Benedicto corrige a Francisco
Condena la Cultura del Encuentro
Es letal para la Fe
No es novedad decir que Francisco ha hecho parte central de su discurso a lo que llama Cultura del Encuentro.
La cual, según nos ha enseñado, consiste en unirse con los demás, no
para anunciarles a Cristo, sino para hacer el bien y buscar la paz. Lo
otro es cosa del Espíritu Santo.
Discurso que pone, como es evidente, la añadidura
antes que el Reino; y que lo ha llevado a hacer suyas con todas sus
ganas, las "Escuelas Ocurrentes", en las que se busca la paz sin Cristo; es decir, la paz del mundo.
Pero he aquí que, por primera vez desde su abdicación, el Papa Benedicto
XVI ha hablado; en esta instancia a través de un mensaje dirigido a la
Pontificia Universidad Urbaniana, con motivo de la imposición de su
nombre al Aula Magna de esa casa.
Allí dice Benedicto:
El Señor Resucitado encargó a sus discípulos, y a través de ellos a
los discípulos de todos los tiempos, que llevaran su palabra hasta los
confines de la tierra y que hicieran a los hombres sus discípulos...
¿Pero todavía sirve? Se preguntan muchos hoy dentro y fuera de la
Iglesia ¿de verdad la misión sigue siendo algo de actualidad? ¿No sería
más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir
junto las causa de la paz en el mundo? (¿No es lo que Bergoglio propone?)
La contra-pregunta es: ¿El diálogo puede sustituir a la misión? Hoy
muchos, en efecto, son de la idea de que las religiones deberían
respetarse y, en el diálogo entre ellos, hacerse una fuerza común de
paz.
En este modo de pensar, la mayoría de las veces se presupone que las
distintas religiones sean una variante de una única y misma realidad,
que ‘religión’ sea un género común que asume formas diferentes según las
diferentes culturas, pero que expresa una misma realidad.
La cuestión de la verdad, esa que en un principio movió a los cristianos más que a nadie, viene puesta entre paréntesis. (¿No es eso lo que propone la Cultura del Encuentro?)
Se presupone que la auténtica verdad de Dios, en un último análisis
es alcanzable y que en su mayoría se pueda hacer presente lo que no se
puede explicar con las palabras y la variedad de los símbolos.
Esta renuncia a la verdad parece real y útil para la paz entre las
religiones del mundo. Y aún así sigue siendo letal para la fe.
En efecto, la fe pierde su carácter vinculante y su seriedad si todo
se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces de posponer
solo de lejos al inaccesible misterio divino.
Es curioso oír estas palabras poco después de finalizado un Sínodo, en el que algunos participantes estuvieron cerca de practicar el pugilato. No en vano Tucho dijo que sus oponentes habían sido fanáticos y agresivos, no solamente en el aula, sino también en la calle. Y es más interesante escucharlas luego de que un medio como la Repubblica haya dicho que, en plenas jornadas, algunos padres sinodales fueron a ver a Benedicto para que los ayudara a parar la atrevida apertura que planeaban Francisco y sus amigos. Aunque ese mismo medio dice que Benedicto rehusó el convite. Sabemos que, con toda probabilidad, la inauguración del Aula Magna Benedicto XVI estaba programada de tiempo atrás; lo cual significa que el discurso que envió el Papa podría haber sido escrito antes del Sínodo. Pero de todos modos, y sea somo haya sido, el Papa Ratzinger, en el discurso que en su nombre leyó Mons. Gaenswein, deja ver que no sólo no comparte una de las teorías más caras a sus sucesor, sino que la condena: ¡siguen siendo letales para la fe!