jueves, 3 de marzo de 2016

Idealizaciones históricas (I)


Idealizaciones históricas (I)



No se debe identificar sin más Cristiandad con Edad Media. La Cristiandad es una vocación de la Iglesia y de los políticos cristianos de ordenar según Dios las realidades temporales. No siempre se podrá realizar en la historia, pero los cristianos que actúan en el orden temporal no deben renunciar a un ideal permanente.Durante las persecuciones de los primeros siglos, los cristianos sabían perfectamente que estaban lejos de vivir en un régimen de Cristiandad y que ese régimen era por aquel entonces irrealizable en lo inmediato. 
 
La Edad Media comprende  diez siglos de historia europea en los cuales la Cristiandad tuvo una realización concreta. Pero ello no significa que todos y cada uno de los hechos políticos de aquel tiempo fueran elementos de Cristiandad, casi hasta el punto de afirmar (con un exceso de simplismo): si medieval, cristiano. Porque en aquellos tiempos se cometieron muchos pecados (aunque había mayor conciencia de pecado, lo cual facilita la rectificación) y porque las relaciones entre la potestad política y la eclesiástica no fueron armónicas en todo momento. Hubo problemas de intromisión de una potestad en el ámbito de la otra, aunque se puede compartir el balance positivo del p. LLORCA “la íntima unión entre la Iglesia y el Estado y la protección que éste ejerce sobre aquella, ha traído algunos daños o inconvenientes, a las veces bastante considerables; pero que son muchísimo mayores los bienes y ventajas que han traído a la Iglesia y a la civilización cristiana”.
Hay un texto muy conocido de LEÓN XIII:
“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer”.
Palabras de las cuales no se sigue, sin embargo, que identificara Cristiandad con Edad Media. En un discurso a los cardenales (1892), señalaba LEÓN XIII que la Cristiandad se logará “no mediante el restablecimiento de las instituciones de la Edad Media” sino con una “fe robusta, reforzada en la conciencia de los pueblos”. Lo cual es coherente con sus enseñanzas doctrinales y directrices prácticas ante el fenómeno político del “derecho nuevo”.
En la misma línea se expresaría décadas después PÍO XII:
“21. (…) si la Iglesia y el Estado conocieron horas y años de lucha, hubo también, desde Constantino el Grande hasta la época contemporánea, e incluso hasta nuestros días, períodos tranquilos, a menudo prolongados, durante los cuales colaboraron, dentro de una plena comprensión, en la educación de las mismas personas. La Iglesia no disimula que en principio considera esta colaboración como normal y que mira como ideal la unidad del pueblo en la verdadera religión y la unanimidad de acción entre ella y el Estado. Pero sabe también que desde cierto tiempo los acontecimientos evolucionan más bien en otro sentido…”.
“26. La Iglesia católica no se identifica con ninguna cultura; su esencia se lo prohíbe…”
En estos temas hay que cuidarse un poco de las idealizaciones románticas. Los hechos históricos tienen su importancia, pero no constituyen -por sí mismos- doctrina católica, ni norma última de acción.