Hay una sola palabra y una sola opción: aplaudirla.
La
Presidente expresa en sus discursos las bases de un relato que agiganta
los logros, incentivado por el aplauso obediente de los funcionarios.
Autor: Julio Bárbaro
Hay una sola palabra y una sola opción, aplaudirla. Y ese discurso se
va transformando en la realidad de ellos, los gobernantes, y descubren
de pronto que hay opiniones distintas, que se reflejan en los medios y deciden imponer la dictadura del relato.
- ¿Como sería la realidad si todos aplaudimos al unísono, si sólo se expresan los que están de acuerdo, si logran imponer un mundo oficialista?
- La desmesura del discurso para describir la magnitud que ellos le asignan a sus logros.
Imaginan que sus virtudes convierten en innecesarias las opiniones
que las cuestionan, les resulta tan obvio que son perfectos que pueden
darse el lujo de eliminar la democracia.
El que opina distinto es enemigo,
de derechas, monopólico, sólo el mal puede negar las virtudes del bien.
Y golpista de los setenta o gestor de los noventa. Y en eso estamos.
A veces pareciera que se dilapida la fortuna recibida.
El triunfo no sirvió para encaminar su último gobierno con sabiduría
hacia la pacificación sino para despertar el sueño de quedarse para
siempre. Y cuando ese sueño asoma, la sociedad se aterra ante la pesadilla.