martes, 1 de enero de 2013

CLAUDIO CHIARUTTINI: ÚLTIMO EDITORIAL DE 2012

 (DESCRIBE CERTERAMENTE A TRUCHOLANDIA...)


(Acá andamos, con corralito y cepo. Recuerda?)

Casi todos los errores que pudo cometer Cristina Fernández y su gabinete los cometieron en el año que se va. Justo cuando el kirchnerismo mutaba hacia el actual cristinismo talibán, cuando se lanzo el "Vamos por Todos", cuando el proyecto hegemónico quedó planteado en todas sus dimensiones, cuando el máximo poder se debía mostrar, la Casa Rosada exteriorizó sus mayores debilidades y carencias de intelectualidad.
El año comenzó con el carcinoma devenido en adenoma. Pasamos a malvinizar, infructuosamente, las relaciones externas. El "Delfín" Amado Boudou quedó atrapado en las redes de investigaciones periodísticas y judiciales del escándalo Ciccone y, en el camino, el rockero vicepresidente de la Nación se cargo al Procurador General del Tesoro, Esteban Righi. Consecuencia: la impresora de valores fue estatizada sin que supiéramos a ciencia cierta quién era su dueño. Una de las tantas paradojas que nos deja el cristinismo talibán en el 2012.
Luego fue el intento trunco de imponer a Daniel Reposo en el cargo que tenía Esteban Righi; un papelón que, en un país serio, hubiera sido causal de renuncia del Presidente de la Nación por impulsar la candidatura de un Procurador General del Tesoro sin antecedentes profesionales, desnudando que prefería a un “presta firma” antes que a un funcionario probo.

Casi al mismo tiempo se intento esmerilar al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, con el fin de sacarlo de la carrera presidencial para el 2015. Sin embargo, la osadía de la Casa Rosada avanzó sobre el aguinaldo de los empleados públicos bonaerenses, lo que casi motiva un estallido social de proporciones. Así, la arremetida oficial confirmó que Cristina Fernández no teme en hundir económicamente a sus propios votantes o a miles de argentinos si, en el camino, logra sus mezquinos objetivos políticos.
Ante la inminente crisis bonaerense, el cristinismo talibán decidió escapar y actuó como se sale por los laberintos: por arriba. Por eso confiscaron las acciones de Repsol en YPF en forma inconsulta y sorpresiva. Sin que hubiera causas reales y creando un leading case de la nada e invitando a un grupo de gobernadores que, terminada la jugada, no obtuvieron nada a cambio, aunque pagaron un alto costo político en sus respectivas provincias. Doble ganancia para la Casa Rosada.
Sin embargo, la medida impulsada por los embobados del marketing político oficialista, terminó convirtiendo una emergencia energética en una crisis energética, sin salida en el corto plazo. YPF se quedó sin crédito barato. Las negociaciones para buscar socios internacionales para explotar el mega-yacimiento de Vaca Muerta, se congelaron. La petrolera argentina tuvo que devolver financiaciones internacionales a un costo de 4% anual y tomar fondos locales al 19% anual. En paralelo, Repsol inició una mega-causa en tribunales internacionales que pueden costarle a al gobierno argentino indemnizaciones por hasta 10.000 millones de dólares.
¿Qué ventajas trajo la confiscación de YPF? Ninguna. La producción de petróleo y gas no subió. Las naftas aumentaron 3 veces desde que fueron nacionalizadas (lo que beneficia al resto de las petroleras). Las estaciones de servicio siguen denunciando el mismo trato leonino que con los españoles. Se redujo el octanaje de los combustibles por debajo de lo que soportan los motores que se fabrican. El plan de desarrollo futuro es una cadena de buenos deseos que no tiene ninguna relación con la realidad.
La épica por la épica misma no puede ser el centro de acción de un gobierno. La gestión debe estar en el centro de la escena. Sin embargo, Cristina Fernández concentró todo el esfuerzo de su gabinete para intentar desguazar al Grupo Clarín. Fue un ataque notable. No se ahorraron ministros, colectivos sociales, periodistas militantes, medios comprados y estrategias comunicacionales. La crispación creció en intensidad.
El fantasma de policías o gendarmes entrando a Cablevisión y otras empresas del Grupo Clarín a punta de fusil o de pistola comenzó a recorrer todos los medios de comunicación. Muchos recordaron cuando las “Triple A” se adueñaron de algunos canales de televisión en el tercer gobierno peronista. Hasta el periodismo kirchnerista se puso en alerta. Nadie quiere que se suelten los fantasmas del pasado.
¿Es necesario recordar el papelón del gobierno que se quedó esperando una toma de “La Bastilla mediática” que diera comienzo a la revolución que nunca se produjo? La frustración derivó en un choque contra el Poder Judicial nunca visto en la Argentina. Una pelea, por ahora, congelada, a la espera de futuros fallos favorables. Por lo cual, el peligro de un choque institucional de proporciones se mantiene para el nuevo año.
Entre la frustrada malvinización de las relaciones exteriores y el comienzo de las insólitas, innecesarias y peligrosas negociaciones con Irán, la cadena de hechos negativos en el ámbito diplomático confirma el aislamiento de la Argentina en el mundo. La lista es larga: la Fragata Libertad quedó embargada en Ghana, la corbeta Espora, lo mismo en Sudáfrica; y los holdouts obtuvieron un fallo inédito del Juez Thomas Griesa de New York. En el Mercosur, un encuentro personal entre Cristina Fernández y Dilma Rousseff intentó derribar las barreras comerciales entre los dos socios mayoritarios del problemático mercado común. Ni las alianzas tejidas con Venezuela y con Bolivia mantienen su firmeza.
Ante el aislamiento, el secretario de Comercio Interior, Guillermo “Lassie” Moreno, intenta rediseñar la lista de países para destinos de las exportaciones y organiza tours empresarios que parecen más viajes de fin de curso que verdaderas misiones comerciales. Los mercados elegidos tienen dictaduras, bancos no regulados, sistemas de cuentas turbias u operan como pseudos paraísos fiscales. En pocas palabras: nos estamos relacionando con los marginales del mundo. Bien del pseudo modelo K.

Dos grandes éxitos se lleva Cristina Fernández del 2012: la reforma electoral, que será clave para destrozar a la oposición en las elecciones de los próximos años (un tema que será crítico en las próximas semanas) y el permiso para votar a los mayores de 16 años, que también podrán ser fiscales partidarios, lo que pone a mano del cristinismo talibán poco más de 2 millones de votos potenciales que, en los últimos tres años, recibieron 3 millones de computadoras de mano de funcionarios públicos.
La ausencia de una oposición agiganta al poder, capacidad de hacer política y posibilidades de éxito de la Presidente de la Nación. Pese a la larga lista de fracasos, errores y fiascos, el gobierno tiene grandes chances de obtener un gran triunfo electoral en 2013, el paso previo a una posible reforma constitucional que imponga el famoso proyecto hegemónico anunciado por la Presidente de la Nación hace apenas un año.
Ni el cepo cambiario, ni el cepo importador, ni la catástrofe de Once, ni las desventuras para lanzar los billetes de 100 pesos con la figura de Evita, ni la pesificación forzosa del mercado inmobiliario, ni la rebelión de las fuerzas de seguridad, con la mimada Gendarmería a la cabeza; lograron ocultar el enorme papelón que Cristina Fernández protagonizó frente a un grupo de estudiantes de la Universidad de Harvard.
El fiasco al enfrentar un grupo de curiosos estudiantes será, sin duda, un hecho que nutre el anecdotario de desventuras de la Presidente de la Nación en sus viajes internacionales. Sin embargo, de 2007 al 2012 hay un cambio cualitativo importante en esos desaguisados. Antes, Cristina Fernández se hacía notar porque llegaba tarde a todos los encuentros y fotos de familia de las cumbres presidenciales. Ahora, la Mandataria no puede hacer frente a tres preguntas consecutivas sin perder la compostura o pelearse con sus circunstanciales interlocutores.
Si bien Cristina Fernández logró dividir en cinco al gremialismo argentino, encumbró a Hugo Moyano como nuevo gran enemigo a destruir, no logra generar lealtad de las centrales laborales que, se supone, deben serle fieles y tuvo que hacer frente al primer piquetazo masivo y primer paro sindical a un mandatario kirchnerista. Sin embargo, los gremios aliados de la Casa Rosada, hasta hace seis meses, eran despreciados por el kirchnerismo y el cristinismo talibán, por lo cual, el peligro de traición es creciente.
La Casa Rosada cree que, como hizo con intendentes y gobernadores, tiene atomizado o seducido al gremialismo por la caja. Pero otros han intentado esa misma meta y han fracaso en sus intentos. Sólo el tiempo dirá si el cristinismo talibán logra lo que Raúl Ricardo Alfonsín, dos dictaduras militares y Fernando de la Rúa, no lograron cuando tuvieron el poder.
La retobada clase media volvió a mostrar su desprecio hacia Cristina Fernández. El 13S, tímidamente. El 8N, en forma imponente. La necesidad de protestar se hizo creciente. Hoy, la burguesía urbana argentina está en estado de ebullición. Sin embargo, está lejos de volcarse a la política y no encuentra en la oposición una figura que los aglutine.
Como ocurrió con el campo en 2008, la clase media reaccionó luego de ser manoseada, casi abusada por la Presidente de la Nación. Los efectos fueron inmediatos: Cristina Fernández bajó la presión sobre el grupo, lanzó un par de movidas para seducirla y apostó a que la oposición no tendría capacidad de reacción. La solución fue efectiva, dado que otros llamados a movilizaciones fueron desilusión tras desilusión.
Hasta acá todos los problemas políticos que se pueden enumerar con un pequeño esfuerzo de memoria. Si de números duros, macro o microeconómicos se trata, la desnudez de la estructura de gobierno cristinista y la ausencia de inteligencia quedan expuestas en su más profunda gravedad. La economía, que fue gran aliada del crecimiento de poder político del kirchnerismo y se está convirtiendo en verdugo del intento de impone un modelo hegemónico cristinista.
La Casa Rosada ha desarrollado un fuerte músculo oportunista para aprovechar problemas o crisis circunstanciales para imponer proyecto de ley que, gracias a un Congreso obediente y con capacidad nula de la oposición para reaccionar, vota normas complejísimas en cuestión de horas. Así, salió la modificación de la Trata de Personas, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la nueva Ley de Mercado de Capitales y la confiscación de YPF. Un órgano constitucional que debería ser el foco de las deliberaciones políticas funciona como simple escribanía presidencial.
Antes del 8N, Cristina Fernández hizo uso y abuso de las cadenas nacionales. Luego de la mítica protesta de la clase media urbana, la dosis fue homeopática. En los diferentes shows mediáticos se anunció un plan de viviendas que no evitó que en el sector de la construcción se perdieran 100.000 puestos de trabajo. También se obligó a los bancos a prestar a las Pymes, pero no hizo recuperar el ritmo de crecimiento del PBI. Por su parte, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que está vaciando de dólares a la entidad, tampoco pudo mitigar el creciente déficit fiscal.
La consecuencia es clara: las medidas oportunistas generan identidad política y capital simbólico, alinean a la tropa, permiten marcar diferencias con la oposición y fomentan las dicotomías “amigo-enemigo”, “nosotros-ellos”. Pero no alcanzan para resolver los problemas, al contrario, en muchos casos, los potencia y los lleva a una condición peor.
Además de no solucionar los problemas, las medidas oficiales suelen condenar a sectores enteros de la producción. En este 2012, las casas de cambio entraron en crisis, lo mismo las inmobiliarias por la pesificación compulsiva en la compra-venta de inmuebles, muchos desarrollos inmobiliarios tambalearon, cientos de importadoras y exportadoras cerraron sus puertas, los promotores de seguros son una especie en extinción, las ART estuvieron a un paso de sucumbir. Del campo, mejor no hablemos.


Herederos de la soberbia montonera, el cristinismo talibán debería reconocer que, desde el momento que Cristina Fernández decidió traicionar al peronismo y apoyarse en los jóvenes heterodoxos e inexpertos de La Cámpora, la gestión no deja de perder calidad y efectividad, acumulando 13 meses de caída de imagen positiva e la Presidente de la Nación en los estudios demoscópicos, algo que nunca tuvo que sufrir Néstor Kirchner.
Cristina Fernández debería recordar que el santacruceño uso el peronismo para ser electo Presidente de la Nación, que uso al peronismo para acumular poder y que usó al peronismo para ganar todas las elecciones entre 2003 y 2007, pero cuando comenzó a traicionarlos, perdió por primera vez en su vida política.
Cristina Fernández también debería recordar que el 54% de votos que obtuvo hace 14 meses fue posible porque fue montada en la vetusta, pero efectiva, estructura peronista. No sea que, continuando la sarta de errores cometidos en 2012, intente ganar las elecciones legislativas del 2013 usando los jóvenes inexpertos de La Cámpora y la endeble red conformada por "Unidos y Organizados".
Hasta ahora, las dos agrupaciones ultra cristinistas han demostrado eficiencia para colocar empleados en la Administración Pública, pero fracasaron en su intento de tomar el control de las universidades nacionales, fracasaron en el armado de grandes movilizaciones, fracasaron en su tentativa de controlar las redes sociales, como quedó demostrado el 8N y fracasaron en cada área de la gestión pública que tienen bajo su poder.


La Cámpora es un mito comunicacional creado por el marketing político y, “Unidos y Organizados” es sólo un sello de goma con demasiadas figuritas buscando cargos electivos. Sin embargo, Cristina Fernández cree firmemente que ambas agrupaciones son claves para alcanzar el triunfo en las elecciones legislativas del 2013, que darán el impulso necesario para reformar la Constitución Nacional y que gracias a ellos obtendrá la posibilidad de un tercer mandato.
Tal apreciación de la Presidente de la Nación, sin duda es otro más de los múltiples errores cometidos en el año y que, su sola enumeración, hacen imposible cree que aún puedan seguir soñando con mantenerse en el gobierno otros 7 años.
Sin embargo, hoy, la Cristina Fernández del 30 de diciembre de 2012 es menos poderosa, está menos consolidada, es menos imbatible que la Cristina Fernández del 10 de diciembre de 2011. Y, a la hora de buscar culpables de esta decadencia, de este resultado negativo, de este proceso en decadencia, sólo hay que ver a una persona, la que tiene la suma del poder público en la Argentina cristinista. La propia Cristina Fernández.
Es decir, la gran conclusión del 2012 es que sin Cristina Fernández no hay posibilidades de que perdure en el tiempo el kirchnerismo y el cristinismo talibán; y que por las frustraciones, resbalones y deslices de Cristina Fernández, el kirchnerismo y el cristinismo talibán están lejos de ser un proyecto político que se imponga en el tiempo.



Feliz Año Nuevo y pónganse los cascos: comienza el 2013.