La huelga mostró el fuerte crecimiento de la izquierda revolucionaria
Moyano deja atrás el viejo macartismo sindical.
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Desde el nacimiento del peronismo a mitad de la década del ‘40, en
sus filas se acuñó la consigna “ni yanquis ni marxistas, peronistas”, en
referencia al Partido Comunista Argentino, liderado durante décadas por
Victorio Codovila, ligado al estalinismo soviético. Esta línea continuó
durante los diez años del gobierno del general Perón, por ejemplo, en
junio del ’55, el dirigente del PC Juan Ingalinella fue asesinado por la
policía del gobierno peronista y el hecho movilizó a radicales y
socialistas, que nunca fueron macartistas. Así fue que los comunistas
acompañaron la Revolución Libertadora, aunque años después se
arrepintieron, porque los militares que llegaron al poder en el Ejército
en la época de Arturo Frondizi eran profundamente anticomunistas y
persiguieron a la militancia de izquierda con el Plan Conintes, que unió
a peronistas, radicales y comunistas contra la represión. Más tarde,
avanzado los ‘60, el PC se acercó al sector más progresista de la UCR,
por ejemplo Carlos Becerra y Conrado Storani, mientras que el peronismo,
y especialmente el sindicalismo, seguía con el “ni yanquis ni
marxistas, peronistas”. Lo mismo ocurrió con el golpe del general Juan
Carlos Onganía, apoyado por los dirigentes sindicales, y con la “noche
de los bastones largos”, que unió a los comunistas con los radicales y
socialistas para defender la autonomía universitaria conculcada por la
dictadura militar.
La apertura de Moyano
En la siguiente etapa, los ‘70, cuando Montoneros entró en los
gremios con la JTP, el entrismo que practicaba la izquierda hizo que
convivieran los Montoneros, el ERP y los comunistas, lo que continuó
hasta después del proceso militar. Pero anteayer, cuando Moyano,
Barrionuevo, Venegas y Michelli anunciaron el paro general, dejaron un
espacio para el orador que representaba al Partido Obrero, demostrando
la amplitud de Moyano, que enterró así el “ni yanquis ni marxistas…” En
cambio, el fin de semana, la dirigencia del viejo Partido Comunista se
reunió en Córdoba para festejar los 35 años de las brigadas del café que
mandó a Nicaragua para apoyar la lucha del Frente Sandinista de
Liberación. Allí anunciaron que no apoyarán a Daniel Scioli como
candidato del Frente para la Victoria, por considerar que no los
representa, aunque se mantuvieron en convocatoria del nucleamiento
kirchnerista que alberga a Luis D’Elía (MILES), el socialismo de Jorge
Rivas y demás grupos cristinistas que organizaron el acto en el Luna
Park hace 15 días con participación de La Cámpora. El Partido Comunista
Argentino sigue liderado por Patricio Etchegaray y el magnate
cristinista Hugo Sigman, productor del filme Relatos salvajes,
que tiene directa relación con Fidel y Raúl Castro, los principales
aliados del régimen chavista de Nicolás Maduro y que por supuesto no
apoyaron la huelga general de ayer. Esta deserción de los comunistas de
las luchas populares es la causa del crecimiento del Partido Obrero en
las fábricas, universidades y colegios secundarios y en general de toda
la izquierda revolucionaria con ideología trotskista, que viene a ser el
partido de los indignados argentinos. Este sector ayer realizó
numerosos piquetes en los accesos a la capital y en la Panamericana,
haciéndole un favor al éxito de la huelga que mostró que los colectivos
circulaban totalmente vacíos. El reconocimiento de Moyano a la izquierda
revolucionaria es también una tocada de traste a la CGT Balcarce, cuyas
bases están soliviantadas por la izquierda revolucionaria.