jueves, 22 de mayo de 2014

Francisco, el sínodo de obispos y los marcianos Por Alejandro Sosa Laprida

ALEJANDRO SOSA LAPRIDA: FRANCISCO, EL SÍNODO DE OBISPOS Y LOS MARCIANOS


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Francisco, el sínodo de obispos y los marcianos


Por Alejandro Sosa Laprida


  Decididamente, Francisco parece haberse propuesto pasar a la posteridad como el « papa » más innovador y atípico en la historia de la « Iglesia ». Y en rigor de verdad, debe admitirse que hasta el momento ha alcanzado su objetivo de manera destacada. Recapitulemos algunos de los hitos más notables de su aún breve « pontificado ».

   Afirmó impertérrito no creer en un Dios católico, pues « no existe un Dios católico », sostuvo que el proselitismo es « soberanamente absurdo », blasfemó diciendo que María al pie de la Cruz se rebeló contra Dios por haberse sentido « engañada », explicó que el soberano pontífice  no es quien para juzgar a los « gay», aconsejó a los musulmanes que buscaran consuelo espiritual en el Corán, aseveró que la « cultura del diálogo » es el único camino para alcanzar la paz en el mundo, que la laicidad del Estado es positiva para garantizar el « pluralismo religioso », que lo importante en la educación de los niños no es la religión en la que se los instruye sino « que se les dé de comer », que todos los hombres son hijos de Dios y se salvan, « incluso los ateos », que el ministerio petrino es « un trabajo insalubre », que la fe es incompatible con la certeza, que la antigua alianza « nunca ha sido revocada » y que los judíos « no necesitan convertirse », que el presidente uruguayo José Mujica, ateo, abortista y homosexualista, es « un hombre sabio » (Sobre todas esas declaraciones cf: aquí). Y esto no es más que una acotada muestra de sus innumerables despropósitos, soltados con un desparpajo a toda prueba, a través de un pseudo magisterio mediático en el que la verborragia demagógica va de la mano con una vulgaridad sin límites…

   En su encomiable afán por superarse sin cesar y por asegurarse un sitial de honor en un hipotético libro Guinness eclesiástico, que merecería con creces le fuera dedicado, hete aquí que Francisco, alias « mi rabino » (es así como lo llama su amigo, el rabino Sergio Bergman : « Bergoglio mi rabino », se despachó recientemente durante un sermón dado en la Casa Santa Marta, en la que humildemente reside, con la originalísima idea de que la « Iglesia » de ningún modo debería rehusar el bautismo a los marcianos…(aqui). Esto en el supuesto caso de que ellos lo solicitasen, obviamente…Porque bien sabido es que el « Espíritu Santo » impulsa siempre a la « Iglesia » hacia adelante, « más allá de sus límites », y que nosotros no debemos « poner impedimentos ni cerrar puertas » a aquellos a quienes  erróneamente consideramos « impuros ».

  A decir verdad, no estimo probable que Francisco esté pensando seriamente en administrar bautismos extraterrestres (aunque, viniendo de su parte, debo confesar que ya absolutamente nada podría sorprenderme…), sino más bien en el acceso a los sacramentos, principalmente a la comunión, de los divorciados vueltos a casar  y de los « gay », por utilizar el inédito lenguaje bergogliano, a quienes la « Iglesia » visiblemente cerraría las puertas de manera intolerante y arbitraria, impidiendo así al « Espíritu » soplar donde quiera…Ni que decir tiene que esta disparatada salida del actual ocupante de la sede petrina se inscribe en la estrategia de sensibilización de los espíritus con vistas a lo que habrá de tratarse en la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, convocada por Francisco bajo el lema  « Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización » , que se desarrollará en la Ciudad del Vaticano entre el 5 y el 14 de octubre de este año (aquí).

Lo que también había sido el caso, semanas atrás, de la llamada telefónica que le hiciera a una mujer unida civilmente con un divorciado, quien le había escrito expresándole su incomprensión ante la negativa de su cura párroco a confesarla y a darle la comunión (aqui). A lo cual Francisco, según el testimonio de la amancebada, difundido como reguero de pólvora por la prensa mundial, habría respondido diciéndole que algunos sacerdotes son « más papistas que el papa » y que para solucionar el problema bastaría con que fuera « a confesarse y a comulgar a otra parroquia » (aqui). Versión que, cabe destacar, jamás fue desmentida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, dando así implícitamente por cierta la versión difundida por la pareja adúltera tras la « llamada telefónica privada » (!!!) que habían recibido desde el Vaticano (aqui).

Esta hoja de ruta, que de modo previsible habrá de desembocar en la implementación de innovaciones radicales en el ámbito de la práctica sacramental y de la pastoral familiar, había sido anunciada solapadamente por Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, promulgada en noviembre pasado. Esto es lo que decía al respecto en el § 47 : « La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espírituy se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas. Pero hay otras puertas que tampoco se deben cerrar. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es la puerta, el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas. »

   Además de las situaciones de irregularidad matrimonial, no hace falta ser profeta para atreverse a anticipar que en el próximo Sínodo se abordará igualmente la cuestión de las personas que reivindican la práctica del vicio contra natura. Varios hechos altamente simbólicos así lo sugieren, entre los que pueden mencionarse, además del ya legendario « ¿Quién soy yo para juzgar ? », lanzado por Francisco al concluir las JMJ de Río de Janeiro en su célebre conferencia de prensa aérea de regreso a Roma, los funerales de Don Gallo (aquí), famoso sacerdote comunista, adepto del aborto e incondicional de las reivindicaciones homosexualistas, celebrados en Génova por el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en mayo de 2013.

Durante dicha celebración, el cardenal Bagnasco realizó un panegírico encendido del difunto militante de la causa sodomita, permitiendo que dos transexuales hicieran la apología de la ideología LGBT en la lectura de la « plegaria universal », durante la cual agradecieron al clérigo apóstata por haberlos ayudado a « sentirse creaturas trans-gender (sic) deseadas y amadas por Dios », y a los que finalmente él distribuyó personalmente la comunión, mancillando sacrílegamente las Santas Especies eucarísticas (aquí). Escándalo de proporciones mayúsculas que, huelga decirlo, no provocó ninguna reacción por parte del Vaticano. Podríamos añadir muchísimos otros casos de semejante tenor, como por ejemplo el de la pareja de « madres » lesbianas cuya « hija » fue bautizada con gran pompa mediática en la Catedral de Córdoba el mes pasado (aquí), con la anuencia pública del arzobispo del lugar (aquí), siendo la madrina nada menos que el Presidente de la Nación Argentina (me estoy refiriendo a la harpía furiosa que engendró el « matrimonio igualitario » y la « adopción homoparental », ahora devenida colaboradora en la « educación cristiana » de la pobre niña…).

O bien el del cardenal Dolan (aquí), arzobispo de Nueva York, quien congratuló públicamente a un jugador de fútbol homosexual por haber hecho su « coming out » (« ¡Bravo, me alegro por él, que Dios lo bendiga ! »), o el del cardenal Schönborn, arzobispo de Viena (aquí), quien felicitó calurosamente a su compatriota, la « drag queen » barbuda Conchita Wurst por su triunfo en el festival de Eurovisión (« ¡Me alegro que haya tenido tanto éxito ! En el colorido jardín de Dios hay variedad de colores : rezo para que su vida sea bendecida. »), o el del rabino Bergoglio, actual obispo de Roma, caminando tomado de la mano ante las cámaras de la televisión italiana con el sacerdote homosexualista Luigi Ciotti (aquí), o inclusive el del padre Decimejorge, cura porteño campechano y muy humilde, inquilino de la Casa Santa Marta del Vaticano, besando las manos al sacerdote igualmente homosexualista Michele de Paolis (aquí), sin contar con la inaudita recompensa que atribuyera a Francisco la revista The Advocate, la principal publicación LGBT de los Estados Unidos, al elegirlo « Persona del Año » en diciembre de 2013 (aquí), sin que hubiese habido la menor reacción o aclaración por parte del Vaticano ante la atribución de un premio tan embarazoso y acerca del cual, lo menos que podría decirse, es que resulta desconcertante y que crea confusión entre los fieles…Y de más está decir que esta lista podría prolongarse indefinidamente.

Lo que en cambio con seguridad no se prolongará indefinidamente es la paciencia divina. Estamos en condiciones de poder afirmarlo sin sombra de duda, puesto que Dios ha tenido para con nosotros, testigos impotentes de esta hora trágica en la que se despliega arrogante el misterio de iniquidad, la inmensa delicadeza de comunicarnos por anticipado cual habrá de ser el desenlace de esta farsa grotesca (aquí), de esta impostura abominable a la que asistimos azorados desde aquel saludo inaudito, desde aquel profano « buona sera » (aquí), pronunciado desde la loggia de la plaza San Pedro, cargado de un contenido simbólico tal que permitía ya entonces presagiar las calamidades sin fin que luego habrían de acaecer.

« Y fue apresada la bestia, y con ella el falso profeta que hacía señales delante de ella, con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y a los que adoraban su imagen. Ambos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre. » (Ap. 19, 20)

   ¿Estaremos ante el falso profeta al que alude el apóstol San Juan en su revelación escatológica ? Si así fuera, lo único que faltaría es que se manifiestase « el otro », como lo llamó Nuestro Señor (Jn. 5, 43), « el hombre de iniquidad, el hijo de perdición, el adversario » (2 Tes. 2, 3). El cual, mientras aguarda pacientemente a que llegue su hora, observa desde las sombras como alguien está trabajando a destajo para allanarle el camino…