El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, acaba de ser particularmente contundente y, en una implícita advertencia al Gobierno por su estilo confrontativo.
- Señaló que “nada bueno se puede esperar de la promoción insensata de la discordia”. Y, en ese sentido, apeló al conocido refrán: “El que siembra vientos, cosecha tempestades”.
- En obvia referencia al intelectual kirchnerista Ernesto Laclau, ideólogo del fogoneo de los conflictos como forma de gobierno, Aguer se preguntó ¿”cómo puede sostenerse la cohesión social, la concordia de la vida civil, si se adopta como inspiración de los propósitos de cambio hacia una sociedad más justa una teoría dialéctica según la cual hay que agudizar las contradicciones, o crearlas si no existen, e identificar y destruir al enemigo”?
“Como base de una situación penosa de fractura social se encuentra la
decadencia cultural de un pueblo en el que vastos sectores carecen de
educación y de trabajo”. “Decadencia
cultural significa desquicio de la familia, disminución y aun pérdida
del sentido moral, olvido de Dios y de sus mandamientos, que son mojones
de la civilización.