Actividades
particulares nos han mantenido alejado de nuestro blog y hemos perdido
continuidad con algunos temas, como por ejemplo, la injusta condena a la señora Cecilia Pando por parte del juez Guillermo Morosi, titular del Juzgado en lo Penal,
Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires N° 13; no hemos
manifestado nuestra felicidad porque la elección del Espíritu Santo recayera sobre el ahora Papa Francisco y tampoco hemos podido ayudarlo contra la bajeza del
plan para desprestigiar a Su Santidad…
el mismo plan que se usó y se utiliza para
detener, juzgar y condenar a los Presos
Políticos. En fin son temas demasiado importantes para ponernos al día.

Francisco pasará a la
historia universal por ser el primer Obispo
de Roma de origen latinoamericano, es el único argentino que ocupa el
máximo cargo de guía espiritual de 1.200 millones de católicos del mundo…
ningún natural de estas pampas, se había desempeñado anteriormente en un puesto
de tanta responsabilidad y jerarquía internacional. El Papa no necesita ayuda
para defenderse de los arteros ataques dirigidos a desprestigiar su persona y
la de la iglesia… solo basta con que el señor lo haya elegido para que sea su
representante en la tierra.

Ahora
les dejaremos la nota publicada en el diario El Tribuno de Salta por
el profesor Mauricio Ortín, su título
lo dice todo.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
Por una Nueva Década en Paz y para Siempre
HEBE ES ASÍ Y PANDO NO ES ASÍ
MAURICIO
ORTIN
La señora Cecilia Pando ha sido condenada
a cinco meses de prisión en suspenso y también a cumplir 30 horas mensuales de
trabajo comunitario.
Cecilia Pando
había sido acusada por manchar los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo que
están pintados en cercanías a la Pirámide de Mayo (ella niega categóricamente la acusación). La denuncia había sido
presentada en 2009 por el integrante de
la agrupación Hijos, Carlos Pisoni,
el ahora funcionario K de la Secretaría
de Derechos Humanos de la Nación. La prensa, en general, se hizo eco de lo
sucedido destacando la militancia en contra de la justicia K de la señora Pando.
Así,
los grandes diarios y agencias argentinas se han referido a
ella en similares términos acentuando lo de: “La activista que defiende a los genocidas de la dictadura”
(Télam); “la defensora mediática de la
dictadura militar” (Infonews); “la
activista que reivindica la última dictadura militar y defiende a los
represores” (Clarín). Sin embargo, lo obvio e impactante de la noticia es
justamente lo que la prensa omitió o no alcanzó a advertir: la discriminación
que hacen los jueces con los que desafían el relato K. Porque, si hayalgo que
repugna al sentido común es la aplicación de la ley haciendo diferencias
brutales entre iguales.
Es
que, lo sucedido, en el peor de los casos, suponiendo que fuera responsable de
lo que se la acusa (ella jura su inocencia), origina un daño insignificante e
intrascendente que no merece la aparatosidad de un juicio.
Si
se aplicara la misma vara por, entre otras cosas y como ella misma lo admitió,
a saber: haber tomado y pintarrajeado con mensajes ofensivos la Catedral de
Buenos Aires y haber hecho sus necesidades atrás del altar; haberse esfumado
(léase “chorearon”) de su propia
Fundación los 300 millones de pesos de los contribuyentes destinados a casas
para los pobres; o haber llamado turros y coimeros a los miembros de Corte Suprema
Justicia, ¿qué pena le hubiese correspondido a Hebe de Bonafini? Ah, pero a ella no, a ella se puede y se debe
perdonarle todo. Así, el juez de la
Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, al agravio de “coimero” recibido contestó que “Hebe es Hebe y es querible”
y “todos sabemos que Hebe es así, yo no me siento personalmente ofendido”.



Lo
asombroso en nuestro país es que haya gente que, sin armarse con una buena
dosis de Reliverán, a eso le llame
“justicia”.
NOTA: Las imágenes y
negritas no corresponden a la nota original.