¿”Los Carapintadas de Caracas”?
Señor Director:
Llama poderosamente la atención que el periodista Jorge Fernández
Díaz, en el artículo del epígrafe (“La Nación”, 23/2), que es tirado de
los pelos, manifieste una supina ignorancia histórica al efectuar la
analogía de los Carapintadas (oficiales de honor del Ejército) versus
los delincuentes parapoliciales chavistas, que no hacen otra cosa que
abusar de la fuerza bruta y estar protegidos por el inimputable
presidente venezolano, Nicolás Maduro, para asesinar a estudiantes
universitarios y ciudadanos que reclaman pacíficamente por sus derechos
de expresión y de reunión…, que es normal en las democracias
republicanas, salvo en el populismo (chavista y kirchnerista).
Es incomprensible cómo el aludido desarrolla toda una perorática nota
para ofender a los miembros del Ejército, que comandados por el coronel
Mohamed Alí Seineldín (héroe de Malvinas), ejecutaron una limpia
operación militar para defender el honor del Ejército; con el liviano
propósito de criticar al vocero cristinista, Luis D’Elía, que pidió al
sátrapa Maduro que fusile al político opositor Leopoldo López que
valientemente le hizo frente, poniendo de resalto el pérfido régimen
totalitario chavista, bajo las órdenes de su mentor, el chacal caribeño
Fidel Castro.
Preocupa que no sepa distinguir entre el nacionalismo católico y la
izquierda subversiva emanada del castrismo, no pudiendo ignorar que la
Religión Católica y la Doctrina de Dios, fueron la principal fuente
filosófica del pensamiento formativo de la oficialidad castrense
argentina, que tiene (o tenían) como norte a Dios -fuente de toda razón y
justicia- y la Patria.
Para desasnar a Fernández Díaz, que cometió errores o mistificación
históricos, le recuerdo que Perón con su “Plan de Acción” (ver
Perón/Cooke Correspondencia, 1972), inició el plan para sabotear la
producción económica, con huelgas políticas, tomas de fábricas,
resistencias civil y sindical, la integración de las “formaciones
especiales” -la “juventud idealista”-, organizadas en células para la
guerra de guerrillas, que terminó en los hechos subversivos/terroristas
-el peronismo definió su interna a los tiros- de los años ’60 y ’70; y
para que no siga disparatando, haré un breve racconto sobre el
movimiento carapintada que el 3 de diciembre de 1990 reaccionaron ante
la palmaria traición de Carlos Menem, para salvar el honor del Ejército
Argentino, pues siguió la deletérea obra iniciada por Alfonsín, que
desmoralizó las Fuerzas Armadas, aquél les quitó el presupuesto
operativo, y Néstor Kirchner terminó destruyéndolas.
En la fecha indicada, unos 1.000 oficiales y suboficiales comenzaron
la operación Virgen de Luján, con el fin de rescatar el honor y la
dignidad del Ejército, frenar la persecución a que estaban sometidas las
FF.AA. Quienes fueron sometidos a juicio, bajo la ley de Defensa de la
Democracia, a todas luces inconstitucional por no admitir la apelación a
una instancia superior, siendo condenados por la Cámara Federal de
Apelaciones -ténganse en cuenta que fueron sacados de sus jueces
naturales-, que a pesar de ser oficiales de relevantes fojas de
servicio, con calificaciones de primera línea con posibilidades de ser
ascendidos, se les aplicó largas y draconianas condenas que no temo en
calificar de vindicativas, del gobierno de turno.
No obstante, expresó la Cámara: “…los actos reivindicatorios del 3 de
diciembre de 1990 no eran un golpe de Estado antidemocrático… y que no
ha quedado acreditado así, que se pretendiese un golpe de Estado
mediante el derrocamiento de alguno de los poderes públicos, ni mucho
menos que se obrara con el fin de cambiar de modo permanente el sistema
democrático de gobierno, extremos que no encuentran sustento alguno en
las constancias fácticas de este juicio…” (parte V-foja 2.842 vuelta).
Además se expresa que la conducta de los sublevados respondía a
motivaciones de carácter idealista, que no se advertían motivaciones de
carácter personal y que “la mayoría de los jefes condenados ha obrado de
elevado valor social y moral…” (foja 2.872 y ss.).
“…No se puede soslayar que para hombres formados en un sistema donde
el respeto a los compromisos de honor asumidos hace a su esencia, los
discutidos incumplimientos (se refiere a los pactos suscriptos a raíz de
los alzamientos anteriores al 3 de diciembre) debieron in fluir en sus
determinaciones…” (Del voto en disidencia del juez Gustavo Costa).
Tres coroneles, tres tenientes coroneles, seis mayores, y un capitán
fueron condenados desde la pena de cadena perpetua hasta la de dos a 20
años de prisión, habiendo de lamentar que el destacado coronel D. Jorge
Alberto Romero Mundani, un brillante ingeniero militar, con
especialización misilística, se suicidó el 3 de diciembre de 1990
(fueron indultados por el presidente Eduardo Duhalde, conjuntamente con
el terrorista Gorrearán Merlo).
El periodista Fernández Díaz, que suele extralimitarse en sus
apreciaciones periodísticas, debe tomar debida nota de lo expuesto para
no mistificar la verdad histórica con el fin de acomodar un relato
ofensivo del honor de oficiales castrenses o a cualquier ciudadano.
Cordiales saludos,
DNI 18.221.024