PRESOS POLÍTICOS DE ARGENTINA...
¿Y si me quedo quieto?... ¿y si me paro de brazos cruzados y me encojo de hombros y me quedo esperando? A veces las ganas se escurren por el resumidero de la impotencia.
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A
veces las fuerzas se esfuman, se pierden en el abismo de los demoledores
de ilusiones. Y cada caída es menos estrepitosa, pero levantarse cuesta
cada vez más desesperanza.
Entre rejas de infernales venganzas, levantadas con barrotes de
ilegalidad y prevaricato, se mueren uno tras otro… uno tras otro los
huesos que un día otros, mandaron al frente de los infiernos a vérselas
con el demonio.
Las rejas parecen cada vez más altas y se tornan cada vez más pesadas.
Adentro, los huesos caminan cada vez más cansados. ¿Y vos hijo? ¿Y vos
hermano? ¿Y vos esposa? ¿Y vos compañero de lucha? ¿Y vos nieto o amigo?
¿Y vos camarada?
De un lado las rejas más altas y más pesadas. Adentro, los huesos cada
vez más cansados… afuera, las ausencias que no se explican con ningún
“pero” que no avergüence las entrañas de un bien nacido. Las ausencias
que duelen, las ausencias que también los huesos explican con
eufemismos, supongo que para no ahorcarse de bronca.
Confieso que lo he pensado mil veces… llegando en una noche fría al
medio del campo para que me pinten el dedo y me destrate un apocado que
se cree con autoridad para humillarme en una requisa. Y otras mil veces
lo he pensado bajo el sol furioso de un verano soberbio, que parte la
tierra y apuna cabezas… ¿Y si me quedo quieto?... ¿y si me paro de
brazos cruzados y me encojo de hombros y me quedo esperando?
Y mil veces digo NO… los miedos y la desidia no hacen Patria, ni sacarán
huesos de tras las rejas, ni pagarán rescate de conciencia tranquila. Y
entonces me asoma el orgullo y me sorprendo gritando presente, siempre…
por las familias, los hermanos, las esposas, los amigos, y los
compañeros y los hijos y los nietos que no están…que no estuvieron… y
que obviamente a estas alturas, ya sabemos que nunca estarán.
Que si algún hueso un día se ahoga con las heces de la vergüenza por los
que no están ni han estado ni estarán, que esa muerte nunca me reclame
la tranquilidad de irme de esta Patria y de este mundo en Paz…
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz.