Primera Parte:
Histórico-Esjatológica- Segunda Parte: Esjatológico-Históríca
Mensajes a las Siete
Iglesias
Las Iglesias de
Éfeso-Esmyrna-Pérgamo-Thyatira
Sardes-Phyladelfia-Laodicea
Sardes-Phyladelfia-Laodicea
===================================================
Primera Parte: Histórico-Esjatológica1. Mensajes a las Siete Iglesias2.Visión del Libro y el Cordero3. Visión de los Siete Sellos4. Signación de los Elegidos5. Visión de las Siete Tubas6. Visión del Libro Devorado7. Visión de la Medición del Templo8.Visión de los Dos Testigos9. Visión de la Séptima Tuba10. Visión de la Mujer CoronadaSegunda Parte: Esjatológico-Históríca11. Visión de las Dos Bestias12. Visión de las Vírgenes y el Cordero13. Visión del Evangelio Eterno14. Visión del Segador Sangriento15. Visión de las Siete Fiaías16. Visión de la Gran Ramera17. Visión del juicio de Babilonia18. Visión del Reino Milenario19. Visión del Juicio Final20. Visión de la Jerusalén TriunfanteDe más está decir, y sin embargo lo decimos, que todo cuanto aquí expongamos lo sometemos al juicio de la Santa Madre Iglesia; y cualquier cosa que se opusiese por caso a sus definiciones o enseñanzas expresas, lo damos por nulo y no dicho y retractado; y si nos fuere señalado expresamente algún error por la autoridad competente, lo retractaremos también expresamente.Leonardo Castellani Día de la Santísima Trinidad de 1956HISTÓRICO-ESJATOLÓGICAVISIONES INTRODUCTIVASApokalypsis
Encabezamiento (1,1-2)
Revelación de Jesucristo Que se la dio Dios poderoso A mostrar a los
siervos suyos Las cosas que se deben hacer pronto Y las significó mandando el
Angel Suyo a su siervo Juan El que testimonió el Verbo de Dios Y el testimonio
de Jesús el Cristo - Cosas que él mismo ha visto.
Este encabezamiento del libro contiene:
1. El título
2. Su autoridad divina
3. Sus destinatarios, los cristianos
4. La brevedad del tiempo
5. El modo de la revelación (visión
imaginaria)
6. El nombre del Autor
7. Su condición de apóstol
8. Su condición de testigo ocular de los hechos de Cristo.
De entrada quedan excluidos los principales errores de los herejes
posteriores respecto de este libro: que el libro no procede de Juan Apóstol,
autor posterior del Cuarto Evangelio, sino de un “Juan” cualquiera desconocido
e incluso del heresiarca Kerintos, como dice Voltaire; que la Parusía o Segunda
Venida no ha de verificarse dentro de miles o millones de años, como sostiene
el descreimiento y la tibieza contemporánea, sino pronto; que el libro es una
profecía, no es una alegoría, una historia o un poema, sino una profecía.
Recomendación (1, 3)
Dichoso el que lee y oye La palabra de esta profecía Y guarda lo que en
ella está escrito Pues el tiempo está cerca.
Reiteración del carácter profètico del libro, y de la cercanía de su
cumplimiento; la noción de que se trataría de un tiempo indeterminado, que
puede ser tan largo como el corrido desde la creación del mundo acá, “¡o más!”,
como dice E. B. Alió, netamente excluida.
Dirección (1, 4)
Juan, a las Siete Iglesias que están en Asia
San Juan, Obispo de Éfeso, metropolitano del Asia Menor, se dirige a sus
siete comunidades cristianas sufragáneas, una de las cuales hoy día es de
dudosa localización: Thyatira. Las Siete Iglesias representan simbólicamente y
a la luz profètica las siete épocas históricas de la Iglesia Universal. Este es
el fundamento de la escuela llamada Histórico-Esja- tológica, junto con el
carácter profètico del libro, y su innegable unidad literaria; y fue indicado
por San Agustín en el siguiente texto, asombro sámente moderno: *Totum hoc
tempus, quod liber iste complectitur; a primo scilicet adventu Christi usque in
saeculi finem, quo erit secundus ejes adventus” ('“Todo el tiempo que el libro
éste abraza, a saber, desde la Primera Venida de Cristo hasta el fin del siglo,
en que será su Segunda Venida”) *.
Gracia a vosotros y Paz De Aquel que ES. que ERA. y que SE VIENE.
Juan designa a Cristo en su libro con tres palabras griegas
intraducibies exactamente en castellano que designan su Divinidad, su Humanidad
y su futura Venida, un verbo y dos participios activos sustantivados:
o oon o een kai o erjómenos
que en inglés -la lengua más hermosa y más bárbara que existe- pueden
trasladarse así: atbe Being the Was and the Comingon One”, y en castellano bárbaramente:
“el Siendo, el Era y el Viniéndose”.
Y de los Siete Espíritus Que están en la faz de su trono Y de Jesucristo
_ Que es el Testigo fiel Primogénito entre los muertos Príncipe de los Reyes de
la tierra - Que nos amó Que nos soltó de nuestros pecados En su sangre Y que
nos hizo un Reino Y sacerdotes de Dios su Padre - A El la gloria y el imperio
Por siglos de siglos. Amén.
1 De Chitóte Dei, XX,
8.
La declinación de los títulos de Cristo Mesías, separado de Cristo Misterio
Esjatológico por la figura llamada hendíadis (disyunción) de continuo uso en el
Apokalypsis y en toda la literatura oriental; e incluso en Virgilio.
He aquí que viene sobre las nubes Y todo ojo ha de verlo Y los que lo
traspasaron Y se lamentarán sobre ¿1 Todas las tribus de la tierra - Así [como
está profetizado] Hágase.
Cita de Daniel, Zacarías, Ezequiel, Éxodo, San Mateo y San Judas: el
Apokalypsis hormiguea de citas y alusiones del Viejo Testamento, engarzadas con
naturalidad en el texto, de acuerdo al procedimiento común de los recitadores
de estilo oral. No las indicaremos en adelante porque se hallan en las Biblias
comunes.
De nuevo se destaca el asunto del libro, la Parusía: la locución “venir
sobre las nubes del cielo” la designa en Daniel; y Cristo mismo la repitió
atribuyéndosela delante de Caifás, en el Injusto Juicio.
Yo soy el Alfa y el Omega Dice el Señor el Dios - El Es. el Era y el
Venidero El Pantocrátor.
La denominación de “Cristo Pantocrátor” se vulgarizó como apelativo de
Cristo en la Iglesia Oriental: “el que todo lo manda”, el Omnipotente.
Visión Preambulan el Ángel (1,9-20)
Yo Juan el hermano vuestro Socio en la tribulación y en el reino y la
paciencia En Jesús
Hallándome en la Isla llamada Patmos Por el verbo de Dios Y el
testimoniar a Jesús Fui elevado en espíritu en el día domingo Y oí una voz
detrás de mí Grande, a manera de trompeta Que dijo: "Lo que ves. escríbelo
en un libro Y envíalo a las Siete Iglesias. A Efeso. Esmyrna. Pérgamo, Thyatira. Sardes. Filadeifia y
Laodicea".
Notar de una vez para adelante el procedimiento hendidíaco propio de
este estilo en la primera frase, que equivale en nuestra prosa a esto: “Yo Juan
hermano vuestro, es decir, partícipe en la paciencia de la tribulación sufrida
por el Reino de Jesús...”.
Y volviéndome a ver la voz que conmigo hablaba Volviéndome vi siete
candelabros de oro Y en medio de los siete candelabros Uno como hijo del hombre
Vestido de túnica Ceñido a los pechos con cinto de oro - La cabeza y los
cabellos blancos Como lana blanca igual que nieve Y los ojos de él como llama
de fuego Mas los pies eran semejantes a azófar Fundido en el crisol Y una voz
como ruido de riada Y llevaba en la diestra mano siete estrellas Y de su boca
irrumpía una espada bifilada Y el rostro como el sol en su cénit Y en cuanto lo
hube visto Caí a sus pies como muerto Mas él puso su diestra sobre mí diciendo:
“No temas Yo soy el primero y el último Y muerto fui Y heme aquí viviente Por
los siglos de los siglos Y llevo la llave de la muerte y el averno Escribe poca
lo que has visto Qué hay ahora Y qué se dará después de esto. El misterio de
las siete estrellas Que has visto en mi diestra Y los siete candelabros: Las
estrellas son los Ángeles de las Siete Iglesias Los candelabros son las Siete
Iglesias”.
Fin de la visión-marco, y comienzo de los mensajes a las Siete Iglesias.
Reafirmación del carácter profético del libro: las cosas que vendrán, pre-
libadas sin embargo en las cosas que hay ahora (typo y antitypo). El Angel
revelador asume la figura de Cristo: una de las imágenes de Cristo que el
profeta crea en este libro. Hay que acostumbrarse a la imaginería oriental, a
las hipérboles, y a los símbolos.
Si dijéramos aquí: los talares significan el pontificado de Cristo, el
cinto de oro debajo de las tetillas significa ¡a castidad -como Alberto Magno-
y la cabeza alba la eternidad, los ojos de fuego el imperio, los pies de metal
fundido el cielo, la voz como un río inundante la fortaleza -como hacen
Holzhauser y tantos otros- este libro saldría tres veces mayor de lo que
conviene, y tres veces más confuso y engorroso; nos haríamos fama de autor
pío... y aburrido. Pero esto es el alegorismo antañón que vamos a evitar. Los
símbolos de la Sagrada Escritura significan algo; pero no necesariamente cada
uno de los rasgos de ellos.
Prevenimos esto porque la manía de dar un significado a cada uno de los
rasgos, y aún a todas y cada una de las palabras de la Escritura, está
difundidísima, y es un error, que acaba por traer serios inconvenientes. Véase
el Comentario, tan cuidado y sistemático -y enfadoso- de San Alberto Magno, que
interpreta ¡todas y cada una de las palabras! Nació entre los Santos Padres
Latinos, que ignoraban la índole del estilo simbólico oriental; y muy retóricos
ellos, aplicaban a esta literatura extraña las reglas de la alegoría; como si
dijéramos de los emblemas y de los blasones heráldicos, el “lenguaje de los
héroes”, que dice Vico. Pero hay que buscar solamente el sentido de la imagen
total y no el de sus pormenores, sin caer tampoco en el error contrario de “los
rasgos superítaos”, que dice el buen Juan de Maldonado. Un pintor que pinta un
ángel le tiene que poner la túnica azul, o blanca, o rosa o de algún color; no
quiere decir que el color tiene que tener un significado especial, si no es el
de ser lo más hermoso o “pictórico” posible, de acuerdo al fin del cuadro.
Con razón los Doctores actuales insisten en que se abandone el
alegorismo que es fácil, arbitrario y pueril, hasta llegar a veces a lo
ridículo o extravagante. Si yo digo que la túnica blanca significa la castidad,
porque el lirio y la azucena, etc., ¿qué he ganado con eso? Después encontraré
un caballo blanco, y tendré que decir que aquí significa la idiotez, porque los
romanos vestían a los locos de blanco. Es claro que un predicador que quiere
hablar de la castidad -y todos quieren hablar de eso- encajará su lucubración
agarrándose de las solapas del Angel; pero eso no es exégesis bíblica.
San Basilio el Grande, en el año 330, estando en un ambiente propenso al
alegorismo -como su propio hermano, San Gregorio de Nisa, el Teólogo—,
reacciona contra él -en el único libro de exégesis que compuso, In Hexameron-
en esta forma: “Conozco las reglas de la alegoría, no por haberlas yo
inventado, sino por haberlas topado en libros de otros. Los que no siguen el
sentido literal de la Escritura no llaman al agua, agua, sino cualquier otra
cosa. Interpretan “planta” o “pez” como se les antoja. Explican la naturaleza
de los reptiles o de las fieras, no de acuerdo a lo que son, sino a lo que
cuadra a sus alegorismos; tal como los intérpretes de los sueños [...] Yo en
cambio, cuando veo la palabra “hierba”, no entiendo otro sino hierba. Planta,
pez, fiera, animal doméstico... tomo todos estos términos en sentido literal;
porque «no me avergüenzo del Evangelio».”2
San Juan quiere dibujar una figura sobrehumanamente imponente, tanto que
a él lo derriba al suelo, que represente el poder y la majestad del Hijo del
Hombre, a cuya autoridad soberana atribuye los mensajes que dirige a las Siete
Iglesias de Asia, y proféticamente a las siete épocas de la Iglesia Universal.
2 In Hexameron, 9, 80.
Visión Primera
Mensajes monitorio-proféticos a Iglesias
Los siete mensajes tienen una estructura estrófica similar: comienzan
con un título ditiràmbico de Cristo, sigue el mensaje compuesto de una alabanza
y un reproche que a veces es amenaza, termina con la frase típica que indica el
misterio o sentido arcano: “El que tenga oídos, que oiga”, y una promesa “al
vencedor”.
A. Éfeso (2,1-8)
Al Ángel en la Iglesia de Efeso escríbele:
Efeso significa ímpetu según Billot. Representa la primera edad de la
Iglesia, la Iglesia Apostólica, hasta Nerón.
Esto dice El que tiene las siete estrellas en su diestra Y anda en medio
de los siete candelabros De oro...
AJ comienzo de cada mensaje a las Iglesias, el Ángel declina los títulos
de Cristo, descomponiendo la imagen de la Visión Preambular; menos el título de
la última Iglesia, Laodicea, que es nuevo.
Sé tus obras y tu labor y tu paciencia.
Riquísima en estas tres cosas fue la Iglesia Apostólica, que se difundió
en poco más de un siglo por todo el Imperio: “vuestra fe es conocida en el
Universo Mundo”, dijo San Pablo; “somos de ayer y ya lo llenamos todo”,
Tertuliano.
Y no puedes aguantar a los malos Y probaste a los que se dicen ser
Apóstoles Sin serlo Y los encontraste embusteros.
Nacen las primeras herejías y se producen los primeros martirios. Nacen
del gremio mismo de los Apóstoles, el primer hereje siendo Nicolao, uno de los
siete Diáconos nombrados por San Pedro; en tanto que los verdaderos Enviados de
Dios llegan hasta España (Sant Yago, San Pablo), Abisinia (Felipe), Persia
(Bartolomé), y aun quizás las Indias Orientales (Tomás). También hoy día y
siempre hay quienes “se dicen Apóstoles sin serlo”, helás.
Y tienes paciencia Y aguantaste por el nombre mío Y no defeccionaste.
Habían comenzado los primeros martirios, por la expoliación y rapiña de
los bienes de los cristianos palestinos, que testifica San Pablo; y por lo
menos uno de los Apóstoles había sido ya asesinado por el nombre de Cristo,
Sant Yago el Menor, primo del Señor, muerto a golpes por los judíos
recalcitrantes en Jerusalén.
Pero tengo contra ti alguito: Que la caridad tuya de antes has dejado.
La candad fraterna de los primeros fieles fue extraordinaria: ponían sus
bienes en común a los pies de los Apóstoles, no había entre ellos ricos ni
pobres, dirimían sus pleitos con el arbitraje, se sometían a la exomologésis o
confesión pública, y a rigurosos castigos en caso de caída en pecado,
practicaban la hospitalidad y la defensa mutua. Esta caridad y fraternidad no
sólo era la admiración y espanto de los gentiles, sino que constituía la fuerza
política incontrastable que los mantenía. Este estado de comunismo ideal —muy
diferente del de Lenin- tenía que decaer rápidamente, ya vemos en los Actos de
los Apóstoles el caso de Ananías y Zafira. No es lo mismo poner los bienes en
común que sean de todos, que tener los bienes en común y que sean de nadie, es
decir del Estado, es decir -en nuestros días- de la Fiera.
Ten memoria pues de donde surgiste...
La Iglesia Apostólica surgió directamente de Cristo. El texto griego
dicepéptokes: “de donde decaíste”.
Y conviértete Y haz [de nuevo] tus primeras obras.
La metánoia del Nuevo Testamento, que la Vulgata traduce a veces “hacer
penitencia”, significa propiamente el arrepentimiento y la transmutación
interior, es decir, la conversión; que es efectivamente el principio y la
esencia de la penitencia.
Si no. yo vengo contra ti A trasladar tu antorcha de su lugar Si acaso
no te conviertes.
Cuando una Iglesia -o una época de la Iglesia- decae y se corrompe, lo
que hace Dios simplemente es retirarle su luz, con lo cual termina de pudrirse,
surgiendo en otro lugar el resplandor de la fe y el fervor. Aquí hay quizá una
alusión a los cambios de lugar que sufrió la ciudad de la Diana Multimamífera,
Efeso, en el curso de su historia. Era ella una de las metrópolis religiosas
del Asia, tanto para los paganos como para los cristianos, como vemos en los
Actos de los Apóstoles. Hoy día no queda de Efeso más que la aldea árabe de
Aya-Soluk, y un montón de ruinas, debajo de las cuales encontró en 1869 el
arqueólogo Wood los restos del Artemísion o templo de Diana, considerado por la
antigüedad como una de las siete maravillas del mundo.
Pero tienes en tu pro esto Que odias las obras de los Nicolaítas Como yo
las odio.
La primera herejía, atribuida a Nicolao, uno de los siete primeros
Diáconos, estaba muy extendida, pues la veremos luego repetida en Pérgamo y
Thyatira. La primera herejía, por lo que sabemos de ella, se parece a la última
herejía; quiero decir, a la de nuestros tiempos; y se puede decir que
transcurre transversalmente toda la historia de la Iglesia, y es como el fondo
de todas las herejías históricas. Era una especie de gnosticismo dogmático y
laxismo moral, un sincretismo, como dicen hoy los teohistoriógrafos. Era una
falsificación de los dogmas cristianos, adaptándolos a los mitos paganos, sin
tocar su forma externa, por un lado; y concordantemente, una promiscuación con
las costumbres relajadas de los gentiles; nominalmente, en la lujuria y en la
idolatría, como les reprocha más abajo el Apóstol. Comían de las carnes
sacrificadas a los dioses, en los banquetes rituales que celebraban los
diversos gremios, lo cual era una especie de acto religioso idolátrico, o sea,
de comunión; y se entregaban fácilmente a la fornicación, que entre los paganos
no era falta mayor ni vicio alguno; incluso, según parece, después y como
apéndice de los dichos banquetes religiosos.
De Nicolao cuenta Alberto el Magno que puso su mujer a disposición de
todos; lo imitaron sus secuaces, y se hizo rito... cornudo.
El que tenga oídos oiga Lo que el Espíritu - dice a las Iglesias.
La fórmula escriturística usual, monitoria de que en lo dicho se
contiene un misterio; o por lo menos, una cosa muy importante.
Al vencedor, daréle a comer Del Árbol de la Vida Que está en el Paraíso
de Dios.
El conocido símbolo del Génesis... Este premio, prometido al que
venciere de la Iglesia de Efeso ¿qué es? ¿La vida eterna? Todos los “prepiios
al vencedor” de las siete cartas, menos el 4o, es decir el de Thyatira, se
pueden referir a la vida de ultratumba y a la gloria del cielo; pero con
muchísima más propiedad se pueden aplicar a los mil años de vida feliz y
resucitada del Capítulo XX, en la interpretación de los milenistas: todos,
también el cuarto. Así los interpreta el mártir Victorino, en el siglo IV,
primer comentador del Apokalypsis. Sea como fuere, lo cierto es que todos los
“premios” aluden literalmente al enigmático Capítulo XX; o sea, que el Capítulo
XX los resume; lo cual prueba una vez más la unidad literaria y profética del
libro; y excluye la hipótesis racionalista de que las cartas sean una añadidura
posterior de mano de otro autor; o bien un billete pastoral pegadizo, de mano
del mismo Juan.
B. Esmyrna (2, 8-11)
Y al Angel en la Iglesia de Esmyrna escríbele:
La edad de las Persecuciones, desde Nerón a Diocleciano. Smyrna en
griego significa mirra; substancia usada en la antigüedad para restaño o
restaurativo en las heridas y para preservar de la corrupción; substancia
amarga, símbolo en la Escritura de dolores corporales y de embalsamamiento; los
tres Reyes ofrecieron al Niño Dios oro, incienso y mirra, como a Rey, Dios y
Hombre, dicen los Santos Intérpretes.
He aquí lo que dice el Primero y el Ultimo El que fue muerto y revivió.
Repetición de uno de los títulos de Cristo de la Visión Preparatoria,
con la añadidura de otro atinente a esta Iglesia: la alusión a la Muerte y al
triunfo sobre la Muerte.
Conozco tu tribulación y tu miseria Pero tú eres rica...
La persecución atroz sobrellevada por Cristo es la riqueza de la Iglesia
desde el siglo II al V
Y [conozco] la blasfemia De los que se autodicen judíos Y no lo son Mas
son la Sinagoga de Satán.
Las persecuciones fueron de carácter satánico: su crueldad superhumana,
la iniquidad con que caían sobre los mejores ciudadanos y hombres más de bien
del Imperio, su objetivo de hacer renegar la fe... Las calumnias de los judíos
contra los cristianos (Popea, concubina de Nerón, fautora de la primera
persecución) fueron el fómite de las persecuciones, como es sabido. Sin Popea,
el bestia de Nerón no se hubiese enterado ni de la existencia de los
cristianos: las cosas religiosas lo tenían sin cuidado. Las calumnias de los
judíos eran realmente blasfemas: que Jesús fue el hijo adulterino de un soldado
romano, que los cristianos comían en sus agapes el cadáver de un niño asesinado
para la ocasión {la Eucaristía), que adoraban a una cabeza de burro, etcétera.
El profeta dice que no son judíos, es decir, no pertenecen ya al “Israel de
Dios”, que ahora es la Iglesia. Ellos de vicio se siguen autodenominando
israelitas.
Mira, no temas Lo que habrás de sufrir: He aquí que arrojará el diablo
[A muchos] de vosotros En prisión para que sufráis.
Se reitera el carácter diabólico de la persecución. El ser arrojados en
prisión no excluye la muerte -que por lo demás es mencionada de inmediato-
sobre todo con el verbo ballein: la prisión era el preludio de la ejecución.
Los romanos no tenían “cárcel perpetua” como nosotros -in
3 Estas grotescas calumnias se hallan en la infame Historia de Jesús
Nazareno escrita por los judíos del siglo I y puesta en su Talmud: Toledot
Jeshua Ha Nasrri, hoy día repudiada por los judíos cultos, vento muy malo de la
benignidad de nuestros tiempos- a no ser las llamadas minas, que eran en
realidad casi una condena a muerte... o peor.
De las prisiones se salía brevemente por la absolución o por la pena
capital, con enorme frecuencia.
Y tendréis tribulación De diez días.
“Son las Diez Persecuciones”, exclamó en el siglo VIII uno de los más
grandes comentadores del Apokalypsis, el monje benedictino español San Beatus
de Liébana. Y con mucha razón. Una tribulación de diez días literales sería ridículamente
corta, y en realidad no podría llamarse así; tanto más cuanto la palabra griega
thlipsis no significa nunca los comunes tríbulos o abrojos del camino, sino una
gran apretura, opresión, vejación o tiranía. La interpretación literal
exclusiva, como nota Billot, es aquí imposible; aunque nada impide que haya
podido acaecer una angustia de 10 días en la comunidad cristiana de Esmyrna,
que Juan haya tomado como typo de la Persecución Universal, que duró casi
cuatro siglos.
Diez Días en lugar de Cuatro Siglos: quizás manera consolatoria -aunque
a osadas bastante andaluza- de insinuar que “el tiempo es cono y al fin todo
pasa”.
Hazte fiel hasta la muerte Y te daré la corona de la vida.
Mención final de la muerte que completa la descripción atenuada de la
terrible -satánica- persecución. No solamente hay que "ser” fiel, como traduce
la Vulgata, sino que hay que hacerse de nuevo fiel -el verbo griego guinoii
dice nacerse o engendrarse fiel, es decir, cambiarse y no solamente mantenerse
como antes-. Por este tiempo, San Policarpo, Obispo de Esmyrna, sufrió el
martirio por haberse negado a proferir la fórmula idolátrica: “El César es el
Señor [absoluto]”. Los judíos impulsaron al pueblo a pedir su muerte,
calumniándolo de “antipatriota”; o sea “nazi”, como diríamos hoy.
“La corona de la vida” puede contener una asociación con la decantada
“corona de Esmyrna”, frase halagüeña para el patriotismo local que los esminiotas
oían continuamente en los discursos: guirnalda de magníficas construcciones que
coronaban la altura sobre que está la ciudad, una de las más seductoras del
mundo, “flor del Asia, primera por su hermosura”, como la llama el rétor Elios
Aristides.
El que tenga oídos que oiga Lo que el Espíritu - dice a las iglesias. El
victorioso no será alcanzado Por la muerte, la Segunda.
La Segunda Muerte es el Infierno, la muerte definitiva; supuesto que por
la primera, “nuestra hermana la muerte corporal”, serán muchos alcanzados antes
de tiempo, como ha anunciado el Profeta. Esta expresión de la Muerte Segunda
repercute, como hemos notado, en el capítulo del Triunfo Final (XX, Visión del
Reino Milenario), donde es contrapuesta a la Primera Resurrección.
C . Pérgamo (2,12-17)
Y al Angel en la Iglesia de Pérgamo escríbele:
Pérgamo (libros), la Iglesia de los Doctores y de las Herejías, hasta
Carlomagno. Es la ciudad que, si no inventó el “pergamino”, por Jo menos se
hizo el emporio de su fabricación e industria, dándole su nombre. Era el
baluarte del paganismo, una de sus fortalezas (“el trono de Satán”) habiendo
sido la primera donde se levantó un templo al Divino Augusto (la Primera
Bestia), primer santuario de la adoración sacrílega del hombre por el hombre,
que será la herejía del Anticristo. El sacerdote de Zeus Soter (Júpiter
Salvador) era al mismo tiempo sacerdote del Emperador Deificado; y junto a ese
culto imperial obligatorio hacían buenas migas Athenea Nikéfora, Dionysos
Kathéguemon y el Dios-Serpiente, Asldepios, o sea Esculapio, dios de la
Medicina; a cuyo santuario concurrían peregrinaciones y se producían curaciones
reputadas milagrosas. La fuerza del Paganismo era su cultura... y su violencia;
y Pérgamo simbolizaba la cultura con sus pergamineros y sus copistas; y según
parece en ella comenzaron los martirios: “el mártir Antipas, mi testigo, mi
fiel, que fue muerto entre vosotros, allí donde Satán mora”.
En el Anticristo habrá dos cosas, un sacrilegio y una herejía (Segunda
Bestia). Se hará adorar como Dios, lo cual es un sacrilegio; y por cierto el
máximo; y para ello se servirá como de instrumento de un culto religioso
derivado espuriamente del mismo Cristianismo: es decir, de una herejía
cristiana, que pareciera ha nacido ya en el mundo. Léase por ejemplo el libro
póstumo de Kirkegord llamado El Instante (o Attack Upon Cbristendon, en su
traducción inglesa de Walter Lowrie) donde el autor desenmascara la corrupción
suprema del Cristianismo... “sobre todo en el Protestantismo y principalmente
en Dinamarca”, según la restricción que él no cesa de repetir. Pues bien, el
estado de cosas religioso durante las persecuciones era similar o análogo, es
decir, el typo: el culto sacrilego del déspota coronado estaba apoyado y
conveído por todos los cultos supersticiosos de la mitología, empezando por el
de Zeus; de modo que el Emperador y Zeus hacían una sola cosa divina, que no
era otra que el Imperio divinizado: especie de Trinidad monstruosa. Y así el
poder político deificado y encamado en un plebeyo genial y apoyado por un
sacerdocio, será la abominación de la desolación y el reinado del Anticristo.
Esto dice el Llevante la espada La bifilada, muy aguda: - "Se dónde
tu habitas Donde el trono de Satán Y te agarras a mi nombre y no has renegado
mi fe Ni siquiera durante los días de Antipas El mi mártir, el mi fiel Que fue
matado entre vosotros Donde Satán señorea
La edad de Lactancio, San Ambrosio y San Agustín, y de la muchedumbre de
los Doctores, había guardado la fe incluso en el tiempo anterior, el tiempo de
las persecuciones: la Iglesia se enfrentaba ahora a otra prueba no menos
peligrosa y más sutil, la pululación de las herejías. Está “teniéndose firme,
con fuerza” (krateis) del nombre de Cristo, está sosteniendo el nombre de
Cristo, en medio de la misma Sede de Satán, es decir, en el corazón del
paganismo; y lo que es más de notar, arrebatándole a Satán sus arsenales, la
cultura y las letras, que los apologistas y Doctores convertidos convienen,
asimilando y catalizándola; trabajo que culmina en la vasta digestión de toda
la sabiduría étnica en La Ciudad de Dios de San Agustín.
Pero yo tengo contra ti alguito Que albergas allí algunos sostenientes
la doctrina de Balaatn: - El que doctrinaba a Balak A arrojar escándalo en la raíz
de los hijos de Israel: - “Comer idolothites y fornicar". 4
Referencia a las innúmeras herejías, más abajo simbolizadas
concretamente en los consabidos “Nicolaítas”, en la figura del profeta que traicionó
su misión ante el Rey Balak 5, más conocido vulgarmente por su burra que habló
(patrona de muchas “poetisas” modernas) que por sus profecías. En cuanto a las
mismas herejías, San Juan cita para cifrarlas el decreto del Primer Concilio de
Jerusalén —donde estuvo presente— que apartó a los cristianos de la
contaminación del ambiente pagano mandándoles simplemente no comer de carnes
sacrificadas, por la razón ya indicada; y no ser complacientes en lo referente
a los concubinatos, que eran legales entre los paganos del tiempo -como vemos
en la historia de San Agustín- y los “amores ancillarii*, como dice el Santo,
que eran uso vulgar y corriente; liberando en cambio a los neófitos de la
-pretendida- obligación de circuncidarse. Todas las herejías en general tienen
esas dos partes, un relajamiento en la moral y una contaminación con lo
idolátrico, que caracterizaban el Nicolaísmo.
El término salteño “alguito” traduce exáctamente el olígagriego: algunas
pocas cosas.
4 Nota lingüística. Uso el participio presente con complemento:
sostenientes la doctrina, que se perdió en castellano y existe en codas sus
hermanas neolatinas, porque Lugones intentó entre nosotros «introducirlo en el
español. Suena un poco raro, pero aquí es necesario a veces... 5 Libro de los
Números, capítulos XXV y XXXI.
Así tú también albergas Quienes tienen la doctrina de Jos Nicojaítas -
Semejantemente - Conviértete pues - Si no. vengo contra ti rápido A pelear
contra ellos Con la espada de mi boca.
Las herejías de este tiempo trajeron la elaboración de la doctrina
evangélica, y su coalescencia en una teología coherente y científica por obra
de los libros de los Doctores; mas tradujeron la desintegración del Imperio,
por obra sobre todo del Arrianismo, que fue la más poderosa, y duró cinco
siglos. Ellas son innumerables y tocan puntos de más en más sutiles de la
doctrina trinitaria y la cristología; mas el fondo de todas ellas es la
racionalización del Cristianismo, y el intento de podar y suprimir el misterio,
lo cual muestra la influencia del paganismo: reducir los misterios de Dios a la
medida del hombre; a lo cual el Arrianismo añadía una intensa actividad
política, aprovechamiento de la religión para las ambiciones personales: todo
lo cual las aparenta a los nicolaítas primigenios. El Arrianismo penetró en el
Ejército romano -después de haber contaminado a varios emperadores- y fue
adoptado y protegido por numerosos “comandantes”, que rompieron sus lazos con
el centro político, y comenzaron a proceder independientemente, originando la formación
de los diferentes “reinos” de la Europa Moderna. El ideal del Imperio
permaneció sin embargo en la esfera superior de la política europea, inspiró a
Carlomagno, creó el Sacro Romano-Germánico Imperio, y movió a los grandes
estadistas europeos casi hasta nuestros días.
El que tiene oídos que oiga Lo que el Espíritu Dice a las Iglesias: “Al
Victorioso le daré del Maná Escondido Y le daré una piedrita blanca Y en la
piedra un nombre escrito nuevo Que nadie lo sabe sino el que lo recibe**.
Imagen tomada de las tésseras personales que daban entrada a los
banquetes gremiales. Se conjetura que las sociedades gremiales artesaniles y
profesionales -el origen de los gremios del Medioevo se remonta a la antigüedad
romana- eran el baluarte de la herejía nicolaíta, como dicen Ramsay y Swete. La
piedrita signada y el maná secreto opondrían pues las reuniones cristianas
(ágapes) y la Eucaristía, a los convites gremiales gentílicos. Mas lo patente
es que este “premio” designa directo la vida de la gracia (“nombre nuevo”), el
libro de la Vida (“que nadie más que el recibidor lo sabe”) y la vida eterna;
que está indicada, como hemos dicho en todos estos prometidos “premios”
finales, menos uno.
D. Thyatira (2,18 al fin)
Y ai Ángel el de la Tbyatírica Iglesia escríbele:
Thyatira es la Iglesia del Dominio, desde Carlomagno hasta Carlos V de
Alemania y I de España, el Emperador de la Contrarreforma. La Iglesia Católica
sube a su apogeo entonces. Son los años de la Alta Edad Media, de las Cruzadas,
de las Catedrales, de la Suma Teológica y la Divina Comedia, de la Reconquista
de España, de los grandes Descubrimientos y Conquistas, de la Reunión de la
Tierra de Dios; pero también los años de la represión religiosa, de la
Inquisición, de la Muerte Negra, de la gran Rebelión Religiosa y las guerras
religiosas y nacionales...
Esto dice el Hijo de Dios El que tiene sus ojos como llama ígnea Y sus
pies semejantes al bronce:
Cristo ya está reconocido como hijo de Dios en todo el mundo civilizado,
esta Edad es la edad “fiel”, “llena de buenas obras”, como reza la prez divina
que sigue; mas Cristo tiene ojos de fuego para ver la corrupción oculta que la
recorre en el fondo, como a todas las otras, "pues somos de carne humana
-y no hay pellejo de aceite- que no tenga su botana”; y tiene pies de bronce
para deshacer a esta Edad como a las otras, cuando la corrupción haya
predominado. Cada una de las Iglesias tiene su prez y su reproche; y una
amenaza sigue al reproche, y un premio es prometido después a los “Victoriosos”
del reproche, que superándolo irán a constituir la “Iglesia” (o sea la Edad)
siguiente: “el residuo”, los “restantes”, que dice tantas veces la Escritura.
Conozco tus obras y tu caridad Y tu fe y tu servicio y tu paciencia Y
tus obras últimas mayores que las primeras.
Por hendíadis, "conozco tus obras de caridad, y cómo tu fe te da
paciencia para perseverar en mi servicio, y cómo ella crece y aumenta...” pues
esta Edad se divide en Baja y Alta Edad Media, la primera en que la Iglesia
padece lucha terrible (“el siglo de hierro del Pontificado”), la segunda en la
cual la lucha y la “paciencia” producen un florecer cristiano de plenitud
incomparable (pleióna toón prootoón); desde Juana de Arco y San Fernando hasta
Isabel la Católica y Santa Teresa. La prez divina a esta Iglesia es tal como en
ninguna otra; y su nota principal, fidelidad y caridad, es exactamente el
reverso del reproche a la Iglesia de Efeso.
Pero tengo contra ti que Toleras a la hembra Jczabel. Que se
autodenomina profetisa Y enseña el error a mis siervos “Fornicar y comer
idolothites
Conforme al uso de los recitadores de estilo oral -lo mismo que Homero,
por ejemplo- San Juan repite siempre la misma fórmula para designar a la
Herejía; y esa fórmula es el rescripto único del Concilio Apostólico de
Jerusalén; y contiene los dos elementos permanentes de toda herejía cristiana,
una relajación moral y una contaminación intelectual de paganismo. “Jezabel”
simboliza las herejías de la Edad Media, principalmente la intromisión del
gobierno feudal en la Iglesia, y la intromisión de la Iglesia en la política
(el obispo Cauchon de Rouen...); verdadera y nefasta herejía que se llama
cesaropapismo o papocesarismo. Nada mejor, como símbolo de la famosa Lucha de
Investiduras, que atruena con sus choques todo el Bajo Medioevo, que la
soberbia Reina que hizo asesinar a Naboth para alzarse con su viña, y pervirtió
al rey Akab, y fue arrojada al final por Jehú de su balcón, pisoteada por sus
caballos y devorada por los perros 6. Jezabel es el tipo de la mujer proterva,
cruel y lasciva en el Antiguo Testamento; y esa "jurisprudencia” de la
Edad Media -los “juristas” que iguijaron a Felipe el Hermoso, por ejemplo- se
le parece no poco, pues pervertía a los Monarcas, justificándoles todos sus
caprichos.
Y yo he dado tiempo para que se convierta Y no quiere convertirse de su
fornicación.
El tiempo de esta Iglesia (10 siglos) es mayor que el de todas las
pasadas. “Fornicar con los reyes de la tierra” llama la Escritura a las
debilidades y contubernios de la Religión (Sinagoga e Iglesia) para con el
poder civil.
He aqui que yo la arrojo a la cama Y a los adulterantes con ella en
tribulación magna Porque no se convierten de las obras de ella.
El instrumento del adulterio se convierte en instrumento de tortura; el
lecho de los malos amores se vuelve cama de enfermo. No puede uno menos de
recordar las tremendas epidemias de la Edad Media, y su culminación en la
Muerte Negra, tremenda pestilencia desconocida que invadiendo desde los puertos
del Mediterráneo cubrió casi toda Europa, diezmó su población en un tercio por
lo menos, sembró el terror y el desaliento, paralizó el progreso -muchas de las
grandes catedrales góticas han quedado hasta nuestros días inconclusas a causa
del flagelo-y prácticamente cerró el auge de la Edad Media. Basta leer la vida
de Santa Catalina de Siena por Surio o por San Francisco de Capua para ver la
Tribulación Magna en que zozobró el siglo XIV. Guerras nacionales, cisma de
Occidente, guerras feudales, conflictos eclesiásticos, corrupción del clero,
divisiones en las familias, amenaza del Turco, banditismo, epidemias, hambres,
sediciones... Así como fue grande la gracia otorgada a esta época, así fue
grande el castigo que cayó sobre sus abusos.
6 III y IV Libros de los Reyes.
Y a sus hijos los haré morir de muerte Y sabrán todas las Iglesias Que
yo soy el soadeador De riñones y corazones Y doy a caduno según sus obras.
¿Cuáles son los hijos de la soberbia Jezabel, de la elación del ánimo de
los príncipes pretendiendo usar de la religión, de la elación de los Prelados
pretendiendo el poder político, y el poder de déspotas y no de pastores? Son
los herejes, los rebeldes a los dos poderes. Y los herejes son puestos a muerte
en la Edad Media. Entonces nace la pena de muerte por herejía, las hogueras, la
Inquisición. No de cualquiera muerte se habla aquí: la reduplicación griega
morir de muerte (apoteknoo en tbanátoó) significa la muerte violenta, violenta
y atroz. Nace en esta edad la pena capital por el delito de herejía, por
primera vez aplicada al heresiarca español Prisciliano por un rey francés,
Máximo Augusto, en el año 385. Sabemos que esta pena se puede justificar
filosóficamente, y que Santo Tomás lo ha hecho; pero nada nos impide
considerarla como un castigo de Dios; no solamente a los castigados sino
también a los castigadores. Triste estado el de una sociedad que tiene que
defenderse con este extremo; aunque evidentemente la sociedad debe defenderse.
La resbalada a los abusos es aquí fácil, y es atroz. Los abusos de la
Inquisición la vuelven odiosa a toda Europa -palabras de Descartes después de
la condena de Galileo- y precipitan la rebelión protestante; nacida con Santo
Domingo después de la insurrección albigense para investigar (inquisitio) con el
fin de librar del Estado furioso por lo menos a los herejes aparentes o
solamente engañados... por permisión de Dios la represión religiosa inflige la
muerte a Juana de Arco, a Savonarola, a Jordán Bruno, y -prácticamente- al
arzobispo Bartolomé Carranza; y después a centenares y centenares de católicos
ingleses, escoceses e irlandeses en manos de la Jezabel del Norte, Isabel I la
Sanguinaria.
El “sondeador de corazones”, que no está con ningún partido sino con
“cada individuo según sus obras”, permitió que la Represión Religiosa terminara
en un gran lago de sangre y en contra de los que la habían inventado; para que
no se renueven más hasta los últimos días los pavorosos días del Caballo Bayo.
Mas a vosotros os digo Los restantes de Thyatira - Todos los que tenéis
esta doctrina - Los que no sabéis (como dicen) Las profundidades de Satis: No
arrojo sobre vos otra carga - Solamente, lo que tenéis, agarraos fuerte Hasta
que yo venga.
Perícopa sumamente difícil, que hace sudar a los intérpretes de
cualquier sistema o escuela. Diremos modestamente lo que Dios no dé a entender.
La admonición se dirige a los “que quedan”, a las “reliquias", como
llama siempre ia Escritura a los que permanecen fieles en una corrupción
general: “Y las reliquias de Israel serán salvas” 7. Estos son los que no
tendrán en este período la mala enseñanza, la doctrina pagana o racionalista de
los “juristas” de uno y otro bando; los que no conocerán (conocer en el sentido
hebreo, como conocer una mujer), los que no se desvirginarán con “los abismos
de Satán”... ¿Por qué “profundidades de Satán”? ¿Por ventura éste de aquí es el
mayor de los pecados?
Son mucho más graves los pecados cometidos en pleno apogeo cristiano que
los de las Iglesias anteriores 8. Cuando la Iglesia se debatía entre los paganos,
Satán estaba como en un trono (Iglesia anterior), manifiesto y patente en los
cultos idolátricos. Ahora la idolatría se vuelve encubierta y profunda, trabaja
por debajo. Ahora los pecados se hacen hondos, muchos de estos pecadores son
tenidos por grandes Prelados o Reyes gloriosos, porque triunfan en sus empresas
temporales. La avaricia y el concubinato sacrílego en el Clero, la crueldad y
el orgullo de los Príncipes, virgen en medio del respeto del pueblo a las
autoridades. Los escritores protestantes se han regodeado con las historias de
curas amancebados o putañeros en la Edad Media; es uno de los grandes
argumentos de la apologética protestante, la popular al menos: en la Tate
Gallery de Londres he visto lo menos cuatro cuadros de ingleses contemporáneos
acerca de las fechorías de los curas de la Edad Media, y de los frailes
españoles e italianos de todas las Edades. Rudyard Kiplíng describió como él
sólo sabe hacerlo las hazañas amorosas y guerreras del abad medieval N. N. en
el cuento N. N., del libro N. N., que se perdió en el traslado de mis libros
-puesto que no está en ninguno de los que tengo aquí; pero hemos quedado en que
“la erudición es provinciana”, y mis lectores, que son también lectores de
revistas, se las saben todas- y menos mal que después describió un cura
católico francés santo, aunque un poco simplón -Rudyard Kipling, quiero decir-
en The Mímele of Saint Jubanus. Bien, estas hazañas, en que el judío Rojas se
regodea también en La Celestina, aunque graves, no son quizá lo más grave que
había en nuestros abuelitos, los cristianos de la Edad Media. Y estrofas
serían, a nuestro entender, “las profundidades de Satán” -como dicen-,
estrechas como la matriz, hondas como el abismo y oscuras como el corazón del
hombre. Is. X, 21; Rom. IX, 27. 8 “Nunca han sido tan graves los pecados en la
Iglesia como cuando aparentemente todo iba muy bien”, ha dicho Paul Claudel.
No arrojaré contra vosotros otra carga.
El mismo peso de la corrupción de la Iglesia Medieval la llevará a su
ruina: la Represión Religiosa llevada al extremo (la hoguera de Savonarola)
incendiará la rebelión protestante, según Hilaire Belloc; los Príncipes
alemanes regalistas la harán triunfar en Alemania con su apoyo; un Rey
“teólogo” y sifilítico, “Defensor de la Fe”, en Inglaterra, y consiguientemente
en Europa.
Cerróse el lazo en tomo la áurea gola / Cayó la escala, el cuerpo
sacudido / Cimbró un momento y se apagó en gemido / La voz temible de
Savonarola. Las llamas envolvieron de aureola / Atroz el semi-mártir atrevido /
Que Florencia a los Borgias ha ofrecido /Ya su lujuria y su furia española. Sí.
La desobediencia no reforma, / Caro Newman. Reforma mucho menos, / La crueldad,
mi caro Cardenal. Lutero pronto romperá la forma / De una Europa que enferman
los venenos / De esas cenizas y ese atroz dogal,
escribió un poeta menor de estos reinos.
Solamente, lo que tenéis, tenedlo fuerte Hasta que yo venga.
La Parusía aparece en el horizonte: primera mención de ella en estas
cartas. La Tradición -en el sentido de fijación o conservadorismo- aparece
también como ley de la Iglesia posterior: lo que tenéis, krateésate,
conservadlo, reforzadlo, hacedlo fuerte. El Concilio de Trento fija las
instituciones de la Iglesia Medieval, y desde entonces no se hacen cambios, en
el sentido de reformas, reestructuraciones, creaciones. La Iglesia Antigua y la
Iglesia Medieval crean el culto, la liturgia, el derecho canónico, la Monarquía
Cristianad las costumbres católicas: de todo eso, que parece definitivamente
dado, vivimos nosotros.
Esta recomendación de agarrarse a lo tradicional se repite en forma más
apremiante y dramática en la Iglesia siguiente, como veremos: “¡Consolida lo
que te queda, aunque de todas maneras haya de perecer!”.
Y al victorioso y al observante hasta el fin de mis obras Le daré el
dominio sobre los Gentiles.
De hecho la Edad Media terminó con el paganismo, contrarrestó las
irrupciones asiáticas (Carlos Martel, Carlomagno, los Cruzados, la Reconquista
de España, Sobieski, Juan de Austria), dominó las herejías “sociales” de tipo
comunista, como los albigenses, y señoreó el Gentilismo en todo el orbe con los
grandes Descubrimientos y Conquistas, que la cierran como un broche de oro.
Realmente, la Monarquía Cristiana, “salió venciendo para vencer”, coronada de
oro, y con un arcó en la mano que llegaba lejos, como dirá dentro de muy poco
el texto sacro.
Y los conduciré con vara de hierro Como se quiebran los vasos de arcilla
Así como yo recibí de mi Padre.
El mundo moderno se ha olvidado bastante de que Cristo es Rey, cosa que
ha recibido de su Padre; por lo cual se instituyó poco ha, la festividad de
Cristo Rey, contra la herejía del liberalismo. El mundo de hoy está muy
contento con la imagen tolstoyana del “dulce nazareno”, con sus crenchas
doradas, su sonrisita triste, su corazón en la mano y su aspecto de Carlitos
Gardel o Rodolfo Valentino. Como se quiebran los vasos de arcilla con un
barrote de hierro, así quebrará también Cristo a este mundo blandengue cuando
vuelva, si es que ya no lo está haciendo. La Edad Media, envestida por la fe,
fue una imagen de la Reyecía de Cristo; y los reyes cristianos no fueron muy
dulzones con los que estaban en el error, o los que amenazaban el orden de la
sociedad cristiana. Los cetros reales no son de turrón y merengue. De sobra lo
sabemos hoy, en que el poder ha conservado toda su dureza, y ha perdido por su
impiedad la contraparte de la antigua demencia.
La Monarquía Cristiana, que duró 10 siglos, fracasó parcialmente en su
misión de instaurar una Sociedad y un Estado del todo cristianos; como había
fracasado totalmente Bizancio; lo cual fue causa del Cisma Griego, y luego muy
pronto de la ruina de Bizancio. Fue la Reyecía de Cristo lo que no alcanzaron a
instaurar de hecho: y el espíritu pagano y herético que tiende a relegar la
Religión al Templo y absolutizar al Estado fuera del Templo, resistió
obcecadamente, progresó lentamente y al fin venció con Lutero y la Revolución
Francesa.
La Inquisición, separada de su objetivo primigenio, que era. simplemente
inquirir; y convertida en instrumentum regni, o sea fórceps político, se hizo
un abuso pagano, en el cual cayeron tanto reyes como sacerdotes. No que sea
imposible defenderla como institución. Mas fue una institución expuesta a
peligrosos y aún atroces abusos, aunque nunca tan atroces como cuenta Llórente
y sus seguidores (Medina, Leuvin) de la española.
El “premio” prometido a esta Iglesia, a los que vencieren -de hecho el
poder mundial de la Monarquía Cristiana se manifiesta al final de ella-, a
diferencia de todos los otros seis, es temporal, como ya está notado. Para los
que tienen la teoría milenista, esta anomalía no hace dificultad ninguna: todas
las promesas de Cristo “a los que vencieren” se cumplen en el período de paz,
triunfo y esplendor religioso (el Milenio) que seguirá a la Parusía y al
derrocamiento del Anticristo; y son a la vez como si dijéramos temporales y
evitemos. Para los que rechazan esa teoría -algunos con gran horror-, daremos
también nuestra pequeña explicación: hay que acudir a la observación del 4-1-3,
patente en los otros tres septenarios. Todas estas series de 7 miembros, los
Siete Sellos, las Siete Tubas y las Siete Fialas, están interrumpidas después
de la Cuarta por visiones interpuestas: las series de siete netamente divididas
en dos grupos; y así es también en las Siete Epístolas, aunque ellas sean
seguidas.
Las Cuatro Primeras Iglesias representan la creciente histórica del
Cristianismo; y desde la Cuarta comienza la bajante de las aguas, la decadencia
-externa- el Kdi-Yuga, o Tiempo Negro, como dicen los Hindúes. Hay una pleamar
y una bajamar en todo ciclo histórico, eso no puede extrañar a ninguno que
conozca por ejemplo las obras de Giambattista Vico. Por eso, al terminar la
pleamar, el profeta indica la característica común de este lapso de cénit, que
es el crecimiento, el triunfo, el poder exterior; como la carrera de Cristo
hasta el Domingo de Ramos. Desde aquí comenzará el tiempo en que las fuerzas
adversas a Cristo recibirán paulatinamente “el poder de hacer guerra a los
Santos y vencerlos”, como dirá luego San Juan del Anticristo. Viene la crisis
del llamado Renacimiento con su infaustísima Reforma; y después las otras dos
crisis aún más graves, de las cuales la tercera es la decisiva.
Y le daré la Estrella de la Mañana.
He aquí a su turno la promesa espiritual. El lucero prenuncia la salida
del Sol; el Sol es Cristo en su Segunda Venida. Desde ahora los fieles no deben
poner sus ojos en triunfos temporales, que les serán negados - como vemos hoy
día hasta de sobra-, eso terminó; sólo la Segunda Venida ha de ser su
indefectible Lucero.
El que tenga oídos que oiga Lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
La exhortación a entender el arcano que hay detrás ele la letra, está
puesta aquí al final y no antes de la promesa: las promesas y profecías que
seguirán son las más grandes y misteriosas. Ojo a los tres misterios que
vienen.
E. Sardes (3,1-6)
Y al Ángel de la Iglesia de Sardes escríbele:
Sardes es la edad llamada el Renacimiento, desde Carlos V hasta la
Revolución Francesa; o bien hasta nuestros días. Elijan. Yo no lo sé
simplemente, para qué voy a mentir. Sardes, capital del reino de Lydia, era
proverbial en la antigüedad por sus riquezas: su rey Creso, hoy día todavía se
usa su nombre para designar a los multimillonarios; y otro de sus reyes
legendarios, Midas, obtuvo de Jove el poder de convertir en oro todo lo que
tocara, a manera de un Morgan o Vanderbildt; y se arrepintió terriblemente de
su taumaturgo privilegio. Holzhauser dice que Sardes significa “estampa de
hermosura”, no sabemos de dónde saca ese étimon; pero ese mote también le
cuadraría a la vistosa y en el fondo desastrosa edad que los historiógrafos han
bautizado Renacimiento.
Desde aquí nos separamos de Holzhauser, para quien Sardes duraría “desde
Carlos V y León X hasta el Emperador Santo y el Papa Angélico”, que él esperaba
vendrían; por la sencilla razón de que no vinieron; ni tenemos la menor
esperanza de que vengan. Esa leyenda medieval de que vendría un tiempo de
inimaginable esplendor y triunfo de la Iglesia, por obra de un gran Rey y un Pontífice
comparable a un Ángel, que inspiró numerosas profecías privadas, no tiene
fundamento escriturístico ni de ninguna clase: es una ilusión poética. Parece
ser fue inventada en el siglo XV por el monje Petrus Galatinus en su libro De
Arcanis Fidei Mysteriis Contra Judaeos. Justamente el actual Pontífice Romano
Pío XII ’ debería ser el Pastor Angelicus de las leyendas, si es auténtica la
conocida profecía del Abad Malaquías; y vemos cuán lejos está de realizarlas.
Esto dice ej que tiene Los siete espíritus de Dios Y las siete
estrellas:
9 Escrito en 1956.
Los siete ángeles “que asisten continuamente a la faz de Dios”, de los
cuales conocemos —un poco- al Angel de la Anunciación, Gabriel, son a la vez
las Siete Estrellas, por hendíadis.
Conozco tus obras Que tienes nombre de viviente Y eres muerto.
El llamado Renacimiento no fue un nuevo nacimiento de la civilización,
como se ilusionó el mundo mundano; ni una nueva creación, ni una resurrección
de la cultura; eso es un engaño. Los historiadores protestantes y liberales
crearon esa burda ilusión, de que el Renacimiento —y la Reforma- marcan el fin
de las Epocas Oscuras, y el Alba de los gloriosos y refulgentes tiempos... en
que vivimos: más oscuros que nunca. Estamos de vuelta de ese desaforado mito
del iluminismo. Por el contrario, y por una reacción contra él, muchos autores
actuales (Maritain, Bloy, Peter Wust, un poco el mismo Belloc, y otros) pintan
al Renacimiento como una caída vertical, un verdadero desastre, causa de todas
las ruinas actuales; y vuelven sus ojos nostalgiosos a la Edad Media, como a un
parangón de todos los bienes. Las dos teorías son extremosas y simplistas.
Quien bien lo considere, verá que el llamado Renacimiento fue una
especie de equilibrio inestable entre la gran crisis ya mencionada del siglo
XIV -con su Muerte Negra, su Cisma de Occidente, su Guerra de los Cien Años, y
su universal desorden político- y la otra gran crisis del XVII producida por el
Protestantismo; una especie de gran resuello, una brillante fiesta, en la cual
se quemaron, espléndidamente por cierto, las reservas vitales acumuladas
durante la Edad Media. Esa es la visión de los mejores historiadores actuales:
una breve y alocada primavera después de un largo y duro pero muy salubre
invierno. Junto con el reencuentro del arte griego y las obras de los grandes
sabios antiguos, la invención de la técnica moderna, y la estructuración
estatal de los grandes reinos europeos, el paganismo, mantenido durante la Edad
Media en el subsuelo, irrumpe a la superficie de la vida europea, al mismo
tiempo que afluyen a ella las riquezas de todo el orbe, y estalla la gran
revolución religiosa. De manera que bien pueden cifrarse en el versículo
perentorio del Profeta: “Tienes el nombre de viviente [renacido] pero en
realidad vas a la muerte.51
Hazte vigilante Y corrobora lo que te queda Lo que tiene que morir....
Otra recomienda de la Tradición: desde ahora más la Iglesia lo que tiene
que hacer es conservar lo que le queda, los restos (ta loipá) aun sabiendo que
son cosas perecederas y van al muere: por ejemplo, el Vaticano, el poder
temporal del Papa, la liturgia ya ininteligible a la mayoría, el boato regio en
San Pedro: apariencias de un Rey que ya no es obedecido, las excomuniones y el
“index”... la legitimidad de la Monarquía hereditaria, el cultivo de la
filosofía y las bellas letras, la defensa de la libertad política, las
corporaciones o guildas medievales, la no separación de la Iglesia y el Estado,
la ley civil del matrimonio indisoluble...
pietosi res id tú d'un tempo ebefú...
Todo esto y mucho más, que entendemos bajo el nombre de Tradición
Occidental, toda la herencia de Occidente que podríamos llamar Romanidad (el
“Obstáculo” al Anticristo, que dice San Pablo), a partir del Renacimiento
comienza a ir al muere; y el esfuerzo de la Iglesia se emplea solamente en
roborarlo. Los signos han cambiado, el poder creador no es ya de la Iglesia
sino del enemigo. Mas las creaciones modernas son bajo el signo de Satán; son
destrucciones en el fondo y creaciones sólo en apariencia; son parasitaciones
enormes e hipertróficas de antiguas creaciones, enormes escapes de fuerzas por
la ruptura de antiguos equilibrios: la “técnica” moderna es una degeneración y
una desviación de la Ciencia, el capitalismo es estructura enfermiza de la
industria y el comercio, la actual cultura (“cultolatría”), degeneración del
antiguo esfuerzo del intelecto por procurar al hombre un poco de felicidad, que
ha virado hacia el ideal de los goces materiales; de modo que hoy día bien
puede dársele la vieja definición de Tácito: “llámase cultura al corromper y
ser corrompido.”
Todas estas cosas hemos de defenderlas, son buenas en sí mismas; y sin
embargo un día -y hoy ya se ve la dirección del proceso- serán presa y presea
del Maligno, vaciadas por dentro y convertidas en engañosa cáscara. Este es el
misterio de las Profundidades de Satán...
Porque ya no encuentro tus obras llenas En la faz y es los oíos de mi
Dios.
El proceso ha seguido ese camino: una hipertrofia de la cáscara, y un
vaciamiento del fondo y la sustancia. Las grandes obras del Renacimiento ya no
son llenas, ya tienen huecos, ya están picadas. Todos sabemos que la Iglesia se
equivocó con Galileo; sin embargo, el filósofo judío Max Scheler defiende que
“no se equivocó”; que resistió al gran mecánico llevada de un instinto oscuro
pero certero de que la ciencia se estaba picando, estaba saliéndose de su
lugar, hipertrofiándose.
Acuérdate cómo has recibido y escuchaste Y guárdalo Y conviértete.
Tercera exhortación a lo tradicional, a lo que has escuchado. Pero eso
hay que practicarlo (téerei). Hoy día las palabras de la religión resuenan por
todas partes, pero muchas veces vacías por dentro, no practicadas, no vividas.
En la película yanqui The Hooddlum Priest, por ejemplo, “hay mucha religión”,
dice la gente. Hay; pero, ¿qué religión? Religión de Hollywood isentimentalismo
naturalista! Y ésta es de las mejores “películas religiosas” actuales.
Si no vigilas, vendré como ladrón Y nulamente sabrás a que hora Caeré
sobre ti.
Por primera vez en estas Epístolas proféticas aparece la Parusía, y en
forma de amenaza. Esta fórmula “vendré como ladrón” la usa de continuo
Jesucristo para aludir a la muerte. Las muertes de épocas que vienen después
del Renacimiento (la Revolución Francesa, la Guerra Mundial) surgen en forma
imprevista, en medio de una euforia. Nos causa risa hoy día leer a Víctor Hugo,
leer las desaforadas predicciones eufóricas de los “iluministas”... a las
vísperas de la catástrofe del 14. “Si me preguntan cuál es la mejor época de la
historia del mundo, sin reflexionar respondo que la nuestra”, dice Kant, el más
serio de todos ellos. literalmente: “Fragt man nun, welche Zeit der ganze
bisher bekannten Kirchengeschichte die beste sei, so trage ich kein Bedenken zu
sagen: es seis die jetzige; und zwar so, dass man den Keim des wahren
Religionsglaubens, so wie es jetzt [...] oeffenlich gelegt worden, nur
ungehindert sich mehr und mehr darf enwickeln lassen. um davon eine
continuierlicbe Annaeherung zu deje- nigen alle Menschen auj immer
vereinigenden Kirche zu erwarten, die sichbare Vorstellung [...] eines
unsichbaren Reiches Gottes auf Eerden ausmacht. ” O sea, en cristiano: “Si se
me preguntara qué tiempo de toda la Historia de la Iglesia conocida hasta aquí,
es el mejor, no tengo que pensarlo para decir: es el presente; y en tal manera
que el núcleo de la verdadera fe religiosa” ", tal como hoy abiertamente
está puesto, no hay más que dejarlo desarrollarse sueltamente más y más, para
poder esperar de él un continuo acercamiento de todos los hombres a una Iglesia
perennemente unificante, que efectuará sobre la haz de la tierra una Imagen
Visible del Invisible Reino de Dios.”
Hasta aquí el asno solemne de Kant.
Pero tú tienes algunos pocos nombres en Sardes Que no han ensuciado sus
túnicas Y caminarán conmigo en vestes blancas Puesto que son dignos.
Los hombres realmente religiosos comienzan a devenir una minoría (olíga
onómata) en medio de multitudes ensuciadas. Hay una notable constelación o
pléyade de Santos que comienza a fines del siglo XIV y termina en el XVIII,
cuya enumeración me es imposible, que se parecen como hermanos y “caminaron con
Cristo en alba veste”: Catalina de Siena, Francisco de Paula, Francisco de
Capua y sus seguidores; Ignacio, Teresa, Felipe Neri, Pablo de la Cruz, Juan de
la Cruz, José de Calasanz, y todos los otros fundadores; Sixto V, Gonzaga,
Cámpion y los demás mártires de la Primera Compañía de Jesús; Vicente Ferrer,
Pedro Claver, Luis Beltrán, Martín de Porres... y otros muchos menos conocidos que
ahora se me escapan. Su predicación y penitencias atajaron que viniese entonces
el Anticristo, si hemos de dar fe al extraño caso de San Vicente Ferrer
—Herrero en castellano- el cual anunció por toda Europa que el fin del mundo
estaba a las puertas... y resucitó un muerto para probarlo, a creer a las actas
de su. canonización. 10 Der Sieg den Guten Prinzips. 11 Para él una especie de
deísmo modernista o protestantismo liberal.
El Victorioso Esc será revestido eo veste alba Y jamás borrare su sombre
del libro de la Vida Y Yo confesaré su nombre A la faz de mi Padre Y a la faz
de sus ángeles.
La canonización, inscripción del nombre de los Taumaturgos y los
Mártires en el catálogo oficial de los bienaventurados y la solemne confesión
en San Pedro, se vuelve hábito de la Iglesia en este tiempo. No quiero decir
que el Profeta la haya predicho aquí, sino quizá inverso modo. Aquí esto
significa la canonización de la otra vida, la Vida Eterna; de la cual estotra
es signo y figura.
El que tenga oídos que oiga Lo que el Espíritu - dice a las Iglesias.
La admonición a la atención y a la fe sobrenatural está en estas tres
últimas al final de las Epístolas. Don Benjamín Benavides me dijo en Roma que a
las Cuatro Primeras Épocas se les prometen premios temporales y a las tres
Ultimas Premios Eternos -que son para los individuos y no para los cuerpos
sociales- porque desde Sardes la Iglesia debe ocuparse ya de los individuos y
no de las naciones. Yo no estoy muy seguro de eso; y más bien creería que todos
los premios prometidos son a la vez temporales y eternos, como creyeron los
Santos Padres Apostólicos, los cuales casi sin excepción fueron todos
milenistas espirituales, como dicen ahora; o sea que todos los premios de los
primeros capítulos responden al Capítulo Veinte. Esta es pues la Era del
Protestantismo, como la llama Holzhauser, y correspondería al Segundo Caballo,
a la Tercera Tuba y a la Cuarta Fiala en los otros tres Septenarios. La rápida
corrupción del Renacimiento, que fue un equilibrio inestable después de la
crisis del siglo X y que realmente pareció una nueva vida en Europa hasta que
la crisis se renovó empeorada con el estallido de la “reforma” protestante...
“y llevas nombre de vivo - Y estás muerto"; la Contrarreforma, con su
empeño en conservar, con su apelo a la tradición europea, ya herida de
corrupción por el “humanismo” pagano, cuyas obras realmente no son plenamente
católicas, sino misturadas de paganismo y mundanismo... “no encuentro tus obras
llenas”... fue realmente un esfuerzo por corroborar: de restauración católica,
de modo que sus adversarios tomaron el nombre de revolución (protesta), y los
partidos que defendían lo tradicional el nombre de contrarreforma, o sea de una
defensiva. La Iglesia se puso en reaccionaria; y de hecho en algunas cosas
reaccionó demasiado, como puede verse en el humillante proceso de Bartolomé
Carranza. Pero realmente lo que denomina la Contrarreforma no son sus
fanáticos, sino los que “caminaron con Cristo en vestes blancas”, los Santos.
Ésta es pues la edad de las Riquezas, y el Florecer en Falso; cuando los
galeones hispanos volvían de América cargados de oro y plata, Europa se
desgarraba en una confusa guerra de Treinta Años, las Artes y las Ciencias se
hinchaban en engolada pompa, la lucha entre protestantes y papistas quedaba
empatada por obra de Richelieu y Gustavo Adolfo, la Protesta ya establecida en
el Norte desbordaba sobre las naciones católicas en forma de filosofismo y
liberalismo, los neonobles ingleses con los bienes arrebatados a monasterios y
hospitales creaban el actual capitalismo, y la Revolución por antonomasia
aniquilaba en Francia la Monarquía Cristiana, ya herida de muerte en
Inglaterra, para iniciar tumultuariamente los tiempos que Kant llama “los
mejores de la historia”... los nuestros.
F. Filadelfia (3, 7-12)
La Iglesia de la Parusía; quizás esta misma época de la “era atómica”.
Y a] Ángel de la Iglesia de Filadelfia. escríbele:
Lo que caracteriza a la epístola a Filadelfia -que significa amor de
hermanos- son dos cosas bien gordas y claras: la conversión de los judíos y la
inminencia de la Tentación Mundial; y al final della se halla la frase típica:
“vengo pronto” y la mención de la “Jerusalén Nueva”, que es el final del
Apokalypsis.
Esto es lo que dice el que es Santo El que es veraz El que tiene la
llave de David El que abre y nadie cierra El que cierra y nadie abre...
Jesucristo invoca aquí no solamente su conocimiento y veracidad profeta]
(“la llave de David”) sino también su poder discriminatorio: las llaves de
Pedro han vuelto a sus manos.
Conozco tus obras; Y ¡mira! Pongo ante ti una puerta abierta Y nadie
puede cerrarla Porque tienes poca fuerza Mas has guardado mi palabra Y no
desertaste mi nombre.
San Pablo usa la expresión “puerta abierta” para indicar la posibilidad
de conversiones; expresión que pasó a la Cristiandad, como puede verse en las
cartas de Iñigo de Loyola. En I Cor. 16, 9 se dice: “Y se me ha abierto una
puerta grande y patente”, y en otros lugares...
¡Mira! Te daré de los de La Sinagoga de Satán Que se autodicen judíos Y no
lo son - Se engañan - jMira!
Los hago venir y postrarse Delante de tus pies Y conocer que yo te he
amado.
La conversión de los judíos en los últimos tiempos está profetizada por
San Pablo de la manera más categórica. Nos parece imposible que un suceso tal
(“resurrección de un mundo” le dice Pablo) no esté marcado en el Apokalypsis.
Nosotros lo vemos en este lugar, y en la Visión de la Parturienta; y
posiblemente también en la Visión de los Dos Testigos.
Mencionaré que Billot cree se puede interpretar del gran movimiento de
las Misiones en nuestro tiempo (“puerta abierta”). Mas el texto sagrado
menciona literalmente a los Judíos,
Porque guardaste la consigna de mi paciencia Por eso te guardaré en la
hora De la Tentación inminente Que viene sobre el universo entero A tentar a
los habitantes de toda la tierra...
A diferencia de la Tentación de “diez días” de la Segunda Iglesia -que
tiene que ser las Diez Persecuciones romanas- ésta es universal.
Mira que vengo pronto - Manten lo que tienes Que nadie te robe tu
corona.
“Vengo pronto”, la palabra que abre y cierra el Apokalypsis. “Mantén lo
que tienes”, otra vez la consigna del Tradicionalismo, de la Iglesia anterior.
No es tiempo ya de progreso, cambio o evolución. El actual Concilio Vaticano12
no cambia nada, esas grandes mutaciones que esperaban los fantasiosos y
noveleros: ¡se entretiene con pequeñeces de liturgia! Lo único grande que se
propone es la renovación de la vida cristiana conforme a la ley del Evangelio y
la unión de las Iglesias: que Dios quiera sea conseguida.
12 Diciembre de 1962.
Al que venciere, lo hare columna de la nave de mi Dios Y ya sunca saldrá
fuera Y grabaré es él El nombre de mi Dios Y la de la Nueva Jerusalen De mi
Dios La que baja del cielo Desde mi Dios Y también mi nombre del nuevo - El que
tenga oídos, oiga Lo que dice a la Iglesia el Espíritu.
Me parece que la alusión a la Parusía cercana está aquí; y que no cabe
otra alguna. Nuestra prodigiosa era atómica parece ser la última del ciclo
histórico; lo malo es que no sabemos cuánto durará. Los judíos se han reunido
en una -pequeña- nación, parte dellos; pero no parecen por ahora muy cercanos a
la conversión en masa, ni mucho menos. Que los últimos tiempos estén ligados
con la famosa energía nuclear o uránica (“fuego del cielo”) parece claro; y lo
veremos en las Visiones Quince y Diecisiete.
Sin embargo notemos muchos ven en Filadelfia la Iglesia anterior al
período parusíaco, Billot y sus discípulos, por ejemplo. San Alberto el Magno
empero la ve “en el tiempo del Anticristo”.
G. Laodicea (3,14 ad finem)
Y al Ángel de la Iglesia Laodicea escríbele:
En nuestra interpretación, Laodicea no puede ser sino la Iglesia de los
Mil Años, o sea, desde el retomo de Cristo hasta el Juicio Final. Lástima que
esta interpretación es la que dan los llamados milenistas que entienden
literalmente y no alegóricamente el Capítulo XX del Apo- kalypsis. Los que
repugnan a esta interpretación -¡y en qué forma! pueden recular la Iglesia anterior
y hacer caber a Laodicea antes de la Parusía; como hace Biílot e hice yo
mientras fui su discípulo; y así lo puse en el Capítulo V del Cuaderno Segundo
de mi libro Los Papeles de Benjamín Benavides. Laodicea significa Juicio de los
pueblos (Laon-diké) que puede referirse al Juicio Final. Pero también puede
tener el sentido de el juicio dado a los pueblos, o sea el gobierno
“democrático” que dicen ahora; dado que San Hipólito Mártir en su Comentario
dice -y nadie sabe de dónde lo sacó- que en los últimos tiempos los Reinos
serán “democracias”: gobiernos sedicentes “del pueblo”.
Los que quieren ver en Laodicea la Parusía -supuesto que admitan las
Siete Iglesias ser las siete edades de la Iglesia- pueden hacerlo, y
encontrarán rasgos que les vendrán muy bien, difíciles para mí en mi
interpretación actual; la cual sin embargo me parece mejor:
Esto dice el Amen Testigo fiel y veraz Que es el inicio de la Creación
de Dios.
y es también por ende su fin y su consumación.
Conozco tus obras Porque no eres ni frío ai cálido jOíalá que fueses
frío o caliente! Pero porque eres tibio Ni frío ni caliente Empezaré a
vomitarte de mi boca.
Según los milenistas, en el período entre la Parusía y el Juicio Final,
el Reino de los Mil Años -sean diez siglos, sea un largo tiempo indeterminado-
la tibieza irá invadiendo esa Iglesia próspera, que realmente se creerá “rica”;
y llegará un tiempo en que no tendrá ni la frialdad del paganismo -que es
susceptible de ser calentado- ni el calor prístino de la caridad cristiana que
la inauguró; y eso es una cosa que da náuseas. Pero está “en la boca” de Cristo
y no a sus pies: es el Reino de Cristo confesado por todos.
Esa tibieza desencadenará la rebelión de Gog y Magog, con la consumación
en el fuego del cielo y el Juicio Final; suceso tan misterioso para mí que
prefiero simplemente consignarlo sin explicarlo. Si se interpreta literalmente
el Capítulo XX, hay que admitirlo.
Porque dices: “Rico soy y próspero No necesito de nadie' Y no sabes que
eres mísero E indigente Y pobre y ciego Y desnudo.
Poco pega esta palabra con los esplendores del Reino milenario de los
Kiliastas; y sólo puede aceptarse como referida a su final. Mas los milenistas
alegan que aquí el Profeta recapitula; o sea, vuelve atrás e indica la causa
general de todas las caídas, como vemos que en Efeso dice: “Has caído de tu
fervor primero”; en la de Pérgamo: “Pero tengo contra ti al- guito”; en la de
Thyatira: “Consientes con la hembra Jezabel”; en la de Sardes: “Tienes nombre
de vivo y estás muerto”.
Te exhorto a que compres de mí Oro ardiente acrisolado Para que
enriquezcas Y túnica blanca para vestirte Y no aparezca la vergüenza De tu
desnudez Y unge con colirio tus ojos Para ver Yo a los que amo acoso y castigo
- Encélate pues y conviértete Mira que estoy a la puerta y llamo.
No es cuestión de muerte aquí ni enfermedad grave, sino de miopía,
desnudez, pobreza, o sea imperfección. “A los que amo”, no son apóstatas ni
réprobos. Y otra vez la mención de la inminencia de la Venida o, mejor dicho,
de la Presencia: “estoy a la puerta”.
Quien oyere mi voz Y me abriere la puerta Entraré donde él Y cenaré con
él Y él conmigo - Al que venga Lo entronizaré conmigo En mi trono - Como yo
vencí Y fui entronizado con mi Padre En mi trono Quien tiene oídos para oír.
que oiga.
Lo definitivo promete aquí Cristo: la cena, el último acto del día; su
propio trono al que venciere; o sea la gloria absoluta.
Los que rechazan el carácter profètico de las Siete Epístolas, convirtiéndolas
en “siete billetes pastorales” -e incluso algunos los dicen interpolados por
otra mano, no la de Juan, hipótesis refutada por W Ramsay- alegan que el
Espíritu Santo no iba a entretenerse en resumir la historia de la Iglesia en
enigmas indescifrables. La verdad es que una profecía se | aclara al allegarse
su cumplimiento, y es oscura antes; y hay que recordar que el Abad Joaquín
acierta en las tres primeras épocas, y Holzhauser i en las cinco primeras. En
las dos últimas se equivocó manifiestamente, queriendo determinar el año exacto
de la Parusía -contra la prohibición i del Concilio de Florencia- e incluso el
nacimiento y la edad del Anticristo, que debía morir en 1911 a los 55 años (!).
El buen presbítero alemán i abandonó su exégesis en el Capítulo XV, diciendo no
tenía más inspiración de Dios; probablemente vio él mismo que estaba haciendo
un lío. | A partir del Capítulo VI, Holzhauser se interna en una senda
equivocada, por querer interpretar todo seguido el Apokalypsis, olvidado de la
ley i de la recapitulado y del género profètico, que no es el histórico. Simplemente
aplica la historia eclesiástica a la profecía, forzando a las dos; e i
incurriendo en inexactitudes y aún disparates manifiestos.
El principio “histórico” del Abad Joaquín de Floris -y más urde de
Alcázar y Bossuet- produce esto; y tomado así, separada y exclusivamente,
merece la severa condenación de Wikenhauser en su Eileitung in das Neue
Testament.
El Paraíso vive como nostalgia insaciable en la sangre de los hijos de
Adán, impulsándolos a la conquista de los elementos, haciéndolos marchar adelante,
inspirándoles proezas y perpetraciones; y en nuestra época, poniéndolos
frenéticos y haciéndolos delirar nuevas torres que lleguen al cielo.
Todo poema de amor es una evocación del Edén. Ya sé que a los teólogos
no les gusta que sea así; pero es así y está en la Escritura. Todo gran poema
debería llevar el título de Milton: El paraíso perdido. Sin Beatriz, Dante no
hubiera podido imaginar el cielo.
Los teólogos del Seminario imaginan el cielo como un lugar lleno de
palmeras y pajaritos, sin frío ni calor, donde se pueden echar excelentes
siestas. Cuando era joven, yo me lo representaba como una playa de mar y sobre
ella un chalet con caballos y libros de metafísica, imagen que ahora me parece
inferior a la otra -a la de las palmeras. Como estoy seguro que si forjo otra
imagen mejor me la va a reventar la Censura, opto por acudir a la que hizo el
poeta maldito que pasara en esta vida un infierno, si no fuera por los
repentinos relámpagos del cielo que su genio poético le procuraba; en momentos
raros, henchidos de lágrimas de una nostalgia infinita.
Al cielo, do adivina para sí un trono raro, alza el poeta calmo los dos
brazos piadosos, y los vastos fulgores de su espíritu claro le ocultan el
tumulto de los pueblos furiosos.
Oh Dios, bendito seas que das el sufrimiento como un divino díctamo de
nuestra impuridad y como el más activo y el más puro fermento que prepara los
fuertes para la eternidad.
Yo sé que Tú preparas un lugar al Poeta en las filas ardientes de las
santas legiones, donde le esperan, huésped de la fiesta secreta, los Tronos,
las Virtudes y las Dominaciones.
35 Teólogos llaman en los Seminarios a los estudiantes de teología, que
no pueden regularmente saberla muy del todo: no a los profesores, los cuales es
de suponer que ya la saben.
Excursus A-D
Excursus A. Presupuestos
Veamos un poco los presupuestos desta nuestra -no mía- interpretación.
1. El Apokalypsis es una profecía: lo dice San Juan en el título, en el
cuerpo del libro ("verba propbetiae hujus”), en el final. Lo dice el
estilo, y lo dicen los últimos capítulos, evidentemente referentes a la
Parusía.
2. Es una profecía de los últimos tiempos: los que la dan como una
profecía ya cumplida (Bossuet, Renán, Alcázar) o como una especie de poema
filosófico acerca de la vida de la Iglesia (Swete, Hallo, Bonsirven) o sea una
timeless prophecy (profecía intemporal) no merecerán una refutación de nuestra
parte.
3. Es una profecía coherente: no es un centón de imágenes truculentas
sueltas. Es decir, es un libro, no una recopilación de rapsodias. Un hilo único
de pensamiento seguido corre a través dél.
4. No es un libro indescifrable: aunque sea difícil; y a medida que ha
pasado el tiempo y se han sucedido los intérpretes, se ha vuelto menos difícil,
como es propio de toda profecía; y en un sentido, más difícil, por la
obstrucción de las interpretaciones difidentes o pérfidas de la impiedad.
5. En un sentido, este libro abraza “todo el tiempo de la Iglesia, desde
la Ascensión de Cristo -en que un ángel anuncia a sus Discípulos el Retorno
futuro- hasta la Segunda Venida”, como dijo San Agustín: con el acento puesto
en el término. El término de un movimiento contiene