miércoles, 22 de julio de 2015

¿Qué carambas está haciendo el papa Francisco? Autor: Louie Verrechio


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Título: ¿Qué carambas está haciendo el papa Francisco?
Autor: Louie Verrechio
Traducción: Alejandro Villarreal -julio de 2015-
De la risible noción de rehacer el oficio petrino basado en la propia imagen personal y que esto sea una muestra de “humildad”, hasta la exhibicionista conferencia de prensa donde presentó las 40 mil palabras del manifiesto eco-marxista Laudatto Si ante el mundo como una contribución a la doctrina social de la Iglesia, el actual pontificado sigue mostrando una gran deficiencia de un genuino carácter católico y su mensaje oficial con frecuencia ofrece el inequívoco hedor de ser una obra deliberada para el engaño. Las expresiones absurdas comenzaron a salir desde Roma en las primeras horas de la noche del 13 de marzo de 2013, ya desde entonces detectables aunque no eran muchas al principio, han estado multiplicándose y volviéndose más escandalosas desde entonces. Hoy, las campanas de alarma siguen sonando por el pontificado de Francisco y son tan ensordecedoras que incluso algunos de entre la somnolienta clase de los católicos neoconservadores no pueden hacer otra cosa que incomodarse.

Visto a través de los ojos de la fe (aún en práctica por algunos pocos en nuestros días), todo este acertijo no es más que una barata imitación. Una producción inconvincente de bajo presupuesto repleta de malos actores de reparto (como Walter Kasper y Oscar Rodríguez Maradiaga), indumentaria de mala calidad (como las vestimentas papales que mostraban franjas deportivas, más acordes a los calzoncillos de un boxeador), y con accesorios construidos precipitadamente fijados con cordones de zapatos y goma de mascar (como el desaliñado “altar” y atril utilizados por el papa en Lampedusa).

Desde su inicio, el pontificado de Francisco ha sido, al parecer, nada más que una serie de ofensas a nuestra Fe católica; tanto que incluso en las raras ocasiones que el papa Francisco se ha escuchado acorde y consistente con su sagrada obligación de enseñar la Fe con claridad, aunque sólo lo haya hecho de una manera superficial, esto ha sido tema de titulares católicos. Vaya tiempos, ¡que el papa enseñe ortodoxamente es tema de noticia!

Las locuras de Francisco son quizás mejor descritas como una tragicomedia donde la estrella, vestido de blanco, titila ante el mundo con inseguros gestos y discursos condenables que son presentados dentro de una envoltura católica a través de los medios masivos de comunicación, comenzando por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, para ser adorado por sus seguidores, algunos de los cuales no tienen la menor idea de que su búsqueda de la fe verdadera no ha comenzado aún.

Con la promulgación de Laudato Si, los fieles católicos de todo el mundo fuimos obligados a mirar al cielo y preguntar: Señor mío y Dios mío, ¿cuánto más puede empeorar esta situación?

Bueno, la semana pasada nos dimos una idea de esto. El papa Francisco, en su llamado “Viaje Apostólico” (falsamente promocionado así y que debió llamarse “Juerga Bergogliana”) a Latinoamérica, pareció haberle ofrecido inmejorables oportunidades para mostrarse a sí mismo, deslindándose del Oficio de Pedro, lo cual no es poco para el hombre que será recordado por haber publicado la primer “selfie” papal.

Si nada más de su viaje a Sudamérica parece congruente con la verdad objetiva, debemos admitir que la improvisación de Francisco de un Burger King boliviano como sacristía es repugnante por su indiferencia hacia la dignidad del oficio papal, la cual en su persona ha tomado una característica imagen de giro libre que ha sido ampliamente difundida por los medios de comunicación, y cuyo lema bien podría ser “hazlo a tu manera”.

Entre las varias afrentas contra Jesucristo y su Iglesia cortesía del papa Francisco, la semana pasada, se destacan dos en particular y merecen mención: su patética oración de perdón y la presentación de un icono sacrílego ante la Santísima Virgen.

El jueves, hablando ante una congregación en Santa Cruz, el papa Francisco dijo:

Humildemente pido perdón, no sólo por las ofensas de la Iglesia sino por los crímenes en contra de los pueblos nativos durante la llamada conquista de América.

Al siguiente día Francisco colocó el “regalo” que le fue dado por el presidente boliviano Evo Morales ante la imagen de Nuestra Señora de Copacabana, santa patrona de Bolivia. Este regalo consistió en la degeneración de un crucifijo, pues en realidad es el símbolo del comunismo, la hoz y el martillo, habiendo sido utilizado este último como cruz. Las palabras de Francisco fueron las siguientes:

Recibe como regalo desde el corazón de Bolivia y mi amor filial, en los símbolos de afecto y proximidad que, en el nombre del pueblo boliviano, el Sr. Presidente Evo Morales me ha conferido con cordial y generoso afecto, en la ocasión de este Viaje Apostólico, los cuales confío a tu solícita intercesión.

Nota de B&T: es inaudito el atrevimiento de mezclar la señal de nuestra redención con el sangiento símbolo comunista de la hoz y el martillo, que representa el ateísmo, el materialismo y el verdadero holocausto (la muerte de los pueblos cristianos a manos de la revolución marxista), movimiento que encabezó Rusia, llamándose la Unión Soviética y de la cual la Sma. Virgen de Fátima diría que esparciría muchos errores a menos que el papa la consagrase a su Corazón Inmaculado, lo cual no se realizado. ¿Es esto un regalo digno de la Sma. Virgen o es una mofa y desprecio a su voluntad? Todo lo cual es sancionado por Francisco, “el humilde”. Este acto tendría mucha tela de donde cortar.

Esto es suficiente para preguntarse si el papa Francisco intencionalmente pretende mofarse de los fieles católicos. Sin embargo, de alguna manera tan sólo quiere continuar lo que Juan Pablo II “el gran humanista” dejó pendiente.


Después de más de dos amargos años bajo el papa Francisco, es cada vez más obvio que tiene mucho en común con Juan Pablo II. De hecho, diría que los engaños del primero en Bolivia ofrecen una sólida evidencia de que Francisco tan sólo está repitiendo las fallas del papa Juan Pablo II, y cada vez está más cerca a su lógica conclusión, la apostasía general.

Mientras que el papa polaco se permitió venerar personalmente el blasfemo Corán, como si tuviese algo de sagrado, su sucesor argentino fue más allá al ofrecer públicamente una imagen blasfema de Jesucristo a Su propia Madre, como “símbolo de afecto”.

En el primer ejemplo, Wojtyla, como sus defensores argumentan impasiblemente, simplemente estaba mostrando un respeto a nivel estrictamente humano, aunque torpemente, para aquellos que vieron en el Corán algo sagrado, es decir, no lo estaba considerando como tal. ¿Alguien creerá esta evidente contradicción?

Francisco, por su parte y en contraste, ha subido el siguiente escalón lógico presentando algo blasfemo como si fuese en realidad católico, es decir, como si fuese objetivamente sagrado.

Alguien podría argumentar justamente que Juan Pablo II fue muy diferente a Francisco en su reacción negativa hacia la Teología de la Liberación, como se recuerda en la imagen icónica del Santo Padre moviendo su dedo ante Ernesto Cardenal en las calles de Nicaragua. El fundamento social de ambos papas es el mismo, es decir, en la suplantación del Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo por la llamada “primacía de la persona humana”.

Siendo este el caso no existe otro lugar donde desemboque la doctrina de Juan Pablo II sino hacia donde Francisco la está llevando, desde los compromisos abiertamente terrenales hasta la “opción preferente por los pobres” y su visión exagerada de la dignidad humana, al deseo de éste último por “una Iglesia pobre y para los pobres” y su rimbombante declaración de que “el hombre es el rey del Universo”.

Esta tendencia donde Francisco retoma el humanismo de Wojtyla, y en última instancia el conciliar, hacia su lógica conclusión, es también evidente cuando se considera que mientras Juan Pablo II se contentó con disculparse por las supuestas faltas de los católicos a través de los siglos, su actual sucesor ahora, descaradamente, ¡pide perdón por “las ofensas de la Iglesia”!

Así, regresamos a la cuestión propuesta en el título: ¿Qué carambas está haciendo el papa Francisco?

Bien, no me gustaría decir que se los advertí, pero esta sucediendo lo que yo esperaba que sucediera. Perdónenme por llamar una vez más su atención hacia mi texto de octubre de 2013 sobre este pontificado:

La desafortunada verdad, una realidad muy desagradable para que muchos la admitan, es que el papa actual es el generalísimo largamente esperado por la revolución humanista que fue desatada formalmente en 1958.
La infantería de la revolución, los modernistas quienes siglos antes operaron clandestinamente, fueron liberados para moverse a la luz del día en el momento que Angelo Roncalli asumió el trono de San Pedro.
Después de décadas de planeación, los rebeldes fueron los mejor preparados, en términos de ejecución y estrategia, en el campo de batalla del Concilio Vaticano II, burlando con maestría las Miles Rex (los soldados fieles de Cristo Rey), sellando en el texto conciliar los términos de su victoria incruenta.
Conforme pasan los días el papa Francisco está mostrando, a aquellos que tienen ojos para ver, todo de forma más clara, que, Dios no lo permita, la alguna vez naciente Iglesia postconciliar del hombre, inevitablemente ha crecido demasiado.
Una Iglesia sin Jesucristo con edificios difícilmente distinguibles como católicos a pesar de los mejores esfuerzos de sus propagandistas, en resumen, una Nave sin timón atravesando el mar de la mundanidad que bien merecería el castigo divino.