¿Abogó San Francisco por un Culto Católico pobre y sin pompa?
San Francisco de Asís – Cimabue
“¡Ya sé de qué se trata aquí! ¡Lo puedo ver ya en el título!”, podrá decir algún lector.
Dejemos que esos lectores que son hostiles a la pompa en la liturgia
de la Iglesia se preparen para una sorpresa: San Francisco abogó
precisamente por lo contrario, ¡y cuán enfáticamente! No tienen que creerme simplemente a mi. Aquí tenemos una carta de San Francisco a todos los Superiores de los Hermanos Menores:
“Para todos los Custodios de los Hermanos Menores que reciban esta
carta, el hermano Francisco, su pequeño siervo en Dios Nuestro Señor,
desea la salvación con nuevas señales en el Cielo y en la Tierra que,
aunque grandes y excelentes a los ojos del Señor, sin embargo son
consideradas como ordinarias por muchos religiosos y otros.
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Humildemente
pido con insistencia al clero que den la más profunda reverencia al
Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y a sus santos
nombres, escritos y palabras, que hacen presente Su Sagrado Cuerpo.
“Haced que los cálices y corporales que se utilizan, los ornamentos
del altar y todo lo que se relaciona con el sacrificio sean hechos con
elegancia. Y si el Cuerpo del Señor se mantiene en algún lugar en
condiciones muy pobres, pónganlo en un lugar ricamente decorado y
guárdenlo con llave cuidadosamente como lo prescribe la Iglesia; y
llévenlo siempre con gran respeto y adminístrenlo con mucha discreción.
“Del mismo modo, si los nombres del Señor y sus palabras escritas se
encuentran en un lugar sucio, deben ser recogidos y colocados en un
lugar decente. Y en su predicación, exhorten al pueblo a la penitencia y
díganle que nadie puede ser salvado si no recibe el Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo. Y cuando el sacerdote lo ofrece como un sacrificio en
el altar, y en cualquier lugar que lo lleve, haced que todas las
personas doblen sus rodillas y den alabanza, honor y gloria al Dios y
Señor vivo y verdadero. Declarad y predicad su alabanza a todos de
manera que en todo tiempo, mientras las campanas tocan, todos los
pueblos en todo el mundo puedan siempre dar gracias y alabanza al Dios
Todopoderoso.
“Y que todos mis hermanos custodios que reciban esta carta, la
guarden y hagan copias para los hermanos encargados de la predicación y
del cuidado de otros hermanos, y divulguen lo que está escrito en él
hasta el final, sabiendo que tendrán la bendición del Señor Dios y la
mía. Y hagan que esto se les imponga en virtud de la verdadera y santa
obediencia. Amén”. [1]
Termino donde comencé: en nombre de la obediencia, San Francisco de
Asís ‒el Poverello, el amante de la naturaleza, el santo modesto y
sencillo‒ recomienda que los altares sean “ricamente adornados” en las
celebraciones de la Iglesia.
¡Alabemos al gran San Francisco, pobre él mismo pero ricamente ataviado para Nuestro Señor!
Leo Daniele
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[1] Fuente: ” Letters of Saint Francis of Assisi,” INTRATEXT edición digital.