SE DECLARA: “AUSENTE”
Por Malú Kikuchi (30/8/2014)
Lo decía hablando de sí mismo: “La historia de mi vida bien podría
titularse, “Vida de un ausente que nunca salió de su país”.
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER EL ARTICULO
Y sin lugar a
dudas es una perfecta definición de lo que fue la vida del más grande
pensador que tuvo la Argentina, me refiero a Juan Bautista Alberdi.
Repasando su vida, estuvo más años fuera del país que dentro, pero
siempre preocupado, ocupado y sirviéndolo. Dependía del tiempo histórico
que le tocara vivir. Nunca alejó su pensamiento de Argentina, aunque
viviera en Montevideo, Valparaíso, Washington, Londres, Madrid o París.
Y no importa tanto la biografía de Alberdi, lo que realmente importa es
lo que pensaba, lo que pretendía para Argentina, lo que soñaba, sin ser
utópico ni iluso, para el país que él amaba, y que no lo amó.
Me retracto, se constituyó en nación a través de una extraordinaria
Constitución que se basó, valga la redundancia, en sus “Bases y puntos
de partida para la organización política de la república Argentina”
(1/5/1852, Valparaíso). Urquiza lo valoró, hasta renunció a poner un
artículo sobre la reelección siguiendo el sabio consejo de Alberdi.
Mitre no lo valoró.
Pero hoy, siglo XXI, sigue la misma CN que se proclamara en 1853, con
las reformas de 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994 (se cumplieron 20 años de
esta Deforma), ya que básicamente los primeros 35 artículos que son el
alma de la CN, no han cambiado. El resto son disposiciones
administrativas. Exceptuando la aberración del artículo 14 bis, que
contradice al 14 (1957).
Vuelvo al “pero hoy”, si paramos a cualquier persona relativamente joven
en la calle y le preguntamos quien fue Alberdi, la mayoría no tendrá la
menor idea. Los estudiantes secundarios preguntarán sobre qué nueva
marca de hamburgueses están hablando. Y si a San Martín se lo llama el
padre de la patria por sus dotes militares, Alberdi debería serlo por
su visión de país. Pero Alberdi está prácticamente ausente de la
historia.
Biografía brevísima. Nació en Tucumán el 29/8/1810, su madre muere
enseguida, su padre muere cuando él tiene 10 años. Queda al cuidado de
su hermano. Estudia la primaria en Tucumán en una escuela fundada por
Belgrano. Con una beca viene a Buenos Aires en 1824 y entra al Colegio
de Ciencias Morales, lo encuentra sombría y rígido, no le gusta.
Lo abandona y trabaja de tendero en una tienda frente al colegio. Vuelve
al colegio. Termina. Empieza abogacía y se recibe en Montevideo.
Compone minués y escribe dos libritos sobre música, dedicados a
facilitar su aprendizaje. Funda el periódico La Moda. Se reúne en la
librería de Marcos Sastre con Echeverría, Vicente Fidel López, Cané…
Tiempo de Rosas. Se exilia en Montevideo, luego en Valparaíso, Chile.
Ejerce la abogacía. Es un “brillante abogado”, en serio. Pero lo es en
Chile, razón por la cual es curioso que el día de su nacimiento y en su
honor, sea declarado el día del abogado en Argentina, donde nunca
ejerció.
Polemiza con Sarmiento a través de las llamadas “Cartas Quillotanas” en
un esclarecedor debate sobre la constitución del estado argentino. El
nombre viene de Quillota, región de Valparaíso, desde donde escribía
Alberdi. Vale la pena leerlas. Dos gigantes del pensamiento, pensando
una nación.
Y pensar, escribir sus pensamientos, es lo que hace mejor Alberdi,
siempre basándose en la libertad, el estado de derecho (“El derecho es
el principio y el término de todo poder en la tierra. Fuera de ese
límite todo poder es ilegítimo y tiránico”.), la educación, el comercio
(“Así como nuestros estados fueron militares para liberarse de España,
hoy deben ser comerciantes para liberarse de la pobreza”.) Pasar de la
sociedad militar a la sociedad comercial, el gran salto civilizatorio.
Urquiza lo nombra representante de la Confederación Argentina ante los
países europeos. En Washington conoce al presidente Pierce, en Londres a
la reina Victoria y en Madrid en 1858 consigue que Isabel II
reconozca a la Confederación. Vive en París en tiempos de Napoleón III.
Sigue escribiendo, sigue pensando en el país lejano y amado. Quizás la
lejanía la da una mejor perspectiva. Sucede Pavón, Urquiza es
reemplazado por Mitre.
El Estado le debía 2 años de sueldos. Mitre lo destituye de su cargo,
pero se niega a pagarle los sueldos adeudados y el pasaje de vuelta a
Buenos Aires. Sobrevive del alquiler de una propiedad que tiene en
Chile. Se opone a la guerra de “La triple Infamia”, como la llama,
aduciendo que “la guerra es la pérdida temporal del juicio”.
Con Roca vuelve a casa como candidato a diputado, ejerce poco tiempo, no
le gusta y se vuelve a París. Va a morir solo, abandonado, pobrísimo,
en un hospicio de Neully. Hoy sería diagnosticado como demencia senil o
Altzheimer. Así murió el cerebro lúcido y claro que permitió que los
argentinos intentaran convivir a través del contrato social que es la
CN. Una extraordinaria Constitución, que no es una estación de trenes.
Es un sistema de vida que el país desgraciadamente no practica.
“¿El país está preparado para la república? No, pero no hay otro camino
que elegir un gobierno democrático y después elevar el nivel del pueblo
al sistema adoptado. ¿Cómo? Mediante la educación”. Esta idea de
Alberdi, es la base del porqué el Estado decide olvidarlo. El populismo
necesita gente pobre y peor educada. Así se asegura el voto cautivo.
“La civilización política de un país está representada por la seguridad
de que disfrutan sus habitantes y la barbarie consiste en la
inseguridad, o lo que es igual, en la ausencia de la libertad de ser
desagradable al que gobierna, sin riesgo de perder por eso su vida, su
honor o sus bienes como culpable de traición al país”.
Esto explica por qué el gobierno desconoce a Alberdi, intenta borrarlo
de la historia, pretende que se lo ignore. Pero Juan Bautista Alberdi,
diplomático, abogado, pensador genial, sigue estando. Seguirá estando
mientras un argentino esté dispuesto a creer en la libertad, la ley y la
educación.
*Leer “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina.”