LA LIBERTAD RELIGIOSA DEL CONCILIO VATICANO IIº
Montini: firmó el decreto Dignitatis Humanae sobre el que se funda una nueva iglesia que no es la de Jesucristo.
Montini: firmó el decreto Dignitatis Humanae sobre el que se funda una nueva iglesia que no es la de Jesucristo.
Por el P. Fernando Altamira.
Queridos
fieles: Aún una prédica más, la tercera, trilogía en honor de Dios
Nuestro Señor Jesucristo en su calidad de “Rey”: Rey de cada una de las
almas, de cada uno de los seres humanos, Y REY TAMBIÉN DE CADA UNO DE
LOS PAÍSES, sean o no sean éstos católicos: Él es Dios, le corresponde
ser reconocido como “Dueño y Señor” de todo lo creado, de todas las
naciones de la tierra, el reconocimiento de su “realeza social”. Y todos
los Estados y países le deben (o deberían) rendir culto y pleitesía a
través de su única religión, el Catolicismo.
Ya
habíamos dicho, en nuestra primera prédica, que los dos grandes sistemas
políticos, enemigos de Dios Nuestro Señor Jesucristo, enemigos de estos
hechos y verdades recién mencionados, son el Liberalismo y el
Comunismo, ambos pésimos, ambos condenados en repetidas oportunidades
por la Iglesia Católica, por los Papas. Y por extensión están condenadas
las interminables formas y variantes que se derivan de uno y otro: los
distintos tipos de Liberalismo (se llamen o no se llamen así), los
distintos tipos de Socialismo, y las innúmeras mezclas entre ambos a la
vez. En esa primera prédica, leímos, asimismo, algunas de las tantas
condenas de la Iglesia Católica contra el Liberalismo, y la famosa
condena del Papa Pío XI contra el Comunismo. En ésta, queríamos abordar
un error más específico y concreto del Liberalismo.
(Cuerpo)
Primero
hagamos una enumeración de ERRORES derivados del Liberalismo. Sin duda
no tendremos tiempo de explicar todos estos errores y las condenas de la
Iglesia Católica sobre ellos, pero vale la pena que al menos queden
mencionados:
-(1) La
soberanía popular contra el hecho y la realidad de que el poder no viene
del pueblo sino de Dios. (2) Los sistemas parlamentarios modernos donde
cualquier cosa puede ser “derecho y ley” mientras haya sido aprobada
(voluntarismo). (3) Ateísmo, laicismo o indiferentismo de Estado con
respecto a Dios y a su Religión Católica, contra “la confesionalidad
católica de los Estados”. (4) La falsa solución de “elegir el mal
menor”: al mal no se lo elige ni como “mal” menor (v.gr. pecado venial),
ni como “mal” mayor (v.gr. pecado mortal); lo único que está permitido
elegir es “el Bien”, y cuanto mucho se podrá tolerar o soportar el mal;
pero “elegir” el mal, mayor o menor, siempre es una mala acción y un
pecado. (4 bis) Relacionado con esto, hagamos un paréntesis: hay gente
que en su vida diaria escoge sin problema hacer pecados veniales (por
ej, las mentiras leves), “total no me voy a condenar por eso”;
respondemos: tal vez sí se va a condenar, porque, como enseñan los
santos, el que comete pecado venial sin problema, en general termina
también cometiendo pecados mortales, porque una cosa va llevando a la
otra. Pero ahora sigamos con los errores del Liberalismo: (5) Las falsas
leyes, las “leyes” inmorales (desenfreno moral, anticoncepción, unión
libre, matrimonio civil para católicos, aborto, homosexualidad,
educación sexual, fomento de la promiscuidad, etc). (6) Y por último,
los falsos derechos del Liberalismo: libertad de prensa, libertad de
educación, libertad religiosa, etc, etc.
Hoy nos
queríamos quedar con una mayor explicación de uno de esos falsos
derechos del Liberalismo: El derecho a la libertad religiosa, el cual
fue (y es) uno de los grandes “caballitos de batalla” defendido por el
Concilio Vaticano II (en el documento “Dignitatis humanae”), defendido
por la falsa Religión Moderna, por Paulo VI, por Juan Pablo II, por
Benedicto, por Francisco; “defendió” a pesar de los 200 años de condenas
ininterrumpidas contra eso mismo, mostrando el error de dicho falso
derecho, condenas realizadas por los Papas desde la Revolución Francesa
hasta Pío XII, que muere poco antes de que comience el mencionado
Concilio Vaticano II. ¡Y este falso derecho a la libertad religiosa,
como caballito de batalla, está muy bien elegido!… ya diremos por qué.
Pero antes de abordar este tema deberemos explicar sobre el derecho en
general.
¿Qué es
el derecho? Para responder utilizaremos a grandes maestros que han
estudiado y mostrado el verdadero significado del “derecho”, y los
errores del pensamiento moderno sobre este punto.
Comencemos por los errores.
Modernamente, se enseña en las universidades que “el derecho” tiene dos
nociones o significados: -Uno, objetivo o “derecho objetivo”, y se lo
define como el conjunto de normas o leyes. -Y otro, subjetivo o “derecho
subjetivo”, que expresa un poder de la voluntad (o facultad moral) para
hacer o no hacer algo, o para exigir una determinada conducta de otro
(i.e. un poder para obrar), y todo esto visto como un interés
jurídicamente reconocido y protegido por el Estado. En este concepto
moderno se hace hincapié en el “agere”, en el obrar, y en la prevalencia
de la voluntad, la cual irá –a causa de los modernos y falsos conceptos
del derecho- sobre o contra la naturaleza de las cosas -que es asunto
de la inteligencia-, y desde que caen así en el voluntarismo (o
voluntarismo jurídico), es dejada de lado la verdadera noción de
derecho, y de allí que cualquier cosa pueda ser llamada “derecho” (con
su correlativa “ley”) siempre y cuando “eso” haya sido mandado, ordenado
o legislado por los respectivos órganos del Estado. -Para refutar el
concepto moderno de “derecho objetivo”, bastará ver cuál es, a su vez,
el verdadero concepto de ley o de norma que en algunos momentos diremos.
Para refutar el concepto de “derecho subjetivo”, consideremos, en las
palabras que siguen, el verdadero concepto de derecho.
Veamos, por lo tanto, ahora, la verdadera noción o concepto de derecho.
-La
verdadera noción del derecho hemos de buscarla en aquélla tenida por los
griegos, en aquélla la tenida por los romanos, por Santo Tomás de
Aquino. Entre los griegos, derecho es “to díkaion” : DERECHO ES LO
JUSTO. Entre romanos derecho es “quod iustum est”: DERECHO ES LO QUE ES
JUSTO. O más escuetamente aun –en el ámbito de la Romanidad- podemos
decir “ius, iustum”: EL DERECHO ES LO JUSTO. -Desde que vemos que “el
derecho es lo justo”, necesariamente conectamos su concepto con la
Verdad y con el Bien, pues sólo es justo lo que está en relación a lo
verdadero y a lo bueno ( Veamos, para ilustrar más el verdadero
concepto de derecho, algunos pormenores de la etimología de la palabra
latina “ius”, la cual significa “derecho”. (1) Basado en el derecho
romano, alguien nos enseña lo siguiente: El libro primero del Digesto
(la colección bizantina de jurisprudencia romana, mandada realizar por
el emperador Justiniano en el Siglo VI) comienza con estas palabras de
Ulpiano: “Para explicar el derecho, es preciso primero saber de dónde
viene su nombre; y se llama así porque viene de [la palabra] justicia”
(prius nosse oportet unde nomen iuris descendat; est autem a iustitia
appellatum). (2) Esta misma enseñanza fue transmitida por el gran San
Isidoro de Sevilla, en su obra “Etimologías” (Etymologiae, V, 3), y fue
recibida por Santo Tomás de Aquino: ius dictum est quia est iustum (se
llama ius –derecho- porque es iustum, porque es lo justo); y de allí que
podemos usar el aforismo “IUS QUIA IUSTUM” (es derecho porque es
justo). (3) Pero también este santo nos enseña que no es raro que ocurra
que los nombres se aparten de su sentido originario para ir a
significar otras cosas (ad alia significanda), y así al principio “ius”
designaba lo justo o la misma cosa justa (ipsam rem iustam), luego
designó a la ciencia del derecho (artem qua cognoscitur quid sit
iustum), hasta acabar designando a los tribunales donde se imparte
justicia (locum in quo ius redditur, sicut dicitur aliquis comparere in
iure) .
Es
evidente que no hay ni puede haber un derecho, “algo que es justo”, en
relación al error o a la . falsedad: como pretender ver lo justo, o el
derecho, en lo errado o en lo falso. Ni tampoco puede haber un derecho,
“algo que es justo”, en relación al mal: lo que sería pretender ver lo
justo, o el derecho, en lo malo. Lo absurdo de los razonamientos
modernos se muestra por sí solo. -El verdadero concepto de derecho, lo
justo, llama y se pone en relación con lo que las cosas son (el esse) y
con la naturaleza de las cosas (la esencia). Y de allí que sea algo de
la inteligencia, la cual capta el esse y la esencia de las cosas. Y de
allí también, que no sea algo de la voluntad, pues a ésta no le compete
captar el esse ni la esencia, e, igualmente, la voluntad no puede ir por
encima o contra el ser ni la naturaleza de las cosas; y si se hace de
esta manera, estamos en el voluntarismo o voluntarismo jurídico que
nombrábamos hace unos momentos.
En relación a estas cosas, veamos ahora el concepto de “derecho natural” y de “ley”.
-Santo
Tomás nos da luminosas palabras en torno al concepto del derecho natural
(II II 57, art 2, ad 1); él nos dice: existe lo justo a partir de la
misma naturaleza de la cosa, y esto es llamado derecho natural (“iustum
ex ipsa natura rei: et hoc vocatur ius naturale”). -Ahora veamos el
verdadero concepto de ley, dado por Santo Tomás (2a, 2ae, 57, art 1, ad
2): “lex non est ius proprie loquendo sed aliqualis ratio iuris: la ley
no es propiamente hablando el derecho, sino cierta razón –o expresión-
del derecho”. Es decir: “la ley es la expresión del derecho”. Con esto
se refuta, como adelantamos, el concepto moderno de “derecho objetivo”,
que no es derecho entonces, sino un conjunto de leyes. Demos, ahora sí,
un concepto del mencionado “derecho a la libertad religiosa”, postulado
del Liberalismo: “Es aquel derecho por el cual una persona puede escoger
y practicar privada y públicamente la religión que le plazca, o no
escoger ninguna, si esto le viene bien”. -Si uno compara esta definición
del Liberalismo con el verdadero concepto de derecho, “DERECHO ES LO
JUSTO” (derecho es to díkaion, derecho es quod iustum est), y si uno
relaciona el verdadero concepto de derecho con la Verdad y con el Bien,
uno claramente ve la falacia de este enunciado liberal de la libertad
religiosa, pues uno no tiene “derecho” a seguir la religión que le
plazca (o ninguna), sino que uno tiene derecho a seguir únicamente la
religión que es verdadera. Lo expresemos en forma condicional con
motivos ad hóminem: Si existe la Verdad, y si el Catolicismo es la única
religión verdadera, entonces el derecho, “lo justo”, está dado en
relación a seguir la Religión Católica, y sólo en relación a ella.
-“Ah,
dirá alguno, pero para mí la Religión Católica no es la verdadera”.
Usted podrá no ver el hecho y la realidad de que el Catolicismo es la
religión verdadera, pero eso no cambia lo que las cosas son, por lo cual
a usted le corresponderá buscar e indagar, y cuanto mucho se le podrá
hacer a usted dicho planteo condicional cuya respuesta deberá buscar.
Nuevamente: Si existe la Verdad y si la Religión Católica es la
verdadera, entonces usted no tiene derecho a seguir cualquiera, sino
sólo la verdadera (y esto incluso es un planteo de derecho natural, pues
obviamente que el derecho natural exige seguir la Verdad y no el
error).
-“Ah,
dirá otro, pero yo soy libre y yo quiero estar en el Protestantismo, en
una de las sectas cristianas, en el Judaísmo, en el Islam, budista,
etc”: Usted podrá hacer un mal uso de su libertad y escoger algo que
conlleve un error o un mal, pero la libertad no está dada para eso, la
libertad está dada para escoger, “libremente”, la Verdad y el Bien, y si
a pesar de esto usted no hace un buen uso de ella, este hecho no cambia
(ni cambiará) lo que las cosas son. En el mundo jurídico, una cosa son
“LOS HECHOS”, y aquí las acciones podrán ser buenas o malas según la
naturaleza de las cosas y el buen o mal uso que se haga de la libertad; y
otra cosa son “LOS DERECHOS”, y éstos sólo son de “lo justo”, detrás de
la Verdad y del Bien. –
“Ah, dirá
algún despistado, pero entonces el Catolicismo obliga a la conversión”:
No, el Catolicismo no obliga a nadie, la conversión ha de ser un acto
libre, y si un católico intenta obligar a alguien, eso será una mala
acción que sólo a él -y no al Catolicismo- le compete. Pero si bien el
Catolicismo no obliga a nadie, ello –otra vez- no quita lo que las cosas
son, ello no quita la Verdad. “Yo no me quiero convertir al Catolicismo
y nunca lo haré”: Pues allá usted, pero más tarde o más temprano, con
su muerte, usted deberá rendir cuenta de sus actos. –
“¿Qué
pasa, preguntará alguien, padre, en una sociedad como la de hoy, donde,
en el orden de “los hechos”, es un hecho –valga la redundancia- que
tenemos muchas religiones falsas?”: Para evitar un mal mayor, se podrá
ejercer una “tolerancia religiosa”, pero la tolerancia es un hecho no un
derecho, y deberá ser resuelto por la prudencia (en este caso la
prudencia política) en vistas a evitar un mayor mal (por ejemplo: que se
dañe cierta paz social y sobrevengan graves alteraciones de la misma).
El concepto de tolerancia está dado –por dar un ejemplo- por el Papa
León XIII en su Encíclica “Libertas”.
-Y en el
Concilio Vaticano II, y en la falsa Religión Moderna, ¡el falso derecho
a la libertad religiosa está muy bien elegido! Porque si se enseña que
con respecto a lo más importante de todo, con respecto a Dios, “yo puedo
hacer lo que tenga ganas: libertad religiosa”, de allí para abajo: “yo
puedo hacer lo que tengo ganas con todo: con todo lo demás”, “yo puedo
hacer lo que tenga ganas con la política –soberanía popular,etc-, yo
puedo hacer lo que tenga ganas con las leyes –leyes inmorales e
inicuas-, yo puedo hacer lo que tenga ganas con el matrimonio y la
familia –divorcio, unión libre, anticoncepción, homosexualidad-, yo
puedo hacer lo que tenga ganas con la vida de seres humanos inocentes
–aborto-: “YO PUEDO HACER LO QUE TENGA GANAS CON TODO LO QUE TENGA
GANAS”: Bienvenidos a la ciudad del hombre, a la ciudad de Satanás, al
efímero reino del Anticristo y del Falso Profeta.
-Y los
Papas han condenado todo esto en forma ininterrumpida, “y con nombre y
apellido”, y por los últimos 200 años: El Papa Pío VI, el Papa Gregorio
XVI, el Papa Pío IX, el Papa León XIII, el Papa San Pío X, el Papa
Benedicto XV, el Papa Pío XI, el último Papa antes del Concilio: Pío
XII; y “24 horas” después de la muerte de Pío XII… Concilio, Nueva Falsa
Religión Moderna… todo lo que hasta ayer era malo, ahora es bueno y
fantástico: Hay un problema con todo esto. Pongamos, a modo de ejemplo,
tan sólo dos condenas contra estos errores del Liberalismo. Primero:
“las doctrinas inventadas por los modernos, acerca de la autoridad
civil, han acarreado ya grandes males… Pues no querer atribuir el
derecho de mandar a Dios como a su autor, no es sino desear ver
destruido el más bello esplendor de la autoridad política… Respecto a
los que dicen que la autoridad civil depende de la autoridad del pueblo,
se comete primero un error de principio… [Más adelante:] De aquella
herejía [se refiere el Papa a la herejía de la Reforma Protestante]
nació en el siglo pasado la mal llamada filosofía, el llamado derecho
nuevo, la soberanía popular, y esa licencia que no conoce freno y que es
lo único que muchísimos entienden por libertad [esto para las doctrinas
del Liberalismo; pero escuchen lo que sigue:]. De allí se llegó a las
últimas plagas, a saber, el Comunismo, el Socialismo, y el Nihilismo,
horribles monstruos de la sociedad humana y casi su muerte”, Encíclica
“Diuturnum illud”, Papa León XIII (año 1881). En segundo lugar,
específicamente sobre la libertad religiosa: “no faltan hombres que,
aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio del
Naturalismo, como le llaman, se atreven a enseñar que el mejor orden de
la sociedad pública y progreso civil demandan imperiosamente que la
sociedad humana se constituya y se gobierne sin que tenga en cuenta la
Religión, como si ésta no existiese, o, por lo menos, sin hacer ninguna
diferencia entre la Verdadera Religión y las falsas… […] no temen
favorecer esa opinión errónea, la más fatal a la Iglesia Católica y a la
salvación de las almas, y que nuestro predecesor de feliz memoria,
Gregorio XVI, llamaba delirio, a saber: que la libertad de conciencia y
de culto [esto es “la libertad religiosa”] es un derecho libre de cada
hombre, y que debe ser proclamado y garantizado en toda sociedad bien
constituida… […] al sostener estas afirmaciones temerarias, no piensan,
ni consideran, que proclaman la libertad de perdición…”, Encíclica
“Quanta cura”, Papa Pío IX (año 1864).
(Conclusión)
Cristo
Rey, Dios Nuestro Señor Jesucristo, es la antípoda de las enseñanzas de
todos estos errores del Liberalismo, es la antípoda de “la ciudad del
hombre”. Nuestro Señor terminará haciendo, como describe San Agustín,
“LA CIUDAD DE DIOS”, cuando sea, como dijimos, “unum ovile, et unum
pastor: un solo rebaño y un solo pastor”. La victoria final es nuestra…
aguantemos, soportemos la batalla. Todo por Cristo Rey, ¡Y QUE VIVA
CRISTO REY! AVE MARÍA PURÍSIMA.