La relación entre la presidenta argentina y el nuevo Papa ha estado marcada por importantes desavenencias.
El conflicto del campo argentino
de 2008 marcó la relación entre el ahora Papa y el gobierno de Cristina
Fernández en Argentina. Pero la semilla de la tensión entre el
kirchnerismo y Jorge Mario Bergoglio ya había germinado años antes,
durante la presidencia del difunto Néstor Kirchner.
Es un secreto a voces que la presidenta de
Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y el papa Francisco no son
los mejores amigos.
El recién elegido Papa, que fue
presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante 6 años, criticó
abiertamente muchas de las decisiones políticas del gobierno de
Fernández de Kirchner.
La tensión se hizo claramente manifiesta con
motivo de la aprobación, en 2010, del matrimonio entre personas del
mismo sexo en Argentina. Pero las diferencias venían de antes.
Choques con Néstor Kirchner
El expresidente argentino, Néstor Kirchner,
fallecido en octubre de 2010, llegó a calificar a Jorge Mario Bergoglio
de "jefe espiritual de la oposición política".
El distanciamiento comenzó un año después de la
llegada de Néstor Kirchner al poder en 2003. En una de sus homilías,
Bergoglio cuestionó "el exhibicionismo y los anuncios estridentes de los
gobernantes", en un mensaje que, sin citarlo, parecía dirigido al
entonces presidente.
En 2005, Kirchner anunció que no acudiría al tedeum
que cada 25 de mayo se celebra en la Catedral de Buenos Aires con
motivo de la conmemoración del Primer Gobierno patrio del país. Meses
después, el portavoz de Bergoglio anunciaba que "no hay relación de la
Iglesia con el Gobierno".
Desde entonces, las relaciones no hicieron sino
empeorar, agravadas por el recelo del Kirchner, quien consideraba que
Bergoglio estaba articulando un proyecto de oposición.
"Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el
diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que
usan sotanas", llegó a declarar el exmandatario.
El campo de la división
Los derechos humanos sobre el tapete
La cuestión de los derechos humanos jugó también un papel importante en la relación entre los Kirchner y Bergoglio.
"Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades", proclamó Bergoglio en una de sus homilías.
Ahora, con su nombramiento, han surgido críticas de quienes denuncian que el papa Francisco no hizo lo suficiente para enfrentarse al régimen militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
Sin embargo, en declaraciones a BBC Mundo, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, defendió la figura del Papa y aseguró que Bergoglio "no tuvo vínculo con la dictadura".
"Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades", proclamó Bergoglio en una de sus homilías.
Ahora, con su nombramiento, han surgido críticas de quienes denuncian que el papa Francisco no hizo lo suficiente para enfrentarse al régimen militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
Sin embargo, en declaraciones a BBC Mundo, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, defendió la figura del Papa y aseguró que Bergoglio "no tuvo vínculo con la dictadura".
Con la llegada de Cristina Fernández a la presidencia en 2007, la celebración del tedeum sirvió nuevamente como termómetro para medir el grado de confrontación entre Bergoglio y el gobierno.
Como explica desde Buenos Aires Veronica Smink,
periodista de BBC Mundo, "la presidenta siempre evita ir a la Catedral
de Buenos Aires para no escuchar las críticas de Bergoglio sobre la
pobreza".
Pero no fueron tanto las denuncias de Jorge
Mario Bergoglio sobre la pobreza y la desigualdad las que ensombrecieron
la relación entre gobierno e Iglesia Católica.
En marzo de 2008, pocos meses después de asumir
la presidencia, Fernández de Kirchner presentó la Resolución 125, con la
que se aplicaba un nuevo sistema de retenciones móviles a las
exportaciones de cuatro productos y sus derivados: soja, girasol, maíz y
trigo.
Esta medida desató una de las peores crisis a la
que se ha enfrentado el gobierno de Fernández de Kirchner. Las cuatro
organizaciones que reúnen al sector empleador de la producción
agro-ganadera en el país convocaron un paro patronal, con bloqueo de
rutas, que se prolongó por 129 días.
Finalmente, la Resolución quedó sin efecto por
el voto de desempate del entonces vicepresidente argentino, Julio Cobos,
quien era presidente del Senado.
Smink recuerda que, durante el conflicto
agrario, Bergoglio se posicionó a favor de los productores agrarios y
mantuvo reuniones con la cúpula del agro. Además, le pidió a la
presidenta "un gesto de grandeza" para desbloquear el conflicto.
Néstor Kirchner renunció a asistir al tedeum de 2005 por las críticas vertidas anteriormente por Bergoglio.
Después del voto "no positivo" de Cobos, Bergoglio se reunió con el vicepresidente.
Para el sociólogo Juan Nicolás, de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, "el gesto de
Bergoglio marcó lo que sería la relación entre el Episcopado argentino y
el gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que el mandato de Cristina
Fernández no había hecho sino empezar".
Desavenencias en temas sociales
El gobierno y el cardenal lograron superar el
bache de entonces, pero la relación no llegó a cuajar. El desacuerdo más
grande se produjo en julio de 2010 con motivo del matrimonio entre
personas del mismo sexo.
El 9 de julio, apenas una semana antes de la
aprobación del matrimonio igualitario, Bergoglio escribió una carta
pastoral en la que criticaba duramente la iniciativa.
"Aquí también está la envidia del Demonio, por
la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la
imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer,
multiplicarse y dominar la tierra.
"No seamos ingenuos: no se trata de una simple
lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se
trata de un mero proyecto legislativo (éste es solo el instrumento) sino
de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y
engañar a los hijos de Dios", denunciaba Bergoglio.
La respuesta de la presidenta no se hizo esperar.
"Me preocupa el tono que ha adquirido el
discurso, se plantea como una cuestión de moral religiosa y atentatoria
del orden natural, cuando en realidad lo que se está haciendo es mirar
una realidad que ya está", declaró.
La cuestión del aborto, sin embargo, no ha
llegado a ser motivo de conflicto puesto que la propia presidenta no es
partidaria de la interrupción del embarazo y frenó el proyecto de ley
para su despenalización.
Camino a la reconciliación
"El gesto de Bergoglio en el conflicto del campo marcó lo que sería la relación entre el Episcopado argentino y el gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que el mandato de Cristina Fernández no había hecho sino empezar"
Juan Nicolás, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires
Una vez se supo que Jorge Mario Bergoglio sería
el nuevo Papa, muchos esperaban con cierta ansiedad la reacción de la
presidenta.
En un correcto y cordial mensaje enviado a
través de las redes sociales, Fernández de Kirchner escribió: "En mi
nombre, en el del Gobierno Argentino y en representación del pueblo de
nuestro país, quiero saludarlo y expresarle mis felicitaciones con
ocasión de haber resultado elegido como nuevo Romano Pontífice de la
Iglesia Universal".
Y agregó que "es nuestro deseo que tenga, al
asumir la conducción y guía de la Iglesia, una fructífera tarea pastoral
desempeñando tan grandes responsabilidades en pos de la justicia, la
igualdad, la fraternidad y de la paz de la humanidad".
"Le hago llegar a su Santidad, mi consideración y respeto", concluye.
La periodista Veronica Smink considera que, pese
a que el tono frío de la felicitación muestra la relación tensa, el
hecho de que la mandataria haya confirmado su asistencia al Vaticano
para la primera misa solemne del Papa es muy significativo.
El sociólogo Nicolás está de acuerdo y opina que
la anunciada presencia de Cristina Fernández en la plaza de San Pedro
parece reflejar su deseo de acercar posturas entre el Vaticano y su
gobierno.