jueves, 28 de agosto de 2014

Un manual del terror en el origen de la brutalidad del ISIL


Un manual del terror en el origen de la brutalidad del ISIL
Todos hemos oído hablar de la brutalidad de los militantes del ISIL, de las crucifixiones, de las decapitaciones y de los asesinatos en masa. Los iraquíes están aterrorizados y huyen a refugiarse en las montañas: los asesinos están llegando.
Niños siendo preparados para seguir el ejemplo de sus mayores
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Todos los medios de comunicación, especialmente Internet, están llenos de videos y de fotografías espantosas. Una de ellas, presenta a un niño de siete años sosteniendo la cabeza decapitada de una víctima, estimulado por su padre y sus hermanos
Esto muestra que el ISIL rompió con todos los criterios por los cuales juzgábamos conocer a los terroristas.
La glorificación de la violencia extrema es uno de los aspectos que definen al ISIL. Esto no es una consecuencia de falta de disciplina. Es algo organizado, táctico, demoníaco. Existe una razón estratégica atrás de las ejecuciones y de su amplia difusión en las redes sociales, escribió Aarón Zelin, del Washington Institute.
Según Lawrence Wright, de la revista “The New Yorker”, las semillas de esta brutalidad fueron plantadas hace mucho tiempo, en un libro de 2006, llamado “The Management of Savagery”. Escrito por un islamita radical, llamado Abu Bakr Naji, ofrece en detalle ejemplos de la salvajería abominable observada en los actos del ISIL y en los movimientos que lo antecedieron.
De acuerdo a la traducción inglesa, el autor invita a una administración de la salvajería y a una campaña implacable para polarizar la sociedad, atraer seguidores y establecer un califato sunita. Es necesario que esa batalla sea muy violenta, con la posibilidad de una muerte siempre inminente. Así, los dos grupos entienden que trabar esa batalla llevará frecuentemente a la muerte, afirma el libro.
Algunos observadores, entre los cuales el británico Alastair Crooke, afirman que el libro expuso la verdadera ideología que el ISIL viene poniendo en práctica. De hecho, una las primeras medidas que el libro sugiere es el pillaje de recursos, que el ISIL ha realizado con el mismo fervor con que practica sus actos violentos. Según Crooke, el libro estimula que se masacre al enemigo, que se lo aterrorice. La administración de la salvajería es definida muy sucintamente como administración del caos salvaje, dice la publicación. Para ellos la salvajería es mejor que la estabilidad bajo el orden del “infiel”.
No debe haber misericordia, dice el libro: los enemigos no tendrán piedad de nosotros si nos capturan. Por lo tanto, es necesario hacer que ellos lo piensen mil veces antes de atacarnos. (Quizá esto explique, la parálisis indiferente en que se encuentra Occidente frente a esta salvajería).
Estas son las imágenes que ISIL difunde para producir el terror y paralizar a los opositores
 
Los asesinatos no tienen sólo por finalidad aterrorizar a la población, dice el libro. La violencia despertará las tensiones sectarias, hará que las sectas escojan un lado y arrastren a las masas a la batalla. No sabemos si esto ha ocurrido en gran escala, pero un reciente artículo de Greg Miller en el diario “The Washington Post” sugiere que la reputación de crueldad del ISIL provocó muchas deserciones entre miembros sunitas de las fuerzas de seguridad iraquíes.
En resumen, las decapitaciones y la violencia perpetradas por el ISIL no se deben a un fanatismo extravagante, delirante, sino a una estrategia estudiada y deliberada, escribió Brooke. La violencia aparentemente aleatoria tiene un objetivo preciso: crear el terror; poner fin a la resistencia psicológica de una persona, con base en los noticiarios de prensa y de Internet. Y es eso exactamente lo que ISIL viene haciendo.
Aquí cabe una observación: quizá debido al terror que ISIL ha provocado, no he visto que nadie se pregunte cuáles son las fuerzas reales de que dispone, es decir, el número de combatientes, los armamentos que posee; etc. Una pequeña noticia hace referencia a un número estimado de 16000 combatientes en Irak y entre 6000 y 8000 en Siria. Si esto es verdad, ¿cómo se comprende que tengan en jaque a ejércitos enteros?

Fuente: Terrence McCoy, The Washington Post