viernes, 27 de septiembre de 2013

LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION SE LIBERA DE LA TREOLOGIA

La Teología de la Liberación se libera... de la Teología


Con el título “La teología de la liberación, hoy”, se realizó en Madrid del 5 al 8 de septiembre una nueva edición del congreso de teólogos de la liberación que la “Asociación de teólogos Juan XXIII” organiza anualmente. Su propósito declarado era rehabilitar esa cuestionada corriente. Pero sus conclusiones se revelan tan opuestas a las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, que más bien parecen representar el nacimiento de una nueva religión —o una nueva herejía.

Una letanía de errores y delirios

Después de saludar la “convivencia fraterno-sororal [sic]” del congreso, el documento final enumera 12 conclusiones, comenzando por la gastada crítica al “modelo neoliberal” como supuesto causante de que “la democracia no ha llegado a la economía”. Aunque no se menciona cómo sería esa economía “democrática”, queda claro que lo significa: igualitaria y socialista.
Frente unido con el socialismo y falsas religiones – El texto lo dice expresamente, al afirmar que la respuesta a los graves problemas de la humanidad surgiría, no de una indispensable regeneración moral, sino de las “experiencias del socialismo del siglo XXI” , del “diálogo con las cosmovisiones orientales” y de la “comunicación con las religiones y culturas originarias”. Se diría, por tanto que la Fe católica no tiene nada a aportar a esa “respuesta”...
De hecho es difícil, si no imposible, encontrar algo de católico en este revoltijo ideológico. Tanto más que enseguida el documento afirma que la teología de la liberación “se reformula en los nuevos procesos de liberación a través de los sujetos emergentes de transformación: mujeres discriminadas que toman conciencia de su potencial revolucionario” . Este “potencial” se entiende bien, considerando que la teología feminista de liberación incluye entre las “mujeres discriminadas” a prostitutas y lesbianas. O sea, hace trizas a la familia.
Otros “sujetos emergentes” serían las “culturas otrora destruidas que reivindican su identidad; comunidades campesinas que se movilizan contra los Tratados de Libre Comercio; jóvenes indignados, a quienes se les niega el presente y se les cierra las puertas del futuro”. Esta mención al movimiento de los “indignados” no es casual. Según Julio Anguita, ex secretario general del Partido Comunista Español, dichos “indignados” son una nueva versión del propio comunismo: “Son los nuestros” , aseguró; con ellos “volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía” para relanzar “nuestra militancia comunista”. Por ahí se ve hacia dónde se orienta esta “teología”...
Divinización de la naturaleza – Curiosamente la lista de “sujetos de trasformación” incluye no sólo a personas o movimientos, sino también la “naturaleza depredada, que grita, sufre, se rebela y exige respeto [sic]”, y por fin a “migrantes maltratados que luchan por mejores condiciones de vida, religiones indígenas y afrodescendientes que renacen tras siglos de silenciamiento”.
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Mons. Raúl Vera, obispo de Saltillo (México)
Todos sabemos que esas “religiones indígenas y afrodescendientes” son religiones paganas y conservan ritos horrendos como infanticidio, borracheras, mutilaciones, etc., dando razón a lo que dice el Salmo: “omnes dii gentium daemonia” (“todos los dioses de los paganos son demonios” - Sal. 95, 5). Y entre otros errores, rinden culto a la naturaleza como si fuese un dios, tal como parecen hacerlo estos singulares teólogos al afirmar —quedando a milímetros del panteísmo— que la naturaleza “grita, sufre, se rebela y exige respeto” como lo haría un ser dotado de inteligencia.
Jesucristo, un simple “reformador” e igual a Buda – Otra conclusión es que la “liberación integral” es obra de “reformadores religiosos ... de manera especial Siddharta Gautama el Buda y Jesús de Nazaret el Cristo”. O sea que Jesucristo sería, no el Hombre Dios ante cuyo nombre se dobla en adoración "toda rodilla en el Cielo, en la Tierra y en los infiernos" (Filip. 2, 10), sino un simple “reformador religioso” equiparado a Buda (que incluso es mencionado en primer lugar)... ¿No es ya esto otra religión, diferente y opuesta a la católica?
Modelo económico “comunitario” – Los teólogos plantean además “otro modelo económico cuyos criterios sean el principio del bien común, la defensa de los bienes de la tierra, la justicia social y el compartir comunitario” . ¿Y dónde quedan la propiedad privada, la libre iniciativa y el principio de subsidiariedad, fundamentos de todo sano orden socioeconómico? ¿Sobrevivirán? ¿Desaparecen? ¿ Los sustituirá el “compartir comunitario”? ¿Y en qué se diferencia éste del comunismo — si es que hay diferencia?...
“Rechazo” a la teología de San Agustín y Santo Tomás – Al abordar el tema de la paz, los teólogos afirman: “Rechazamos la teología de la guerra justa”. ¡O sea, rechazan sin más un punto de doctrina católica, invariablemente enseñado desde San Agustín hasta Juan Pablo II, pasando por el gran Santo Tomás de Aquino! Proponen en su lugar “un mundo sin fronteras” donde exista “la ciudadanía-mundo frente a la ciudadanía restrictiva vinculada a la pertenencia a una nación”. Esto apunta al viejo sueño revolucionario de abolición de las patrias nacionales, para dar lugar a la niveladora y tiránica “república universal”.
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P. Juan Masiá, S.J.
Reivindicación de “derechos sexuales” – Revolucionaria es también esta afirmación: “Denunciamos la negación de los derechos sexuales y reproductivos” y la “alianza de los diferentes poderes” que “fomenta y refuerza el patriarcado como sistema de opresión de género”. Recordemos que esos supuestos “derechos sexuales” son invención de las corrientes feministas y LGBT, e incluyen la legitimación del hedonismo, del aborto y las perversiones sexuales. Adoptar esa formulación en un congreso de teólogos católicos es simplemente aberrante.
Ataque a la Iglesia en nombre del feminismo – Y no podía faltar el ataque a la propia Iglesia, en nombre del igualitarismo: “En la discriminación y el maltrato a las mujeres tienen una responsabilidad no pequeña las instituciones religiosas. La teología feminista de la liberación intenta responder a esa situación reconociendo a las mujeres como sujetos políticos, morales, religiosos y teológicos”. El texto no podía ser más injusto. La Iglesia, que dignificó a la mujer sacándola de la condición degradada y humillante a que la sometían las culturas paganas, ahora es acusada de “maltrato” a la mujer, en nombre de una no-discriminación de raíz igualitaria.
Conviene recordar entre paréntesis que, según una de sus líderes, la tal “teología feminista de la liberación” no tiene su centro en Dios, sino en el cuerpo divinizado, en la “interpretación del cuerpo humano físico como absolutamente central”. Y “su espiritualidad está cimentada en la sensualidad-sexualidad”. Su credo se resume en esta propuesta: “Ni dios [sic – inicial minúscula], ni la encarnación, ni el pecado, ni la reparación. Nosotras, las feministas, asumimos la prerrogativa de transformar las normas tradicionales cristianas, tal como el supuesto de que el orgullo es pecado”. “Transformar” significa aquí adulterar a su antojo la doctrina y la moral de la Iglesia...
Contra los Papas “represivos” – Por fin, el texto pide la inmediata “rehabilitación de todas las teólogos [sic] y los teólogos represaliados ... sobre todo durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fueron especialmente represivos en cuestiones de teología moral y dogmática, en la mayoría de los casos por su vinculación con la teología de la liberación”. Por tanto, contestación abierta a las enseñanzas y la autoridad de ambos Pontífices, por haber reafirmado puntos esenciales de la milenaria doctrina moral católica.
“Todo es relativo” – El documento concluye con una frase que lo dice todo: “afirmamos que todo es relativo, incluida la teología, y que sólo son absolutos Dios, el hambre y la liberación” . Enunciado absurdo, pues si el hambre y la liberación fueran absolutos, Dios dejaría de serlo. Y el orden del ser dejaría de ser bueno, pues el hambre es un defecto. Y la liberación —entendida incluso en su sentido bueno de liberación del pecado (que no es el que le dan estos teólogos)— tampoco puede ser un absoluto, pues es una contingencia histórica.
Cabe notar que entre los asistentes estuvieron el obispo de Saltillo (México), Mons. Raúl Vera, el controvertido jesuita español P. Juan Masiá, la activista Frida Harth, miembro del pro abortista grupo “Católicas por el Derecho a Decidir”, todos ellos conocidos por sus posiciones relativistas extremadas.
Así, la perspectiva de la dictadura del relativismo, contra la cual oportuna y reiteradamente nos advirtiera en años recientes el Papa Benedicto XVI, asoma aquí de manera palpable.
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Insistimos: lo que predica la “Asociación de teólogos Juan XXIII”, ¿no es ya otra religión, diferente de la católica? Y esos teólogos relativistas —por no decir ateos— ¿no son aquellos “falsos profetas...disfrazados con piel de ovejas” y que “por dentro son lobos voraces” (Mat. 7, 15), contra los cuales nos previno Nuestro Señor? ¿Su doctrina no equivale a una liberación de la teología, a una apostasía de la verdadera Fe de Jesucristo?
Nadie podrá negar la validez de estas preguntas. Y a juzgar por este documento de la “Asociación Juan XXIII”, la respuesta sólo puede ser afirmativa.