JOSÉ ANTONIO PRESENTE: HOY, 29 DE OCTUBRE
Por Manuel Parra Celaya para el municipio.es
De repente, he caído en la cuenta: hoy es 29 de octubre.
Hace años que siento una especie de rechazo interior por evocar efemérides,
pero dicen que la excepción confirma la regla… Por supuesto que la fecha no es
nada significativa para casi la totalidad de eso que llaman la ciudadanía,
pero como pertenezco a la inmensa minoría que tiene capacidad de recordar su
pasado sin sonrojo y, especialmente, creo en el futuro, no me importa publicar
que hace la friolera de ochenta y un años, en el teatro de la Comedia de la
madrileña calle del Príncipe, hablaron tres oradores en lo que se consideró
el acto fundacional de Falange Española.
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No es del todo exacto que se tratara de ese acto fundacional
de un movimiento con ese nombre, entre otras cosas porque no quedaba claro
cómo se iba a llamar, pero ese día, según el último de los oradores se
alzaba una bandera. Se trataba de un joven de treinta años, José Antonio
Primo de Rivera, y le habían precedido en el uso de la palabra el aviador
militar, héroe del Plus Ultra, Julio Ruiz de Alda y un intelectual cercano a
Ortega y colaborador de su Agrupación de Intelectuales al servicio de la
República, Alfonso García Valdecasas. Precisamente, en ese mismo marco,
diecinueve años atrás, don José había disertado sobre Vieja y Nueva
Política.
Muchos recordamos aquella monótona repetición de actos
conmemorativos durante el régimen anterior; algunos, cuando aún no habíamos
llegado a la mayoría de edad, nos encargábamos de alborotarlos con un Falange
sí, Movimiento no, que era la preocupación de los poncios, teóricos jefes
provinciales de aquel Movimiento, ante el crecimiento de la contestación azul
al percibir que poco tenía de falangista aquella situación y aquella
sociedad. En todo caso, esta evocación particular puede quedar limitada al
terreno de la pura nostalgia legítima…
Ochenta y un años son muchos años. Claro que si repasamos
el contenido esencial de aquel acto, que se tituló de afirmación española,
podemos llegar a la conclusión de que no está del todo desfasado; de todas
formas, el propio José Antonio diría de aquella presentación que tenía el
candor y la ingenuidad de la infancia. Eso quiere decir que él maduró, y
mucho, en una labor intelectual y política, no solo por lógica evolución,
sino por una progresiva integración de nuevos elementos doctrinales, sacados
de muchas fuentes de modo incansable. Hay muchos textos joseantonianos
posteriores de más enjundia, si se quiere, que aquel del acto del 29 de
octubre.
Mi mirada quiere ser para el presente y para el mañana que,
como dijo el poeta, no está escrito. No nos pueden bastar las palabras de
1933, ni las de 1934 o 35 o 36… No siquiera las del 2000, pronunciadas acaso
por alguien seguidor de aquel joven. La historia camina siempre hacia adelante
y han ocurrido tantísimas cosas en el mundo que, cada mañana, al despertarnos
y ver el primer rayo de sol por la ventana, nos parece que estamos inaugurando
una situación nueva; algunas veces nos acomete el pesimismo, pero otras
descubrimos que la aventura humana sigue siendo apasionante. Incluso, nuestra
particular aventura azul, en algunos casos tan olvidada.
De esta evocación me quedo con tres cosas solamente: lo de
afirmación española, lo que constituye la base humanística y cristiana del
mensaje, lo de la búsqueda de caminos de justicia social más profunda y,
especialmente, la actitud, a la que me gusta seguir denominando con la palabra
estilo. Sobre ello hay que construir nada menos que todo lo demás. Construir un
nuevo falangismo -¿neofalangismo?- acorde con nuestro momento. Se trata de
intuir qué hubiera dicho José Antonio Primo de Rivera en el 29 de octubre de
2014, en cualquier sala de conferencias de España o de Europa.
Quede bien entendido que nuestra inmensa minoría comprende
muchas tendencias, o sensibilidades, como se dice ahora; unas nos pueden gustar
más que otras. También, fuera de nuestro pequeño universo, hay españoles
que acaso hubieran asistido, a título de curiosidad, a un acto de afirmación
española similar en nuestros días, y están ahí; sobre todo, hay muchos
jóvenes que no saben de efemérides ni de nombres históricos, pero sí pueden
presentir que no están conformes con lo se respira a su alrededor y confían
en alguna voz, en algún lugar, en algún momento…
Quede bien entendido, asimismo, que no se puede desandar un
camino, pero hay que tener los ojos del alma fijos en un horizonte.