Sínodo: aplaudieron corrupción de menores
El Cardenal Burke les respondió tajantemente
La homosexualidad es intrínsecamente desordenada
No hay que escandalizar a los niños
No hay que escandalizar a los niños
El presente artículo fue escrito durante el transcurso del último sínodo.
Se ha difundido ampliamente por los medios, la intervención de un
matrimonio australiano, los Pirola, durante el Sínodo, los cuales se
preguntaron delante de la Asamblea lo siguiente:
¿Qué deberían hacer unos abuelos si, en ocasión de festejar la Navidad,
uno de sus hijos, que es homosexual, pretende asistir acompañado por su noviete, sabiendo que también asistirán los nietos de los dueños de casa, es decir sus sobrinos?
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Según el cardenal Nichols, que se ocupó de referir la anécdota a los
medios, cuando el mismo matrimonio se respondió que los padres deberían
aceptar la presencia del hijo y su amante, proponiéndolo como modelo de
conducta para la Iglesia, algunos padres sinodales aplaudieron calurosamente.
A propósito de esta actitud, don Terzio se preguntaba en Ex Orbe si no sería éste un Sínodo Aberrante, nota que recomendamos leer.
En uno de los intervalos del Sínodo, LifeSiteNews ha preguntado al cardenal Burke sobre este episodio, obteniendo la siguiente respuesta que tradujimos de una transcripción portuguesa, y que debe ser modelo de respuesta para cualquier obispo católico.
Esta es una cuestión muy delicada, tanto más delicada cuanto
constatamos la agresividad de la agenda homosexual. Pero es preciso
abordarla de manera muy calma, serena, razonable y llena de fe.
Si las relaciones homosexuales son intrínsecamente desordenadas, como
lo son de hecho de acuerdo a la razón y a nuestra fe, entonces, ¿qué
significaría para los nietos presenciar, en una reunión familiar, a un
pariente que está viviendo una relación desordenada con otra persona?
Si fuese otro tipo de relación, algo profundamente desordenado y
perjudicial, no expondríamos a nuestros hijos a contemplarla, a tener
una experiencia directa de la misma. Así tampoco deberíamos hacer en el
caso de un miembro de la familia que no sólo sufre una atracción por el
mismo sexo, sino que optó por vivir esa atracción, por actuar de acuerdo
con ella cometiendo actos que son siempre y en todo lugar equivocados y
malos.
Las familias tienen que encontrar la manera de estar próximas a un
hijo en esta situación, a un hijo, nieto, o lo que sea, con el objeto de
apartarlo de esta relación desordenada. Sabemos que con el tiempo será
profundamente infeliz; por eso es importante mantenernos lo más cerca
que podamos.
Pero esa forma de relación no debe ser impuesta a otros miembros de
la familia; especialmente a niños impresionables. Exhorto a padres y
abuelos, que sean muy pero muy prudentes en este asunto a fin de no
escandalizar a sus hijos o nietos.
Hay tantas cosas en la sociedad actual que enseñan que cualquier
forma de relación sexual, siempre que sea agradable o te sientas atraído
por ella, está bien, es correcta. Y nosotros no debemos querer que
nuestros hijos tengan esa impresión; que parezca que estamos tolerando
actos gravemente pecaminosos por parte de un miembro de la familia.
Ciertamente, es una causa de gran sufrimiento, pero el esfuerzo de
hacer lo que es correcto y bueno siempre implica sufrimiento. Y, en este
caso, ciertamente habrá dolor. Pero lo que sufrimos será realmente
redentor al final.
Con relación a las parroquias, la relación es muy similar, porque la
parroquia es una "familia de familias", como dijo, si no me equivoco,
San Juan Pablo II en una ocasión.
Si Ud. tuviera un parroquiano que estuviera viviendo en pecado
público en una pareja homosexual, el sacerdote debe intentar aproximarse
a esa persona, o a los dos si ambos fueran católicos, para tratar de
ayudarlos a que dejen la relación pecaminosa y comiencen una vida casta.
El pastor debe incentivarlos a rezar y a participar en la Misa
dominical, y de otras maneras adecuadas, para que intenten superar el
pecado grave en el que viven.
Las personas que están viviendo de esa forma, no pueden tener ningún
papel de liderazgo en la parroquia, porque daría la impresión a los
fieles que la forma en que viven es buena. Porque los dirigentes
parroquiales deben dar testimonio de una vida católica coherente. Y las
personas que no son coherentes con su fe católica no deben recibir
funciones de liderazgo. No le debemos pedir, por ejemplo, que sean
lectores en la Santa Misa, o que asuman cualquier posición directiva,
hasta que hayan rectificado su situación y pasado por una conversión de
vida
Por un lado, ciertamente habrá escándalo entre los fieles con
respecto a una parte muy importante de nuestras vidas, de nuestra
sexualidad y lo que ella significa. Por otro lado, no es bueno para las
dos personas involucradas en la relación desordenada, porque también
ellas tendrán la idea de que la Iglesia aprueba de alguna forma lo que
están haciendo.