miércoles, 10 de octubre de 2012

NO ES UNICO EN PREGUNTARSE ¿QUE VENDRA?

Con la pistola en la mano


Durante una semana, lo que hasta ahora dura la protesta de Gendarmes y Prefectos, hemos visto como un gobierno- sus funcionarios, amanuenses y alcahuetes- comete desatinos cada vez más estúpidos y embarra sin cesar una cancha, la República, que ellos vienen convirtiendo desde hace años en un albañal.
Pero, cuidado, yo creo que quienes integran el gobierno, desde la presidente hacia abajo son mentirosos, prevaricadores, cortabolsas, padrinos de ladrones, han conseguido como nadie dividir a los argentinos y mantener a estos entre el garrote y la zanahoria. Son todo eso y mucho más, pero no son estúpidos.
¿Que hay detrás de esta ópera, no bufa sino trágica, que ellos han montado contra Gendarmería y Prefectura?, lisa y llanamente la destrucción de las mismas, y aunque la usina de desinformación del kirchnerismo nos haya hecho creer que ambas eran las niñas mimadas del régimen en realidad nunca fueron para ellos confiables.
No hace falta hacer historia. Salvo alguien muy frívolo o poco avisado cualquier argentino sabe cuanta dedicación y patriotismo, cuanta honra y sacrificio hay en Gendarmes y Prefectos en la función específica que cumplen. Nadie puede decir de ellos nada y no hay argentino que no sienta por estas instituciones respeto y orgullo. Respeto y orgullo que el gobierno no siente por ellos cuando usan como pretexto una búsqueda de culpables- otros, nunca ellos- para no dar solución a un problema que ellos mismos generaron.
Como años atrás a las Fuerzas Armadas hoy son las Fuerzas de Seguridad militarizadas las que están en la mira. El aborrecimiento al uniforme, a la entrega sin pausa, a la abnegación, el desprecio hacia aquellos que llevan a cabo una misión sin importar pesares o mortificaciones tiene más peso en los yerros cerebrales de estos seres cargados de odio y mesianismo que cualquier consideración que haga al bienestar y a la tranquilidad de la sociedad civil, tan víctima como Gendarmes y Prefectos de la perversidad de quienes hoy detentan el poder.
El objetivo es claro. Una vez destruidas o reducidas a la mínima expresión las Fuerzas de Seguridad el campo estará listo para la experiencia de unas “milicias bolivarianas” o como quieran llamarlas acá. No sabemos aún si de ello se encargará Milagro Salas, Luis D’Elía o algún otro matón a sueldo devenido en político, lo que si sabemos es que una vez que logren esto deberemos los argentinos borrar de nuestra cabeza la palabra seguridad. Lo que hoy nos sucede será un paraíso comparado con lo que vendrá y el record de Caracas de mil quinientos muertos por mes por la inseguridad reinante será batido en Argentina con triste celeridad.
Si esto sucede tendremos tres caminos; aprender a usarla y andar con una pistola en la mano, irnos del País o agachar la cabeza y estar dispuesto a la más abyecta cobardía.
José Luis Milia