Panorama político nacional de los últimos siete días Entre el reclamo
social y el despertar de la Justicia El sábado 16 de abril Mauricio
Macri anunció una batería de medidas destinadas a reforzar el costado
social de su gobierno: disminución en el IVA para sectores muy
vulnerables, un subsidio temporario para jubilados de la última
categoría, extensión de la asistencia por hijo a trabajadores
monotributistas, y la convocatoria al Consejo del Salario, por caso. El
gobierno no se engaña: sabe que con estas medidas no conseguirá
satisfacer las demandas de los gremios ni las de la oposición moderada,
pero al menos aspira a que se le reconozca la voluntad de no desatender a
los más pobres. El más reciente estudio del Observatorio de la Deuda
Social de la Universidad Católica registró un aumento de la pobreza de
cinco puntos porcentuales en el primer trimestre de 2016.
A fines de
2015 el porcentaje llegaba a 29, ahora a 34 por ciento de la población:
trece millones de personas. Desde el massismo hubo un guiño positivo,
aunque restringido: Sergio Massa frunció el entrecejo y criticó los
aumentos de tarifas, Daniel Arroyo, ex candidato a la vicegobernación
bonaerense y uno de los más respetados estudiosos de la problemática
social, calificó los anuncios como “positivos, en especial la
convocatoria al Consejo del Salario. Luego de tantas medidas dirigidas
al mercado que trajeron aparejados aumento de inflación, del transporte y
las tarifas, veníamos advirtiendo la necesidad de poner en marcha
políticas sociales. Hoy hay un ajuste casi sin horizonte”. También en el
seno de Cambiemos hubo reacciones positivas. Elisa Carrió, que una
quincena atrás había criticado “el ajuste brutal” y los aumentos de
tarifas “que ahogan a la sociedad”, salió esta vez a calificar como “muy
buenos” los anuncios de Macri: “Estas políticas beneficiarán y
redundarán en mejoras para los sectores más castigados”. Después de los
buitres Allanada esta semana la senda que conduce al fin de default y al
reingreso razonable a los mercados financieros, el gobierno ha
comprendido que es hora de iniciar una nueva etapa. Está visto que las
señales que lo instaban a hacerlo no provenían sólo de fuerzas ajenas,
sino de la propia coalición oficialista y de instancias tan influyentes
como la Iglesia. Desde fuera del gobierno, sectores de la “oposición
constructiva” han reclamado al gobierno que atienda a los sectores más
vulnerables (jubilados, trabajadores precarios, desempleados) más allá
de lo que acaba de resolver: le piden que elimine el impuesto al
salario, que compense salarialmente los efectos de la inflación. Las
organizaciones gremiales se preparan a plantear esas reivindicaciones en
una gran manifestación el viernes 29. Aunque el diálogo del gobierno
con el sindicalismo es cordial, que los reclamos se vuelquen a las
calles es un signo que la Casa Rosada no puede ignorar. Desde dentro de
la coalición oficialista, más allá del cambio de tono de Elisa Carrió,
se agregan dos puntos de objeción a su conducción política. Primero, que
las medidas sociales que se tomen y los recursos que a ellas se
dediquen sean comunicados orgánicamente y con efectividad a la opinión
pública. “Se está haciendo mucho y se está canalizando mucho dinero
público a las cuestiones sociales –se quejan- y sin embargo la
imputación de que sólo nos ocupamos de los poderosos (el campo, las
mineras, las empresas) sigue permeando en amplios sectores”. Habrá que
ver si la conferencia de prensa del sábado, con la que el Presidente
presentó su listado de medidas sociales, alcanza a tranquilizar esas
inquietudes. La segunda observación que llega desde el propio
oficialismo es que “no se explica articuladamente la política que se
sigue; la gente está dispuesta a acompañar con algunos sacrificios como
pagar tarifas más altas y bancarse un período de precios altos, pero
quiere que las autoridades asuman compromisos precisos: ‘Esta situación
durará tantos meses, vamos a conseguir tales objetivos, no tenemos más
remedio que tomar estas medidas en función de estos aspectos de la
herencia que recibimos”. Otra vez: ¿para esos planteos será una
explicación suficientemente articulada la convicción presidencial de que
" vamos por el camino correcto (…) y en el segundo semestre la
inflación va a bajar de forma drástica. Y no va a parar de bajar"? Los
anhelos de esos sectores inquietos de Cambiemos aluden, en rigor, a un
déficit político. En el vértice de la coalición oficialista se ha
esgrimido como virtud (como elemento diferenciador del estilo
kirchnerista) lo que entienden como sobriedad informativa: las medidas
se enuncian atomizadamente, sin redoble de tambores, sin demasiada
argumentación, como si debieran explicarse por sí mismas. Como si el
optimismo que manifiestan las autoridades debiera compartirse
naturalmente. Cambiemos parece temer a la idea de un “relato” y eso lo
conduce a no transmitir con suficiente intensidad y argumentación el
sentido de su convocatoria y, en consecuencia, a perder potencia en la
generación de esperanza, el combustible que requieren las etapas
difíciles. La centralidad de CFK, una ilusión óptica A la luz de estas
dificultades del gobierno algunos observadores han sobrevaluado la
reciente reaparición pública de la señora de Kirchner, han vaticinado
que ella puede ocupar la jefatura de la oposición y hasta lamentaron que
el juez Claudio Bonadio, al imputarla en la causa por la venta a precio
vil de dólar futuro, “le ofreciera un escenario para un retorno épico”.
Si bien el gobierno debe atravesar un período de sequía antes de que la
sociedad pueda distinguir las evidencias de una reactivación, la idea
de que la expresidente pueda por ello recuperar un papel político
central parece una hipérbole alimentada sea por un fervor desorbitado,
sea – a la inversa- por ánimos propensos al abatimiento , dos
alternativas poco amigables con la ponderación. Sin duda la señora
cuenta aún con un club de admiradores que puede llenar algunas cuadras
de la ciudad de Buenos Aires, pero conviene observar el sentido de su
trayectoria. Hubo tiempo en que ella –ejerciendo la Presidencia-
conseguía hablar ante estadios llenos, pero todavía en sus tiempos de
gobernante su audiencia fue decayendo: tanto la electrónica (sus cadenas
nacionales eran contribuciones involuntarias al ahorro de energía) como
la presencial (los actos se trasladaron de la Plaza de Mayo al Patio de
las Palmeras de la Casa Rosada). Esta semana el escenario cambió: el
espectáculo se desarrolló no en la sede de la Presidencia con ella como
anfitriona, sino ante los tribunales federales de la Avenida Comodoro
Py, donde ella debió concurrir como imputada de un delito, en lo que
pinta a ser la primera de una serie de visitas a juzgados en la misma
condición. Otro dato significativo: no la acompañaron en este acto ni
gobernadores peronistas, ni la mayoría de los senadores del PJ (por
cierto no estuvo el jefe de ese bloque, Miguel Pichetto) , ni siquiera
el último candidato presidencial del Frente para la Victoria, Daniel
Scioli. Agréguese este otro elemento: la “lista de unidad” con la que
los gobernadores peronistas aspiran a controlar el Partido Justicialista
desde el mes de mayo (suponiendo que la Justicia no dicte antes una
intervención) no incluye ningún nombre de La Cámpora, la escuadra
incondicional de la señora de Kirchner que comanda su hijo Máximo.
Ninguno de estos hechos parece, por cierto, abonar la hipótesis de un
fortalecimiento político. En cuanto a su discurso, la señora no dio
respuesta a ninguna de las observaciones del juez, se limitó a asumir el
rol de perseguida política para defenderse desde la victimización. Es
un recurso que reiterará, seguramente : en Tribunales se sustancian al
menos cuatro causas que la comprometen mucho y una Justicia que parece
dispuesta a recuperar el tiempo perdido, actúa sobre otros puntos
sensibles, de los gobiernos K, reabre causas cerradas (como Skanska) y
hasta quizás llegue a aplicar el concepto de “cosa juzgada írrita” para
reexaminar procesos por enriquecimiento ilícito que fueron
expeditivamente descartados cuando los vientos de la política y de la
opinión pública soplaban en otra dirección. En ese contexto, si la
cuestión fuera definir a quién beneficia la reentrée periférica de la
musa del kirchnerismo, la respuesta sería: al gobierno. Quizás por las
mismas razones por las que ella mantiene la fidelidad intensa de sus
fans, la señora de Kirchner sigue provocando los mismos sentimientos de
rechazo en la mayoría de la sociedad de los últimos meses de su gestión,
que condenaron a sus candidatos a la derrota. El gobierno capitaliza
por oposición. A falta de otra cosa, no le viene mal en tiempos de vacas
flacas. Jorge Raventos
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Publicado por Blogger para El Café de Scolaro el 4/16/2016 02:52:00 p. m.
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