sábado, 17 de noviembre de 2018

“EL APOKALIPSIS DE SAN JUAN”-PARTE 4-HISTÓRICO ESJATOLÓGICA--VISIONES 2-10 Visión Segunda El Libro y el Cordero



HISTÓRICO ESJATOLÓGICA

VISIONES 2-10

Visión Segunda El Libro y el Cordero

Canta el río entre las piedras Y el gallo al amanecer Ellos cantan porque saben Yo canto por aprender.

En la parte primera han sido expuestas como profecías las Epístolas (de Cristo) a las Iglesias del Asia Menor y de todas las épocas, de acuerdo al criterio apuntado por San Agustín, y puesto en uso por muchos, a partir de Nicolás de Lyra en el siglo XTV, precedido por el franciscano Alejandro de Bremen en mitad del XIII, y torpemente iniciado por el Abad Joaquín en el XI. Los que quieren considerar estos capítulos del Apokalypsis como siete billetes pastorales de un hombre que reclama el título de profeta a siete obispos sufragáneos -uno de los cuales, Thyatira, no existía aún- no dañan mucho. Ahora comienza la parte indudablemente para todos profètica del librito: “Sube aquí y te mostraré las cosas que han de suceder en adelante”, en IV, 1. Se abre con una visión de lo que llamaban los judíos “la gloria de Dios”17, o sea el Trono de la Deidad rodeado de símbolos majestáticos. Los exegetas han visto pronto en esta visión el reflejo de la famosa de Ezequiel, por la cual el rudo vate del Exilio de Babilonia es enviado por Dios a profetizar; y en efecto está calcada sobre ella; con mayor belleza poética. Lo que pocos han visto es que también está influida por la del Libro de*Daniel, capítulo 7, la cual es netamente parusíaca; pues viene luego de la Cuarta Fiera y su transformación en ei “Cuerno Pequeño” que en Daniel designa al  Anticristo; contra el cual se alza el trono de Dios y viene sobre las nubes del cielo a recibir el poder de su Padre "uno como Hijo del Hombre”. 


Juan ha sustituido simplemente como apelación de Cristo en esta escena “Hijo del Hombre” por “Cordero Occiso y Resurrecto”: la redención ya había tenido lugar, y Cristo delante de Caífás ya se había declarado “Hijo del Hombre”. 27 Cfr. Frank Duquesnc, Creation et Procrearon, París, Minuit, año 1851, y Cosmos et Glorie, París, Vrin, afio 1947.

Esta visión permanece como retrofondo durante todo el curso de la Profecía, marcando su carácter: son los sucesos del mundo a la luz del Gobierno divino.

Después desto vi: Vclay una entrada abierta es el cielo Y la voz primera La que me habló a modo de tuba Me dice: “Asciende aquí y te mostraré Lo que ha de hacerse en adelante’ Y al punto caí en espíritu Y velay una Sede puesta en el cielo Y sobre la Sede un Sedente Y el que sedía, su aspecto Como piedra jaspe y sardón Y el arco iris alrededor la Sede Como con brillo de esmeraldas Y alrededor la Sede veinticuatro asientos Y sobre los Tronos veinticuatro Ancianos Envueltos en ropajes blancos Y en sus cabezas coronas áureas Y del trono brotaban rayos, voces y truenos Y siete lámparas prendidas ante el Trono Que son los siete espíritus de Dios Y ante el trono como un mar de cristal Y en medio del trono y alrededor Cuatro animales Llenos de ojos delante y detrás Y el primer animal como un león. Y el segundo animal, como un becerro Y el tercer animal, rostro como de hombre Y el coarto animal, como iguila eo vuelo Y los cuatro animales, caduno dellos Seis alas Y adentro y alrededor, llenos de ojos, Y no cesaban día y noche, diciendo: ‘Santo. Santo. Santo El Señor Dios el Pantocrator El Era el Siendo y el Viniéndose."

Esta denominación ingramatical de Jesucristo (ejemplo de la “grammar of ungrammar” del Apokalypsis que dijo E. W Benson) por ingrata que parezca en castellano, es feliz en su significado: Cristo era y su vida temporal terminó; es, por su resurrección; y la tercera nota, El-que-viene (participio activo en griego) designa su Parusía; y a él llama Juan no solamente Señor y Pantocrátor, sino también Dios; pero su natura humana considera primeramente aquí.

Los Cuatro Animales -o sea Vivientes- que tan disforme indibujable figura hacen en Ezequiel -tanto que derrotaban a los Rabinos y era prohibido a los jóvenes hebreos leerla hasta los 30 años, como el Cantar de los Cantares-, son figura de los Querubines, tomada de las representaciones majestuosas que dellos hacían los Asirios y Caldeos. Los Santos Padres -Ireneo el primero- vieron en estos animados a los cuatro Evangelistas, e ingeniosamente acomodaron los cuatro diferentes rostros al comienzo de sus Evangelios. Pero esto es alegoría solamente; no es creíble que Juan se haya incluido en su libro sosteniendo nada menos el trono de Dios. Conforme a una indicación del mismo Ireneo ellos significan el dominio total sobre el Universo, los cuatro vientos de la tierra gobernados por cuatro ángeles y representados por lo que hay de más noble, más fuerte, más sabio y más veloz en la materia animada. Los cuatro ángeles sostienen el Trono en los cuatro ángulos, de modo que Juan ve a uno de espaldas (“ojos detrás y delante”) y a dos de perfil. Son cuatro Querubes, seres vivientes, como hay que traducir el griego Zooi.

La muy numerosa literatura apokalyptica del tiempo -los judíos y algunos cristianos produjeron numerosos libros de “visiones” con el tema de la lucha del bien y el mal en el curso de la historia, y el final della- maneja un stock de imágenes y símbolos comunes, de un sentido más o menos fijo, de cuya proveniencia ellos no curaban mucho. El alemán Gunkel2S, imitado por varios otros, escribió un mamotreto sobre el origen babilónico del Apokalypsis de Juan, alarde de erudición sin sensatez: olvidado del hecho de que los apokaletas hacen un uso libérrimo desos símbolos; y que solamente el sentido que les da aqueste particular escritor es lo que importa, no su eventual proveniencia.

Y dando los Anímales Gloria y honor y acción de gracias A l Sedente en el Trono Al Viviente por siglos de siglos Avanzaban los Veinticuatro Ancianos Al Trono de Dios Y se arrodillaban Ante el Viviente por siglos de siglos Arroyando sus coronas áureas Ante el Trono, diciendo: - “Digno eres, el Señor, Y el Dios nuestro, el Santo Recibir gloria y honor y poder Porque Tú creaste todo Y de por tu voluntad Todo es creado y es".

En los Ancianos han visto los Santos Padres a los Doce Apóstoles y los Doce Patriarcas, el "Israel de Dios”, los representantes y Reyes de la historia religiosa del mundo.

Y vi a la derecha del Sedente al Trono Un libro escrito dentro y fuera Sellado con Siete sellos Y vi un Ángel fuerte Proclamando con voz magna:

28 Schöpfung und Chaos, Gotinga, año 1903.

¿Quién es digno de abrir el libro Y soltar sus sellos? Y nadie podía, ni en el ciclo. Ni en la tierra ni debajo tierra Abrir el libro Ni siquiera mirarlo Y lloraba yo muebo De que ninguno hall árase digno De abrir el libro Ni de mirarlo Y uno de los Ancianos me dijo: “No gimas Vclay que el león de la tribu de Judá El retoño de David Ha conquistado abrir el libro Y soltar sus sellos."

Después del majestuoso escenario, Juan pone en dramático movimiento su Visión. El libro contiene los planes de Dios sobre el Mundo; el Angel que tantas veces intervendrá con Juan es el espíritu de Profecía.

Y vi en medio del Trono Y los Cuatro Animales Y los Veinticuatro Ancianos De pie un Cordero como degollado - Con siete cuernos Y siete ojos Que son los siete espíritus de Dios Enviados por toda la tierra Y se adelantó y tomó De la diestra del Sedente en el Trono El libro. Y abrió el libro.

Un cordero degollado con siete ojos que agarra un libro hace reír a Renán; los oyentes de Juan sabían que era un hombre, designado con el sobrenombre que puso el Bautista a Jesucristo, sacado del Cordero

Pascual. Los Cuernos son símbolo del Poder Perfecto, los ojos de la total Sabiduría. Siete es el número de la perfección.

Y al abrirse el Libro Los Cuatro Animales Y los Veinticuatro Ancianos Postráronse ante el Cordero Sosteniendo sendas cítaras Y copas de oro con incienso Que son las oraciones de los santos Y cantaron un cántico nuevo Diciendo: "Digno eres de recibir el libro Y de romper sus sellos - Porque fuiste degollado Y nos recompraste para el Dios nuestro Com tu sangre Dentrc toda lengua y tribu Y pueblo y Nación Y nos hiciste para Dios Reyes y Sacerdotes Y reinaremos sobre la tierra...” Y vi y escuché Así como voz de muchos ángeles En torno al Trono Y de los Animales y Ancianos Y el número dellos millares y millares Y miríadas de miríadas Diciendo con voz magna: - "Digno es el Cordero el degollado. Recibir el poder y la riqueza Y el saber y la fuerza Y el honor y la gloria y la alabanza Y toda crcatura. las en el cielo Y en la tierra y bajo tierra Y sobre los mares Y dentro dellos Escuché diciendo: “AI sentado en el Trono Y al Cordero Alabanza, honor y gloria Y potestad Por los siglos de los siglos" Y los Cuatro Animales dijeron “Amén" Y los Ancianos se postraron y adoraron.

Con esta gran ceremonia latréutica inaugura Juan la lectura del libro del Destino, su propia Revelación o Apokalypsis. Basta esto para dejar a un lado ya en adelante a los cuitados que quisieran desconocer o negar el profetismo de este libro y convertirlo en un poema filosófico acerca de la persecución en general, como hacen Swete, Alió, Bonsirven y otros. Las visiones de Juan tienen un prólogo en el cielo, y el más solemne y repicado que se pueda imaginar; su procedencia es directa de Dios; su alcance es universal.

... il libro a cui ha posto mano e cielo e térra,

más que el del Dante; su carácter es sagrado: ¡ay del que ose tocarlo! dice el Profeta al final. Y desde el comienzo de la apertura de los Sellos hasta la nueva Jerusalén, se van a desenvolver símbolos de sucesos trascendentes, que realmente comprometen al Cielo con la Tierra.

Visión Tercera Los Siete Sellos

Divididos en 4 + 2 + 1 con dos visiones parciales interpuestas entre el Sexto y Séptimo, significan la ascención de la Iglesia desde los Apóstoles y su brusca caída (o Kali-Yuga) en los tiempos parusíacos.

El primer sello muestra la Monarquía Cristiana, o sea la Cristiandad Europea; los tres siguientes, la caída desa Cristiandad; los dos después, la proximidad de la Parusía, ante la cual Juan se detiene y recapitula; de modo que el Séptimo Sello se abre en una visión retrospectiva más detallada de las causas históricas de la Parusía, las Siete Tubas; o sea el Tercer Septenario del Apokalypsis. Este proceder es constante en Juan, como notaron desde el principio los intérpretes: “al llegar al Séptimo se detiene y recapitula”, notó ya el Mártir Victorino en el siglo II: en el primer comentario que nos ha llegado, aunque no el primero que fue hecho. En los Septenarios vige el mismo método de la recapitulado, y la división 4 + 3.

Y yo vi Cuando el Cordero abrió Uno de los Siete Sellos Oí a uno de los Animales Decir con voz de trueno: “Ven’ Y vi: Un Caballo Blanco Y el jinete sobre él Llevando un arco Y le fue dada la corona Y salió vencedor Y para vencer.

La Monarquía Cristiana desde Constantino a Carlos V de Alemania, I de España, “Emperador de Occidente”.

Algunos intérpretes identifican este Caballo con el Jinete Blanco que cabalga armado y terrible en la Visión 14, que es indudablemente Jesucristo Juez. Ineptamente.

En lo único que se parecen es en ei Caballo; todo lo demás difiere.

Hay intérpretes fútiles que les basta una semejanza cualquiera entre dos símbolos para asimilarlos.

Ireneo y San Crisòstomo entre otros sostienen nuestra interpretación. Dicen que el Caballo Blanco es la triunfante propagación del Evangelio; pero esa propagación triunfó por el apoyo político de los monarcas cristianos, Constantino, Clodoveo, Recaredo, Carlomagno... De aquí “la corona”.

Lleva “un arco” que alcanza lejos: la Monarquía Cristiana llevó sus armas -y sus misioneros- al África, América, Asia.

Salió “a vencer” una y otra vez. Cuando decae y cae la Monarquía Cristiana, comienza aquello de “le fue dada potestad” [al Anticristo] “de guerrear contra los Santos [los fieles] y vencerlos”, que repiten Daniel y San Juan. En nuestros días la causa católica es derrotada por todo. El ejemplo más claro es la Revolución Francesa. Si hubo un ejército católico y una causa santa en el mundo fue el de los nobles y campesinos vandeanos de 1793, que llevaban en sus banderas el Corazón de Jesús y guerreaban por su religión y su legítimo Rey: fueron derrotados por la perfidia; y aniquilados al fin por un joven teniente de artillería -o mayor, si Uds. quieren- llamado Bonaparte.

Y cuando abrió ci Segundo Sello Oí al segundo Animal diciendo "¡Ven!” Y yo vine y vi: Un Caballo Rojo Y al jinete le fue dado Quitar la paz de la tierra Que se mataran unos a otros Y se le dio un gran sable.

Quitada la Monarquía Cristiana vienen los tiempos de la “guerra y rumores [o preparativos] de guerra” que dice Jesucristo “es el principio de los dolores de parto, pero todavía no es el fin”: los “tiempos oscuros” en que la guerra se vuelve “institución permanente de la humanidad” en palabras de Benedicto XV en el año 1916. Todos los exegetas ven la Guerra en este Caballo; y más los que han visto últimamente dos “grandes” guerras (májaira megáles) y el prepararse de una Tercera.

Y cuando El abrió el Tercer Sello, Oí al tercer Animal diciendo: “¡Ven!" Y yo vine y vi: Un Caballa Negro Y el jinete tiene una balanza en mano Y oí como una voz De en medio los Cuatro Animales: "¡Una libra de trigo, un denario! ¡Tres libras de avena, un denario! ¡Y el aceite y el vino no dañes!”

También todos los exegetas ven aquí la Carestía, llamada ahora “Postguerra”. Un denario (dólar) era el salario diario de un obrero; quiere decir que ganarán lo justo para mantenerse: característica del capitalismo actual. Mas no tocará la carestía a los ricos: “aceite y vino”, mercancía de ricos. A esto llaman ahora crisis o crack; que los entendidos dicen es periódicamente necesaria en el Capitalismo, como un reajuste; o sea venganza de la realidad contra un sistema amañado. Negra han llamado siempre todos los pueblos al hambre: “un Caballo Negro”. No está demás recordar aquí que hoy nuestra orgullosa época tiene a un tercio de la Humanidad con hambre.

Y cuando el abrió el Cuarto Sello Oí la voz del cuarto animal diciendo: "¡Ven!" Y vine y vi: Un Caballo lívido Y el jinete, su nombre es Muerte Y el Averno en ancas

Y dios el poder sobre un cuarto de tierra De matar por espada, hambre, peste Y por las fieras de la tierra.

El principio de los dolores es la Guerra, dijo Cristo, mas el fin es la Persecución, la última persecución. Satán está en ancas del jinete, cuyo nombre es Muerte: las persecuciones son satánicas, los perseguidores de la Iglesia son demoníacos: tratan de dar muerte al alma dando muerte al cuerpo incluso: con las fieras del Anfiteatro en tiempos de Nerón, Juan las vio. El hambre sigue a la guerra, la peste sigue al hambre. Este Caballo resume los males anteriores y añade otro nuevo.

Y cuando Él abrió el Sello Quinto Vi debajo del Altar Las almas de los degollados Por causa del Verbo de Dios Y por el testimonio Que llevaron al Verbo de Dios Y clamaban con voz magna: “¿Hasta cuándo, oh Monarca Santo y Veraz No acabas de juzgar y vindicar Nuestra sangre De los que habitan la tierra?” Y dióseles sendas estolas blancas Y díjoseles reposaran un poco tiempo todavía Hasta completar sus compañeros y hermanos - Que serán matados como ellos mismos.

Evidentemente prolonga el cuadro anterior de la persecución venir. “Las almas debajo del altar”, porque allí corría la sangre de crificios y los hebreos creían no sin perspicacia que en la sangre el alma; y en nuestros altares hay reliquias de mártires. Las “estolas es la gloria actual de los “decapitados” antiguos.

Y cuando abrió el Sexto Sello Yo vi Un terremoto grande aconteció ya por los sabios estaba Y el sol se hizo negro Como sayal de crin Y toda la luna Se hizo como sangre Y las estrellas del cielo Cayeron sobre la tierra Como la higuera lanza sus higos Sacudida por un ventarrón Y todos los montes Y las islas se removieron Y los Reyes de la tierra y Príncipes Y los Diputados Y los Ricos y los potentes Y todo esclavo o libre Se escondieron en las cavernas Y en las rocas de los montes Dicicndoles: “Caed sobre nosotros y escondednos Del rostro del Sentado en el Trono Y de la ira del Cordero - Porque llega el Día Grande De la ira dellos ¿Y quién podrí resistirlo?"

Es el Advenimiento. Todos los Profetas -y San Juan no una vez sola- usan esa simbología metereológica para designarlo: sol, luna, estrellas, terremotos, montes, cavernas, granizo e inundaciones. El sol ennegrecido significa la doctrina ofuscada por la herejía y la apostasía, la luna sangrienta las falsas doctrinas, las estrellas del cielo en Daniel y en San Juan designan los doctores de la Iglesia, muchos de los cuales aquí caen; los montes e ínsulas, los reinos y naciones sacudidos y desplazados.

Nada impide que esas señales se den también literalmente en el fin del mundo. El nitrógeno del aire atacado por un neutrón da un isótopo del carbono, el C 14, de color negro, que suspendido en la atmósfera puede ennegrecer a nuestra vista el sol por la mañana y la tardecita; y eso están causando nuestras delicadas “explosiones atómicas experimentales”. Los astrónomos modernos n han calculado con las leyes de la mecánica celeste que existió un planeta entre las órbitas de Marte y Júpiter, el cual se hizo polvo -y asteroides- por una ignora catástrofe y puede haber causado la actual desviación del eje de la Tierra, y consecuentemente el Diluvio bíblico. Otra catástrofe parecida podría enderezar de nuevo el eje y causar, además de tremendos fenómenos meteorológicos, el clima parejo y suave que piensa Lacunza -y los Profetas- existirá en la tierra después de la Parusía: “nuevos cielos y nueva tierra”.

Conjeturas. Sea como fuere, el Sexto Sello designa evidentemente la Parusía o sus comienzos. Cristo en su Sermón Esjatológico usa también esa simbología para designarla. Añádase a esto el término téaiico de la Escritura, “el Día Magno del Señor”, usado docenas de veces por los Profetas hebreos para significar la Parusía; no menos que la expresión “la Ira de Dios”.

29 Como Jeans, y tambien Eddington en su iibro The Nature ofthe Pbystcal World.