-americanos estaban siendo retenidos en Europa para que
los ejércitos rojos pudieran empotrarse
profundamente en el corazón de Europa. La enorme caída de la diplomacia
Occidental (si la palabra no es demasiado cortés) de su alto nivel anterior
fue mostrada claramente en la reunión de Yalta y la lectura de los
archivos podría hacer anhelar a los occidentales de hoy, los antiguos días,
cuando los plenipotenciarios y embajadores, en vestimenta formal y conciente de
sus responsabilidades, se reunían dignamente para arreglar los asuntos de las
naciones después de una guerra: en comparación con el Congreso de Viena y de
Berlín, la conferencia de Yalta se parece a un concierto de fumadores en una
taberna de mala clase.
Los
líderes occidentales, ante la negativa del dictador Soviético para abandonar
sus dominios, se reunió con él en Crimea; en las relaciones con asiáticos, esto
es desde la partida una rendición. El presidente norteamericano y su íntimo, el señor Hopkins,
eran hombres moribundos, y en el caso del Sr. Roosevelt, esto quedo claro de
los cuadros filmados en las noticias que las masas vieron; yo recuerdo la
exclamación de espanto que salió de un público entre los cuales estaba. Algunos
de los principales dignatarios se hicieron acompañar por parientes, por lo que
el asunto asumió una visión de una excursión familiar, más bien como un escape
bastante agradable de los pesados impedimentos de la guerra. Pero mucho peor
fue el hecho que todos los visitantes fueron sujetos a (y muchos cayeron como víctimas
de ello) uno de los trucos más viejos en negociación que se conocen en la
astuta humanidad asiática: el uso del licor. [nota del blog: este método fue usado frecuentemente por los puritanos
yanquis para estafar a los indios]. Un alto delegado, el Comandante General
Laurence S. Kuter que representaba a la Fuerza
Aérea de los Estados Unidos dice:
“El
primer curso al desayuno fue un vaso de mesa mediano conteniendo… Coñac de
Crimea. Siguiendo el brindis de honor y el coñac fueron repetidos sirviendo
caviar y vodka allí… Luego se sirvieron cortes fríos ordenados… y con ellos un
vino blanco… Finalmente, pequeñas manzanas duras de Crimea y con ellas dadivosos
vasos de una champaña de Crimea bastante dulce… La última parte de este
desayuno consistió en delgados y altos vasos de mesa de té hervido, los cuales se acompañaban de
copitas de coñac”. ¡Éste era sólo el desayuno! ¿Cómo podría algún hombre con su estómago
lleno de las sustancias descriptas anteriormente tomar una decisión racional o
lógica en relación al bienestar de los Estados Unidos de América?…
Elliot
Roosevelt, que fue con su padre a la conferencia, dijo que “prácticamente todos
estábamos bebidos”. En la cena por la tarde, el Sr. Charles E. Bohlen que
estaba presente como asistente del Ministro de Relaciones Exteriores e intérprete
para el presidente Roosevelt, dijo de tales comidas que el Mariscal Stalin actuó
como anfitrión. La atmósfera de la cena
fue muy cordial, y en cuarenta y
cinco brindis todos estaban bebidos”.
En
la cima de todo esto, el agonizante Presidente Roosevelt llegó a Yalta como el
signatario del “Plan de Morgenthau”, diseñado por un agente soviético en su
propio Departamento del Tesoro (el Sr. Harry Dexter White); y fiue acompañado
por otro agente soviético, más tarde expuesto y declarado convicto, el Sr. Alger
Hiss de su Departamento de Estado que en ese momento vital, era el consejero
especias del presidente sobre los “asuntos políticos”. En el hecho, por
consiguiente, el gobierno soviético estaba representado en dos lados de la mesa
tripartita, y el resultado de la conferencia fue el resultado lógico”.