MAURICIO ORTIN
Para las efemérides argentinas se ha elegido este día como el “Día de la
Memoria”, y la memoria de un país que se respete a sí mismo debe ser
memoria de todo y no de una parte. Por más que no nos guste, debemos
asumir nuestro pasado sin beneficio de inventario.
Tergiversar, ocultar u
omitir los hechos o parte de ellos sería, justamente, traicionar, en el “Día de la Memoria”, la memoria de los argentinos. Un país maduro que
pretenda superar su pasado trágico debe, primero, conocerlo.
¿Qué sentido tiene
entonces, para la sociedad argentina, recordar hoy ese 24 de marzo de 1976? En mi opinión, este acto que se celebra hoy tendría sentido si
lo que se busca es conocer la verdad desnuda para no repetir la fracasada,
dolorosa y sangrienta experiencia que vivimos los argentinos en la década del
70. Digo década del 70 y no 24 de marzo de 1976, o a partir del 24 de marzo, porque esta última fecha más que aclarar,
oscurece, si es que no hacemos una vista panorámica de lo que sucedió alrededor
de ese día.
El asesinato político, la
tortura, el secuestro extorsivo, la desaparición de personas, el robo, el terrorismo de
Estado, no comenzaron de repente en la mañana del 24. El día 23, el 22 y los días y los meses y por lo
menos los cuatro años anteriores, el país se encontraba preso de bandas armadas
que resolvían sus cuestiones políticas a balazo limpio y asesinaban al que se interponía entre ellos
y el poder. Es un deber urgente decir la verdad a nuestros alumnos. Y la verdad es
que no empezó un 24 de marzo ni fueron los militares los únicos responsables de
esa década luctuosa. Fueron también, lamentablemente, los civiles, los que integraron la Triple A, haciendo terrorismo desde el Estado, y las
bandas terroristas de la izquierda. La noche empezó antes del 24 de marzo de 1976. Los gobiernos constitucionales de los presidentes
Cámpora, Lastiri, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón formaron parte de ella. También debemos decir que
víctimas y victimarios hubo en los dos lados. Algunos que murieron en su ley,
matando. Otros, en cambio, fueron mutilados de la sociedad por su humanismo
insobornable. El gobernador Miguel Ragone es uno de estos últimos que quedaría fuera del homenaje del “Día de la Memoria” por haber sido desaparecido antes del golpe de estado del 24 de marzo de
1976. El, otros como él y no los que murieron asesinando compatriotas debieran ser los
ilustres recordados.
La “memoria” sesgada, incompleta, parcial, que oculta la
verdadera historia, será memoria pero “memoria mutilada”.
NOTA: Las imágenes y negritas no
corresponden a la nota original.