miércoles, 26 de febrero de 2014

EL DRAMA DE VENEZUELA

Internacionales

EL DRAMA DE VENEZUELA
 
La corrupta, opresora y represiva oclocracia venezolana que encabeza el grotesco cipayo procubano Nicolás Maduro, va quedando al desnudo para desilución de la incorregible utopía progresista local e internacional.
  Los desastres del vergonzoso régimen chavista, hoy profundizados por el  nefando y odioso cacareo clasista del inepto Maduro, se suman unos tras otros para dolor de los venezolanos. En este lamentable y tétrico escenario reluce con los tintes más sombríos la hipocresía —y como dijo alguien— la “indignidad geopolítica” del sello fantoche de Unasur y dos de sus conspicuas dirigentes: Dilma Roussef y Cristina Fernández de Kirchner: éstas, con su silencio cómplice frente al desmán represivo de su socio caribeño, muestran el alcance y la verdadera calaña de su pregonado progresismo.
  En esto, como en tantas otras agachadas, sofismas, acordadas espúreas, declaraciones falaces y silencios cómplices no están solas: la partidocracia local, “confundida” por su dogmatismo democrático-electoralista (la herejía de la soberanía popular y el sufragio universal obligatorio), “no alcanza” a discernir su deber moral de impugnar y repudiar la criminal represión de los estudiantes venezolanos y el encarcelamiento del dirigente Leopoldo López por el régimen de Maduro, cuya dudosa legitimidad de origen ha quedado hecha añicos, en los hechos, por su repugnante y fracasada política socialista de odio y división clasista.
  La rica Venezuela es hoy un país al borde del quebranto económico y de la guerra civil. Y en esto, la progresía local sólo guarda silencio cómplice… tal como ayer lo hizo con Stalin y lo siguen haciendo hoy frente al tiranuelo cubano y sus agentes instalados en la torturada Patria de Bolívar.
 
Luis Álvarez Primo