MONS. LEFEBVRE Y LAS APARICIONES
DE UN SERMÓN DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE
Extracto de la Homilía pronunciada con motivo de la bendición del Priorato San Pío X, en Shawinigan, 8 de noviembre de 1977.
Ver original en el siguiente enlace (más abajo se reproduce en inglés la parte extractada):
Pues bien, no os sorprendáis si nuestros sacerdotes no siempre son muy entusiastas
sobre esta o aquella supuesta aparición, sobre tal o cual lugar de peregrinación
Versión en castellano
En
nuestro tiempo hay un gran peligro, mis queridos hermanos, que nos
amenaza un poco a todos nosotros los tradicionalistas, a nosotros, que
nos llamamos tradicionalistas, que con razón deseamos mantener la
Tradición.
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Existe
el peligro que nos amenaza, porque las autoridades de Roma, fallando en
cumplir con su deber, como lo era, ya no están haciendo nada, de una
manera misteriosa, incomprensible, pero ya no están haciendo nada para
condenar verdaderamente los errores, para condenar las desviaciones
doctrinales de nuestra fe.
La Iglesia ya no actúa. Cada quien está trabajando en la búsqueda de la verdad.
Los teólogos, los sacerdotes, los obispos, todos están en la búsqueda de la verdad. Y sin embargo, Roma no dice nada.
La gente puede decir lo que sea; se puede escribir cualquier cosa, y no hay nada dicho salvo en contra de los tradicionalistas.
Pero
esta falla de la Autoridad de Roma es muy grave. Porque esto nos pone
en una situación problemática, en una situación confusa.
No
es de extrañar que incluso entre los tradicionalistas, estemos como
huérfanos sin padre. Los obispos ya no hacen nada, los obispos ya no nos
guían. Ya no nos dicen lo que debemos hacer, ¿dónde está la verdad y
dónde está el error?, ¿dónde está el bien y dónde está el mal? Ya no
sabemos, las personas ya no lo saben.
Así
que existe la tendencia a ser llevado hacia esta o aquella devoción, de
ser llevado hacia este o aquel grupo que, dicen, tiene relaciones con
el cielo, esta o aquella persona que tiene, dicen, mensajes, otro que
tendría inspiraciones particulares.
Es
muy peligroso. ¿Por qué? Porque cuando los obispos están ahí, cuando
los obispos actúan como pastores del rebaño, observan. Y si hay algo en
el rebaño, si una persona llega a decirle a un obispo: Tuve
conversaciones especiales con la Santísima Virgen, la Santísima Virgen
se me apareció, la Santísima Virgen me dijo esto, Nuestro Señor me dijo
aquello, a continuación, el obispo dice: bien, vamos a examinar
esto. Voy a nombrar para ti a tal o cual abogado canónico, a este o
aquel teólogo que irá a verte, que te preguntará, que verá si todo es
correcto. Después de seis meses, un año, o dos años, después de un
estudio muy meticuloso, el obispo dice sí o no. Él da un juicio. Los
fieles son guiados, están protegidos.
Si
la aparición es real, entonces no hay peligro para la fe, si todo en
ella se ajustaba a nuestra fe. Pero si no está conforme con la fe, el
obispo debe proteger el rebaño en contra de estas cosas que pueden ser
diabólicas, porque el demonio sabe muy bien cómo imitar al cielo y nos
engaña.
Hoy
en día ya no hay nadie que nos guíe, ya no hay nadie que nos juzgue,
por lo que la gente corre de aquí para allá, ahora escuchan un rumor, a
continuación, de nuevo otro rumor.
Cuando eso sucede, hay que recordar las palabras de Nuestro Señor: “Un
día vendrá cuando ellos os dirán: Cristo está en el desierto, Cristo
está en la ciudad, Cristo está aquí, Cristo está ahí. No vayas allí“, Nuestro Señor dijo esto.
Y ¿por qué no ir allí? Porque vosotros no sabéis, vosotros podrías encontraros entre los demonios.
Permaneced, por lo tanto, en la fe. En nuestros tiempos, debemos mantener la fe.
Pero
¿dónde está la fe? En el catecismo – no es difícil. Abrid vuestro
catecismo, lo tenéis todo. El catecismo es el camino al cielo. Es
vuestro libro que os lleva al cielo. Tomad vuestro Credo. Tenéis los
mandamientos de Dios y de la Iglesia, tenéis los sacramentos, el Santo
Sacrificio de la Misa, las virtudes cristianas, el Padre Nuestro, la
devoción a la Santísima Virgen María. Con eso tenéis todo.
No
hay necesidad de nada más. Ese es el resumen de la Tradición, es la
hoja de vida de la revelación, es la hoja de vida de la Tradición y de
la Escritura. Es lo que los apóstoles han puesto en nuestras manos y que
los obispos de generación en generación nos han dado. Debemos
aferrarnos a esto y tener cuidado con todo lo demás.
Vivimos
en una época en que el demonio es más poderoso que nunca. Así que
tenemos que observar. Tenemos que observar todas esas cosas que son un
poco extraordinarias que nos podrían llevar de esta y de aquella manera y
que podrían hacer olvidar lo que es esencial, porque el diablo nos
puede distraer de la fe. Él nos quiere engañar, por lo que nos distrae
con una cosa u otra, y durante ese tiempo, no hacemos el trabajo que se
supone debemos hacer.
Por
tanto, debemos mantener nuestra fe. Eso es lo que me gustaría que el
priorato también fuera: una casa en la que se mantuviera la fe.
Pues
bien, no os sorprendáis si nuestros sacerdotes no siempre son muy
entusiastas sobre esta o aquella supuesta aparición, sobre tal o cual
lugar de peregrinación.
No
estoy hablando acerca de los antiguos santuarios que han sido
confirmados por la Tradición, como el oratorio de San José en Montreal o
los tres grandes santuarios tradicionales de Quebec. Estoy hablando de
los nuevos lugares de peregrinación que surgen repentinamente en un
lugar, que hay de repente en otro lugar, etc.
Y ¿por qué no ir allí? Porque vosotros no sabéis,
vosotros podrías encontraros entre los demonios.
Permaneced, por lo tanto, en la fe.
En nuestros tiempos, debemos mantener la fe.