Leído para Ud.: Una horma para el zapato darwinista (3-4)
Sitios de unión: más allá del límite
La vida es mucho más que un par de
mutaciones en éste o aquel gen (el cual tiene que pre-existir para que
tales mutaciones ocurran en él). Behe nota que la vida depende de muchos
complejos proteínicos en los cuales múltiples proteínas se asocian
entre sí de manera muy específica en los llamados sitios de unión[1].Por
ejemplo la hemoglobina necesita cuatro proteínas para ensamblarse
correctamente; si este proceso de unión falla el resultado de tal error
genético es la ya mencionada anemia talasemia.
Es por eso que existen
proteínas chaperonas (vgr. la que ayuda en la formación de la
hemoglobina se llama AHSP=proteína estabilizante alfa hemoglobina). Si
la proteína chaperona no hace sus deberes habrá daño en los glóbulos
rojos. Otras proteínas necesitan seis o más ensamblajes en sitios de
unión específicos. Behe demuestra con lujo de detalles que:
“Generar un nuevo sitio
de unión entre proteínas presenta una dificultad del mismo orden o peor
que el desarrollo de la resistencia a la cloroquina en el parásito de
la malaria (i.e. una chance en cien trillones =1/1020).
…la gran mayoría de las proteínas en la célula funcionan con complejos
con seis o más sitios de unión. Totalmente más allá del límite [de la
evolución]”[2].
No resulta una sorpresa entonces que no
haya en la práctica ninguna nueva interacción entre proteínas surgida
durante la guerra entre el parásito de la malaria y los seres humanos,
ni en aquel ni en estos. Una célula típica tiene unos 10 mil sitios de
unión de proteínas. De todos los sitos de unión entre proteínas
estudiados solo uno ha surgido debido a mutaciones aleatorias: la
condición que resulta en anemia falciforme[3]. Además de ser no-específica, destruye la estructura normal de la hemoglobina causando enfermedad, no ventaja evolucionaria.
Resumiendo, complejos proteínicos
con más de dos sitios de unión diferentes –que requieren tres o más
tipos de proteínas diferentes– están más allá del límite evolucionista
darwiniano. Más allá de lo que es razonablemente biológico de alcanzar desde que la vida apareció en la tierra[4].
VIH-SIDA: plus ça change, plus c’est la même chose
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) es de particular interés porque muta a velocidades evolucionarias records, 10 mil veces más rápido que el parásito de la malaria plasmodium. Se estima que el VIH ha producido cien trillones (1020)
de copias en las últimas décadas. A pesar de esta notoria fecundidad
sus bases genéticas han cambiado muy poco. “Todas y cada una de las
posibles mutaciones singulares ocurre entre 10 mil y 100 mil veces por
día en una persona infectada con VIH.” Y sin embargo esto no ha generado
ningún “nuevo sistema o maquinaria básica”[5].
“Ninguna duplicación de genes ha sucedido que conlleve a una nueva
función. Ninguno de los elaborados trucos que rutinariamente son
mencionados en las especulaciones darwinistas le ha ayudado mucho al
VIH”[6].
Figura 5: Imagen de microscopio electrónico con virus VIH (coloreados en verde) atacando una célula linfática. Fuente Wikimedia.
Los cambios bioquímicos provechosos para sobrevivir a las drogas observados tanto en plasmodium como en VIH, han sido triviales; como por ejemplo mutaciones singulares que ligeramente cambian la forma de una enzima.
Los evolucionistas han celebrado con
bombos y platillos los modestos cambios de forma y tamaño en el pico de
los canarios debido al cambio de alimentación. Algo totalmente trivial
en términos evolutivos. Sin embargo hay estudios genéticos sobre miles
de miles de generaciones, billones de billones de organismos, que
muestran que prácticamente nada bioquímicamente importante ha ocurrido.
La cantidad de parásitos plasmodium, de VIH y de E. coli (tres tipos de organismos muy diferentes entre sí en complejidad, ciclo de vida, y tipo de dominio: eukaryota, virus, prokaryota -ver Figura 1) en los últimos 50 años excede considerablemente el número total de mamíferos desde su supuesto
origen evolucionario (varios cientos millones de años atrás), y sin
embargo poco y nada ha sido logrado mediante evolución darwinista. Esto
sugiere que los mamíferos no habrían podido generar casi ningún cambio
en su marco de tiempo:
“Nuestra experiencia
con el VIH da razón a pensar que el darwinismo no es capaz de lograr
mucho –aun con miles de millones de años y todas las células en el mundo
a su disposición”[7].
¿Son los cálculos de
VIH y malaria representativos para todos los organismos? Si lo son. A
nivel bioquímico hay una gran similitud en todos los organismos vivos.
Con algunas pocas excepciones el código genético es el mismo para todas
las millones de especies; las proteínas están hechas de los mismos
aminoácidos, los ácidos nucleicos (ej. ADN) están hechos de los mismos
tipos de nucleótidos. Las fuerzas físicas entre proteínas no varían de
organismo a organismo, ni tampoco la forma de la proteína depende de la
especie[8].
Un par de desengaños más
El descubrimiento que ciertos genes comunes, conocidos como genes Hox,
controlan el desarrollo embrionario (i.e. los planos del cuerpo) de
muchos organismos multicelulares fue recibido con bombos y platillos por
los evolucionistas. Genes muy similares controlan la posición de los
ojos tanto en insectos como en vertebrados, aunque los tipos de ojo son
muy diferentes. El orden de los genes Hox se corresponde con el la
estructura del cuerpo del animal.
Figura 6: Posición de los genes Hox a
lo largo del cromosoma y la correspondiente zona del cuerpo de la mosca
de la fruta en donde se expresan. Fuente Wikimedia.
Los evolucionistas pensaron que con algún
que otro toqueteo (mutaciones) los genes Hox podrían generar nuevos
planes maestros de cuerpos y más aún explicar el origen de las
principales categorías de vida. La excitación inicial dio lugar a
estipulaciones más modestas. Las mutaciones en estos genes no generan
nada fundamentalmente nuevo. Solo reacomodan lo que ya existe –por
ejemplo poniendo los ojos o antenas de una mosca donde normalmente no
estarían. Esto ha resultado en un callejón sin salida en términos
evolutivos.
Los genes maestros de regulación son
simplemente interruptores, que prenden y apagan la maquinaria pesada
molecular realmente encargada de construir los órganos[9]. No explican en absoluto cómo algo fue construido.
Las hipótesis de “auto-organización”
también son presa fácil para el ojo avizor de Behe. No hay ninguna
evidencia que las cosas se instauren por sí mismas por defecto. No hay
evidencia alguna de una capacidad innata en los organismos vivos para
crear complejidades nuevas. No hay evidencia tampoco de que la célula
tenga habilidad de crear nuevas funciones mediante una suerte de
auto-ingeniería genética[10].
Sistemas de control, filos y clases: más allá del límite
Behe también apunta que el descubrimiento
de sistemas de control –como los descriptos antes involucrados en la
construcción y reparación del cilio, hace las cosas más difíciles aun
para el darwinismo. Ahora la evolución tiene que explicar no sólo el
origen de los genes que codifican las proteínas sino también su sistema
de control:
“Los sistemas de
control adosan una capa extra de complejidad por encima de la
complejidad misma de las estructuras moleculares existentes –que en
nuestra inocencia no habíamos imaginado que serían requeridos. La
necesidad de sistemas de control no hace la tarea darwinista más fácil;
la hace mucho más difícil” [11].
El problema de la evolución de los sistemas de control cobra mayor vuelo con el descubrimiento de las llamadas redes de regulación génicas
(RRG) que definen la secuencia de pasos necesarios para construir los
componentes del cuerpo de un animal. Las RRG son mapas lógicos que se
asemejan a los usados en el diseño de circuitos electrónicos de
computadoras[12]
involucrando docenas de proteínas. La falla de una implica la falla del
todo –ergo irreduciblemente complejos. Cada módulo de estas RRG se
denomina kernel. Ahora un dato importante: cada filo
(ver Figura 1) difiere en sus mapas corporales, de modo que deben tener
diferentes kernels, que no pueden haber evolucionado. Ergo, sostiene
Behe, el origen de cada filo en la categoría taxonómica está más allá de la frontera de la evolución[13].
Figura 7: Esquema de una red de
regulación génica. La red evoca fuertemente un complejo sistema
electrónico o circuito eléctrico. Fuente Davdison Lab.
Ciertos tipos de células como las
llamadas células B de nuestro sistema inmunológico están controladas por
redes de regulación génicas (RRG). Debido a que diferentes clases (ver
Figura 1) de vertebrados difieren en el número de diversos tipos de
células que producen (e.g. los anfibios alrededor de 150, los pájaros
200, los mamíferos 250) esto es una fuerte indicación que el origen de cada clase en la categoría taxonómica está más allá de la frontera de la evolución. A esta altura Behe comienza a delinear uno de sus principales conclusiones:
“Concluimos que el
diseño animal probablemente se extiende al menos hasta las clases de
vertebrados, quizás más profundo aun; y que las mutaciones al azar
posiblemente explica diferencias a menos hasta las especies, quizás un
poco más allá. En algún lugar entre las especies y las clases
vertebradas yace la frontera de la evolución darwiniana”[14].
Es decir que la evolución darwinista no puede explicar la categoría taxonómica de clase y todas aquellas por encima de ésta.
Lo que significa que las principales clases de vertebrados –mamíferos,
reptiles, peces, anfibios, aves– no pueden haber evolucionado al azar
(ver Figura 1).
¿Se extiende el diseño a niveles de vida
más profundos aun, en las categorías de órdenes y familias,
diferenciando creaturas como jirafas, ballenas y murciélagos? Behe
piensa que sí, pero es en éste punto que el actual conocimiento
molecular confiable se acaba y prefiere no emitir juicio hasta que
aparezca más información sólida[15].
Ajuste fino
En el extremo superior de la Figura 1 tenemos las más altas leyes
del universo. La ciencia ha revelado un sorprendente grado de ajuste de
estas leyes con el fin de favorecer la vida en la tierra. Lo que le da
al dicho del Martin Fierro “hacéte amigo del juez” una perspectiva más alta. Varios físicos han observado este notorio ajuste[16].
Las propiedades de las
partículas físicas y elementos químicos también están ajustadas para
facilitar la vida en la tierra. El agua sigue siendo un caso ejemplar:
cuando todos los líquidos se contraen al congelarse, el agua se expande,
un dato para nada trivial que dejamos al lector explorar[17].
Ciertos detalles también
están ajustados para favorecer la vida en la tierra. Un planeta tiene
que estar en la región adecuada del sistema solar para evitar cocinarse o
congelarse; y en la región adecuada de la galaxia para evitar ser
calcinado por altas dosis de rayos X o quedar desprotegido por falta de
un campo magnético[18].
Este ajuste fino que promueve la vida en
la tierra abarca desde las más básicas leyes físicas hasta el mismo
tejido de la vida, pasando por el origen mismo de la vida[19].
[1]
En bioquímica, un sitio de unión es una región de una proteína, ADN o
ARN en la que otra molécula o ion específicos forma un enlace químico.