Atrofia dialéctica (y 3)
Hemos visto que la Dialéctica es la parte de la lógica que
regula el pensamiento que se mantiene como en movimiento en dirección a la
verdad o que arriba a ésta sin certeza. Dicho en forma más breve, con una expresión
de Aristóteles, es la lógica de lo probable, también llamada lógica
tópica, lógica de lo razonable o lógica de lo opinable. Es un tratado
especial dentro de la lógica que juzga en general la validez y corrección de
las operaciones de la razón. La diferencia que específica a la Dialéctica es que se aplica en todo
el ámbito de las proposiciones probables, las tesis opinables, es decir,
meramente plausibles pero que no alcanzan una verdad cierta y definitiva; es decir que la Dialéctica se estructura en base a silogismos probables, que son diferentes
de los silogismos necesarios.
Para una explicación
más didáctica de esta cuestión, conviene poner algunos ejemplos simples y comentarlos brevemente:
- Silogismo necesario. Silogismo por definición, o deducción necesaria. Se lo
denomina también demostrativo, apodíctico o científico. Ejemplo:
Todo animal es sustancia
Todo hombre es animal
Luego, todo hombre es sustancia.
Las premisas son universales, necesarias y ciertas; por
tanto la conclusión también lo es. Las verdaderas demostraciones, fruto de
silogismos necesarios, son menos numerosas de lo que
vulgarmente se cree. El asentimiento a las premisas es causa y razón suficiente del asentimiento a
la conclusión; de manera que si las premisas son ciertas, la conclusión será igualmente cierta.
- Silogismo dialéctico o probable*. Según Aristóteles es el silogismo fundado sobre premisas
probables. Ejemplo:
El cielo nublado indica probable
lluvia.
Hoy está el cielo nublado.
Luego, hoy es probable que llueva.
El silogismo dialéctico tiene
una o dos premisas probables, lo cual hace que de ellas se infiera una
conclusión probable. Ya el mero hecho de tener una premisa probable determina una conclusión probable, porque la
conclusión, según los principios argumentativos, sigue la parte peor o más
débil, que en este caso es la probabilidad en comparación con la certeza. Esta
argumentación no engendra ciencia, en sentido aristotélico, sino opinión. Por
tanto, no se trata de una demostración sobre cosas que son necesariamente, y no
pueden ser de otra forma, sino que se trata de lo posible y contingente,
aquello que puede o no puede ser, puesto que se delibera sobre opiniones probables.
Hemos dedicado una entrada sobre lo probable en Teología, por lo cual
es suficiente ahora dar el enlace. También nos hemos
ocupado del sedevacantismo,
tal vez con
demasiada extensión. Sin embargo, nos parece importante
insistir hoy en la gran deficiencia lógica que tiene el sedevacantismo
especulativo en algunas de sus formulaciones usuales. En efecto, la
premisa mayor de la que parte el sedevacantismo –posibilidad
de un papa herético; nulidad iure
divino de la elección pontificia por herejía antecedente- es siempre una proposición teológicamente probable,
no cierta, como se puede constatar en todas nuestras entradas dedicadas al tema, con profusas citas de autores probados. Y de lo probable, sólo puede seguirse una conclusión probable. Esta conclusión
produce opinión, u asenso opinativo,
jamás certeza. Se han de rechazar, por tanto, todos los pretendidos
"anatemas", a veces acompañados de calumnias, con los cuales desde
algunas modalidades del sedevacantismo se ataca a quienes no aceptan una
doctrina que enloquece opiniones teológicas discutibles,
desnaturalizando su índole epistémica.
El sedevacantismo especulativo al que
aludimos ofrece un ejemplo luminoso de atrofia
dialéctica. Porque
prescinde de la lógica aristotélica; busca a cualquier costo hacer
cierta -a veces dogmática-, una conclusión que sólo puede ser probable,
por la naturaleza de sus premisas. Esta atrofia dialéctica ciega para
reconocer en este punto una materia opinable en Teología.
Sobre el sedevacantismo en su
dimensión práctica, ya nos hemos ocupado aquí
y aquí,
por lo que no vale la pena dedicarle
más palabras en esta entrada. Además, cabe recordar que, en el plano
moral objetivo, valen las reglas tradicionales para resolver casos de
conciencia dudosa, dejando el juicio último de las conciencias en manos
de Dios.
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* «Dupliciter definitur syllogismus
probabilis: 1° Argumentatio quae ex
utraque vel alierutra praemissa probabili conclusionem infert.
Quando utraque praemissa est probabilis tantum, conclusio nonnisi probabilis
esse potest, ut liquet. Si autem una est probabilis, altera certa,
conclusio peiorem sequitur partem. Cum enim una praemissa sit mere
probabilis, comparatio cum medio non fit certo et necessario, sed
contingenter et fallibiliter. Ergo etiam in conclusione est contingenter
et fallibiliter atfirmanda.
2° Definitur: Argumentatio quae opinionem tantum generare valet. Quae
definitio est descriptiva; sicut enim demonstratio ex effectu definitur: Syllogismus faciens scire, ita
syllogismus probabilis dicitur: Syllogismus
faciens opinari.» (cfr. Hugon, OP. LOGICA MAIOR, SEU CRITICA, TRACT. III.
Q. 1., p. 402)