La República y la “derecha moderna” – Por Agustín Laje
El reciente distanciamiento entre Pino Solanas y Elisa Carrió refleja
que la ética y la política, si bien se cruzan en muchos sentidos y
guardan entre sí relaciones dialécticas, en última instancia corren por
caminos separados. ¿Esto qué quiere decir esto en concreto? Pues que no
puede esperarse mucho de una alianza que, pretendiéndose política, se
establece sobre principios exclusivamente de orden ético.
En efecto, ni más ni menos que eso parece ser UNEN: una alianza más
ética que política. Sus principales referentes así lo han vociferado
numerosas veces: UNEN es la unión de dirigentes cuyo denominador común
sería una lucha contra la corrupción. Al menos todos sus discursos se
han articulado, por lo general, en derredor de esta idea.
La pregunta que de inmediato surge es: ¿No es la lucha contra la
corrupción una lucha política? Pues depende de cómo se estructure el
discurso contra la corrupción. Si el discurso contra tan nefasta
práctica se limita a machacar sobre la condición malvada de tal
conducta, tenemos un discurso vaciado de política. Hay simple
indignación de carácter moral, pero no mucho más que eso. En cambio, si
la lucha contra la corrupción configura un discurso que procura señalar
aspectos estructurales e ideológicos que promueven y posibilitan tal
práctica (y por tanto hallar y proponer modificaciones de fondo), hemos
pasado de la ética a la política.
La verdad es que un principio ético no basta para sellar una alianza
política. Y como decíamos al inicio de esta columna, eso mismo puso de
manifiesto esta semana la controversia Solanas / Carrió, cuando aquél
pronunció un discurso partidario en el que dijo que en UNEN no había
espacio “para la derecha moderna”, y ésta agarró su cartera y se retiró
en medio de la alocución, dejando ver frente a las cámaras su disgusto.
Carrió es una defensora de la República y eso hay que reconocerlo.
Solanas es un defensor del socialismo del Siglo XXI (su modelo político
siempre ha sido el chavismo), que por definición es antirrepublicano, y
eso también hay que reconocerlo. La fractura de una alianza que dependía
del discurso ético, en el marco de visiones políticas antitéticas, era
inevitable.
Ahora bien, Carrió explicó su disgusto aseverando que Pino Solanas
estaba traicionando a la gente de derecha que votó a UNEN y que, además,
los valores republicanos “no son ni de derecha ni de izquierda”. Mi
visión al respecto es contraria: por un lado, la gente de derecha que
votó a UNEN lo hizo atendiendo a valores republicanos que Solanas jamás
ha representado y que más bien ha denigrado (y por lo tanto no hay
traición alguna; hay un simple caos ideológico connatural a UNEN que
confunde a la gente por el problema del vacío político de la alianza al
que ya nos referimos); y por el otro lado, los valores republicanos
actualmente sí son valores propios de aquello que Solanas ha denominado
como “la derecha moderna”.
Siempre que uno habla de “derecha” (no así de “izquierda”, pues los
izquierdistas no temen reconocerse como tales) abre, sin quererlo, un
debate que probablemente no buscaba pero que parece inevitable: ¿podemos
seguir hablando hoy de “derecha e izquierda”?. A los efectos de
adelantarme a las respuestas que puedo recibir, va la siguiente
digresión: “derecha” e “izquierda” no significan nada en sí mismo. Son
categorías funcionales a la falta de información política propia de un
medio social complejo como en el que vivimos. Y en este sentido, la
simplificación inherente a dos categorías bipolares no se borrará del
imaginario colectivo, toda vez que el hombre no estudioso de lo político
(vale decir, la inmensa mayoría) precisa de este “atajo” conceptual a
los efectos de ordenar sus posturas y preferencias políticas. Luego, la
dicotomía izquierda/derecha es ineludible por fuerza mayor y, en todo
caso, lo que debe actualizarse (y de hecho se ha venido actualizando
durante los últimos dos siglos) es su contenido concreto, esto es,
aquello que la categoría está significando.
Cuando Pino Solanas habla de la “derecha moderna” se está refiriendo,
por supuesto, a las distintas variantes del liberalismo, al que ha
atacado desde siempre. Y dado que los valores republicanos buscan, en
esencia, limitar al poder político, se tratan de valores que se
encuentran en el corazón del liberalismo, es decir, de la “derecha
moderna” a la que refiere y desprecia Solanas.
La separación de poderes, la periodicidad de los cargos y la
publicidad de los actos de gobierno, son ideas que caracterizan a todo
sistema republicano. Contrariamente, la centralización del poder en un
caudillo carismático, la búsqueda de perpetuación en el poder a través
de reformas constitucionales ad hoc y el ocultamiento sistemático de la información del manejo del Estado, configuran la realidad del socialismo del Siglo XXI.
El eje bolivariano, al cual adhieren tanto los Kirchner como Solanas y
que dirigen ideológicamente los hermanos Castro, representa la actual
izquierda latinoamericana guste a quien guste, y disguste a quien
disguste. La República no tiene lugar en el ideario de este eje
ideológico (al contrario, supone un obstáculo a derribar) y, en virtud
de la lógica antitética que caracteriza a la dicotomía
“izquierda/derecha”, puede decirse entonces que los valores republicanos
constituyen valores propios de la “derecha moderna”.
Si tras la “derecha moderna” basada en los límites al poder político y
la soberanía individual asoman pensadores como Locke y Montesquieu,
tras el “socialismo del Siglo XXI” asoman pensadores como Marx y
Gramsci. La dicotomía es evidente: división de poderes (República) o
centralización del poder (populismo socialista). El uno de derecha; el
otro de izquierda.
Así se plantean estas dicotomías en la “posmodernidad”; dicotomías
que resulta auspicioso clarificar a los efectos de no acabar durmiendo
con el enemigo o, peor aún, votándolo.
(*) Agustín Laje dirige el Centro de Estudios Libertad y
Responsabilidad (LIBRE), es autor del libro “Los mitos setentistas” y
coautor del libro “Cuando el relato es una farsa”.
Twitter: @agustinlaje
Facebook: https://www.facebook.com/agustinlajearrigoni
La Prensa Popular | Edición 307 | Jueves 14 de Agosto de 2014