Cuando san Pío X cambió una devoción tradicional
En la historia de la piedad mariana aparece la devoción a diversos
escapularios, entre los que destaca el de la Virgen del Carmen. Su difusión es
verdaderamente universal y como ejercicio de piedad ha sido recomendado a lo
largo de los siglos por el magisterio de la Iglesia.
La tradición nos ha
legado el relato de dos apariciones de María,
una a san Simón Stock, carmelita inglés (s. XII-XIII), y la otra al papa
Juan
XXII. De san Simón se dice que recibió de manos de la Virgen María el
santo
escapulario del Carmen, tan difundido desde el s. XVI entre los
cristianos. Se
le apareció la Virgen, acompañada de una multitud de Ángeles, llevando
en sus manos el escapulario de la Orden y diciendo estas palabras: «Este
será privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él, no
padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará». A Juan XXII la Virgen no sólo le
confirmó lo prometido al santo, sino que añadió la siguiente promesa: «Yo,
como tierna Madre de los carmelitas, bajaré al purgatorio el primer sábado
después de su muerte y los libraré y conduciré al Monte Santo de la vida eterna».
Es lo que se ha dado en llamar «privilegio sabatino».
Escapulario viene de scapula y designa la prenda de vestir
que cubre las espaldas.
Es una reducción del hábito monástico que se
usaba para el trabajo. Llevaba también el
nombre de «Yugo de Cristo» por lo que no sólo se debía llevar
de día sino también de noche. De este escapulario
monástico tuvo su origen el pequeño escapulario, consecuencia
de agregar seglares a alguna
Orden religiosa, inscribiéndolos como terciarios o en la Cofradía. «De aquí se deriva la definición dada
por la Sda. Congr. de Indulgencias: los pequeños escapularios que suelen llevar
los fieles en su origen e institución no son otra cosa que los escapularios
propios de las órdenes religiosas, reducidos para mayor comodidad de los fieles
a una forma pequeña (Decr. auth., n. 423). A esta definición, que puede decirse
histórica, se añade la siguiente, que compendia las dotes esenciales del
escapulario: el escapulario es un signo de devoción, que consta de dos pequeños
trozos de lana, de los cuales el uno se lleva sobre la espalda y el otro sobre
el pecho» (Roberti). La «Iglesia lo incluyó entre los sacramentales y
determinó su materia y forma, así como también el modo de llevarlo y
las condiciones necesarias para ganar las indulgencias» (Roschini).
Las similitudes que tiene el escapulario de la Virgen
del Carmen con el Rosario son tantas que nos parece ocioso
enumerarlas aquí. Las modificaciones en la forma y el tamaño del escapulario
son históricas y pueden observarse en la imagen que ilustra esta entrada.
San Pío X, en ejercicio de su potestad para crear
sacramentales, interpretar los que ya existen, cambiarlos o suprimirlos, permitió a los fieles la
sustitución (optativa) del uso del
escapulario de paño por una medalla bendecida en la que esté grabada por una parte
la imagen del Sagrado Corazón y por la otra la de la Virgen (bajo cualquier
título). Así, el papa
Sarto alteró algo esencial de un sacramental que contaba a su
favor con el peso de una tradición secular. Y con ello facilitó la sustitución de los escapularios por
las medallas.
Desconocemos si alguien se manifestó en contra de la reforma introducida
por san Pío X. Ignoramos, además, si existió alguna especulación basada en «revelaciones privadas» o en «numerologías».