sábado, 17 de noviembre de 2018

"EL APOKALIPSIS DE SAN JUAN"-PARTE 5º-Visión Cuarta Signación de los Elegidos



Visión Cuarta Signación de los Elegidos

Juan interrumpe los Sellos para intercalar una visión que está aludida quizás al abrirse luego el Séptimo. Hay un tiempo de calma para preparar a los Elegidos.

Después de esto vi cuatro Ángeles Estando sobre los cuatro ángulos de la tierra. Conteniendo a los cuatro vientos de la tierra - No soplen sobre la tierra Ni sobre el mar Ni sobre los árboles algunos Y vi otro Ángel Ascendiendo desde el orto del sol Con el sello del Dios vivo...Y clamó con voz grande A los cuatro Ángeles A los cuales dióseles poder dañar La tierra y el mar Diciéndoles: - “No queráis dañar La tierra y el mar Ni los árboles Hasta que sellemos Los siervos del Dios nuestro Sobre la frente."

Cristo dice en su Sermón Esjatológico que la Gran Apostasía haría caer si fuera posible incluso a los Elegidos: dulcísima palabra, pues implica que eso no será: “non fieripotest”. Los vientos son los que levantan las tormentas en el mar; el Mar significa el Mundo en la Escritura, así como la tierra firme significa la Religión: Cristo dice que “en aquel tiempo se secarán los hombres de temor por el ruido del mar y sus oleadas”. Hay aquí pues una pausa en las tormentas mundanales en favor de los Electos -o sea, fieles.



Y escuché el número de los Signados - Cientos cuarcnticuatro mil De todas las tribus De los hijos de Israel: - “De la tribu Judá. docemil signados De la tribu Rubén, docemil Gad, docemil Aser. docemil Neftalí, docemil Manases, docemil Simeón, docemil Leví. docemil Isacar. docemil Zabulón, docemil José, docemil De la tribu Benjamín, docemil signados.'

Un chistoso dijo que los judíos actuales no son de la tribu de Dan, sino de la de Aser Isacar-dineros: porque Dan, el mayor de los hijos de Jakob, está suprimido aquí.

Números típicos o simbólicos: aluden a todo el “Israel de Dios”. Dan está omitido entre los Patriarcas, y en cambio incluido Manases, hijo de José. Desta omisión, y de la bendición -o maldición más bien parece- de Jakob a su hijo Dan, sacaron algunos escritores antiguos que el Anticristo sería un judío de la tribu de Dan. Los críticos modernos se contentan con atribuir la omisión “a un error de copista” (?).

Después desto mirando vi Muchedumbre magna Que numerar nadie puede De todas las razas y tribus Y Naciones y lenguas De pie ante el Trono Y a la faz del Cordero - Vestidos de estolas blancas Y palmas en sus manos Clamantes con voz grande diciendo:- ‘La Salud al Dios nuestro A el Sentado en el Trono Y al Cordero“ Y todos los Ángeles estaban En torno al Trono Y de los Ancianos y los Cuatro Animales Y cayeron sobre sus rostros Y adoraron a Dios diciendo: - ‘ Amén. La alabanza, la gloria, el saber Y la acción de gracias y el honor Y la fuerza y el poder A nuestro Dios Por los siglos de siglos. Amén."

Todos los salvados son añadidos a los mártires de los últimos tiempos; o bien a los judíos conversos de aquellos tiempos, piensan otros.

Y alzó la voz uno de los Ancianos Diciéndome: “Estos envueltos en vestes blancas ¿Quiénes son, de dónde vienen?" Respondíle: - "Señor, tú lo sabes” Y di jome: "Estos son ios venidos De la Tribulación Grande Que lavaron sus vestes En la sangre del Cordero - Por esto están ante Dios Y lo adoran día y noche En el Templo suyo Y el Sentado en el Trono Habitará con ellos No hambrearán ya Ni sed habrán Ni pesará sobre ellos el sol Ni la canícula Porque el Cordero el del Medio el Trono Los pastoreará Y los conducirá A las fuentes vivas de la Vida Y enjugará Dios toda lágrima De sus ojos."

Esta promesa repite Juan como ya cumplida al final de su libro. La visión preliminar de los Sellos, ceremoniosa y adoratoria, se cierra con la Visión del Cielo y la añadidura de todas las almas salvadas y revestidas de la gracia divina.

La gloria del cielo, último destino del hombre, abre y cierra el Apokalypsis de San Juan; el cual no es por tanto un libro “de amenazas atroces y de júbilos feroces", como escribió poco ha el blasfemador oficial de la Argentina M. Los júbilos son religiosos y santos; las amenazas no son sino predicciones de hechos que han de suceder, traídos por la malicia de los hombres, y no por la voluntad de Dios directa, sino sólo permisiva. Un mal prevenido ya es casi vencido.

30 Jorge Luis Borges.

Visión Quinta Las Siete Tubas

Y cuando abrió el Séptimo Sello Se hizo un silencio en el cielo Como de media hora.

Me hizo penar este versículo 1 del Capítulo 8; y no a mí sólo. No en mi cabeza ni en los libros le encontraba significado congruo; hasta que orando por él un día, creí ver: es un breve espacio de paz y calma en la Iglesia, espacio de una generación o menos; y responde al cuadro anterior de la Signación de los Elegidos. “Silencio” supone ruido antes y después: el ruido de las olas del mar mundano que secará a los hombres de temor.

Después encontré por caso que esta interpretación es de Victoria, San Beda Venerable, San Alberto Magno y los medievales en general; precedidos por Andrés de Cesarea en el siglo Sexto.

Media hora es el cincuentavo de un día; “mil años para Dios son como un día”, dice David y San Pedro; y también San Juan en el Capítulo XX. ¿Será un descanso de unos 20 años en los supremos afanes del mundo? Un descanso durante una generación es una nota que frecuenta las profecías privadas sobre el Fin del Mundo 3I.

Y vi a los siete Ángeles Los que delante Dios están Y les dieron Siete Trompetas Y otro Ángel salió Y se posó sobre el altar

31 Esto último es una cábala mía. Pero la "media hora” ciertamente denoca breve espacio de tiempo; no es una literal media hora de reloj.

Llevando un incensario de oro Y le dieron incienso mucho Para ofrecer las oraciones de Jos Santos Sobre el altar de oro Delante el Trono Y subió el humo del incienso Las oraciones de los Santos De mano del Angel ante Dios Y levantó el Angel el turibulo Y lo llenó del íuego del altar Y lo arrojó sobre la tierra Y se hicieron voces de trueno Y rayos y un terremoto Y los Siete Ángeles con las Siete Tubas Se aprestaron a sonar las Tubas.

El Ángel del Turíbulo, que gobierna los Siete Truenos, arroja brasas encendidas sobre la tierra. Las oraciones de los Santos están sobre el Altar, así como su sangre está debajo. ¿Que piden? Lo hemos visto: el Juicio de los perseguidores, la vindicta de la sangre mártir. Se producen relámpagos y voces de trueno y después un gran terremoto: son las grandes herejías, con todas sus calamidades y matanzas, que terminan en la última, el Anticristo. El “gran terremoto” es siempre alusión a la Parusía. Los grandes herejes, que determinan los grandes cambios de frente de la humanidad (“clangor de tubas”) son los que traen al Anticristo y son dél figuras y precursores. Antíoco Epífanes -como tenemos en Daniel- y después Juliano el Apóstata, Nerón y Mahoma... fueron sus sombras.

Y el primer Ángel sonó su tuba Y se hizo granizada Y fuego mezclado en sangre Y cayó sobre la tierra Y un tercio de la tierra Fue quemada Y un tercio de los árboles Quemados Y un tercio del pasto verde Quemado.

Símbolo de la herejía de Arrio, con las invasiones de los Bárbaros que la acompañaron en un tercio del Imperio Romano. Los Bárbaros, apenas convertidos, cayeron por obra de sus tefes en el arrianismo; lo mismo que varios de los mismos Emperadores. La Iglesia fue perseguida acremente y parte de la cristiandad devastada. Los historiadores nos han dejado -ver Gibbon, Newman, Renán... d’aprés Theodoreto-, las depredaciones en Europa de Hunos, Vándalos y Godos: los incendios y derramamiento de sangre, las cosechas y eras destruidas. De 460 obispos de África mandó el vándalo Genserico 46 a trabajos forzados en lugar insalubre, y desterró 302; y en el lapso de 10 años exiló otros 220. Cuatro mil cristianos, clero y laicado, fueron corridos al desierto, donde murieron de penuria o maltrato. Muchos fueron destrozados en el ecúleo o tratados con hierros candentes.

Y el Segundo Ángel darineó Y como un monte grande ardiendo Fue lanzado al mar Y volvióse sangre Un tercio del mar Y murió un tercio de las creaturas Que había en el mar Un tercio de los vivientes Y un tercio de las naves pereció.

Mahoma y el Islam: las tribus árabes unificadas y en masa se corren por los bordes del Mediterráneo y lo cruzan, invadiendo España y las costas de Provenza y más tarde Constantinopla a través del Bosforo. La piratería musulmana ensangrienta el mar y diezma las naves cristianas; en España se crearon órdenes religiosas con el exclusivo fin de redimir cautivos de los moros; y tres órdenes militares para defenderse dellos.

Y el tercer Ángel darineó Y cayó del cielo una gran estrella Luciente como linterna Y cayó en un tercio de los ríos Y de las vertientes Y el nombre de la estrella es Amargo

Y el tercio de las aguas se amargó Y muchos hombres murieron Por las aguas vueltas amargo.

El Cisma Griego de Focio y Miguel Cerulario. Daniel llama “estrellas del cielo” a los Doctores, como está dicho; y Focio fue un gran teólogo, obispo y escritor insigne. La ambición y el orgullo nacional/stico lo llevó a separar la Iglesia Oriental de la Romana. La doctrina no fue pervertida -o podrida- sino vuelta amarga e insalubre; como vemos en la enfermedad progresiva de la Iglesia llamada “Ortodoxa”, que primero cayó bajo el arbitrio de los Zares y después se falseó y agrió con toda clase de supersticiones, abusos y aberraciones; hasta culminar en el monstruoso monje Rasputín, que llevó a la ruina a su abriboca protectora la Emperatriz, y a su familia toda, no menos que a Rusia. Lo único que tocó Focio de la doctrina fue la partícula “Filioque” del Credo; pero, falta de comunicación con el Cuerpo y Cabeza de la Iglesia, la doctrina “ortodoxa” se estancó y se volvió impotable.

Y el Cuarto Ángel daríneó Y fue herido del sol un tercio Y de la luna un tercio Y de las estrellas un tercio Para oscurecer la tercera parte - Que de día no luciera un tercio Y de noche igual.

El Protestantismo: oscureció la fe de una parte del mundo y también sus forjadores fueron estrellas del cielo que cayeron, doctores, teólogos y sacerdotes. Esta herejía tuvo más alcance que todas las anteriores y desde ahora las calamidades van ser alaridos o ay es universales. Cuatro Tubas han pasado y las que ahora vienen son tres Ayes.

Y vi y oí La voz de un águila volando Por la mitad del cielo Y diciendo con grande voz: - “Guay. guay. guay

De los habitantes de la tierra A la vo2 de los Tres Ángeles Que han de ciarincar.”

Lo que viene ya es del Anticristo: herejías totales en todo sentido, la Guerra de los Continentes, la Parusía.

Y el Ángel Quinto clarineó Y vi una estrella del cielo Que cayó a la tierra Y se le dio la llave del pozo del infierno Y se levantó un humazo Del pozo del infierno Como la humareda de una chimenea Y del humo del pozo Salieron langostas sobre la tierra.

El Profeta explica el oscurecimiento del sol y de la luna (el conocimiento de Dios y de Cristo) de la Tuba anterior por la caída de una “estrella del cielo”. Holzhauser dice que fue el Emperador Valente, protector de los arríanos (!) y Eizaguirre opina más plausiblemente fue Lutero. Yo diría más bien Calvino, el teorizador teológico del protestantismo, al cual en gran parte debe la herejía su triunfo sobre un tercio de Occidente. Poco importa quién fue: la humareda oscureció el conocimiento de Dios.

Y del humo del pozo Salieron langostas sobre la tierra Y se les dio potestad Como los escorpiones de la tierra Y prohibido les fue Dañasen la gramilla de la tierra Y todo lo verde Y ningún árbol Sino sólo a los hombres Que no tienen el sello de Dios Sobre las frentes

Y dióseles que no los mataran Más los atormentaran cinco meses: Y el tormento dellas como el tormento De los escorpiones Cuando pican ai hombre Y en aquellos meses Buscarán la muerte los hombres Y no la hallarán Y desearán morirse Y huirá dellos la muerte.

El “enciclopedismo” de los sedicentes “filósofos” del siglo XVIII; o sea el naturalismo religioso que empezó por el deísmo y se prolonga en el actual modernismo: la peor herejía que ha existido, pues encierra en su fino fondo la adoración del hombre en lugar de Dios, la religión del Anticristo. Manuel Kant escribió su tratado de La religión dentro de los confines de la razón pura, diciendo que con eso por fin el hombre había llegado a su mayor edad (mündigkeit).

En realidad es sujetar a Dios bajo 1a razón del hombre y hacer a su pobre intelecto supremo y absoluto: de hecho, aunque no formalmente, eso hacían los deístas ingleses, rechazando todo misterio y midiendo la religión por el caletre del hombre a . Todo eso nació del Protestantismo. Cinco meses -de años- son 150 años.

El tormento que el veneno desos sofistas brillantes, hábiles y perversos causó, lo conocemos: dura hoy día. Propagaron, junto con la frivolidad intelectual, la angustia, el temor y la desesperación pagana. El pesimismo actual -Schopenhauer- data dellos.

Aunque Voltaire y Diderot fueron personalmente optimistas -aunque no el Cándido ciertamente— y vividores o calaveras, el Pesimismo actual, que tanto combatió Chesterton, viene dellos. Los románticos franceses, sobre todo, prosiguieron el culto de la muerte, de la tristeza y la desesperanza, que culmina en Baudelaire; por no nombrar al desdichado Lau- tréaumont. Basta leer Rolla de Alfred de Musset para poder aplicar al siglo pasado las palabras del Profeta, que "deseaban la muerte y la muerte huía dellos”, pues deseaban una muerte “romántica”. Pero ese veneno no afectó a "todo lo verde”, a los que tenían el signo de Dios sobre, la frente -a los cristianos practicantes. Al contrario, reverdeció la poesía y arte católicos en esos días. 32 Ver Rousseau, Emile, La Religión du Vicaire Saboyard.

Y el aspecto de las langostas Como el aspecto de los caballos Aparejados para la guerra Y en la cabeza dellos Como coronas Como de oro 33 — Y los rostros della9 Como rostros de hombre Y la cabellera dellas Como cabellera de mujer Y los dientes dellas Como dientes de leones Y llevaban corazas Como corazas de hierro Y el sonido de sus alas Como el sonido de carros y caballos Corriendo a la guerra Y llevaban colas como de escorpión Y aguijones Y en las colas está su potestad Como el sonido de carros y caballos De atormentar a los hombres Cinco meses - [de años].

Buen símbolo de la manga de sofistas que atormentó al mundo más de un siglo, validos de la llamada "libertad de prensa”, que es la patente del sofista. De la Revolución Francesa a la Gran Guerra del 39 corren unos 150 años; y en ese tiempo vigió la “libertad de prensa”, que son las “alas que hacen estruendo” de los sofistas. Desde la Gran Guerra, se acabó la libertad de prensa: los Gobiernos y los Consorcios Capitalistas se incautaron fuertemente del famoso "cuarto poder del Estado”, el periodismo. Los sofistas que se desencadenan al fin del siglo XVIII se parecen realmente a caballos de guerra y a grandes carros bélicos: ver por ejemplo en La Revolution Française, de Pierre Gaxotte, el poder extraordinario que tuvieron en esa sociedad corrompida, el ruido que hacían, el “rostro de hombre” razonable y sabio que tenían, los meretricios femeninos de la gracia y el brillo literario, y la pornógrafía: de hecho, son considerados causa principal del descarrío de la Revolución de 1789 3\ la cual comenzó bien, y después se envenenó. 33 “Le roi Voltaire*, que te dijeron.

Y llevaban como Regente Al Ángel del Abismo Su nombre hebreo es Abbaddón Y en griego su nombre Apolyon - El primer “Guay" pasó Y ahora vienen los otros dos

Los dos nombres que pone San Juan en hebreo y griego significan el Destructor o Exterminador. La dirección des tos destructores es demoníaca: se dirige directamente contra “El Infame” (Cristo) o “La Infame” (La Iglesia), como decía Voltaire. Ellos abren la puerta a la exterminación masiva que aparece en la historia con las grandes guerras actuales, comenzando con las guerras de la Revolución y las napoleónicas.

Los exegetas modernos ven en estas Tubas netamente Herejías, aunque varíen en su designación. Con razón, pues patentemente forman una cadena que termina en el Anticristo; son'sucesos de malagüero y no de buen auspicio; y no se pueden entender en literal crudo.

Aquí viene bien exponer un lugar paralelo en Daniel, tal como lo ve Lacunza: las Cuatro Fieras. El Padre Lacunza, jesuíta chileno, gran exe- geta y gran escriturario sin duda alguna, dio del Capítulo VII de Daniel una interpretación nueva pero muy plausible, en su gran libro La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, firmado Josaphat Ben Ezra, Londres 1816, edición de don Manuel Belgrano. La interpretación antigua era que esas Cuatro Fieras -que por cierto desembocan en la Parusía y el Anticristo- eran los mismos Cuatro Imperios de la Visión muy anterior de la Estatua Multicompuesta. Lacunza dice que son cuatro Religiones falsas o Herejías. 34 Ver Hilaire Belloc, The French Revolution.

Según Lacunza, las Cuatro Fieras, el León, el Oso, el Leopardo y el Monstruo Disforme, son el Paganismo, el Islamismo, la Protesta Luterana y el Filosofismo actual -que desemboca, como dijimos, en el Anticristo.

Se podría objetar que el Ángel que le explica, le dice: "Son Cuatro Reyes”, o sea Poderes Políticos.

La respuesta es que esas cuatro Herejías fueron calzadas y sostenidas por Poderes políticos.

El León con alas de águila -figura de los ídolos asirios- figura bien al Paganismo. Las alas le son arrancadas, se pone de pie como un hombre y “adquiere un corazón de hombre”; el paganismo, dice Lacunza, fue convertido por los Apóstoles, se humanizó, se volvió el sustento y cimiento del Cristianismo en Roma; y en todo el mundo que ella dominaba.

El Oso “devorador de muchas carnes” que anda con tres huesos en la boca y surge “en un canto de la otra Bestia”, representa a Mahoma y el Islam, grosero, apañador y brutal. El Leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas como de ave sería el Protestantismo, que dominó -y domina aún, aunque herido- cuatro grandes naciones de Occidente. El Leopardo es el animal heráldico de Inglaterra. “Y le fue dado dominio”, dice el Profeta... Y aun “dominions*.

Surge después una Bestia o Fiera espantosa, poderosa, portentosa, de pies de hierro, la cual asumió y describió con más pormenores San Juan al fin de su libro: la Fiera de los Diez Cuernos.

Delia surge el Anticristo: un Cuerno pequeño que surge entre los otros, crece estupendamente, elimina de raíz a tres de los otros Poderes -que eso significa “cuernos”- y los demás se le someten; entonces alza su voz contra Dios. Sigue la Visión del Anciano en el Trono circundado de miríadas de ángeles y almas, que hemos visto San Juan repite como preludio de la Visión 2, del Libro y el Cordero. También están aquí el Libro y el Cordero, pero este último como “Hijo del Hombre”.

Las Tres Fieras primeras pierden su dominio aunque se las deja en vida hasta el Anticristo; la Fiera última es destrozada por el Hijo del Hombre y el Reino de los Santos. El final de la visión es netamente parusíaco: “La cuarta Fiera será un Imperio sobre la tierra, diferente de todos los Imperios, que devorará la tierra entera y la pisoteará y la hará trizas; y los diez cuernos deste imperio serán diez reyes que surgirán, y Otro surgirá después; y será diferente del Primero [del Imperio de Augusto, el cual resucitará malamente el Anticristo] y derrotará a tres Reinos.” Vienen luego las palabras sacrilegas y la persecución de los Santos, que durará “un tiempo, dos tiempos y medio tiempo”; después su dominio es retirado y destrozado; y viene el Reino de los Santos del Altísimo. "Y esto es el fin de todo”, concluye el Angel de la Profecía.

Y el Ángel le dice a Daniel que “selle el libro hasta que venga el fin”; puede que hasta que venga Lacunza y lo entienda.

Fuera broma, Lacunza me parece tiene razón en decir que si estas Cuatro Fieras son Caldea, Persia, Grecia y Roma -como son sin duda las cuatro partes dismetálicas de la Estatua que soñó Nabucodonosor-, esta Visión sería una repetición superflua que no añade nada a la otra, a no ser si acaso confusión. Otra razón es que la Visión de la Estatua desemboca en la Primera Venida de Cristo y fundación de la Iglesia, mas ésta de las Fieras termina evidentemente en la Segunda Venida y el Anticristo. Finalmente Lacunza nota que, para un Profeta, las Religiones son cosas más vivientes que los reinos políticos; por lo cual las figura como vivientes (animales) y a los reinos como inanimados (metales).

Si Dios pudo prever y revelar por Daniel el Imperio de Alejandro y el de César, sin duda también pudo saber del Protestantismo y otras revoluciones religiosas.

Y el Sexto Ángel clarineó Y escuché una voz De ios cuatro ángulos del Altar El de oro. el delante Dios Diciendo al Sexto Ángel El que tiene la Sexta Tuba: - “Suelta los cuatro Ángeles Que están ligados En el gran Río Eufrates” Y soltados fueron los cuatro Ángeles Que estaban aguardando La hora, cl día. cl mes. cl año Para matar un tercio de los hombres Y el número del ejército ecuestre Bismiríada de miríada: Yo escuché su número.

La Guerra de los Continentes. Los cuatro Ángeles atados más allá del Eufrates son cuatro Reyes o Reinos de Oriente, como dice después el Profeta. El ejército de 200 millones de hombres (veintemil veces diezmil) es tal que no se vio nunca en la antigüedad -el de Jerjes invasor de Grecia tenía 100 myriadóon, o sea un millón de hombres-; y así los intérpretes antiguos tuvieron este número por inconcebible; el cual se ha vuelto posible. También algunos modernos lo califican así, como el P Alió, en su libro Apocalipse, p. 116: “une tel énormité empêche d’y voir une cavalerie humaineM y adelanta la extravagante conclusion de que son “demonios”, pues la repetición formai de San Juan: “escuché su número” muestra que hay que tomarlo literalmente, y no como “número indeterminado significante muchos hombres”, como dijeron algunos intérpretes antiguos. Hoy vemos que ese número no es una absurdidad ni "enormité*. Un ejército de 200 millones de unidades blindadas -que corresponden hoy a la caballería del tiempo de San Juan-la China sola puede suministrarlo; nada digamos si son cuatro reinos asiáticos, pongamos China, India, Persia y Rusia, o Japón, como sospecha Solovief.

Y vi en mi Visión los Caballos - Los jinetes en ellos Llevando corazas color acero [jacinto] Y de fuego y de azufre - Las cabezas de los caballos como de leones Y de las bocas dellos Salía fuego y humo y azufre Y destas tres plagas Fue muerto un tercio de los hombres Del fuego, del humo y del azufre Que arrojaban de sus bocas - Pues el poder de los Caballos Está en sus bocas Y en sus colas Pues sus colas son como serpientes Y tienen cabezas Y con ellas dañan.

Un hebreo del siglo I no puede describir mejor nuestros actuales tanques de guerra, que son simplemente los carros de guerra de la caballería antigua. El primero que notó esto, que yo sepa, fue el chileno Rafael Eyzaguirre 35, el cual dice "evidentemente son carros de guerra; y la cabeza y las colas son piezas de artillería”. Mejor todavía se ve hoy36.

Y el resto de los hombres Los que no murieron por estas plagas No se arrepintieron de las obras de sus manos Para no adorar más a los demonios Y a sus ídolos de oro y plata De cobre, de piedra, de palo Que no pueden ni mirar Ni oír ni caminar Y no se convirtieron de sus homicidios Ni de sus drogas mágicas Ni de su fornicación ni de sus robos.

Es obvio que el mundo de hoy idolatra, aunque no adore estatuas de Júpiter, de Venus, de Buda o las horrendas máscaras del Tibet -aunque también adoran eso muchos todavía. Pero la mayoría adora la obra de sus manos, la Técnica, el Estado, el Dinero, la Raza o la Patria, en quienes ponen la confianza que sólo Dios merece. De donde cunden innúmeros pecados y toda clase de vicios. Dos grandes guerras no han escarmentado a esta humanidad idólatra, respetadora de los demonios; más bien parece al contrario. Y el dios de la violencia, Maozín, que, según Daniel, el Anticristo venerará, hoy día recibe el culto de los ingentes armamentos: Maozín, dios de los armamentos y municiones.

35 Apocalipseos Interpretatio Lite ralis, Romae, Unione Edi trice, MCMXI, Vía Federico Cesi, p.45. 36 Ver Charles de Gaulle, La Guerre Modeme, París, iño 1931.

¿Será evitada la Gran Guerra Tercera? Algunos intérpretes leen que San Juan habla de la preparación desa guerra, no de su consumación: Roberto Hugo Benson, siguiendo el comentario del Apokalypsis de su padre, el arzobispo anglicano de Canterbury E. W Benson, pone en su gran novela Señor del Mundo que la Gran Guerra con el Oriente será evitada justamente por el Anticristo (Juliano Felsenburgh), que por esa proeza diplomática se convierte en Presidente de Europa, y Emperador del mundo entero, menos la Argentina.

Pero lo malo para esta optimista (?) opinión es que San Juan taxativamente dice que “fueron muertos un tercio de los hombres”; que si son de todo el mundo, o del Enorme Ejército solamente, no lo sé; pues no lo dice.

Sin embargo, para salvar al pobre mundo de hoy de una tercera Gran Guerra -como es nuestro pío deseo y el de Kennedy- digamos que esta Sexta Tuba pudiera quizás interpretarse de las Dos Guerras Mundiales -que yo he visto- y tras de las cuales ciertamente la Humanidad no ha hecho penitencia; que en la Segunda dellas, el número de los combatientes -incluidos los obreros de las fábricas de armas, expuestos a los bombardeos- fue más o menos 200 millones; y que la muerte de “un tercio de los hombres” podría entenderse, tal vez, de los soldados solamente. No me convence mucho, pero allá va, por lo que valga.