AHORA VIENE LA PRAXIS DEL SÍNODO
[Quizás
de las palabras del Arzobispo Paglia, Ministro Vaticano de la Familia
(jefe del Pontificio Consejo de la Familia), se pueda deducir por donde
van a ir los tiros en los próximos meses. Como él mismo dice “El cambio ha llegado y no hay marcha atrás».
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¿En qué va a consistir ese cambio?
“Recorrer el camino del Buen Samaritano..es indispensable dejarse
herir..en el camino sinodal que recorreremos durante un año.. Después
del ” cuestionario y del Sínodo extraordinario espero que ahora
comience una acción más clara que identifique vías y soluciones
operativas…Nuestra labor de pastores (y de todos, incluidas las
familias) es salir de las sacristías y de los muros de las Iglesias para
salir al encuentro de las personas de carne y hueso. No debemos perder tiempo defendiendo posturas o posiciones abstractas….[ ¿se referirá a la doctrina?] hay que comprender apasionadamente a los demás. “
Pues ya está claro lo que veremos a partir de ahora hasta la
segunda parte del Sínodo extraordinario en 2015 por estas fechas. Yo
creo que será el desarrollo, hasta donde sea, de la praxis bajo la
atenta mirada de Francisco, quizás interviniendo con sus llamadas
telefónicas a particulares, como ya hizo… Cuando las cosas lleguen a ser
un “hecho consumado y extendido” ¿dónde estarán los “conservadores” que
se atrevan a exponer la sana doctrina? Es posible que la doctrina no
cambie porque eso sería desautorizar.. a los mandamases Pero la praxis eso
será ya otra cosa . A mí me recuerda lo de la comunión en la mano que
se ha impuesto de tal manera que ya es casi imposible recibirla de
rodillas y en la lengua ( bien que no creo que se trate de una auténtica
comunión del Cuerpo de Cristo). También nos recuerda lo de ” la
píldora” que se autorizó en los confesionarios a pesar de la ” doctrina
ortodoxa” de la Encíclica (bien que cambiada con respecto a la Casti
Connubii). De la Comisión nombrada al efecto las discusiones pasaron a
la calle y los particulares tomaron posiciones. Exactamente como ahora
pasará que desde las discusiones sinodales la confrontación pasará a la
calle y cada uno podrá tomar las posturas que crea, aun las opuestas a
la doctrina y aun al dogma]
Entrevista con el ministro vaticano de la Familia, Vincenzo Paglia
GIACOMO GALEAZZI
CITTa’ DEL VATICANO
CITTa’ DEL VATICANO
«El cambio ha
llegado y no hay marcha atrás». En el Sínodo sobre la familia las
oposiciones a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y a
las uniones de hecho «no han modificado un camino que ya ha comenzado»,
aseguró el arzobispo Vincenzo Paglia, “ministro” vaticano de la
Familia. «Se respetó el mandato de Francisco: acoger y salir», afirmó.
¿Surgió en el Sínodo una parte de la jerarquía que se opone a la obra de renovación de Francisco?
Quisiera, antes
que nada, aclarar una cosa. La Iglesia, con el Sínodo, se tomó la
responsabilidad de reflexionar sobre la difícil situación que están
pasando las familias en el mundo. Es importante aprovechar esta
perspectiva para comprender lo que está en juego y también la
importancia del debate franco. Espero que en las demás instituciones
políticas, sociales y económicas hagan lo que hicimos nosotros en el
Sínodo. Frente al enorme caudal de problemas, era evidente que surgiera
un debate articulado y vivaz. Usted habla de algunas oposiciones a la
renovación que quiere Papa Francisco. El mismo Papa advirtió sobre dos
tentaciones: la de enrocarse para defender posturas autoreferenciales y
la del “buenismo” superficial. El Sínodo fue convocado para escuchar la
situación de las familias reales de hoy y para salir a su encuentro
apasionadamente y no sombríamente. No fue y no debía ser una simple
repetición de la doctrina. Francisco pide una Iglesia que se ponga en
marcha para acoger a todos y para recibir a los necesitados. Jesús, en
primer lugar, recordó Papa Francisco, puso el ejemplo. La asamblea
sinodal, incluso con todos sus límites, trató de afrontar los problemas
de la gente, de las familiar, y de interrogarse sobre cómo responder. En
mi opinión, es necesario seguir escuchando y buscando respuestas
todavía. El texto final ha abierto, de cualquier manera, el camino que
ahora debe proseguir en las diócesis hasta que llegue el Sínodo
ordinario del año próximo. No podemos encerrarnos en un fuerte que se
atrinchera en la rigidez de los preceptos.
¿Hubo frenos para las novedades?
Repito, el camino
ya ha comenzado. Francisco está frente a todos nosotros y abre el
sendero. Aunque algo no haya funcionado como hubiera debido, ejerció su
misión de pastor universal. Podríamos decir, con una metáfora
automovilística, que en el debate franco no todos los pistones del motor
se movieron armónicamente. El “coche” sinodal tuvo por este motivo
algunos sobresaltos; pero el resultado es que siguió avanzando: salió de
la cochera y ahora está en las calles. No se encuentra en un circuito
cerrado y protegido, sino en las calles del mundo, las que recorre el
Buen Samaritano, quien, a diferencia del sacerdote y del levita, se
detuvo para cargar al herido, es decir a las incontables familias
heridas. Es indispensable dejarse herir. Por aquí pasa el camino sinodal
que recorreremos durante este año. Y no solo los obispos, los 191 del
Sínodo, sino todos, incluidas las familias cristianas. Espero que en
todo el mundo se dé una especie de despertar, de debate, de discusión,
de ayuda para las familias. Si en un principio esto era un cuestionario y
después se transformó en un Sínodo extraordinario, espero que ahora
comience una acción más clara que identifique vías y soluciones
operativas.
Entonces, ¿hay que evitar la lógica del enfrentamiento?
Por supuesto que
sí. No quiere decir que disminuya el debate; al contrario, quisiera que
aumentaran la preocupación y el compromiso. Es así que espero poder
ayudar, como Pontificio Consejo para la Familia. Nuestra labor de
pastores (y de todos, incluidas las familias) es salir de las sacristías
y de los muros de las Iglesias para salir al encuentro de las personas
de carne y hueso. No debemos perder tiempo defendiendo posturas o
posiciones abstractas. Hemos sido llamados a la “salus animarum” más que
a la “salus principiorum”. Debemos salir a las calles con el Evangelio y
con esa «inmensa simpatía» por el hombre de la que hablaba el beato
Pablo VI.
¿Pero no hay un cierto retraso cultural?
Diría que hay un
retraso tanto cultural como espiritual, un retraso al amar y comprender
apasionadamente a los demás. El individualismo rampante puede desembocar
en una sociedad de soledades. El Sínodo, al volver a proponer que la
familia es el motor de la sociedad, pide a todos volver a descubrir la
fuerza cultural de esa frase que se encuentra al principio de la Biblia:
“No está bien que el hombre esté solo”. Este principio está sufriendo
hoy una crisis debido al culto del Yo. Mi amigo Giuseppe De Rita habla
de “egolatría”, un culto en cuyo altar se sacrifica todo, incluso los
afectos más amados. Volver a descubrir la dimensión familiar de la vida
significa ayudar a la sociedad a que sea más firme y fuerte, menos
“líquida” y más solidaria. Todos, sin exclusión, necesitamos un amor más
robusto, más generoso, que nos haga extender los brazos, que nos haga
abrir los corazones. Desde la Cruz, Jesús no se ve a sí mismo, no llora
por sí o por sus problemas. Ve al joven discípulo y a la anciana madre,
nos ve a cada uno de nosotros. A los jóvenes sin esperanza y a los
adultos endurecidos por la vida.”