domingo, 5 de febrero de 2017

El Islam ¿Empresa Judía? (I)

El Islam ¿Empresa Judía? (I) (1973) – 

Julio Garrido


Los trabajos del R. P. Gabriel Théry

  El R. P. Gabriel Théry, de la orden de Santo Domingo, murió el
27 de enero de 1959 mientras recitaba piadosamente el Santo Rosario...

  Fue la curiosidad intelectual la que llevó al P. Théry a interesarse por la religión musulmana durante sus viajes a África del Norte. Los primeros contactos que tuvo con el Corán, que examinó con espíritu crítico y sin prejuicio alguno, le llevaron a darse cuenta de dos evidencias: 1.- el orden absurdo de los capítulos, clasificados de acuerdo con su longitud decreciente, que hacen perfectamente ininteligible la lectura del Corán; 2. la ausencia total de novedades doctrinales en estas pretendidas “revelaciones de Allah”.

  Con su formación de historiador especializado en el análisis de textos, el P. Théry pensó que el Corán debía ser estudiado como cualquier otro documento histórico, establecer su autenticidad, restituir el texto exacto, hacer la crítica interna y desentrañar las ideas en él contenidas, su origen y su historia...

  En 1944 el P. Théry publica una obra titulada “Toledo, grande ville de la Renaissance Médiévale, point de jonction entre les cultures musulmane et chrétienne” en la que ya indica su intención de abordar el problema fundamental del Islam.... El “Corán una vez traducido”, dice el P. Théry, “había que tratar primero del papel de los judíos y de los cristianos en la transmisión de las Escrituras. Luego, tomando el toro por los cuernos, demostraría que el Corán es sólo una deformación de las Sagradas Escrituras y que Mahoma es sólo un miserable. En conclusión, se insistiría sobre esta idea que el Corán y el Islam sólo son un tejido de abominaciones aparentada a las sedas heréticas más depravadas”...

  En 1955, después de varios intentos infructuosos para organizar un centro de estudios sobre filosofía árabe en el que se pudiese estudiar objetivamente el pensamiento musulmán, el P. Théry tomó la decisión de publicar el resultado de sus pacientes estudios sobre el origen del Corán, pero para no chocar con sus superiores, atacados por el complejo de prudencia y temor frente a los musulmanes, escribe su obra bajo seudónimo: Hanna Zakarias bajo el título de El Islam, empresa judía. De Moisés a Mahoma...

  La tesis de Hanna Zacharias se presenta como revolucionaria, monstruosa para muchos islamólogos, impía para los musulmanes, pues suprime de la historia universal una de las tres grandes religiones monoteístas que resulta ser una simple deformación de la religión judaica y reduce a uno sólo los libros revelados : La Biblia, de la cual el Corán es sólo eco y deformación.

  Ya varios islamólogos habían reconocido la existencia en el Corán de relatos emparentados con el Pentateuco, con leyendas rabínicas, con los evangelios apócrifos y una moral calcada sobre la tendencia judía, pero H. Zakarias va más lejos: no se trata de relatos emparentados, ni de influencias; se trata de una obra judía y no árabe.

  De un intento para convertir a los árabes al judaismo y no para fundar una religión nueva. H. Zakarias ha interpretado todos los capítulos del Corán en función de esta hipótesis. De este estudio se ve que la identidad de los temas, la existencia de detalles bíblicos, la misma redacción indican que no se puede tratar de simples coincidencias. Los musulmanes explican este paralelismo admitiendo que el Dios Único se reveló en el Pentateuco y en el Corán y pudo repetirse. Sin embargo, por poco que se piense en esta solución, se aprecia su falta de sentido, pues ¿cómo es imaginable que Dios haya repetido mezclados algunos fragmentos de su Revelación al pueblo de Israel, junto con leyendas judías, todo ello deformado, a menudo confundido y materializado? el instructor de Mahoma no pudo ser el Yahvé de Moisés. Hace falta un intermediario entre el texto bíblico y el “profeta” y aquí viene la hipótesis de H. Zakarias y es que un Rabino de la Meca fue el que se encargó de predicar a Mohamed el texto del Antiguo Testamento. El inspirador de Mohamed no fue el Dios único ni el ángel Gabriel, sino simplemente un judío, un rabino erudito que organizó esta catequesis para convertir a los árabes al judaísmo.

  Esta tesis ya había sido lanzada por dos autores ingleses poco conocidos, pero que son precursores de los estudios de H. Zakarias, y ninguno de los dos se atrevió a considerar a Mahoma, no como el fundador de una nueva religión, sino como el discípulo de un judío...

  El Islam, mero subproducto del judaísmo, carece de originalidad. Las pretensiones árabes se derrumban y sólo quedan como producto de la Revelación divina, el Judaísmo mosaico y el cristianismo...


El origen judío del Islam

  Según las conclusiones del P. Théry (H. Zakarias), Mahoma no ha compuesto el Corán, sólo ha sido su transmisor (como el mismo afirma repetidas veces), pero el texto no le fue dictado por Dios ni por el ángel San Gabriel, sino que es sólo la enseñanza apologética que un judío de la Meca le dictó en árabe y a esta enseñanza doctrinal de origen bíblico se unen las crónicas del apostolado en la Meca y en Medina, de modo que en el Corán actual existen dos partes distintas: una, que corresponde a las enseñanzas del rabino instructor y de las cuales seguramente sólo se conservan algunas partes, que fueron las que Mahoma retuvo en su memoria, y otra parte que constituyen unas verdaderas Actas del Islam.

  Las ideas básicas de la catequesis judía eran la aceptación de la ley Musaica y del monoteísmo y el rechazo de toda idolatría y como corolario el odio a la doctrina cristiana como opuesta al monoteísmo mosaico (no olvidemos que Jesucristo fue condenado por decirse Hijo de Dios). La finalidad del rabino era convertir a las tribus árabes en prosélitos judeo-árabes.

  Pero los árabes que aceptaron las enseñanzas de Mahoma que repetía lo que le dictaba el rabino, no aceptaron la fusión y menos la autoridad de los judíos, de modo que se organizaron en comunidad autónoma frente a los judíos y se sintieron orgullosos de tener ellos también un Libro revelado por Dios, un libro sagrado en árabe, lengua que hasta entonces era hablada casi exclusivamente por hombres primitivos e ignorantes...


Origen judío de las herejías

  La tesis del P. Théry sobre el origen judío del Islam puede darse por bien establecida desde el punto de vista histórico... El Corán no es una revelación divina pero contiene muchos elementos de la Revelación, y estos elementos son judaicos.

  Pero como el Corán es posterior a la venida de Nuestro Señor y posterior a la Revelación completa dada por el Nuevo Testamento, la religión musulmana no ha tenido más remedio que consignar la existencia del Cristianismo; el Corán habla de Jesús, hijo de María y los musulmanes lo consideran como un profeta, pero se escandalizan ante la afirmación “Jesús es Dios” y niegan su crucifixión y gloriosa Resurrección. Por esto algunos autores han considerado al Islam como una herejía, una herejía límite pues niega la inmensa mayoría de los dogmas de la Iglesia; pero de todos modos, una herejía.

  Frente a algunos de los cristianos ecumenistas filoislámicos que han afirmado que la Iglesia “nunca ha condenado al Islam como religión” hemos tenido la curiosidad de estudiar sistemáticamente las condenas solemnes de las tesis musulmanas; resulta de nuestro estudio que existen un total de cerca de 1.000 condenaciones solemnes de las tesis musulmanas; en realidad, esta religión conserva un número muy pequeño de verdades, que son las que también admite el judaísmo. Es, pues, el Islam una de las doctrinas más alejadas de la Doctrina ortodoxa.

  Es interesante el comprobar cómo en el origen de todas las herejías se encuentra una influencia judía; parece ser ésta una constante de la historia de la humanidad y la tesis del P. Théry nos demuestra que el gran enemigo del Cristianismo que es el Islam, también tiene un origen judío. Porque el pueblo judío ha sido y es un pueblo excepcional en la historia de la humanidad, los demás pueblos, las diversas civilizaciones, han sido efímeras, en cambio el pueblo judío continúa influyendo y actuando en el proceso profundo de la historia.

  Y, como dice enérgicamente el P. Julio Menvieille: “Todo lo malo que se perpetra en los veinte siglos de historia cristiana debe ser primero y principalmente judaico. Los otros pueblos, los gentiles, si quieren obrar la iniquidad tendrán que venir a la zaga de los judíos; los gentiles, si quieren carnalizar, tendrán que judaizar; así con gran exactitud teológica los Santos Padres llaman judaizantes a los gentiles que diseminan la herejía” (pág. 29), y más adelante añade: “Después que Cristo fue levantado en alto sobre el monte Calvario, el mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opuestas: la judía y la cristiana. »En el mundo actual, en todas las manifestaciones de la vida no puede haber más que los modos verdaderamente fundamentales, dos polos de atracción: el cristianismo y el judío; sólo dos religiones: la cristiana y la judía. Sólo dos internacionalismos: el cristiano y el judío. Todo lo que no sea de Cristo y para Cristo, se hace a favor del judaísmo. De aquí que la descristianización del mundo corre paralelamente con su judaización”

  El Islam a pesar de ser un subproducto del judaísmo no parece a primera vista entrar en el esquema del P. Menvieille por su oposición actual a Israel, pero es también una constante de la historia que los enemigos del cristianismo se oponen con frecuencia unos a otros, sobre todo cuando el cristianismo no constituye peligro para ellos.

  Por ahora, los pueblos cristianos, atacados de parálisis y de falta de iniciativa y distraídos por sus preocupaciones materialistas, son incapaces de mantener ideas claras y reaccionar frente a los enemigos de su religión.


El Islam, ¿Empresa Judía? – Julio Garrido – Revista Verbo 1973 – Págs 609-620

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