Esto se llama “tierra arrasada”
por Jorge Ingaramo •
Los precios internacionales de las commodities
vienen cayendo desde el segundo trimestre de 2012. Habían alcanzado un
pico, gracias a la formidable inversión en infraestructura urbana y
bienes públicos efectuada por los chinos, desde 2009, al “ponerse al
hombro” la recuperación de la economía mundial, luego de que estallara
la burbuja en julio de 2008. Dichos precios eran todavía tolerables, para las políticas cambiaria y
comercial externa argentinas, a inicios de 2013. No obstante, en 2014,
se vio que el estancamiento de la economía mundial, o más bien su bajo
crecimiento, repercutía fuertemente en el volumen del comercio mundial:
China inició su transformación o re-equilibrio mercado-internista en
2013, con lo cual principió el olvido de las famosas “tasas chinas”.
La Economía del Dragón, que había alcanzado el 7,7% de crecimiento en
2013, mejorará un 6,8% en el corriente año. Re-equilibrio mediante, el
volumen del comercio mundial de las economías emergentes disminuyó su
crecimiento, del 5,2 al 3,4%; entre 2013 y 2014, cuando todavía no se
notaban las mejores performances (que hoy lucen pálidas) de las economías avanzadas.
Incluso en mayo de 2014, todavía había tiempo para reaccionar: la
soja y su harina, FOB Buenos Aires, costaban U$S/n 521 y 579,
respectivamente, es decir, valores 43 y 48% superiores a los que
obtendremos, en nuestras exportaciones de Agosto de 2015. Es más, el
petróleo costaba en el mundo, todavía, casi U$S 105 por barril. De
Brasil se podía esperar cualquier cosa, dada la combinación de
disturbios pre-mundial, corrupción y crisis política, elecciones y
visible estancamiento económico. Sólo había que confiar en que no
devaluara demasiado, como lo hicieron la mayor parte de las economías
emergentes, cuando se precipitó el precio del petróleo y en simpatía,
cayeron los valores de las materias primas.
En 2014, no había elecciones en la Argentina y ya era más que
evidente que la política comercial externa y el nocivo cepo, empezaban a
perjudicar a prácticamente todos los sectores productivos, salvo
aquellos que pudieran beneficiarse con la baja del petróleo que, en
nuestro país, se evitó (en los regulados precios internos), para
beneficiar el balance de YPF y maximizar la recaudación de impuestos
internos a los combustibles.
El diagnóstico de marras no puede tener objeciones. Todo lo
mencionado era perfectamente visible y sólo un ingenuo podía esperar,
entre mayo de 2014 y la actualidad, una reversión sustantiva de la
situación mundial.
Por eso, lo único que benefició a nuestro comercio exterior -en el
último año- es la reducción del déficit en la balanza comercial
energética, gracias a la caída del barril. Comparando el primer semestre
de 2015 con igual período del año anterior, dicho desequilibrio se
redujo en 41% (de MU$S 3.520 a 2.089). Pero esta es la única buena
noticia que tenemos para dar.
BALANCE DEL PRIMER SEMESTRE
Las exportaciones cayeron 18%, en dólares (interanual), en tanto que
las impo lo hicieron en un 13%, gracias a lo cual se mantuvo un pálido
superávit comercial externo, que es apenas un 37% del logrado en 2014.
Las cantidades vendidas cayeron un 1% por más que, clima mediante,
tuvimos un cosechón que expandió los volúmenes de primarios (soja y
maíz, sobre todo) y los de manufacturas de origen agropecuario (MOA) en
23 y 2%, respectivamente. Las cantidades de MOI o manufacturas de origen
industrial, bajaron la friolera del 16%. Por su parte, los volúmenes
importados cayeron 3% con hitos tales como caídas del 21 y 18% en
Vehículos automotores y Partes y accesorios para bienes de capital,
respectivamente.
Los términos del intercambio externo empeoraron, ya que las expo
bajaron 17% y las impo lo hicieron apenas un 11%, pese a los menores
valores de los combustibles (36%). Como se ve una merma del 7% en los
términos de intercambio produce un “efecto riqueza”, sólo en el primer
semestre, que supera los MU$S 2.000. Será de un punto del PBI, en 2015.
Medidas en dólares, las bajas de las exportaciones, son del 1 y 19%
para primarios y MOA; del 18% para las MOI y del 57% para Combustibles y
energía. A tres dígitos, es decir, considerando por rubros, muy pocos
tienen mejoras, en dólares: entre las MOI sólo “Piedras, metales
preciosos y su manufactura”. Todo el resto de los rubros espanta,
incluyendo la baja en químicos del 17% al perder los mercados de
biodiesel, que tanto había costado conseguir (de MU$S 476 caímos a 167,
un 65%).
Considerando las llamadas economías regionales, las bajas (dólares)
son del 21; 28; 36 y 22% en frutas frescas, miel, tabaco y algodón. Sólo
se salvan las lanas sucias con un leve crecimiento y las hortalizas y
legumbres, con una mejora del 14%. Entre las MOA, los lácteos caen 34%,
las pieles y cueros y las lanas elaboradas lo hacen al 13 y 10%.
Permanecen estables bebidas, alcoholes y vinagres así como azúcar y
artículos de confitería. Sólo hay subas en frutas secas o procesadas, un
negocio que representa una décima parte de las ventas en fresco, la
suba es del 34% (seguro que la ruina exportadora de la oferta de
calidad, les abarató la materia prima, a valor local).
Al no haber divisas genuinas, hubo que restringir las exportaciones,
de allí las citadas caídas en el sector automotor y en accesorios para
bienes de capital. Se salvaron bienes intermedios (10% de suba, de
cantidades, -raro porque la actividad económica no está bullente-) y
bienes de capital (7% de mejora -por apuro en aprovechar el dólar
oficial barato, sería la explicación). En el primero de los casos, los
precios unitarios cayeron 11%.
Respecto a nuestro vecino Brasil, de una balanza comercial neutra, en
el primer semestre de 2014, pasamos a un déficit de MU$S 753, pese a
que le compramos 21% menos de automotores de pasajeros (propiciaron la
caída del 13% en las compras totales). Le vendimos un 33% menos, entre
lo que destaca las menores compras de material de transporte terrestre
(cayeron un 31%). Esto implica que, en un solo rubro, se concentró el
63% de las mezquinas adquisiciones al “socio”.
SÍNTESIS
Muy pocos rubros del comercio exterior registraron mejoras en el
primer semestre de 2015, si se los compara con igual período de 2014. Es
cierto que la caída de los precios de las commodities tiene la
principal responsabilidad del triste resultado comercial. Los valores
Chicago de la soja y su harina, a mayo de 2016, registran bajas aún
mayores (3,2 y 9,4%, respectivamente, respecto al próximo mes de agosto
de 2015).
Brasil no mejorará (su crecimiento fue revisado a la baja -o su
recesión a la suba-, una vez más, por el FMI) y -en lo que resta del
año- no habría mejoras en la política comercial externa y menos aún la
“esperada recuperación” del tipo de cambio real. Como el socio devaluó,
no quedan mayores esperanzas para el segundo semestre, y más aún,
teniendo en cuenta que, en tanto ingrese -desde septiembre- la cosecha
norteamericana, nuestros valores FOB para productos primarios reflejarán
la baja citada en Chicago.
Quiere decir, en síntesis, que no habrá, por el lado del comercio
exterior, más que pérdidas de riqueza y escasez crítica de divisas
comerciales genuinas. Insistimos que ya se veía venir, hace más de un
año y no se reaccionó, tal como sucediera en nuestros vecinos
“normales”.
Si alguien pensaba que el Gobierno actual, con su política
mercado-internista y sus desequilibrios fiscales y monetarios, iba a
dejar tierra arrasada; pues, en el comercio exterior del primer semestre
de 2015, ya tuvo un claro anticipo, que no se puede disimular con
ninguna aspiradora. Vamos a seguir juntando más polvo (la “magra
cosecha”), previsible resultado de cuatro años de atraso, brecha y cepo
cambiarios y “desubicadas” restricciones a exportar y comerciar.
Lic. Jorge Ingaramo