Idealizaciones históricas (I)
No se debe identificar sin más Cristiandad
con Edad Media. La
Cristiandad es una vocación de la Iglesia y de los políticos
cristianos de ordenar según Dios las realidades temporales. No siempre se podrá
realizar en la historia, pero los cristianos que actúan en el orden temporal no
deben renunciar a un ideal permanente.Durante las persecuciones de los primeros
siglos, los cristianos sabían perfectamente que estaban lejos de vivir en un
régimen de Cristiandad y que ese régimen era por aquel entonces irrealizable en
lo inmediato.
La Edad Media
comprende diez siglos de historia
europea en los cuales la
Cristiandad tuvo una realización concreta. Pero ello no
significa que todos y cada uno de los hechos políticos de aquel tiempo fueran
elementos de Cristiandad, casi hasta el punto de afirmar (con un exceso de
simplismo): si medieval, cristiano. Porque en aquellos tiempos se cometieron
muchos pecados (aunque había mayor conciencia de pecado, lo cual facilita la
rectificación) y porque las relaciones entre la potestad política y la
eclesiástica no fueron armónicas en todo momento. Hubo problemas de intromisión de
una potestad en el ámbito de la otra, aunque se puede compartir el balance positivo del p. LLORCA “la íntima unión entre la
Iglesia y el Estado y la protección que éste ejerce sobre
aquella, ha traído algunos daños o inconvenientes, a las veces bastante
considerables; pero que son muchísimo mayores los bienes y ventajas que han
traído a la Iglesia
y a la civilización cristiana”.
Hay un texto muy conocido de LEÓN XIII:
“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio
gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría
cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las
instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y
relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada
firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes
gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los
magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y
amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo
bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos
beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna
corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer”.
Palabras de las cuales no se sigue,
sin embargo, que identificara Cristiandad con Edad Media. En un discurso a los
cardenales (1892), señalaba LEÓN XIII que la Cristiandad se logará “no
mediante el restablecimiento de las instituciones de la Edad Media” sino con
una “fe robusta, reforzada en la conciencia de los pueblos”. Lo cual es
coherente con sus enseñanzas doctrinales y directrices prácticas ante el fenómeno
político del “derecho nuevo”.
En la misma línea se expresaría décadas después PÍO XII:
“21. (…) si la
Iglesia y el Estado conocieron horas y años de lucha, hubo
también, desde Constantino el Grande hasta la época contemporánea, e incluso
hasta nuestros días, períodos tranquilos, a menudo prolongados, durante los
cuales colaboraron, dentro de una plena comprensión, en la educación de las
mismas personas. La Iglesia
no disimula que en principio considera esta colaboración como normal y que mira
como ideal la unidad del pueblo en la verdadera religión y la unanimidad de
acción entre ella y el Estado. Pero sabe también que desde cierto tiempo los
acontecimientos evolucionan más bien en otro sentido…”.
“26. La
Iglesia católica no se identifica con ninguna cultura; su
esencia se lo prohíbe…”
En
estos temas hay que cuidarse un
poco de las idealizaciones románticas. Los hechos históricos tienen su
importancia, pero no constituyen -por sí mismos- doctrina católica, ni
norma última de acción.