La gran estafa de los 30.000
Nunca vienen mal ciertas luces cuando iluminan vidas oscuras.
El barrio ya venía anunciando la primavera. Porque el Hombre no
tanto, pero la Naturaleza sí que es sabia y presiente el cambio de
los tiempos más allá de los fríos posmodernos, de los calores a
destiempo o de los Papas haciendo populismo.
Las señales del afuera pueden ser confusas, pero aún así la
Naturaleza no confunde y sigue el ritmo a su ritmo. Todo pasa y todo
vuelve… pero lo nuestro es pasar, decía alguien que no recuerdo, pero
al que evidentemente le asistía la razón.
“Todo pasa y todo vuelve, eternamente
gira la rueda del ser. Todo muere, todo reflorece; eternamente se
desenrolla el año del ser. Todo se rompe, todo se reajusta;
eternamente se edifica la morada del ser”… y sí, Nietzche lo dice
mejor que nadie. Que todos.
Los jazmines de los cercos han florecido a tiempo para dar la
bienvenida. El lapacho inmenso de mi vecino explotó en destellos
fucsias por encima de las tejas españolas que dominan la manzana.
Desde las ramas de los paraísos desnudos, se asoman un millón de
brotes tan verdes como la esperanza de un tiempo sin fin.
Los pájaros cantan en el parque anunciando la buena nueva.
Las gentes caminan con cierto sosiego ante un clima que parece
errático y confundido. Pero las gentes con el mundo y con el paso de
los tiempos han perdido mucho presentimiento y han quedado
atrapados en la trampa del ver para creer. De mucho realismo y
poca magia.
La vida es eso que pasa… mientras vos jugás al Candy Crush.
“Una golondrina no hace verano” dijo mi
abuela el día en que anunciaron por la radio el asesinato del
General Aramburu. Pero las golondrinas se hicieron cuervos en
bandada terrorista y encendieron el terror apagando tantas vidas
con tanta muerte.
No hicieron verano… pero hicieron cosas peores. Y no conformes
con encender el terror se cargaron 30 años mintiendo la historia.
El periodista entrerriano Ceferino Reato, publicó esta semana en
el diario más prestigioso de Argentina, lo que a mí me costó más de
un dolor de cabeza hace casi diez años cuando publiqué lo mismo: No
fueron 30.000.
Nos mintieron con descaro.
Leed a Reato. Leed: “Los kirchneristas, en especial los líderes
de las organizaciones de derechos humanos, que insisten en que
los desaparecidos durante la dictadura fueron 30.000, me
recuerdan a los dirigentes de esas ONG “truchas” que se ponen
contentos cuando aumenta el número de pobres porque imaginan que,
de esa manera, podrán capturar mayores subsidios, ayudas y
respaldos dentro y fuera del país.
¿No les basta acaso con las heridas abiertas a los familiares,
amigos y compañeros de las más de 7000 víctimas que registra el
último documento publicado por el Gobierno sobre este tema, en 2006?
¿Les parece poco? ¿Por qué insisten en un número que todos ellos
reconocen en privado como una suerte de mentira necesaria de otros
tiempos, cuando debían captar la atención de la opinión pública
nacional e internacional?
Creo que la respuesta es simple: han hecho de los 30.000
desaparecidos una bandera de lucha política y ahora no quieren
reconocer que el número es otro. Temen pagar un costo político si
admiten la cifra real; que, por ejemplo, broten o se consoliden
dudas sobre otras afirmaciones y posicionamientos. Razonan con
una lógica de poder, ya no les interesa la verdad… .El acceso a los
legajos está restringido, pero podemos suponer que los herederos
de todas esas personas han cobrado la indemnización prevista
originalmente para las víctimas del terrorismo de Estado, que en
estos momentos asciende a 1.700.000 pesos aproximadamente.
Aunque no sería así en todos los casos, por ejemplo en la reducida
cantidad de Madres que sigue a Hebe de Bonafini y entre los
herederos de Fernando Abal Medina, según me aseguró un familiar del
actual jefe de Gabinete.
Cifras que no son ciertas, víctimas que no fueron tales, pagos
irregulares de dineros que salen del presupuesto público:
demasiadas opacidades para una historia que merecía otro
desenlace y que ha sido corrompida por el recurso político del
relato.”
Reato dice lo que muchos ya sabíamos.
Una golondrina no hace un verano, es cierto, y así como una
golondrina no hace verano, deberían saber los que mandan que tampoco
una calza hace una primavera.
Una noticia así, en una sociedad sana, haría cortar para siempre
la carrera política de muchos. Pero estamos en Argentina. Así que no
debemos engañarnos. Sabemos que hasta la denuncia del hecho más
cruel, suele ser tomada en éstos lares con patética liviandad.
Claro que no es cuestión de números. No es cuestión de contar
muertos. Es cuestión de tomar conciencia del tamaño de la mentira.
Si alguien, una persona, un funcionario, un juez, un ministro, un
presidente o una ciudadanía es capaz de mentir más de 20.000
muertos para fines políticos, ¿cómo no creerlos capaz de mentir
cualquier cosa en beneficio propio?
De eso se trata.
De la estafa moral.
De la estafa de la historia.
De la estafa a las arcas de ese Estado que somos todos nosotros.
Estafadores de guantes blancos y conciencias negras.
Las golondrinas se mintieron mariposas para fingir
primavera. Pero se hicieron cuervos y nos dejaron el invierno y la
mentira en una estafa. La gran estafa.
Es sábado. El día gris que amenaza una tormenta sabe que hoy comienza oficialmente la primavera.
En los días como hoy siempre recuerdo los 21 de septiembre de mi juventud.
Aquél salir con amigos en la bici… hacia el seráfico o hacia el
Campo de la Gloria en la hermosa San Lorenzo, o rumbo a ese parque
inmenso que tenía Cerámica San Lorenzo… también recuerdo los 21 de
septiembre en el Parque Quintana junto al río en Gualeguay…
sanguchitos de milanesa los con más suerte, y de jamón y queso los
demás. Galletitas con paté, botella pesada de vidrio con una, de las 3
gaseosas posibles, la pelota (infaltable) y ese corazón a mil en
busca de los ojos que se soñaban por las noches.
Día interminable con amigos, guitarreadas y juegos… miradas
cómplices y besos que sellaban amores que se juraban para siempre…
Recuerdos imborrables. Primaveras y corazón
Los corazones cambian. La primavera no.
Y acá, tantas primaveras robadas con mentiras.
Los 30.000. La gran estafa… solo ruego, como dice un amigo
injustamente preso que “nadie disfrute la venganza con la
vestimenta de la justicia”.
Después de todo, nos esperan un millón de primaveras… pero un solo futuro.
Fuente: El Día de Gualeguay-Gualeguay-Entre Ríos
Autor: Horacio R. Palma