lunes, 3 de abril de 2017

PARTIDO Y COMUNIDAD


PARTIDO Y COMUNIDAD





¿Para qué quiero un partido sin una comunidad? ¿Para qué quiero ajustarme a unas normas jurídicas, pensadas para que nunca cambie nada? ¿Para qué me sirve adaptarme a las formas propuestas por el enemigo? Pues para nada creo yo.
El peronismo de la resistencia era una comunidad de familias. Los fascismos fueron ante todo comunidades de veteranos de guerra. Debe existir un paradigma, un espíritu común, algo que aglutine según la ley natural: 

Una comunidad forma un movimiento, un movimiento decide formar un partido. Ese sería el orden lógico de las cosas. No al revés.
¿Acaso los grupos sociales que manejan el cerebro de la juventud, necesitan de un partido? Esos colectivos que transmiten una forma unívoca de pensamiento social, una visión del mundo degenerada y antisocial no necesitan de un partido, porque todos los partidos sostienen una sola dirección en cuanto a concepción del mundo se refiere.
Eso del partido lo he intentado varias veces y estoy seguro que no tiene sentido, salvo cuando es el resultado de un fuerte tejido social, de una comunidad orgánica popular
Si no somos capaces de formar una comunidad mínima: ¿Para qué un partido? ¿Para cobrar alguna dieta de concejal o diputado? A nadie le importan los partidos políticos y nadie participa ya en ellos por convicción. Quizás algunos pobres diablos repartan todavía volantes en una esquina, mientras sin excepción los dirigentes usufructúan su trabajo.
Perón decía que el partido se forma quince días antes de la elección. 
Un partido es un invento burgués de la moderna ideología iluminista, incluido el marxismo claro está. Un partido es una estructura jurídica que consagra la ideología progresista. Puede servir como herramienta en algunos casos, pero sólo si se subordina -paradójicamente- a una visión del mundo opuesta a la que le dio origen en la modernidad.
Prefiero ser grupo, estirpe, banda, tribu, clan, comunidad, movimiento, logia, sociedad, hermandad; cualquier cosa antes que un partido, a no ser que el partido sea un nombre de circunstancias, para lograr un objetivo que un partido nunca jamás podría lograr.
¿Para qué unirme a alguna gente con el objetivo de hacer entrar un diputado o un senador, cuando no tengo más que ese objetivo común con ellos en la realidad? El mundo se hunde por cosas trascendentes, por cuestiones que sólo pueden resolverse en una comunidad.
Reitero la pregunta: ¿Para qué un partido, si no podemos formar una comunidad? El partido moderno funciona en base a ingentes sumas de dinero y se transforma rápidamente en un negocio de vivos, a no ser que esté férreamente sujeto a formas políticas y sociales de orden natural.
Juan Pablo Vitali