Queridos amigos:
Cuando el poeta Ramón de
Campoamor escribió sus muy mentados versos que dicen: “En este mundo falaz, nada es verdad ni es
mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira” aún no había
nacido Hugo Chávez para dividir Venezuela y provocar con su muerte el inmenso
desfile ante su féretro de los que lo consideran un benefactor y de los que
solo quieren asegurarse que nunca más volverán a tenerlo rigiendo sus destinos.
Pero
más allá de las
antinomias, algunas cuestiones que rodearon a los sucesos recientes
acaecidos
en Venezuela no pueden escapar al “objetivismo”, defendido por Alisa
Zinovevna Rosenbaum (Ayn Rand), que afirma que “los hechos son los
hechos” y que la razón humana es competente para
hacernos conocer la realidad.
De modo que consideramos
evidente que Hugo Chávez engañó a sus conciudadanos al afirmar que estaba libre de
enfermedad y pedirles el voto para una presidencia que nunca podría ni siquiera
asumir. Mintieron luego con empeño los funcionarios que informaron falsamente
acerca de su estado de salud mientras sobrevivía en su agonía en Cuba, hablando de largas reuniones
de gabinete en que Chávez ejercía su poder
y formulaba directivas y mostrando fotos que la inmediatez de su muerte
demostró que estaban evidentemente trucadas. Hubo un desprecio manifiesto por
la transparencia y el derecho a la información del pueblo de Venezuela que se
consumó cuando la Cámara Nacional Electoral dispuso la consagración como
presidente de Nicolás Maduro, el principal portavoz de la mentira, contrariando
la letra de la Constitución que dispone que asuma el Presidente de la Asamblea.
De este modo, Maduro presidirá Venezuela hasta las elecciones del 14 de Abril en
que, obviamente, será el candidato oficial con el único fundamento de haber
sido dispuesto así por el difunto líder.
Es notable que los presidentes
sudamericanos que revisaron tan minuciosamente la Constitución de Paraguay y sancionaron
a ese país con la suspensión de su membresía al Mercosur por no haberle dado,
supuestamente, al presidente Lugo suficiente
tiempo para ejercer su defensa, ahora no tengan siquiera una palabra de censura
ante tanta mentira y tanta burla a la Constitución venezolana. Eso solo puede
explicarse porque Venezuela es un país potencialmente rico, desde el que Chávez
compró conciencias y apoyos con petróleo y préstamos generosos, mientras que Paraguay
es un pequeño país, rico solo en dignidad y soberanía. Las delegaciones que asistieron al funeral, entre las que se
cuentan las de nuestro país, esperan sin dudas que Nicolás Maduro gane las
elecciones aprovechando las ventajas que le brindan controlar los bienes y el aparato comunicacional del Estado y
continuar recibiendo los beneficios que suman aliados al precio de restar futuro
al pueblo venezolano. En síntesis, la
fuerza de los intereses explica la validez que se da a los procesos
políticos, dejando que la denostada política realista se burle de las premisas principistas y los postulados éticos.
Sentados en la primera fila en
el recinto del funeral se encontraban los presidentes dictatoriales de Irán,
Mamohud Ahmadinejad, de Cuba, Raúl Castro
y de Bielorusia, Alexander Lukashenko, lo que nos lleva a enunciar un nuevo aforismo “dime quienes más te lloran y
te diré quién fuiste”. Extrañamente, la presidente Cristina Fernández que fue
de los primeros gobernantes en llegar a Venezuela con una nutrida delegación y
de decretar más días de duelo que los que mereció la tragedia del Once, partió
antes de que se consumara el funeral y la grotesca novedad del embalsamamiento
del difunto Chávez. Cuesta creer que un
simple consejo médico modificó su
voluntad por lo que caben las especulaciones acerca de que trató de
evitar un encuentro con Ahmadinejad o que no la satisfizo su ubicación por
protocolo. Este tipo de especulaciones es la consecuencia de uno de los muchos y lamentables rasgos comunes de
los gobiernos de Venezuela y de la Argentina, a saber: la manipulación de la realidad
a través de la construcción de un relato que disimula las verdaderas
intenciones y motivaciones de los protagonistas y nos aleja consecuentemente de
la verdad.
Dejemos a Venezuela con su
drama y sus elecciones, advirtiendo
simplemente que con su nivel de inflación, la pérdida de competitividad de sus
empresas y la estabilización en el precio del barril de petróleo, le esperan
días duros a su pueblo y grandes desafíos al próximo presidente, quienquiera sea. Pero
como la cuestión de la inflación y la competitividad también nos concierne a los argentinos, podemos seguir
nuestro informe analizando las consecuencias de esas cuestiones en nuestro
país.
Por primera vez desde el año
2001 la Argentina volvió a tener déficit primario o sea que los gastos superaron a los ingresos
del sector público, aún sin computar los fondos empleados a pagar los intereses
de la deuda del Estado. Este factor influye severamente para alimentar el proceso
inflacionario y es una muestra de la creciente incapacidad del gobierno para
controlar la economía. Las medidas “creativas” que desarrollan algunos funcionarios,
como el Secretario de Comercio Guillermo Moreno, no solo afectan directamente a
la economía sino a la credibilidad y la confianza que esta actividad requiere.
Al singular congelamiento de precios, sin lista de precios conocida, agravado
por la prohibición a los supermercados de
dar a publicidad sus ofertas en los medios, se agrega ahora una iniciativa para
reemplazar todas las tarjetas de crédito por una única tarjeta estatal para
comprar en dichos comercios. Esperemos que esta insensatez no se consume porque
se seguirán sumando factores de incertidumbre
y evidenciando una vocación autoritaria y estatista que aleja cada vez
más la posibilidad de una trabajosa recuperación.
Otro sector que entró en
emergencia es el de los servicios públicos en la Provincia de Buenos Ares,
encabezado por los combativos gremios docentes. Se conjugan en esta
circunstancia la presión gremial por recuperar el valor adquisitivo de los sueldos ante el avance de la inflación,
las fallas en la administración de recursos propias de la gestión Scioli y el abandono en que el gobierno nacional deja a la
provincia, con el evidente propósito de afectar política y electoralmente a su gobernador. Es otro
ejemplo de la fuerza de los intereses, en este caso motivados por la disputa
del poder, que no trepida en hacer sufrir a los habitantes de la Provincia de
Buenos Aires con tal de condicionar y quebrar a un potencial aspirante presidencial
que insólitamente es del mismo sector que el gobierno nacional. Esta suma
de factores negativos, a la que se
agrega las incursiones de la Ministra Alicia Kirchner que hace proselitismo con
los fondos el Ministerio de Bienestar Social y del Ministro De Vido que asigna
fondos en forma directa exclusivamente a los intendentes “leales” al modelo (léase
a la reelección de Cristina Fernández) presagia graves momentos para la provincia
de Buenos Aires, antes que llegue el auxilio de los recursos nacionales o que
el caos social se expanda.
Mientras escribimos nuestro
informe, en las Islas Malvinas los habitantes están realizando un referéndum que
les plantea una única pregunta cargada de intencionalidad, tal cual es si
quieren o no continuar siendo un territorio de ultramar de Gran Bretaña. La
dependencia de los isleños de Gran Bretaña es un hecho que incluye cuestiones
tales como la imposibilidad de elegir a su gobernador que es designado desde la
metrópoli. No hay en las islas muchos medios de prensa independiente ni
posibilidad de que la Argentina pudiera acceder a manifestar su posición. La situación es en sí absurda porque si se
acepta que los usurpadores de un
territorio pueden votar la condición de su permanencia en el mismo, se
abriría la puerta para ocupaciones territoriales con instalación de inmigrantes
del país de origen que luego se
legitimaría con la expresión de la voluntad de los usurpadores. La disputa
territorial por Malvinas es, y siempre ha
sido, un problema entre los gobiernos de las naciones en pugna y los isleños no tienen el derecho a imponer
sus deseos sino a negociar sus intereses.
La
cuestión del referéndum ha
cobrado fuerza a partir de la torpeza de nuestra diplomacia, de la
pérdida de
influencia y prestigio de Argentina en
los foros internacionales y de la evidente carencia de poder militar
como
para inducir a los británicos a negociar, ya que se trata de una nación
que
solo atiende a la conveniencia, el temor o el reconocimiento del poder
de la
contraparte, propios de su tradición y concepción realista, en su
política internacional. Solo nos resta desconocer este absurdo
referéndum,
instar a nuestro gobierno a que deje de despreciar el valor que tuvo
haber
recuperado Malvinas y la necesidad de recuperar la capacidad para
hacerlo
nuevamente, como medio de forzar a los británicos a la mesa de
negociación.
Hay sin embargo una ceguera ideológica
que hace conspirar al gobierno contra los propios intereses nacionales. Ahora
tenemos a la gendarmería cuestionada por hacer espionaje interno, situación que
se genera a partir de la estrechez de conceptos al definir qué son operaciones de
inteligencia, pero que una vez instalada
en la opinión pública ha redundado en
una cuestión judicial. El gobierno pretende escapar, como en muchos otros casos,
descargando las responsabilidades en quienes cumplieron órdenes al final de la cadena
de mando para preservar a los grandes responsables que son los funcionarios a
cargo del área. Esperemos que no haya que
esperar 17 años para condenar a quien
corresponde, como sucedió con el caso del
contrabando de armas a Croacia y Ecuador por el que al fin fue condenado Carlos
Saúl Menem cuando el hecho ya estaba casi olvidado.
Condena rápida, en cambio, fue
la que sufrió la señora Cecilia Pando por dibujar el logo de su Asociación
de Familiares y Amigos de Presos Políticos en Argentina en el suelo de la Plaza de Mayo, aduciendo que
había dañado un sitio histórico en que estaban dibujados los pañuelos de las
Madres de Plaza de Mayo. Cada quien podrá estar a favor o en contra de lo que defiende la señora
Pando pero todos sin distinción debemos defender su derecho a expresarse y a
ser tratada con los mismos parámetros que a las agrupaciones que luchan por otras
causas y que se han permitido hasta cubrir de insultos y blasfemias a la
Catedral metropolitana sin merecer ni siquiera una crítica oficial.
Debemos tomar conciencia que
la fuerza de los intereses nubla el juicio y perturba la razón. Que cada acto
de gobierno parece signado por la necesidad de mantener el poder, defender a
sus funcionarios y a sus empresarios
aliados y negar a los presuntos oponentes las más elementales normas de
equidad. Tenemos que ganar una elección con todo eso en contra para poder
empezar a cambiar las cosas, a partir de la unión de los verdaderos demócratas y republicanos, dispuestos a instalar nuevos
paradigmas en el manejo de la cosa pública.
Un abrazo para todos.
Juan Carlos Neves, Presidente de
Nueva Unión Ciudadana
Twitter @NevesJuanCarlos