“La
Iglesia es una sola para todos. No hay una Iglesia para los europeos,
una para los africanos, una para los americanos, una para los asiáticos,
una para los que viven en Oceanía: es la misma siempre. Es como una
familia: se puede estar lejos, esparcidos por el mundo, pero los lazos
profundos que unen a todos sus miembros siguen siendo estrechos, a pesar
de la distancia”. (Ciudad del Vaticano -25 de septiembre 2013)
Estas palabras de Francisco señalan la importancia que tiene para él hacer una Iglesia para los hombres. La Iglesia es una sola para todos los hombres. Y esta es la mentira de Francisco sobre la Iglesia.
Y él pregunta: “¿Yo
como católico siento esta unidad… la vivo? ¿O no me interesa porque…soy
de aquellos que privatiza a la Iglesia para su propio grupo, para su
propia nación o sus propios amigos? Es triste encontrar una Iglesia
privatizada por este egoísmo y esta falta de fe ¿Rezamos unos por los
otros? Os pregunto: ¿Cuantos de vosotros rezáis por los cristianos
perseguidos, por ese hermano o esa hermana que sufren a consecuencia de
su fe? Es importante mirar fuera del recinto y sentirse Iglesia, única
familia de Dios”.
Si
Francisco no da la esencia de lo que es la Iglesia, entonces su
pregunta no sirve, su pregunta es un engaño. Como católico no siento
esta unidad, porque la Iglesia no es para todos, no es una sola para
todos los hombres. No se siente la unidad de la Iglesia uniendo
continentes, uniendo sociedades, uniendo familias, uniendo personas. Así
no se hace la Unidad de la Iglesia. Así la Iglesia no es una sola para
todos. Luego, como católico siento que Francisco quiere poner su unidad
en la Iglesia, su forma de entender la Unidad en la Iglesia.
Francisco
dice todas estas palabras, tan bonitas sobre la Iglesia, sólo pensando
en el hombre, en la unidad para todos los hombres, es ser uno todos los
hombres. Y, entonces, viene su error: es triste encontrar una Iglesia privatizada por este egoísmo y esta falta de fe.
Este es su error. Es triste que Francisco piense así, que quiera que
todos en la Iglesia sigan su pensamiento, y contempla que son muy pocos
los que piensan como él y, por eso, los juzga. Francisco está juzgando a
los suyos en la Iglesia.
Según
su concepción de la Iglesia, hay que ver la Iglesia como la casa de
todos los hombres, como una familia de Dios en la que entran todos los
hombres de todos los continentes. Y Francisco apela a esta fe. Y si no
se piensa como él, entonces se privatiza la Iglesia para el propio
grupo de cada uno. El grupo que no acepte a todos los hombres, y no
importa el credo de esos hombres, lo que piensen esos hombres, lo que
vivan esos hombres,-porque la Iglesia es para todos-, entonces Francisca
juzga que tú eres uno de los que privatiza la Iglesia porque no aceptas
a todos los hombres. Esta es su herejía.
¿Rezamos
unos por los otros? Rezar no da la unidad de la Iglesia, no hace que la
Iglesia sea una. Se reza para convertir a los enemigos de la Iglesia,
no para traerlos a la Iglesia. Primero deben quitar su pecado si quieren
ser Iglesia. Para eso es la oración, para pedir la fuerza para que el
otro quite su pecado. Orar no da la unidad de la Iglesia. El Amor es lo
que da la Unidad a la Iglesia. Pero el pecador no puede amar y, por eso,
no puede hacer la Iglesia Una.
¿Cuántos
de vosotros rezáis por los cristianos perseguidos, por ese hermano o
esa hermana que sufren a consecuencia de su fe? ¿A qué cristianos
perseguidos se refiere, porque -hoy día- hay más de cuarenta mil sectas,
religiones, iglesias que se dicen cristianas? Con esta pregunta, ¿a qué
se está refiriendo Francisco? ¿Hay que rezar para que los cristianos
perseguidos por su fe sigan en su fe? ¿Entonces, dónde está la fe, si
cada cristiano tiene su fe y lucha por su fe? No se comprende lo que
dice Francisco porque él habla y suelta su mentira y después dice otras
cosas que no tienen nada que ver.
Él tiene en su cabeza que la Iglesia es para todo el mundo. Y, por eso, predica así, en contra de la misma Iglesia Católica.
Para
Francisco, en la Iglesia Católica se privatiza la fe. Se hacen grupos
para tener amigos, pero no para escoger a otros hombres, a los enemigos
que, para él, son amigos.
Francisco
no ama a la Iglesia, a la Iglesia que él preside. Y se ve en sus
palabras, tan hermosas, tan cariñosas, tan sentimentales, pero tan
llenas de su error: de su humanismo.
La
Iglesia es Una en el Espíritu, no en los hombres. Y es el Espíritu el
que hace la Unidad de la Iglesia. No es el conjunto de hombres, de
países, de grupos, etc., los que da unidad a la Iglesia.
Y
la Iglesia, Una en el Espíritu, es Una en la Fe. Francisco pone su fe
humana para formar la Iglesia, pero no da la fe Divina para ser Iglesia.
Es
muy bonito decir esa frase y quedarse como si no se hubiera dicho nada
malo, que es lo que entiende Francisco y todos aquellos que lo siguen.
Francisco no sabe lo que está diciendo en sus discursos, en sus
homilías, porque no habla las Palabras de Dios. Habla sus palabras
inventadas para llegar a las mentes de los hombres y para que los
hombres acepten lo que él quiere proponer a la Iglesia.
Cuando
lo proponga, entonces las almas comprenderán su error y su pecado.
Ahora, nadie comprende nada, porque se dedica a decir muchas cosas
bonitas, pero no a llenar el corazón del amor de Dios, que siempre da
la verdad al alma.
Francisco nunca enseña esa verdad. Enseña sus verdades y se queda ahí: sólo en sus verdades.