sábado, 17 de noviembre de 2018

“EL APOKALIPSIS DE SAN JUAN”-3º PARTE-Histórico-Esjatológica- Tercera Parte: 3 Resúmen de lo dicho en verso- Sección Cuarta Resumen de todo lo dicho en verso



3 Resúmen de lo dicho en verso ============================================

Sección Cuarta

Resumen de todo lo dicho en verso

 “Que mi patria me salve del destierro y la tortura, porque no he pecado ni contra Dios, ni contra Martín Fierro...’" Pero ¿qué patria? ¡Oh hombre desdichado! ¿Piensas que el peregrino patria tiene, ni hogar el que de Dios está exilado? Sucia del mundo la corriente viene; el mundo sufre, una época declina, podrida en odio, sífilis e higiene. El hombre desafío la ira divina y vive en guerra y en rumor de guerra, y la postrera guerra se adivina. Quiso hacer el Edén sobre la tierra, y he aquí que sobre el mar ve la burbuja de la Bestia Escarlata y la Gamberra. Y no lo reconoce y se apretuja el magín inventando soluciones que otra Bestia sutil refrenda bruja. Ya sobre la injusticia las naciones plantan los pies y ahondan las raíces; ya de la fe se dan imitaciones. Excursus B. Profetismo

Apokalypsis significa revelación. Si fuera indescifrable seria lo contrario de una revelación. ¿En qué se diferencia la Biblia de todos los demás libros del mundo? En que la Biblia es la palabra de Dios.

¿En qué consiste propiamente ser un libro la palabra de Dios? Porque todo libro bueno me imagino que es en cierto modo la palabra de Dios, a través de la razón y la inspiración del hombre. Porque me imagino que la llamada inspiración, que los poetas atribuyen a las Musas y los psicólogos al subconsciente, no será cosa del diablo, como enseñó André Gide, por más que en el caso dél puede que sea cierto. Al contrario, según algunos teólogos destos tiempos, Bainville, Billot, Grandmaison, Lagrange, la llamada inspiración del poeta es un analogado inferior de la inspiración del Hagiógrafo, una especie de profetismo de plano natural.

La Biblia se diferencia de todos los libros del plano natural en que contiene una cosa propia de sólo Dios, que es la profecía, o conocimiento del futuro contingente; y por eso es eminentemente la palabra de Dios.

Esto no es asentir a una tesis protestante que dice ser la Biblia libro inspirado en cuanto contiene profecías, puesto que indudablemente también contiene la Ley al lado de los Profetas, es decir, contiene la Moral y el Vaticinio. Pero estas dos cosas no son separables. La Ley sin profecía engendra zelotes; la Profecía sin Ley produciría exaltados. La Ley sola, sin las promesas espléndidas de Dios a sus guardadores, nos devendría quizá insoportable, porque la ley de Cristo manda a los pobres humanos las cosas más puras y excelsas, digamos, angélicas; las cuales, empero, forman un conjunto inconsútil con la excelsitud de las Promesas y Beatitudes que las penetran, iluminan y sostienen. En la medida que se crean las Promesas, así serán cumplidos los Mandatos.

La Escritura está toda penetrada de profecías; y eso la vuelve un libro único, infinitamente digno de ser leído sobre todos los libros de los hombres; los cuales tratan o de las cosas pasadas (Historia) o de las cosas invariables (Ciencia) o de las cosas posibles (Poesía). El devenir concreto y libre de la vida del hombre sólo puede ser regulado de por este libro y no a partir de ningún otro: porque por lo Porvenir se determina el Devenir. Los que hoy piden a k llamada “Ciencia Moderna” soluciones salvíficas para el Porvenir de la Humanidad yerran en la Fe y son secuaces de la Ultima Herejía, que es la adoración idolátrica del Hombre.

Las profecías de la Escritura o bien se han cumplido ya en su mayor parte, o en su mayor parte se han de cumplir aún. Estos son los sistemas fundamentales de interpretación de las Escrituras, llamados preteristas y futuristas; y también son las dos mentalidades de los creyentes respecto a la Biblia. No puse mentalidades de los creyentes que leen la Biblia; porque los preteristas comúnmente no la leen ('‘pretereunt ea"). Esto los creyentes. Existe la tercera mentalidad de los incrédulos para los cuales ella es “un admirable compendio de la literatura de la Edad de Bronce”, como dice A. Huxley, ignorando que en la Edad de Bronce no había “literatura”, sino algo muy distinto, estilo oral. Veamos un poco los dos sistemas en sus dos posiciones extremas racionalizante y judaizante.

1. Las profecías se cumplieron en su mayor parte, dice el racionalizante contemporáneo: en el Retorno de Babilonia, en la Venida de Cristo, en el Triunfo de la Iglesia y en la entrada de los Justos en el Cielo. El Apokalypsis, por ejemplo, se ha cumplido todo con el Triunfo de Constantino y la Destrucción del Imperio Romano u. Restan unas pocas profecías del fin del mundo, cuatro versículos del Capítulo XX, 7-10, que se cumplirán repentinamente. Esto me enseñó el florentino Parenti en la Gregoriana, el cual hallaba en el Psalterio sólo dos salmos ciertamente mesiánicos, el 2 y el 110 (!).

2. Ninguna de las profecías se ha cumplido cabalmente, dicen los Rabinos todavía mosaítas: ellas forman un conjunto tan estrecho que se puede decir hasta que se cumpla la última no se cumplió bien la primera. Una corriente de luz subterránea, que no es sino el influjo paraclético, enlaza invisiblemente profeta con profeta; y los hace solidarios a todos, haciendo de la Biblia un Bfblion. Ahora bien, la última profecía predice con toda claridad un Reino Mesiánico; un reino en esta tierra y de hombres, no en el cielo y de puros espíritus, una santificación absoluta y glorificación estupenda de Israel, un reinado pacífico, próspero, felicísimo, universal, interminable de la Casa de Jacob l4. Todo esto expresado con palabras tan encarecidas y metáforas tan desmesuradas, que uno se pregunta al leerlas si Dios no será andaluz. Es así que todo esto no se ha cumplido aún en Israel. Luego debe cumplirse aún o los profetas han mentido. 13 Bossuet, LApocalypse avec une explication, en Obras Completas, t. IL

¿Pero no se habrá cumplido ya todo eso en la Iglesia? ¿El Reino en la Iglesia Militante, las grandes abundancias, joyas y riquezas en el alma de los justos en gracia, y la paz y la felicidad edénicas en la Iglesia triunfante del cielo?

Antes de responder a esta pregunta del preterista, examinemos las consecuencias de encarar la Biblia con el uno o el otro enfoque.

Primer enfoque. Si esta posición es exacta entonces la Biblia actual es más bien un libro de literatura oriental, inmenso tesoro de metáforas, puntos predicables y moralismos; un libro sobrepasado, apto más para los doctos, eruditos y profesionales de la religión que para el pueblo fiel. En efecto, el pueblo vive siempre en el presente, preocupado por problemas que le tocan de cerca, imposibilitado para la especulación pura. Ni siquiera el estudio de la lengua es propio del pueblo: el pueblo crea la lengua o la corrompe pero no la estudia. AI pueblo inglés el protestantismo le impuso como acto religioso la lectura de una espléndida versión inglesa de la Biblia, convertida en monumento de la lengua vernácula, con resultados más excelentes para la lengua que para la religión inglesa. En efecto, el inglés saturado de Biblia se ha hastiado y ha comenzado a aborrecerla, como se puede ver en Butler, Shaw, Wells, y Huxley. Este último, en The Ends and The Means, la califica de “literatura de la Edad de Bronce” y libro de religiosidad mezclada, y moralidad dudosa: el Antiguo Testamento le parece crudo, feroz y amoral. El Nuevo Testamento poco creíble y a ratos excéntrico. Ambos producen fanáticos, no santos. Es inconcebible; pero esto dice el inteligente hereje Aldous Huxley, a causa de que considera la Biblia un libro de edificación y no de profecía. Pero no hay que ir tan lejos. La mayoría de los sacerdotes -desmiéntanme si yerro- abandonan la lectura de la Biblia, el Breviario se les vuelve una carga, y apenas consultan cuando mucho el Nuevo Testamento; al cual entienden como les parece. 14 Identificar la Iglesia actual con la Casa de Jacob me parece lúdico. Los cristianos actuales no se acuerdan de Jacob a no ser para ilanur)acabos a los judíos.

Esta actitud no será laudable pero es bien comprensible, si Ud. cree que la Biblia es un libro del pasado, difícil de entender y ya cumplido en su mayor parte; si el Antiguo Testamento no encierra sino figuras de Cristo y de la Iglesia, las cuales habiéndose cumplido más o menos, han sido evacuadas: “prophetiae evacuabuntur [...] recedant vetera nova sint omitía". El sacerdote tiene mucho que hacer para ponerse a contemplar la destrucción de Tiro por los caldeos, o el Onus Moab, o la amenaza de Yahvé contra los moabitas... ¡Qué moabitas ni qué historias! En cuanto a las figuras antiguas de Cristo en los héroes hebreos, como Sansón o David, serían útiles si uno tuviera que convertir a los judíos; pero la conversión de un judío, empresa hercúlea, no puede entusiasmar a un párroco cargado de funerales y bautizos. Así pues, los sacerdotes dejan el estudio de la Biblia a los profesores de Escritura; los cuales a su vez estudian -si forsitan..!- el hebreo, el sirio-caldaico y el heteo para decirle a los alumnos en clase que el Psalmo 2, donde la Vulgata dice “gentes” hay que leer “gentiles"; donde dice “Astiterunt” hay que leer en presente “Sistunt”, donde dice aqui habitat in coelis” leer “qui sedet in coelo* 15.

El que quiera verificar todo esto, que se presente a un párroco cualquiera y le ponga esta dificultad: “Yo no puedo creer en la Escritura. No puedo tragarla. Mire por ejemplo la historia de Sansón. ¿Cree Ud. que Sansón mató 10.000 filisteos en una tarde con una quijada de burro? Eso es imposible en el tiempo, en el espacio y en la fisiología humana. ¿Qué me dice, Sr. Cura?”

Segundo enfoque. Existe una teoría sobre la inspiración de la Escritura llamada de la dictación que sostiene ser la Biblia palabra de Dios como si Dios la hubiese dictado: error theoantropomorfo. Esta teoría de los kabalistas y de algunos protestantes antiguos lleva a los delirios más despampanantes, porque muchos paisajes de la Biblia en su crasa Üteralidad son imposibles: recordemos la desdichada interpretación del texto de los eunucos por Orígenes, y sus consecuencias; las cuales se han repetido, según cuenta monseñor D’Herbigny, en una secta rusa: la secta de los escopces, que se mutilaban de un modo horroroso para obedecer al Evangelio, no más lejos del siglo pasado w. Horripila la lectura destas 100 páginas. 15 Copio de mis apuntes de clase.

En los primeros siglos, la mayor fe (?) de los creyentes los hacía propender a este extremo de la interpretación crasa; y quizás por eso algunos Santos Padres tendieron por reacción a asentarse en las “interpretaciones morales”, incluso de las profecías; como por ejemplo San Agustín, que escribió un libro entero de interpretación “espiritual” o alegórica del Génesis (De Genesi contra Manicheos), para excluir las interpretaciones fantasiosas de Fausto; y después en su De Civitate Dei relegó la letra del Apokalypsis a la región de lo intocable o al menos de lo esotérico, y propuso una interpretación moral del Apokalypsis, que es muy buena por cierto, pero que si la hacemos excluir la literal -cosa que no pretendió San Agustín pero pretenden hoy algunos de sus malos discípulos- reduciría el libro llamado Revelación por antonomasia, a un gran poema exótico del género de la “pesadilla”, como The Man Who Was Thrusday de Chesterton, más o menos.

La clave que da San Agustín es verdadera, pero fácil de mal usar; es la siguiente: “Totum hoc tempus quod líber iste complecálur a primo scilicet ad- ventu Christi usque in saeculi finem quo erit secundus ejus adventos* 17.

H. B. Swete, resumiendo a muchos preteristas actuales, entiende a San Agustín afirmando allí que el Apokalypsis es una visión acerca de la Persecución de la Iglesia -lo cual es verdadero y capital- y por tanto que cada y cuando se verifique una persecución y un triunfo de la Iglesia allí se verificó esta profecía -lo cual es verdadero, pero incidental-. En efecto, se verifica, pero sólo analógicamente, como dicen; lo contrario es convertir al libro en un poema alegórico. Donde se verifica propiamente es en la Ultima y en la Primera Persecución, que fue su typo. Esto San Agustín no lo niega, antes bien lo afirma implícitamente, desde que reconoce en el libro una Profecía, con todo lo que importa ese género. Pero la deja a un lado por el momento.

16 Ver Hilario Gómez, Las Sectas Rusas, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, año 1949, pp.241-343, 17 “Durante todo el tiempo que abarca este libro, a saber, desde la primera venida de Cristo hasta el fin del mundo, que será su segunda venida”, De Civitate Dei, libro XX, cap. VIII, inc. 1.

La apologética es una cosa y la exégesis es otra. El fin apologético -contra los protestantes ahora- guió también a los sistemas de Luis de Alcázar, S. J., y de Bossuet, con toda la escolania de exegetas que de ellos depende. Bossuet es conocido por una singular interpretación del Apo- kalypsis que lo hace una profecía cumplida ya en el tercer siglo, la profecía de Diocleciano y Constantino. El Anticristo sería Diocleciano, el Hombre del Caballo Blanco sería Constantino impersonando a Cristo, los mil años de la Resurrección Primera sería la vida de la Iglesia hasta ahora, y el fin del mundo estaría profetizado apenas de paso, en la críptica e indescifrable persecución de Gog y Magog, o sea “en los cuatro últimos versículos del capítulo XX”, como dice Billot textualmente. La clave de San Agustín está visiblemente forzada, como se ve. El libro comprende todo el tiempo de la Iglesia, porque abraza de algún modo su fin; pero Bossuet lo amontona todo en los cuatro primeros siglos desproporcionadamente. En su libro La Parousie el cardenal Ludovico Billot retoma el sistema de Bossuet como elemento de solución a una grave dificultad modernista, comunicándole empero una torción que lo hace ya inaceptable. Bossuet había prevenido que su interpretación apologética -tomada de los protestantes Grotius y Hammond, precedidos por Luis de Alcázar- no excluía “un autre sens plus caché' (“otro sentido más profundo”), y lo que es más de admirar, es que el mismo Billot planteó al comenzar su libro el principio del typo y el antitypo. Al terminar su libro —o mejor decir, su serie de artículos— su conciencia intelectual quedó turbada. Se da cuenta que al reducir el lugar del fin del mundo en el Apokalypsis ¡a 4 versículos! va contra toda la tradición patrística. Quiere arreglarlo en un artículo apéndice, donde concede que sí, que hay en el Apokalypsis alusiones evidentes al fin del mundo, pero a manera de relámpagos o chispazos diseminados buenamente por todo el libro, “de acuerdo a la regla del antitypo”. ¡Pero eso no es un antitypol ¡Un antitypo es el objeto principal de una profecía! Billot vacila, se vuelve indeciso y confuso, y acaba por dispararse en una violenta imprecación contra los milenaristas, a los cuales refuta con argumentos apresurados mezclados con denuestos, que sería sumamente fácil volver en contra. Papías es un Santo Padre, pero dice Bossuet que era *d’un très petit esprit* -Bossuet empero es un gran orador, de un très grand espnt; pero no es ni Santo Padre, ni hombre de ciencia, ni exegeta- “En qué triste almacén los milenaristas modernos van a buscar su doctrina, en los protestantes...”. Pero Bossuet ¿dónde fue a inspirarse para su sistema? También en los protestantes, Hammond y Grotius. En fin los milenaristas son judaizantes. Pero «qué cosa más judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la Segunda Venida del Cristo? I8. El actual socialismo comunista, por ejemplo, es netamente milenista carnal -y ateo-, es decir judaizante.

El trabajo de Billot es un libro de controversia contra la objeción modernista que dice: Cristo y los Apóstoles creyeron próximo el fin del mundo y se equivocaron. El libro es enteramente eficaz en lo que emprende, refutando victoriosamente a la exégesis modernista; aunque hace ese pequeño resbalón cuando se sale de la controversia, respetuosamente dicho y salva mejor opinión. Pero a Bossuet le salió un discípulo inesperado y muy malicioso en la persona del apóstata Renán; el cual tomando su idea fundamental de que el Apokalypsis ya se ha cumplido y desplazando su cumplimiento unos cuantos años, a saber, de Diocleciano a Domiciano, lo anula como profecía y lo convierte en una simple crónica alegórica y barroca; o por decir verdad -mirándolo bien- en un fraude cabalgando sobre un delirio. Aunque Renán no lo diga así, de acuerdo a su manera untuosa, no otra cosa sería el Apóstol Juan que un doloso o un delirante, si la interpretación de Renán en El Anteckrist fuese exacta.

En efecto, Renán saqueó tranquilamente el minucioso trabajo histórico de Bossuet y sus discípulos -del cual Billot se gloría diciendo que no basta ser teólogo para interpretar las profecías, hay que ser historiador- y nos dio historia hasta por demás, acomodando al texto del Apokalypsis los sucesos de la Iglesia primitiva, magnificados y trabajados de una manera más que oriental; pues nadie dejará de ver, por ejemplo, la desproporción entre el ejército de 200 millones de hombres preparados para hundir un tercio de la humanidad de la sexta Tuba, y una modesta razzia de Partios y Medos del tiempo de Nerón, que ni siquiera se llevó a cabo. Eso es pintar como querer; si eso fuese exégesis, la Escritura deja de ser un libro serio y se transforma en un libro de charadas. Justamente calificó el método de Renán el novelista inglés Stevenson cuando escribió: “But be is quite a Micbelet: tbe general views and such a piece o f cbaracter painútig excellent; but bis metbod sheer lunacy. * Su método es demencia corrida: “Renán es un Michelet y nada más. Las vistas generales y ciertas piezas de pintura de caracteres pueden ser excelentes; pero el sistema es demencia pura.” 18 “Sobre el Apocalypsis”, Etudes, tomos 159 y 169, año 19Í9. 19 Vaiiina Leuerr, pp.226-227.

Mas el trabajo del orador Bossuet no ha sido inútil: ha servido para dejar determinado con toda evidencia el contenido ocasional del libro de las Veinte Visiones, o sea, lo que llamamos el typo. Toda la Persecución de la Iglesia, y la Ultima que es la Suprema y Decisiva, están vistas a través de la entonces presente Persecución Romana. Por lo demás Bossuet hace constar claramente que su sistema no excluye un sentido esotérico más profundo del Apokalypsis. Su ortodoxia queda pues impoluta. Lo movió el mismo motivo apologético de San Agustín, una táctica defensiva, el intento de arrebatarle los protestantes un arma peligrosa y sensacional que esgrimían contra la Santa Sede, a saber, la clarísima designación de Roma como la Ramera sobre la Bestia, que San Juan hace.

He tratado estos ejemplos para hacer ver el peligro de considerar la Biblia como un centón de “profecías cumplidas” -y cumplidas no literalmente sino metafóricamente las más veces—, con gran lujo de alegorías. De esto a la exégesis modernista y al racionalismo ateo no hay una barrera firme; antes bien, nos parece que hay una especie de plano inclinado.

Nuestra posición, pues, debe estar con los Doctores Judíos (“bibliotecarios de la Iglesia” no de balde los llamó Agustino) exceptuada su perfidia respecto a la Primera Venida del Mesías. Ellos dicen que el Mesías aún no ha venido y las profecías mesiánicas están por cumplirse todas. Nosotros decimos que las profecías mesiánicas se han cumplido en su primera parte y han de cumplirse de nuevo más espléndidas en su segunda parte. Decimos que el Mesías vino (“y ellos hicieron con El lo que quisieron”) y ha de venir de nuevo, y entonces hará El lo que quiera. O sea, como dijo el Angel de la Ascensión: “Este Jesús que habéis visto subir al cielo, parejamente lo veréis un día bajar del cielo.” Este es el criterio de los Santos Padres antiguos, y el recomendado por la Santa Sede; nominatim, en la exhortación al hallazgo del sentido literal y la consideración del género del libro que inculca Pío XII en su encíclica Divino Afflante Spiritu.

“Vuelvo pronto.” En el curso deste estudio me referiré varias veces a los exegetas modernos —“católicos” y aun aprobadísimos algunos- que sostienen Cristo no vuelve pronto. Un ejemplo un poco grotesco está en el librito La Teología del Más Allá (Razón y Fe, Madrid, año 1951), donde su autor, M. Bujanda, S. J., afirma que el mundo actual no puede acabarse porque es “joven y sano”; e incluso hace números, estimando durará todavía más de 12.000 años, 120 siglos. ¿De dónde lo saca? De Camilo Flammarión (!). Mas el texto sacro dice: “Serán predicado este Evangelio por todo el mundo, y entonces vendrá el fin.” Ciertamente será predicado antes de 12.000 años, si es que no lo ha sido ya. Preferimos las palabras de Cristo a las de Flammarión.

Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su retorno se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las Promesas de sus Santos y las Visiones de sus Videntes. Volverá no ya a ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos, no como Cordero de Dios, sino como Rey del Siglo Futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra de sus pies, a restaurar y restituir para su Padre todas las cosas, arrojado de ellas y amarrado el Príncipe de este mundo; volverá en el clímax de la más horrenda lucha religiosa que han visto los siglos, en el ápice mismo de la Gran Apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del Diluvio, cuando sus fieles estén por desfallecer y esté por perecer toda carne. Volverá Vincens ut vincat, como un rayo que surgiendo de Oriente se deja ver en Occidente, para arrebatar a él en los aires a nosotros los últimos, los que quedamos, los reservados in adventum Domini, que hemos sufrido más que Job, creído más que Abraham, y esperado más que Simeón y Ana.

Exursus C. Esqueleto de la exégesis presente

Nos parece expediente poner aquí en forma escueta toda la interpretación (el significado concreto de todos los símbolos) como hiloguía para el lector; pues el poema de San Juan tiene zigzagueos y vueltas atrás, que llaman recapitulaciones los exegetas: su marcha no es recta, sino espiraloide. Mejor es que desde el comienzo tenga el lector la llave.

Si Alió, Bonsirven y Swete, por ejemplo, se hubiesen tomado este cuidado, hubiera resaltado de inmediato cuán incoherentes y aun contradictorias a veces son sus respectivas “lecturas” de los símbolos.

La Visión 1, por tanto, representa simbólicamente, como está dicho, las siete épocas de la historia de la Iglesia Universal. Esta lectura es solamente probable: bien fundada, pero no unánime, en los Santos Padres y Doctores.

El Cordero y el libro sellado significan el dominio profetal de Cristo sobre los acontecimientos históricos; y su triunfo y Reino Final. Sus siete cuernos son los siete ángeles más cercanos a Dios de la Tradición judía; los cuatro “vivientes” -animales- son los cuatro Evangelistas; los Veinticuatro Ancianos soa los Doce Patriarcas y los Doce Apóstoles: todo el Israel de Dios.

El Cordero abre los sellos, revela el futuro. Los cuatro primeros dan suelta a cuatro caballos con sus jinetes. El Caballo Blanco es la Monarquía Cristiana, o sea, la Iglesia de Thyatira: la altamar del Cristianismo, la Cristiandad.

El Caballo Rojo es evidentemente la guerra: indica el período prepa- rusíaco de las “guerras y rumores de guerras”, que dijo Cristo en su propio apokalypsis ser “el principio de los dolores de parto”. Comenzó al ser retirada la Monarquía Cristiana.

El Caballo Negro es también, manifiestamente, la Carestía, o, como dicen hoy, la Posguerra, la Crisis o el Crack: los pobres amenazados de hambre, los ricos seguros. Capitalismo mundial. El Caballo Amarillo o sea Bayo -Jlorós, dice el griego- es la Última Persecución -con razón su jinete se llama “Muerte”- que mata con espada, hambre y “las fieras" -que Juan y los primeros cristianos conocieron bien en el Coliseo-, o sea, compendia los males anteriores y los amplía con uno nuevo.

El Quinto Sello prolonga el Cuarto, pues son los mártires que están por venir de la gran Persecución.

El Sexto Sello es la Parusía comenzada. Juan abandona, para interponer dos visiones celestes de consuelo, y cuando retoma el Séptimo es para abrirlo en la nueva visión de las Siete Tubas (Visión 5). Procedimiento común, recap itulatw.

La Significación de los Elegidos (Visión 4) -ciento cuarenta y cuatro mil, número simbólico- corresponde a las palabras de Cristo: “Tribulación grande que si se prolongara, caerían hasta los Elegidos si fuera posible; pero por amor de los Elegidos, abreviáranse aquellos días.” Los Elegidos de todas las tribus de Israel son los perseverantes de los últimos días; después Juan muestra la muchedumbre de los otros ya salvados, “multitud magna, incontable, de todas las gentes, tribus y lenguas”. Conversión de Israel en los últimos tiempos.

El “Silencio en el Cielo por media hora” acontece al abrirse el Ultimo Sello: significa que habrá un período de paz para la Iglesia al comenzar el mal tiempo, muy corto; y corresponde a la Signación, en la cual “los vientos de la tierra serán sujetados”; y no levantarán “el fragor de las olas del mar” (de los negocios terrestres); que dice Cristo “tendrá angustiados a los hombres” en los últimos tiempos.

El Ángel del Turíbulo Aureo, que vuelca sobre la tierra incienso y brasas, significa el final de la Parusía. Juan vuelve atrás entonces, otra vez a la Historia mística del mundo, con las Siete Tubas (trompetas o bocinas); recapitulado. Las Tubas significan las grandes herejías: son cambios de frente -que los antiguos indicaban con toques de trompas— en la historia de la humanidad, religiosamente contemplada.

La Primera Tuba es la herejía arriana conjunta con la invasión de los Bárbaros al Imperio.

La Segunda Tuba es la herejía de Mahoma.

La Tercera es el cisma de Focio y Miguel Cerulario.

La Cuarta Tuba es la falsa Reforma o Protestantismo.

A partir de la Cuarta, no una tercia parte sino todo el mundo es afectado; y las Tres restantes se convierten en tres Alaridos (los Tres Ayes). La Quinta Tuba son los llamados Filósofos del XVIII -y de ahora-. “Cinco meses de años”; de la Revolución Francesa a la Gran Guerra del 39, son justo 150 años, del poderío de “las Langostas”.

La Sexta Tuba es la Guerra de los Continentes; repetida más adelante en la Sexta Redoma de la Ira de Dios.

La Séptima Tuba es como de costumbre la Consumación. Está precedida de dos visiones interpuestas: la del Angel Voz de León con el librito abierto, que proclama con juramento que: “El Tiempo se acabó”; y la visión del Librito Devorado (Visión 6), que es el Apokalypsis mismo y el espíritu de profecía.

La Medición del Templo (Visión 7) significa la reducción de la Iglesia fiel a un pequeño grupo perseverante y la vasta adulteración de la verdad religiosa en todos los restantes; y en esto están unánimes todos los Santos Padres.

Los Dos Testigos son: o bien Enoch y Elias redivivos para preparar a los fieles a la Gran Agonía (Visión 4), o bien dos grandes jefes religiosos cabezas de los cristianos y de los judíos fieles constituidos en dos cuerpos diversos. Son dos exegesis alternativas, entre las cuales no oso decidirme.

La Séptima Tuba indudablemente indica la Parusía, como en todos los Septenarios. El Templo de Dios abierto y el Arca del Testamento apareciendo en él puede significar la Santísima Virgen, sus apariciones, sus prerrogativas definidas, su notoriedad de los últimos tiempos; aFoederis Arca.'

La Mujer Parturienta (Visión 10) es el Israel de Dios: es decir, los judíos convertidos y los cristianos perseverantes constituidos en dos cuerpos en los últimos tiempos. Esta visión pide explicación larga, que daremos en la Parte III. Es la primera de las tres Visiones-cúspide, que coronan el Libro. La Fiera del Mar (Visión 11) -tberíon significa fiera y no simplemente “Bestia” como traen nuestras Biblias traducido- es simplemente el Anticristo; también unánime interpretación de los Padres. La Cabeza herida de muerte y después curada es un Reino antiguo extinguido, y ahora restaurado por el Emperador Plebeyo.

La Fiera de la Tierra es una religión falsa -falsificada- o Herejía máxima, con su jefe y conductor: quizás un Obispo apóstata que es también un mago, según Solovief.

Los prodigios que hace en propaganda del Anticristo: los dos ejemplos que pone San Juan se pueden hacer hoy día por medió de la Supertécnica Moderna. El número del Anticristo serio una señal o símbolo de su nombre que llevarán sus secuaces —y todo el mundo si quiere vivir— en brazaletes y vinchas. No sabemos cuál todavía.

Las Vírgenes y el Cordero (144.000) son los Elegidos de la Visión 4, ya liberados: “Vírgenes” significa que no se manchan con la “fornicación” (o sea idolatría) de la religión falsificada; la cual fornicación o apostasia propaga la Mujer Ramera de la Visión 16.

El Evangelio Eterno es el mismo Apokalypsis, develado y comprendido en los últimos días.

Sigue el preanuncio de la destrucción de la Ramera y la amenaza a los apóstatas.

La Visión del Segador Sangriento alude a la gran Guerra de los Continentes.

La Visión de las Siete Redomas (Fialas) significa bien manifiesto las calamidades de los últimos tiempos, castigo de Dios a la Gran Apostasía.

La primera significa la sífilis vuelta endémica.

La segunda significa el ensangrentamiento de las relaciones internacionales.

La tercera significa la corrupción y perversión de la cultura.

La cuarta significa los daños y las amenazas de la técnica moderna.

La quinta significa la confusión e impotencia política de los gobernantes.

La sexta significa la caída de la barrera que protegía a la Europa del Asia; y las Tres Ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o naturalismo religioso.

La séptima es la Parusía, precedida -por transición literaria- por la caída de Babilonia, la Urbe Capitalista.

Babilonia (Visión 17) es una gran ciudad capitalista, asiento al mismo tiempo de la Religión Falsificada.

Los Diez Cuernos y las Siete Cabezas -Cabezas añadidas por San Juan a la Visión de la Fiera en Daniel— son reinos o naciones: diez pequeños reinos que surgirán en los últimos tiempos, quizás de raíz comunista, que destruirán la Ciudad Ramera y serán luego unificados por el Emperador Plebeyo, en su restauración del Imperio Romano; por lo cual duran poco (‘potestatem accipient una hora9).

Babilonia cae (Visión 17), es incendiada y aniquilada -por bombas nucleares, pues dice el Profeta tres veces que es destruida “en una hora”-. El Profeta la describe como puerto de mar, capitalista y apóstata. (“Fornicar con los reyes de la tierra” significa la religión ponerse al servicio de la política.)

Sigue una visión intermedia: ^Júbilo en el Cielo”, que describe la exultación de los Santos por las próximas “Bodas del Cordero”; o sea, por la renovación del Universo y el Reino de Cristo en la tierra.

Viene de inmediato la Última Pugna, la victoria de Cristo sobre el Anticristo, sus Reyes y sus Ejércitos.

Visión del Reino Milenario (Visión 18). Yo no puedo interpretar el Capítulo XX “alegóricamente”; o sea, creer que el Profeta pega un salto atrás hasta el principio del Apokalypsis y significa del modo más exagerado e incongruente el actual “reinado” (?) de la Iglesia -después de haber estado hablando per longum et latus del fin deíla, y de la Parusía.

He traducido y publicado recientemente una tesis doctoral del P Alcañiz, S. J. donde se recopila literalmente las descripciones de todos los Santos Padres primeros acerca deste Reino de Mil Años.

Visión del Juicio Final (Visión 19). Está al fin del Capítulo XX y es indudable e indiscutible.

Visión de la Jerusalén Triunfante (Visión 20). La Nueva Jerusalén es el Mundo de los Resucitados; y después, en el Capítulo XXII, el Cielo Empíreo, o sea el Mundo de la Visión Beatífica.

San Juan ha tomado para eso el símbolo de una ciudad “descendiendo del Cielo de por Dios” con magnificencia oriental: no faltan en ella -mas bien sobran- ni piedras preciosas, ni cristal, ni mármoles; ni tampoco fuentes vivas y árboles milagrosos, “el Árbol de la Vida” del Paraíso Terrenal. Este último capítulo de Juan es un himno de triunfo a la vida del cielo.

Al final, el Profeta pone el sello a su libro; reiterando tres veces el estribillo del comienzo: “Vengo pronto.” Quiere adorar al Ángel de la Profecía, el cual le dio el libro a devorar, y el Ángel lo levanta y reprende: “Yo soy un consiervo tuyo y de tus hermanos... A Dios adora.” Y le ordena que deje abierto el libro “porque el tiempo está cerca”.

En la Visión 6 le había dicho lo contrario: "Sella el libro.” Quiero decir que el Apokalypsis habrá de quedar oscuro e indescifrable hasta que se allegue su cumplimiento. Si quieren ver si quedó así, pueden leer la historia de los comentarios del Apokalypsis. Lo cual no quiere decir que esos comentarios -los buenos, digo- hayan sido inútiles.

El Ángel bendice a “los que guardan esta Profecía” y Juan el Profeta maldice terriblemente a los que “añadieren alguna cosa” -como Lutero añade ¿al Apokalypsis que el Antícristo era el Papa— y más terriblemente aún a los que “disminuyeren” de sus palabras; como me parece hay una gran legión hoy día; por ejemplo el E Alió, y el otro Teilhard de Chardin.

Naí, érjomai tajy Amén Erjoú Kyrie iesú

Dice el que profetizó estas cosas:

Sí, vengo pronto... Amén Ven, Señor Jesús

responden el Profeta, el Espíritu y la Esposa y el autor deste modesto trabajo.

Excursus D. Las Siete Iglesias

Que Dios haya querido encerrar la historia breve de la Iglesia (“vengo pronto”) —larga empero para nosotros- en siete cuadritos la mar de oscuros, en forma de siete crípticos billetes pastorales a Siete Iglesias de Asia, es la mar de raro; por eso tantos exegetas se han sacudido esa carga de los hombros. “Que nos hable Moisés y entenderemos -o Ramsay o Swete-; no nos hable Dios que moriremos.”

En el fondo de la exégesis del Apokalypsis —y es lo que la hace tan aventurosa y con tancas puntas de estrafalaria- corre una lucha sorda, que se formula simplemente así: Es profecía y No es profecía. Y detrás están simplemente la fe sencilla y la increencia, la teología y el racionalismo. Y hoy día, la Iglesia y la Ultima Herejía.

Eso da razón de la gran masa de exégesis evasiva -tentación continua de los teólogos con este libro; se trata de evacuar o atenuar la profecía por medio de moralismos, mitologismos y alegorismos-; en suma, literatura. Partiendo del Oriente esta corriente evasiva toca a San Agustín anciano e invade por él la Edad Media -no del todo. Leyendo el comentario al Apokalypsis atribuido a Santo Tomás -en realidad de Tomás Anglicus, un monje inglés del siglo siguiente, puesto por error entre las obras del Aquinense-, enorme centón de moralidades arbitrarias donde el sentido literal ha sido radicalmente castrado, uno comprende la violenta reacción de Lutero y los primeros reformadores contra esa clase de exégesis. Pero esa clase no es sino el extremo o cabo de un abuso, que no ha muerto, vive Dios.

La exégesis protestante, con sus propios abusos, trajo sin embargo una resurrección del “applica te ad textum” de Santo Tomás. Ahora bien, no hay ninguna cosa más rara en la Revelación de Juan que la inteligencia textual de las Siete Iglesias, ni alguna más difícil, puesto que comprendiendo todo el curso de la historia del mundo desde Cristo, necesariamente las Iglesias, que no son aún pasadas, tienen que ser enigmáticas; como lo son en nuestro trabajo las dos últimas. Yo no sé simplemente si Laodicen es la Iglesia bajo el Anticristo, o bien el Reino Milenario.

Sin embargo -o por eso mismo- la interpretación textual del carácter simbólico-profético destos primeros capítulos de la profecía jalona fuertemente los procesos culminantes de la hermenéutica católica. No solamente no han faltado nunca intérpretes que la sostuvieran, sino que ellos han sido los mayores. Veámoslo.

La exégesis antigua está resumida en la famosa Glosa, atribuida a San Jerónimo, que en realidad no hizo sino comenzarla. La Glosa supone con toda simplicidad que Efeso, Smyrna, Pérgamo... representan épocas de la Iglesia hasta el Anticristo.

San Alberto el Magno representa y cifra la exégesis medieval oficial, por decirlo así; es decir escolástica, en contraposición al “Profeta” Joaquín y su secuela de visionarios. Pues bien, el gran Obispo de Paderbom, tan tocado del alegorismo agustiniano decadente, estatuye sin embargo tranquilamente el carácter profètico de los “billetes pastorales”, y por cierto en forma mucho más moderna y sensata que el Abad Joaquín. He aquí sus palabras: “Per Ephesum signatur status Ecclesiae tempore Apostolorum, quando in eis eral voluntas Domini20 [...] Per Smymo, status Ecclesiae, in tempore martyrum, quando lactantes et cantantes ibant ad suppliáum 21.Per Pergamum, status [..,] in tempore hoereticorum [...] Per Tbyatiram [...], tempore Confessorum et Doctorum. Per Sardim [...] tempore sanctorum simplicium [...] quando temporales divitiae Ecclesiae datae sunt. Per Phila- delphiam [...] dicit Glossa quod tempore Antichristi aliqui de Judaeis de- ceptis prius postea convertentur ad fidem. Per Laodiciam [...] status [...] tempore Antichristi” 21. 20 San Alberto cree que Efeso significa voluntad de Dios, disparate etimológico. 21 Smymo cree San Alberto significa cántico: todas las etimologías griegas están equivocadas en él, excepto Philadelpkia; pero no tiene importancia.

Como se ve, la interpretación del gran germano coincide con la puesta por nosotros arriba, incluso en el hecho de que duda acerca de las dos últimas Iglesias, pues poniendo al Anticristo en la Iglesia de Laodicea, lo pone también en la anterior, Filadelfia: “cuando según la Glossa en tiempo del Anticristo, parte de los Judíos engañados primero por la prédica del Pseudo-profeta, después se convertirán a la fe” dice.

En todo su largo comentario palabra por palabra, Alberto mantiene esta interpretación simbólico-profética, adornada de moralismos y alegorías, por supuesto. Así en la Iglesia de Thyatira interpreta juiciosamente los “diez días” lo mismo que nosotros 23. “Et habehitis tribulationem decem diebus; id est tempore quodfluxit sub decem Principibus Romanis [...] Scilicet: prima persecutio a Nerone, secunda a Domitiano, tertia a Trafano, quarta ab Antonio, quinta a Severo, sexta a Maximiliano, séptima a Dedo, octava a Valeriano, nona ab Aureliano, décima a Diocletiano*

En la Iglesia de Thyatira, el gran Alberto interpreta “la hembra Jezabel” como la herejía musulmana; situando a Thyatira, por tanto, como nosotros, en los tiempos de la gran Cristiandad Europea que eran los suyos: “Per hanc Jezabel introducta est hoeresis Mahometis. * 24 Finalmente, en la exégesis moderna (post-renacentista) los más grandes de la escuela española -que fue entonces la más grande entre todas- sostienen esta misma interpretación simbólico-profética: Ribera el salmantino, año 1591, el más literal y sesudo de todos ellos; Pereyra, año 1606, el purgador insigne del Abad Joaquín; a los cuales sigue nada menos que San Roberto Beílarmino en su tratado De Antichristo y el alemán Menochius.

Finalmente, en nuestros días tenemos entre otros menores a Holzhauser, Billot, Eyzaguirre...

22 Opera, París, Vives, MDCCCXC, p.491, a. 23 Nosotros lo mismo que él, protestará un lector. No. No lo había visto aún al escribir nuestro texto. 24 Op. cit., p.52Q.

En esta interpretación, la Sexta Iglesia no es sino el final deste ciclo humano -desta ManvanUra, como dice la religión hindú- y la Séptima Iglesia el comienzo de otro ciclo o Edad de Oro.

Esto está en todas las tradiciones religiosas de la Humanidad, notablemente en la hindú, la persa, y la de los Kabires. Pero si saben la tendencia hacia la disolución final, ignoran la restauración definitiva por obra del Creador, la Parusía. La falla esencial de las grandes religiones paganas antiguas, y su gran llaga, es que ignoran el fin. Tienen conciencia vivísima de la lucha del Bien y del Mal (Osiris y Seth, Ormuz y Ahrimán, Vischnú y Rali) pero no saben la resolución. Osiris resucita, pero no definitivamente: es un Dios-Hombre que muere y resucita sin cesar. Es la momia eterna. Todo el culto egipcio no tiene más objeto que la resurrección de los dioses muertos; que envejecen y mueren otra vez, y otra vez resucitan, cíclicamente. No hay final, no hay resolución.

El egipcio Hermes Trimegisto sin embargo prevé el fin del mundo; la gran catástrofe por el fuego cuando la religión haya sido retirada, la apokatástasis del Timeo de Platón; pero no prevé la Parusía. Lactancio, príncipe de los teólogos y padre de la Iglesia Latina -que en la esjatología es superior incluso a su gran discípulo Agustín- exclama lleno de asombro: “Yo no sé cómo Hermes ha presentido casi toda la verdad de nuestra santa fe.” 25

Tampoco supo del fin, a no ser entre brumas, el Viejo Testamento. Es el Evangelio, la Revelación del Hijo, y el Apokalypsis, la Revelación del Espíritu Santo, quienes ponen el sello a la Theosophia, la Ciencia de Dios; revelando claramente el misterio último de la Creación.

El Apokalypsis es la Revelación Tercera, la del Espíritu Santo. En él se contiene el Misterio Nupcial del Cordero, oscuramente indicado en el Cantar de los Cantares; y profetizado sucintamente al final del terrible Capítulo XVI de Ezequiel; el cual se alarga fieramente sobre la Culpa, sobre el Adulterio, peor que la Prostitución; para terminar con la brevísima noticia de la final reconciliación.

25 Imtitutíones Divinas,

El Espíritu Santo no aparece en el Apokalypsis; donde vemos de continuo solamente “el Trono de Dios” y el “Cordero”; a no ser una sola vez al final: “Y el Espíritu y la Esposa dicen ¡Ven!” Es que el Espíritu es la luz que produce toda la Revelación de Juan, está presente en toda ella; pues la luz no la vemos, mas por ella vemos todas las cosas. “Spiritu enirn Sanctus locuti sunt [...] omnes Propketae.” La profecía se atribuye siempre en la Escritura al Espíritu de Dios: antonomásticamente por tanto, y kat’exojén, ésta; que es la profecía que tiene por título profecía: apo-kalypsis - “de-tectio” traduce Alberto. Una cantidad de ángeles discurren en este libro, hablando a Juan autoritativamente y mostrándole misterios divinos. Todos ellos representan al Espíritu Santo. Se mueven y hablan con autoridad divina; y Juan siente una, dos, tres veces la necesidad de “adorarlos”, en lo cual es siempre detenido; porque estamos todavía en el tiempo de la Revelación del Hijo, “hasta que Dios mismo sea nuestra linterna, nuestro sol y nuestra luna”. El Espíritu Santo es el Dios Escondido, como lo llama la Iglesia: la luz que nos hace ver al Padre y a Cristo: “Foris vivus, lumen, chantas - Et spiritalis unctio.”

El que no vea que la Revelación de Cristo es diferente -opuesta y complemental- a la Revelación del Padre, es un imbécil. Así también el Apokalypsis, que es la Revelación del Espíritu, contraría y completa a los Evangelios; y como que los anula; o los anulará, mejor dicho, cuando sea entendida; es decir, cerca de su consumación, como diremos en su lugar. Se convertirá en el Evangelio Eterno, sobre los cuatro Evangelios temporales. "Ya no hay más el Tiempo”, dice el Angel.

Esta afirmación hay que bienentenderla; malentendida conduce a la quimérica herejía rusa (Rozanof, Dostoiewski, Meretchowski, Berdyaef) de la “Tercera Iglesia.” Espero que Uds. la entenderán bien al final.

Los constructores de Pirámides En dioses no se han convertido - Como los de los pordioseros Sus túmulos están vacíos. Cabe las aguas estancadas Y alojados en el olvido - Qué nos espera más allá.

Ninguno volverá a decimos Ni a consolarnos, hasta el día En que también seremos idos - Aprovecha tu día, oh mortal, Y haz tu terrestre cometido Hasta el fií del llorar supremo Y del lamento desoído Por el Dios-corazón-de-piedra El Dios del sexo femenino 26.

26 Canto fùnebre egipcio de la època ptolomaica, Papyrus Harris (traducción licerai de Leonardo Castellani).