EL LIBERALISMO ES UNA HEREJÍA
22
jul
NUNCA LO OLVIDEMOS
Jamás lo olvidemos; el Liberalismo es
esencialmente una herejía, y no sólo una incoherencia o una
incongruencia. ¿Quién lo dice? Lo dicen como veremos: el Padre Sardá y
Salvany, el Padre Ramière, Mons. Ezequiel Moreno (Gran Obispo de Pasto,
Colombia, 1895-1906), Monseñor Lefebvre, el P. Castellani y el P.
Meinvielle, entre otros.
Aquí tenemos los textos:
El Padre Félix Sardá y Salvany:
“¿Qué es el
Liberalismo? En el orden de las ideas es un conjunto de ideas falsas; en
el orden de los hechos es un conjunto de hechos criminales,
consecuencia práctica de aquellas ideas. En el orden de las ideas el
Liberalismo es un conjunto de lo que se llaman principios liberales, con
las consecuencias lógicas que de ellos se derivan. Principios liberales
son: la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de
Dios y de su autoridad; soberanía de la sociedad con absoluta
independencia de lo que nazca de ella misma, soberanía nacional, es
decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta
independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad,
expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria
después; libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, en
moral o en Religión; libertad de imprenta, así mismo absoluta o
insuficientemente limitada; libertad de asociación con iguales anchuras.
Estos son los llamados principios liberales en su más crudo
radicalismo”. (El Liberalismo es Pecado, ed. Ramón Casals, Barcelona, 1960, p.3).
“El Liberalismo es
pecado, ya se le considere en el orden de las doctrinas, ya en el orden
de los hechos. En el orden de las doctrinas es pecado grave contra la
fe, porque el conjunto de las doctrinas suyas es herejía, aunque no lo
sea tal vez en alguna que otra de sus afirmaciones o negaciones
aisladas. En el orden de los hechos es pecado contra los diversos
Mandamientos de la Ley de Dios y de su Iglesia, porque de todos es
infracción. Más claro. En el orden de las doctrinas el Liberalismo es la
herejía universal y radical, porque las comprende toda; el en orden de
los hechos es la infracción radical y universal, porque todas las
autoriza y sanciona”. (Ibídem p. 4-5).
“En el orden de las
doctrinas el Liberalismo es herejía. Herejía es toda doctrina que niega
con negación formal y pertinaz un dogma de la fe cristiana. El
Liberalismo doctrina los niega primero todos en general y después cada
uno en particular. Los niega todos en general, cuando afirma o supone la
independencia absoluta de la razón individual en el individuo y de la
razón social o criterio público en la sociedad. Decimos afirma o supone,
porque a veces en las consecuencias secundarias no se afirma el
principio liberal, pero se le da por supuesto y admitido. Niega la
jurisdicción absoluta de Cristo Dios sobre los individuos y las
sociedades, y en consecuencia la jurisdicción delegada que sobre todos y
cada uno de los fieles, de cualquier condición y dignidad que sean,
recibió de Dios la Cabeza visible de la Iglesia. Niega la necesidad de
la divina revelación, y la obligación que tiene el hombre de admitirla,
si quiere alcanzar su último fin. Niega el motivo formal de la fe, esto
es, la autoridad de Dios que revela, admitiendo de la doctrina revelada
sólo aquellas verdades que alcanza su corto entendimiento. Niega el
magisterio infalible dela Iglesia y del Papa, y en consecuencia todas
las doctrinas por ellos definidas y enseñadas. Y después de esta
negación general y en globo, niega cada uno de los dogmas, parcialmente o
en concreto, a medida que, según las circunstancias, los encuentre
opuestos a su criterio racionalista”. (Ibídem, p.5).
“Por donde cabe
decir que el Liberalismo, en el orden de las ideas, es el error
absoluto, y en el orden de los hechos, es el absoluto desorden. Y por
ambos conceptos es pecado, ex genere suo, gravísimo; es pecado mortal”. (Ibídem, p.6).
“De todas las
consecuencias y antinomias que se encuentran en las gradaciones medias
del Liberalismo, la más repugnante de todas y la más odiosa es la que
pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el Catolicismo,
para formar lo que se conoce en la historia de los modernos desvaríos
con el nombre de Liberalismo católico o Catolicismo liberal. (…) Nació
este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz
entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son
inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la independencia
absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de
la sujeción absoluta de la razón individual y social a la ley de Dios”. (Ibídem, p.11).
“Si bien se
considera, la íntima esencia del Liberalismo llamado católico, por otro
nombre, llamado comúnmente Catolicismo liberal, consiste probablemente,
tan solo en un falso concepto del acto de fe”. (Ibídem, p.12).
“Por lo demás se
llaman católicos, porque creen firmemente que el Catolicismo es la única
verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se llaman católicos
liberales, o católicos libres, porque juzgan que esta creencia suya no
les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro motivo superior que el
de su libre apreciación”. (Ibídem, p.13).
“Síguese de ahí que
juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer, y juzgan asimismo
libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio o
enfermedad, o ceguera voluntaria del entendimiento, y más aún del
corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan
dueño en eso de creer, como en la de no admitir creencia alguna. Por lo
cual es muy ajustado a este principio el horror a toda presión moral o
física que venga por fuera a castigar o a prevenir la herejía, y de ahí
su horror a las legislaciones civiles francamente católicas. De ahí el
respeto sumo con que entienden deben ser tratadas siempre las
convicciones ajenas, aún las más opuestas a la verdad revelada; pues
para ellas son tan sagradas cuando son erróneas, como cuando son
verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio de libertad
intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama tolerancia, y
se dicta para la polémica católica, contra los herejes, un nuevo código
de leyes que nunca conocieron en la antigüedad los grandes polemistas
del Catolicismo”. (Ibídem, p. 13-14).
“Por eso, es
Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del
Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo es
mero Naturalismo, es racionalismo puro; es paganismo con lenguaje y
forma católica, si se nos permite la expresión”. (Ibídem, p. 15).
“Hasta la piedad
llega la maléfica acción de este principio naturalista, y la convierte
en verdadero pietismo, es decir, en la falsificación de la piedad
verdadera, Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las
prácticas devotas, más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del
alma y nada más”. (Ibídem, p. 14-15).
“Sí; el Liberalismo
en todos sus grados y aspectos ha sido formalmente condenado. Así que,
además de las razones de malicia intrínseca que le hacen malo y
criminal, tiene para todo fiel católico, la suprema y definitiva
declaración de la Iglesia, que como a tal le ha juzgado y
anatematizado”. (Ibídem, p. 19).
“El Liberalismo es,
como hemos dicho, herejía práctica, tanto como herejía doctrinal, y
aquel principal carácter suyo explica muchísimos de los fenómenos que
ofrece el maldito error en su actual desarrollo en la edad moderna”. (Ibídem, p. 124).
El Padre Enrique Ramière
“La doctrina Liberal es, pues, en realidad la negación de la soberanía social de Jesucristo”. (La Soberanía Social de Jesucristo, ed. Subirana, Barcelona, 1884, p. 19).
“Mas el liberalismo
no es tan sólo contrario a la religión de Jesucristo por su origen y
por sus consecuencias casi inevitables; lo es también por su esencia.
Además de proporcionar a los enemigos de la Iglesia armas para
destruirla, la ataca por sí mismo en sus más fundamentales dogmas.
Basta, en efecto, examinar esta doctrina en su principio, para
comprender que niega los derechos soberanos de Jesucristo, declarando
las sociedades temporales independientes de su imperio. Según este
principio, la sociedad civil es puramente terrena y no tiene en manera
alguna que ocuparse, ni directa ni indirectamente, en los derechos de la
verdad ni de los intereses eternos, su único y supremo fin es la
felicidad temporal de sus miembros, y la razón su única guía”. (Ibídem, p.17-18).
Monseñor Ezequiel Moreno Díaz
“Que el liberalismo
es pecado, no es dudoso, es cierto; que es un error contra la Fe
tampoco es dudoso, sino cierto; que está condenado por la Iglesia,
consta de un modo evidente por el Syllabus y por multitud de documentos
pontificios. Sobre este punto, pues, no cabe ya libertad de pensar, sino
que hay que pensar como piensa y enseña la Iglesia, so pena de faltar a
la Fe, y hacerse reo de pecado y de condenación eterna”. (Un
Capítulo de las Relaciones entre el Estado y la Iglesia en Colombia,
Carlos Valderrama, ed. Caro y Cuervo, Bogotá, 1986, p. 443).
“El liberalismo
está condenado por nuestra Santa Madre la Iglesia en todas sus formas y
grados, y todo el que se precie de buen católico debe también condenarlo
de la misma manera, y rechazar hasta el nombre de liberal” (Ibídem, p. 405).
Y por esto, el benemérito Obispo de Pasto mandó a que se pusiera durante sus exequias, sobre el catafalco, el epitafio “El Liberalismo es pecado”.Monseñor Nicolás Casas y Conde, de la orden de Agustinos Recoletos, Obispo de Adrianápolis y Vicario de Casanare Colombia
“Consiste propia y
verdaderamente en negar a Dios su dominio sobre el hombre, o en no
querer sufrirlo, puesto que en esa mala disposición del ánimo a rechazar
el dominio o soberanía de Dios, sea por negarlo, sea por no querer
sufrirlo, se condensa y se completa el vicio capital del liberalismo, es
decir, su mayor y más principal malicia.”(Enseñanzas de la Iglesia sobre El Liberalismo, Madrid, 1902, p. 27).
“Rebelión, pues, y
rebelión manifiesta del hombre contra el dominio, soberanía o autoridad
de Dios, es pura y simplemente en su esencia, el liberalismo, como nos
lo dice el Papa”. (Ibídem, p. 28).
Monseñor Marcel Lefebvre
“Pese al riesgo de
repetir lo dicho, vuelvo sobre el tema de la realeza social de Nuestro
Señor Jesucristo, ese dogma de fe católica, que nadie puede poner en
duda sin ser hereje, si, ¡perfectamente hereje!” (Le Destronaron, ed. Fundación San Pío X, Buenos Aires, 1987, p. 101).
“Al respecto, el
sostener, como lo hace Vaticano II, una orientación naturalmente recta
de todos los hombres hacia Dios, es un irrealismo total y una pura
herejía naturalista. ¡Dios nos libre de los errores naturalistas y
subjetivistas! Son la marca inequívoca del liberalismo que inspira la
libertad religiosa del Vaticano II, ellos no pueden llegar sino al caos
social y a la Babel de las religiones”. (Ibídem, p.199).
El Padre Julio Meinvielle
“El error
‘naturalista’ que también se llama ‘racionalismo’ o ‘filosofismo’ es la
herejía peculiar y distintiva del mundo moderno. Proclama la suficiencia
de la humana naturaleza para alcanzar su felicidad. En el fondo
constituye la esencia misma de todas las herejías. (…) La independencia o
emancipación de la razón, de ahí la terrible herejía del racionalismo o
naturalismo que engendra luego los errores sociales del laicismo,
liberalismo, socialismo y comunismo”. (De Lamennais a Maritain, ed. Theoria, Buenos Aires, 1967, p. 111 – 112 – 113).
“El célebre
Cardenal Pie, que fue a mediados del siglo XIX el gran luchador de los
Derechos divinos de la Iglesia contra la herejía del naturalismo y del
liberalismo y que había de ser una de las mayores lumbreras del Concilio
Vaticano, siendo Vicario General de Chartres en 1848, expone los
principios justos sobre este punto.” (Ibídem, p. 128 – 129).
El Padre Leonardo Castellani
“El liberalismo es
una peligrosa herejía moderna que proclama la libertad y toma su nombre
de ella. La libertad es un gran bien que, como todos los grandes bienes,
sólo Dios puede dar; y el liberalismo lo busca fuera de Dios; y de ese
modo sólo llega a falsificaciones de la libertad.” (Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?, ed. Dictio, Buenos Aires, 1976, p. 163).
“El comunismo no
es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las tres ranas
expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que no son
otros que los nuestros. Las otras dos ranas -herejías palabreras que
repiten siempre la misma canturria y se han convertido en guías de los
reyes, es decir, en poderes políticos- son el catolicismo liberal y el
modernismo”. (Ibídem p. 204).
“El mundo moderno
se ha olvidado bastante de que CRISTO ES REY, cosa que ha recibido de su
Padre; por lo cual se instituyó poco ha la festividad de Cristo Rey,
contra la herejía del liberalismo”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963, p. 52).
“… y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o naturalismo religioso”. (Ibídem. p. 97).
Entonces queda claro así, que el Liberalismo es una gran herejía y es, además, la gran herejía con dimensión apocalíptica.
Basilio Méramo
Bogotá, 22 de Julio de 2015